Portuguesa Brasil

Portuguesa de Brasil, Literatura

Después de una estancia de dos años en misión diplomática en Río de Janeiro, el escritor Juan Valera escribió una colección de artículos para la Revista Española de Ambos Mundos que, más tarde, reunió en forma de ensayo breve con el título De la poesía del Brasil (1855). Este pequeño tratado es la primera noticia que se tiene en España de una literatura escrita en el portugués de América. El autor comentaba en esta colección de artículos la diferencia existente entre el paisaje brasileño y el portugués, su naturaleza imponente y bella, así como las distintas razas y poblaciones que las habitan. Brasil cuenta con el hecho diferencial del indígena y del negro, esclavo o manumitido, que tiene excelentes dotes musicales. Todo ello, en opinión de Valera, contribuye a «acalorar la imaginación de los brasileños y a predisponerlos notablemente para la poesía».

Son cuatro los poetas a los que se refiere principalmente en su escrito el novelista cordobés: dos del siglo XVIII y dos del XIX. De todos ellos destaca su temática indigenista y la grandeza de sus descripciones paisajísticas acordes con la exuberante naturaleza brasileña. El primero es José Basilio da Gama (1740–1795), autor de Uraguai, poema publicado en 1769, que Valera describe y del que reproduce unas cuantas estrofas en su idioma original. El segundo es José de Santa Rita Durão (1722–1784), autor del poema Caramurú, publicado en 1781, del que también se describe su contenido y se reproducen algunos versos. Por lo que se refiere al poeta Antonio Gonçalves Dias (1823–1864), el autor menciona algunas de sus composiciones, como el poema I–Juca–Pirama, donde «pinta maravillosamente las fieras costumbres de las tribus salvajes». Finalmente, se compromete a hablar con más detenimiento de la nueva poesía que está surgiendo en el país americano y, especialmente, de Manuel Araujo Porto–Alegre.

Sin embargo, Valera nunca cumplió su promesa ni tampoco ninguno de los escritores de su generación se ocupó de la literatura brasileña. Hubo que esperar a comienzos de la década de los 20 del pasado siglo, cuando Rafael Cansinos Assens tradujo para la Editorial América (Madrid) una selección de relatos breves de Joaquim Maria Machado de Assis que se publicaron con el título de Sus mejores cuentos. Por su parte, el poeta Francisco Villaespesa inició en 1930 sus traducciones de la poesía en lengua portuguesa de América.

El gran proyecto de Villaespesa era –por encargo del gobierno brasileño– crear una «Biblioteca Brasileña» de ochenta volúmenes, que recogiera las obras más importantes de sus más significativos autores. Sin embargo, una súbita enfermedad hizo que abandonase su trabajo y regresase a España, donde murió. Este hecho y la pérdida de un baúl en el que transportaba sus documentos provocó que sólo vieran la luz los tres primeros títulos: Sonetos y poemas de Olavo Bilac (1865–1918), El navío negrero y otros poemas de A. de Castro Alves (1847–1871) y Toda la América de Ronald de Carvalho (1893–1935). De todos modos, en el número de la Revista de Cultura Brasileña correspondiente a junio de 1978, se recogían algunas de aquellas versiones que no llegaron a ver la luz en forma de libro. La extraordinaria capacidad versificadora de Villaespesa, que fue uno de los más destacados representantes del modernismo español, permite suponer que la «Biblioteca Brasileña» hubiese sido fundamental para la historia de la traducción y la difusión de la literatura brasileña en España.

Cerca de veinte años más tarde del proyecto truncado, Oswaldo Rico publicó en 1948 (M., Instituto M. de Cervantes) una antología con el título Poetas del Brasil, bastante incompleta, entre otras razones, por ignorar la poesía escrita en la primera mitad del siglo XX. Poco después, Alfonso Pintó tradujo una Antología de poetas brasileños de ahora, dentro de la colección «O Livro Inconsútil», que editó en una pequeña imprenta artesana el poeta João Cabral de Melo Neto, destinado como diplomático en Barcelona entre 1947 y 1950. La antología de Pintó completa, en parte, la selección de Rico al recoger poemas de algunos autores que no habían sido incluidos en la antología de 1948. Por su parte, J. Cabral, que tuvo la oportunidad de contactar en Barcelona con intelectuales y artistas españoles, reunió en la mencionada colección, de escasa tirada, aunque de gran calidad tipográfica y estética, a poetas catalanes como Joan Brossa o Juan Eduardo Cirlot con los brasileños Manuel Bandeira (1886–1968), Vinícius de Moraes (1913–1980) o él mismo.

Posteriormente, en 1952, Renato de Mendoza publicó una Antología de la poesía brasileña, mucho más completa que las mencionadas, que tradujeron Rafael Morales y Rafael Santos Torroella. A la iniciativa y entusiasmo de Cabral se debió también la creación de la Revista de Cultura Brasileña, editada por la embajada de Brasil en España, cuya primera serie, dirigida por Ángel Crespo, se prolongó desde 1962 hasta 1968. En aquellos seis años, la revista reprodujo poemas, entre otros, de Murilo Mendes (1901–1975), M. Bandeira, C. Drummond de Andrade (1902–1987), Mário de Andrade (1893–1945), Cecília Meireles (1901–1964), Jorge de Lima (1893–1953), V. de Moraes, Raúl Bopp (1989–1984), así como una selección de poetas parnasianos, simbolistas y románticos, traducidos por el propio Crespo y por Dámaso Alonso. Recuperando aquellas traducciones y añadiendo otras nuevas, Crespo publicó en 1973 (B., Seix Barral) una Antología de la poesía brasileña, con una introducción rigurosa y extensa que, junto con sus versiones poéticas, fue de referencia obligada para el conocimiento en España de la poesía en la lengua portuguesa de América.

João Guimarães Rosa o la entonces treintañera Nélida Piñon tuvieron la suerte de contar con números especiales de la Revista de Cultura Brasileña dedicados a su producción literaria. También fueron difundidas en sus páginas las obras de ensayistas y narradores como Gilberto Freyre (1900–1987), Machado de Assis, Euclides da Cunha (1866–1909), Mário de Andrade, Érico Veríssimo (1905–1975), Graciliano Ramos (1892–1953), Clarice Lispector, Osman Lins (1924–1978) y Autran Dourado (1926–2012), entre otros muchos. De todos ellos aparecieron traducciones en las décadas de los 60 y 70, como la que Crespo publicó, en 1967, de Gran sertón: veredas de Guimarães Rosa y, en 1978, de Tebas de mi corazón de N. Piñon; la de Héctor Olea, en 1977, de Macunaíma de Mário de Andrade (1893–1945); la de José Luis Díaz de Liaño, en 1974, de Vidas secas y la de Cristina Peri Rosi, en 1978, de Angustia, ambas de G. Ramos; también de C. Peri Rosi, en 1975, la de Avalovara de O. Lins, o la que Basilio Losada realizó, en 1977, de Cerca del corazón salvaje de Clarice Lispector, entre otras.

Jorge Amado fue el autor brasileño más conocido en España en las décadas de los 70 y los 80 con más de veinte títulos traducidos en la Península. La sucesión de las ediciones de sus obras le convirtió en un escritor popular hasta el punto de que el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI) dedicó a su obra una Semana de Autor en 1989: fue el primer escritor brasileño invitado a uno de estos homenajes. Los mismos años pueden considerarse también excepcionales en lo que respecta a la calidad y cantidad de las traducciones de literatura brasileña al castellano. A los autores antes mencionados hay que añadir a E. da Cunha, Darcy Ribeiro (1922–1997), Antônio Callado (1917–1997), Márzio Souza (1946), Raduan Nassar (1935), João Ubaldo Ribeiro (1941–2014), Lygia Bojunga Nunes (1932) o Fernando Gabeira (1941), entre otros. Entre los traductores deben mencionarse, además de Crespo y Pilar Gómez Bedate, secretaria de redacción de la Revista de Cultura Brasileña entre 1962 y 1968, a B. Losada, C. Peri Rosi, Pablo del Barco o Mario Merlino, que han dado a conocer con rigurosa profesionalidad, y siguen haciéndolo, la gran literatura brasileña.

En 1988 la editorial Siruela publicó un número especial de la revista El Paseante dedicado a la cultura brasileña, en el que se presentaron las primeras versiones de la poesía de Manoel de Barros (1916–2014), la traducción íntegra de Rafael Santos Torroella de El perro sin plumas de J. Cabral de Melo, así como textos rigurosamente inéditos de Lispector y avances editoriales de Rubem Fonseca, J. U. Ribeiro o R. Nassar. Este número marcó la trayectoria de las traducciones que se realizarían en las décadas siguientes. A lo largo de los años 90 se siguieron publicando autores brasileños que ya se habían dado a conocer con anterioridad y a ellos se sumaron otros nuevos como Rachel de Queiroz (1910–2003), Ana Miranda (1951), Chico Buarque (1944) o João Silverio Trevisan (1944).

Sin embargo, lo que supuso un éxito editorial, sólo comparable al que pudo tener Amado a lo largo de los años 70 y 80, fue la aparición de la obra de Paulo Coelho (1947). Este autor de masas, con versiones realizadas por traductores que muchas veces desconocían el idioma portugués, logró vender grandes tiradas de sus libros. En cuanto a la calidad de las traducciones, hay que señalar las que B. Losada realizó de O quinze de R. de Queiroz, que con el título Tierra de silencio se publicó en 1995 (B., Alba) o la de Ana en Venecia de J. S. Trevisan en 1999 (B., Edhasa). Por su parte, Pablo del Barco publicó una versión anotada de la obra de Machado de Assis Don Casmurro, en 1991 (B., Cátedra). También hay que destacar la versión al catalán de Xavier Pàmies de Gran sertão: riberes de Guimarães Rosa (B., Edicions 62, 1990). A este traductor se deben también las versiones de L’alienista (B., Diari de Barcelona, 1990) y de El senyor Casmurro de Machado de Assis (B., Quaderns Crema, 1998).

En 1996 y 1997, respectivamente, la Casa de América en Madrid dedicó sendas Semanas de Autor a los escritores Machado de Assis y C. Lispector, que sin duda despertaron el interés de los lectores y editores por sus respectivas obras. Éste ha sido el caso de Lispector, que de una forma regular está siendo traducida por Elena Losada para la editorial Siruela a lo largo de la primera década del siglo XXI. Por su parte, Machado de Assis también ha sido objeto de nuevas versiones de Juan Martín Ruiz y de José Luis Sánchez, quien ha traducido asimismo varias obras de José de Alencar (1829–1877). Por lo que se refiere a la poesía, Adolfo Montejo–Navas es responsable en esta década de la traducción de una antología de la poesía brasileña que, con el título de Correspondencia celeste (M., Árdora, 2001), quiso dar continuidad a la de Crespo. Montejo–Navas es autor también de las versiones de Cabeza de hombre (M., Hiperión, 1996) de Armando Freitas Filho (1940) y de Contratextos (B., Dvd, 2001) de Sebastião Uchoa Leite (1935–2003), por mencionar a dos poetas que no habían sido incluidos hasta ahora en otras antologías.

Hay que destacar también, en el campo de la poesía, las traducciones de P. del Barco de Poema sucio (M., Visor, 1997) de Ferreira Gullar (1930–2016); la de Andrés Sánchez Robayna de Crisantiempo (B., Acantilado, 2006) de Haroldo de Campos (1929–2003), y la de Tiempo español (Córdoba, Almuzara, 2008) de Murilo Mendes (1901–1975). Finalmente, hay que señalar la concesión, en 2005, del premio Príncipe de Asturias de las Letras a N. Piñon, que supone no sólo el reconocimiento de la carrera literaria de una autora de ascendencia gallega, sino también la de toda una literatura que ella, como brasileña, representa.

En los últimos años se han seguido traduciendo autores como el prolífico P. Coelho y, en otro registro, J. Amado, C. Lispector y N. Piñon. También se observa la presencia de escritores especializados en literatura infantil, como Ana Maria Machado (1941), de la que se han publicado numerosos títulos, mayoritariamente en castellano (por M. Merlino, aunque también por Manuel Barbadillo o Sandra Márcia Pereira) y aparecidos en editoriales como Alfaguara y Anaya (Madrid) o Everest (León). De la misma autora hay también algún título en euskera, a cargo de Patxi Ezkiaga y Manu López Gaseni. En la misma modalidad literaria se halla la obra de Ilan Brenman (1973), muy presente en la edición a partir de 2010, con versiones tanto en castellano (por Mar Aranda, Jimena Licitra, Isabel Soto) como en catalán (Pere Comellas, Josep Franco Martínez, Ricard Sans), euskera (Gerardo Markuleta, Patxi Zubizarreta) y gallego (Elvira Ribeiro). Chico Buarque, de quien se habían traducido varios títulos en los años 1990, vuelve a estar presente con tres versiones de su novela Budapest, en castellano por M. Merlino (B., Salamandra, 2005), en catalán por Carles Sans (B., La Magrana, 2005) y en gallego por Ramón Nicolás (Vigo, Faktoría K de Libros, 2008); también se han publicado Leche derramada, obra de Rita da Costa (Salamandra, 2011) y El hermano alemán por Mercedes Vaquero (B., Literatura Random House, 2015). En cuanto a la poesía, pueden mencionarse en primer lugar la Antología de poetas brasileños actuales (B., Paralelo Sur, 2010), traducida por Miguel Cabelo, y la Antología de la poesía del siglo XX en Brasil (M., La Estafeta del Viento, 2012), obra de José Javier Villarreal. Uno de los poetas más presentes en la edición española de las últimas décadas es Lêdo Ivo (1924–2012), de quien Martín López–Vega ha traducido varios volúmenes publicados por Vaso Roto (Barcelona), como Rumor nocturno (2009), Plenilunio (2010) y Calima (2011), a los que hay añadir Relámpago (Granada, Valparaíso, 2015) y Réquiem (Errentería, El Gallo de Oro, 2017). De otros traductores son La aldea de sal (M., Calambur, 2009; obra de Guadalupe Grande y Juan Carlos Mestre) y Estación final. Antología 1940–2011, seleccionada y traducida por Mario Bojórquez (Valparaíso, 2012).

 

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Antonio Maura

[Actualización por Francisco Lafarga]