Valéry, Paul

Valéry, Paul (Sète, 1871–París, 1945)

Poeta y ensayista francés. Tuvo una relación excepcional con el mundo hispánico; de joven frecuentó la biblioteca y el museo de Montpellier, muy ricos en obras hispánicas y recogió muestras de sus preferencias con citas de Heredia, Cervantes o Góngora; Pierre Louÿs le inició en los Ejercicios espirituales de S. Ignacio, que Valéry tradujo en parte. Se instaló en París en 1894 y publicó La soirée avec M. Teste (que tanto le envidiaba Ortega), la Introduction à la méthode de Léonard de Vinci y La conquête allemande. Tras La jeune Parque (1917), tan en la línea de Juan Ramón Jiménez, dio Le cimetière marin (1920), que Jauss consideró la base de la lírica moderna, y Charmes (1922), que supusieron su consagración mundial con el advenimiento de la «poesía pura». Ingresó en la Académie française (1927), dio conferencias por toda Europa, empezó a publicar su serie Variété y fue nombrado profesor en el Collège de France. En 1932, Regards sur le monde actuel se convirtió en su mejor ensayo. Durante la ocupación alemana escribió Mon Faust y aparecieron Tel Quel y Mauvaises pensées. A su muerte se le tributaron funerales de Estado, y está enterrado en su cementerio marino de Sète.

Valéry es considerado el padre de la crítica formalista frente a la temática y a la energética; además, ha sido proclamado padrino por el primer surrealismo, por el grupo Tel Quel, por el nouveau roman, por el estructuralismo y la teoría de la recepción, la nouvelle critique y el New Criticism, por Adorno, Benjamin y Barthes, el posmodernismo, Derrida y la deconstrucción. Negador de Freud, lector asiduo de Nietzsche y admirador de Gracián, Valéry se considera místico sin Dios, que convierte el Cántico espiritual de S. Juan de la Cruz en la toma de conciencia de La joven Parca. Por otra parte, existe en Valéry un hispanismo implícito que se consolida con sus viajes a España. Para el crítico Enrique Díez–Canedo Le cimetière marin posee, más que ningún otro poema, la cualidad del verso español, del verso de Góngora.

Se interesó mucho por la traducción: en 1928 presidió en Ginebra las sesiones de la Cooperación Intelectual sobre Traducciones, y en 1941 abrió su curso de poética en el Collège de France con un análisis de la traducción de los poemas de S. Juan de la Cruz por el P. Cyprien de la Nativité (1641). Según Valéry los grandes poetas son todos traductores y llega a sugerir que la labor traductora supera a la creadora: al traducir Las Bucólicas de Virgilio sintió, según afirma, que no debía actuar como traductor, sino como poeta.

Por su parte, ha sido traducido a numerosos idiomas, y cuenta con traductores de la talla de R. M. Rilke, Paul Celan, C. Lewis, Lowell, Jorge Guillén y Gerardo Diego. Valéry escribía a J. Guillén en 1929: «Me encanta cómo sueno en español»; y así empezó la aventura de la presencia del autor en España y en particular de la lista interminable de las traducciones hispánicas, encabezadas por las del Cementerio marino, al castellano y al catalán. Citado de pasada en la primera Antología de la poesía francesa de E. Díez–Canedo (1913), Valéry ocupa, con V. Hugo, el primer puesto en la de 1945. Su éxito fulminante obligó al mundo literario español a definirse, con reticencias de los miembros de la Generación del 98 (melindres de Azorín, veto de Antonio Machado, crítica alta de J. R. Jiménez, respeto de Miguel de Unamuno), ambigüedad de J. Ortega y Gasset y admiración de E. d’Ors, que se transforman en devoción en ciertos miembros de la Generación del 27 (J. Guillén, G. Diego, Pedro Salinas) y del 36 (Luis Rosales) hasta el neopurismo finisecular.

Aunque parezca increíble existe más de medio centenar de traducciones hispánicas (castellanas de España y América, y catalanas) de Le cimetière marin, desde las de Ramon de Curell (El cementiri vora al mar, 1928) y Guillén (Madrid–París, 1929–1930) hasta las más recientes de Ignacio Caparrós (Salobreña, Alhulia) y Agustín García Calvo (Zamora, Lucina), ambas de 2006, y la de Rafael González Serrano de 2011 (M., Celesta). Con todo, la mejor tal vez sea la versión de Gerardo Diego (en La Nación de Buenos Aires de 9 de diciembre de 1945), que consigue en la estrofa v sobrepasar al original. La difusión traductora de El cementerio marino, fenómeno poético, social y estadístico, constituye la multiplicación del horizonte del poema del mar latino por excelencia. Otras obras de Valéry que se han traducido al castellano son los Cuadernos (B., Galaxia Gutenberg, 2007), obra de varios traductores bajo la dirección de Andrés Sánchez Robayna. De Charmes hay versiones de Antonio Pamies, bilingüe, con el título Charmes/En(cantos) (Tenerife, La Página, 2013) y de Pedro Gandía (Cármenes, M., Visor, 2016), autor también de una versión de Narciso (Paracuellos de Jarama, Hermida, 2017).

Para La joven Parca están las versiones de Ignacio Caparrós (Alhulia, 2008) y de Antonio Martínez Sarrión (Ourense, Linteo, 2015). Mientras que de Monsieur Teste se cuenta con traducciones de José Luis Arántegui (Boadilla del Monte, A. Machado Libros, 2008), Manuel Martínez Forega (Zaragoza, Libros Certeza, 2013) y Salvador Elizondo (Vilassar de Dalt, Ediciones de Intervención Cultural, 2018). También han aparecido en los últimos años versiones de obras menores o menos conocidas, como los Escritos sobre Leonardo da Vinci, obra de Encarna Castejón y Rafael Conte (A. Machado Libros, 2010); la Filosofía de la danza, de la que existen dos versiones, por Paul Châtenois (M., Casimiro, 2016) y Esteve Serra (Palma, J. J. de Olañeta, 2016); y varios escritos de poética y estética reunidos en Teoría poética y estética, obra de Carmen Santos (A. Machado Libros, 2009) y La invención estética y otros escritos sobre arte, por la misma traductora junto con J. L. Arántegui y P. Châtenois (M., Casimiro, 2018).

En catalán, aparte de la temprana versión de Le cimetière marin de R. de Curell, existe la más reciente de Xavier Benguerel (B., Empúries, 1984), quien en 1980 había dado ya la traducción de La jove Parca (B., Edicions 62); se ha publicado asimismo una versión de Tal qual, obra de Antoni Clapés (Martorell, Adesiara, 2020). El Cemiterio mariño puede leerse también en gallego, en la versión de Antón Avilés (Culleredo, Espiral Maior, 1994), y también en esta lengua, en la Biblioteca Virtual Bivir  existen dos versiones del poema, separadas por el tiempo: la de Salvador Lorenzana, de los años 1960 (O cemiterio mariño) y la de Xiao Roel, más actual (O cimiterio mareiro). Hay asimismo una versión en asturiano: El cementeriu marín por Marta Mori de Arriba (Uviéu, Saltadera, 2018).

 

Bibliografía

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Monique Allain–Castrillo (†)
[Actualización por Francisco Lafarga]