Chateaubriand, François–René de

Chateaubriand, François–René de (Saint–Malo, 1768–París, 1848)

Escritor y político francés, una de las figuras más controvertidas de su tiempo. Tras una infancia y una adolescencia transcurridas entre Saint–Malo y el castillo de Combourg, ingresó en el ejército en 1786, fue presentado en la corte y frecuentó los círculos literarios parisinos. Cuando estalló la Revolución francesa sus sueños poéticos ya habían empezado a materializarse. En abril de 1791 decidió emigrar a América, pero la detención de Luis XVI precipitó su regreso. Las notas tomadas en esa breve estancia nutrirán sus novelas exóticas: Les Natchez (1800, publicada en 1826), Atala (1801) y René (1802), y su Voyage en Amérique (1826). Una vez en Francia se unió al ejército de los emigrados, resultó herido en el sitio de Thionville (1792) y se refugió en Londres, donde vivió miserablemente y escribió el Essai sur les révolutions (1797). La muerte de su madre y de su hermana Julie le hicieron recuperar la fe perdida, y le llevaron a redactar Le génie du Christianisme (1802). Napoleón lo nombró secretario de legación en Roma, aunque renunció en 1804 por desacuerdo con la política imperial. Las impresiones de su estancia en Italia quedaron recogidas en el Voyage en Italie (1826). De su viaje a Oriente (1806–1807), así como de los países que recorrió, reunió numerosos recuerdos que conformaron el Itinéraire de Paris à Jérusalem (1811) y las Aventures du dernier Abencérage (1826).

Elegido miembro de la Academia francesa (1811), no pudo pronunciar su discurso de ingreso, sobre la tiranía de Napoleón. Con todo, a la caída del Imperio publicó el opúsculo De Buonaparte et des Bourbons (1814). Durante la Restauración fue nombrado par de Francia (1815) y ocupó los cargos de embajador en Berlín y Londres (1821–1822) y de ministro de Asuntos Exteriores (1823–1824). Al advenimiento de Luis Felipe de Orleans renunció a su título de par y a su carrera política. Su precaria situación económica le obligó a consagrar su vejez a la literatura: Études historiques (1831), Essai sur la littérature anglaise (1836), Congrès de Vérone (1838), Vie de Rancé (1844), Mémoires d’Outre–Tombe (1848).

Las numerosísimas traducciones recopiladas, así como los trabajos suscitados a lo largo del siglo XX, hablan por sí mismos de la recepción dispensada a Chateaubriand en España. Sin duda alguna Atala y René se llevan la mejor parte. El mismo año de la publicación de Atala en francés se publicó en París (1801) una versión castellana, firmada por Samuel Robinson, nombre supuesto del venezolano Pascual Genaro Ródenas. En 1806 (M., sin impresor) se publicó, juntamente con el Genio del cristianismo, la traducción que Torcuato Torío de la Riva hizo de Atala, y en 1807 esta misma versión salió en París, formando volumen con René. Poco después, en 1813, apareció la versión de fray Vicente Martínez Colomer Vida del joven René (Valencia, Salvador Faulí). Otros nuevos títulos vieron la luz después de que, en 1829, M. Saurí (Barcelona) publicara Los Natchez o Los habitantes de la Luisiana, en traducción de José March, y que en 1831 Mariano de Rementería tradujera el Viaje a Italia (M., Sanz).

De la imprenta barcelonesa de Antonio Bergnes salieron en 1832 El sarraceno: novela morisca sacada de la historia de los Abencerrages y El monasterio de Santa María la Real (ambas sin nombre de traductor), entre otras; J. Mayol y C.ª, también en Barcelona, publicó Los mártires o El triunfo de la religión cristiana (1842, sin nombre de traductor); Boix, Vida de Rancé: reformador de la Trapa (1844) en traducción de Eugenio de Ochoa; José Rojas, Ensayo sobre las revoluciones (Madrid, 1847–1848, sin nombre de traductor), y Vicente, una edición conjunta con obras de Bernardin de Saint–Pierre que incluía Atala, René y El último abencerraje (Madrid, 1851) en traducción de José Alegret de Mesa.

Mención especial merece el trabajo llevado a cabo por Gaspar y Roig, de Madrid, entre el bienio progresista que sucedió a la Revolución de 1854 y el sexenio revolucionario que siguió al destronamiento de Isabel II. El carácter marcadamente político de la época explicaría la elección de títulos que no volverían a ser objeto de traducción o de edición hasta entrado el siglo XXI. Aunque no faltan en su catálogo las novelas más conocidas, predominan los ensayos. Así, Manuel M. Flamant tradujo, entre otros títulos: Los mártires o El triunfo de la religión cristiana (1852), El genio del cristianismo o Bellezas de la religión cristiana (1853), La Atala (1854), Los cuatro Estuardos (1854), Estudios históricos (1854); mientras que a Francisco Madina–Veytia se deben las versiones de Misceláneas políticas (1854), Opiniones y discursos (1855), Análisis razonado de la historia de España (1857), Congreso de Verona. Guerra de España. Negociaciones. Colonias españolas. Polémica (1858). Estos títulos fueron recogidos en una colección de Obras, en cinco volúmenes, y reeditados en 1870 por última vez. Poco antes, entre 1843–1850, Cabrerizo, editor de Valencia, había publicado unas Obras completas en treinta volúmenes, sin nombre de traductor. Juan Aleu y Fugarull dio, en 1876, una edición conjunta de Atala y Los Natchez en traducción de Francisco Nacente y con ilustraciones de Gustave Doré.

Ya en el siglo XX cabe destacar Atala o els amors de dos salvatges en el desert, primera traducción en lengua catalana, obra de Manuel de Montoliu (B., L’Avenç, 1909), que Llibreria Catalònia reeditó en 1934; José Pablo Rivas la vertió al castellano en 1925 (Atala o los amores de dos salvajes en el desierto; M., Hernando). La Vida de Rancé apareció en 1922 en traducción de Eduardo Marquina (M., Calpe), incluida más tarde (1966) en la colección «Austral» de Espasa–Calpe (Madrid). Del mismo año es el volumen, sin nombre de traductor, que contiene Viaje a Italia, Viaje al Monte Blanco y Los Estados Unidos (M., Sucesores de Hernando). En 1932, también sin citar el traductor, se edita El genio del cristianismo (B., Sopena).

En los años subsiguientes a la Guerra Civil se publicaron, entre otros títulos: Estudios históricos, sin nombre de traductor, con una nota preliminar de Menéndez Pelayo (M., Atlas, 1943); Atala, en traducción de J. Z. Barragán (B., Maucci, ¿1945?) y Autobiografía: memorias de ultratumba en versión de Javier Núñez de Prado (Maucci, 1947). A partir de la década de los 60 proliferaron los títulos literarios más que los políticos: Atala y René gozaron de muchas ediciones conjuntas, incluso con El último abencerraje. Montaner y Simón reeditó la traducción que Julio Gómez de la Serna hiciera en 1946 de los dos primeros; Planeta (1984) los editó en traducción del propio Gómez de la Serna y de Sebastián Juan Arbó, con una introducción de Gabriel Oliver. Entre las ediciones que incluyen El útimo abencerraje, hay dos de Orbis (1986 y 1988) que, curiosamente, recuperan la traducción de José Alegret de Mesa (1851), y una de Luis Blanco Vila (M., Torre de Goyanes, 2001).

El auge de que gozó la literatura de viajes a partir de la década de los ochenta pudiera ser el detonante de la publicación de títulos ya casi olvidados: Laertes reimprimió, en 1982, la traducción de M. M. Flamant de De París a Jerusalén; Ediciones del Viento (A Coruña) hizo lo mismo en 2005 con la versión, de 1817, de Pedro M.ª Olive De París a Jerusalén; el volumen Viaje al Egipto milenario (B., Abraxas, 2000) recoge el Viaje a Egipto en traducción de Mario Montalbán; el Viaje a Italia, traducción de Plácido de Prada Planas, fue editado en 2007 (Palma, J. J. de Olañeta). Otras, como Les batalles de Napoleó, traducción en lengua catalana y selección de Joan Valls (B., L’Atzar, 1983), Memorias de S. A. R. el Duque de Berry, traducidas por José Lecuona (M., Aguilar, 1990) o Vida de Rancé, traducida y anotada por Carlos Pujol (M., Cupsa, 1976; B., Planeta, 1981), responden probablemente al gusto personal, así como las diferentes ediciones de Memorias de ultratumba, que se deben a traductores como Jesús García Tolsá (B., Mateu 1964; Orbis, 1983) y José Ramón Monreal (B., Acantilado, 2004–2006).

La vigencia de Chateaubriand se hace bien patente en el número de traducciones recopiladas en lo que va de siglo. J. Zamacois traduce para Alianza Memorias de ultratumba (2005); varias nuevas traducciones, editadas por Acantilado, llevan la firma de J. R. Monreal: Amor y vejez (2008), Memorias de ultratumba (2008), De Buonaparte y de los Borbones (2011). Cátedra edita también Memorias de ultratumba (2010) en traducción de José Antonio Millán Alba. Asimismo, aparecen reediciones de versiones hechas en su día por M. M. Flamant: El último abencerraje (Sevilla, Paréntesis, 2010); El genio del Cristianismo: bellezas de la religión cristiana (M., Ciudadela de Libros, 2008; M., El Buey Mudo, 2010; B., Desván de Hanta, 2016; B., Biblok, 2017). En 2018 Alianza publica unas Memorias de ultratumba, que es nueva edición de la traducción de J. Zamacois (2005), con selección de Arturo Ramoneda. Rialp, de Madrid, había publicado en 2014 una edición conjunta de Memorias de ultratumba y El genio del cristianismo, en traducción de Rafael Gómez Pérez. Cabe destacar la versión de Congreso de Verona. Guerra de España. Negociaciones. Colonias españolas por Cristina Ridruejo (M., A. Machado Libros, 2012), que no se había vuelto a traducir después de la edición de Madina–Veytia en 1858. El Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de Madrid publicó en 2013 El Conservador (18181820), selección de artículos aparecidos en Le Conservateur, con traducción de Armando Zerolo y, en 2015, De la monarquía según la Carta, obra de Ignacio Fernández Sarasola.

 

Bibliografía

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Lídia Anoll