Marín-Lacarta

La traducción del chino en los siglos XX y XXI

Maialen Marin–Lacarta (Hong Kong Baptist University)

 

Cuestiones generales

La «traducción del chino» abarca textos originarios de varias áreas geográficas en las que se escribe o se habla en chino. En este sentido, la definición de productos culturales chinos, ya se trate de literatura o cine, es más complicada de lo que parece y esto ha dado pie a un debate terminológico que sigue siendo de actualidad desde la década de los 90. Dada la dominación de la República Popular China sobre áreas como Taiwán, Hong Kong y la diáspora, hay investigadores que optan por hablar de «literatura china» y «cine chino» para referirse a obras de la República Popular China y «literatura sinófona» y «cine sinófono» para subrayar la importancia y dar visibilidad a otras partes del mundo en las que se escribe y habla en chino (Shih 2004 y 2007). En cambio, hay investigadores que han optado por hablar de «cine en lengua china» y dentro de esta categoría incluyen también películas en las que se usan distintos dialectos del chino (Lu & Yeh 2005). Para complicar aún más la situación, lo que se conoce como cine chino en España muchas veces hace referencia al cine proveniente de Hong Kong, pero esta excolonia británica y su idioma, el cantonés, permanecen invisibles bajo la denominación «cine chino», que pocos espectadores españoles asocian de manera consciente con esta ciudad y con su lengua. Aunque no ahondaremos en estas cuestiones, es importante tener en cuenta la complejidad de las relaciones de poder entre las diversas zonas del mundo en las que se habla y escribe en chino. Además, no hay que olvidar que en lo que hoy se conoce como China se hablan un gran número de dialectos y variantes (que a veces son completamente dispares). Como veremos, la mayoría de traducciones que han llegado a España lo son de textos procedentes de lo que hoy sería la República Popular China, aunque no en el caso del cine.

A principios de siglo, los intercambios entre China y España fueron muy limitados, primero debido al cambio político que supuso la desaparición de las dos monarquías y después por las contiendas que se libraron en ambos países. Prueba de ello es el hecho de que en 1932 había registradas en China sólo ocho firmas mercantiles españolas (tan pocas como diez años antes), cuyo encargado de negocios hasta 1936 fue Julio de Larracoechea (Borao 1994). Podemos deducir que, en la corta vida de esas ocho empresas, se llevaron a cabo labores de traducción e interpretación comercial que aún no han recibido la debida atención por parte de la comunidad académica, probablemente porque es casi imposible seguir el rastro a esos agentes que han sido borrados de la historia y cuyas huellas sólo intuimos a través de los resultados de sus acciones. Es decir, si hubo empresas españolas en China es gracias a traductores e intérpretes que facilitaron los intercambios. La invisibilidad de la labor traductora se debe en parte a que es probable que esos traductores fueran no profesionales y que ejercieran como tales además de desempeñar otras funciones como comerciantes, empresarios, diplomáticos, abogados o periodistas.

Otro ejemplo en el que se intuye la labor del traductor es la publicación en 1937 y 1939 de varios artículos en revistas chinas que tratan de la situación en España. Dagong bao (edición de Hankou), Xinhua ribao, Jiefang y Xindao (de Hong Kong) publican artículos sobre la Guerra Civil, lo que indica que en China hubo en esa época cierto interés por lo que ocurría en España, y detrás de esos artículos hay sin duda un trabajo de documentación que implica el conocimiento de otras lenguas y, a fin de cuentas, la traducción de otras lenguas (aunque no necesariamente del castellano). Si se piensa también en la participación de chinos en las Brigadas Internacionales, es evidente que los intercambios entre los brigadistas se dieron en varias lenguas y hubo personas (brigadistas, enfermeros, médicos) que actuaron de intérpretes informales en esas situaciones. Lo que con esto queremos enfatizar es que no hay que olvidar que sólo un número limitado de traductores y traducciones han pasado a la historia y que la traducción ha sido (y sigue siendo) una actividad invisible, de ahí que el repaso histórico que aquí presentamos esté condicionado por la documentación y los estudios disponibles para el investigador hoy en día. Además, las traducciones que permitieron intercambios entre China y España no fueron necesariamente traducciones directas, sino que a menudo se realizaron a partir de otros idiomas. Estas versiones son invisibles por partida doble, por su propia naturaleza de traducciones y por ser indirectas, ya que muchas veces este aspecto queda camuflado. Por ejemplo, en el caso de los libros, a menudo lo único que se indica en la página de créditos es el título original chino, sin hacer mención de ninguna lengua mediadora.

 

La traducción de las letras chinas en España

A lo largo del siglo XX y en las primeras décadas del XXI se han traducido las principales novelas clásicas, por lo que se cuenta con traducciones directas de Sueño en el pabellón rojo de Cao Xueqin (por José Antonio García y Zhao Zhenjiang, revisión de Alicia Relinque, Barcelona, Galaxia Gutemberg, 2018); Viaje al Oeste: Las aventuras del rey Mono, atribuida a Wu Cheng’en (por Enrique P. Gatón e Imelda Huang, Barcelona, Siruela, 2004l); A la orilla del agua, atribuida a Shi Nai’an y Luo Guanzhong (por Mirko Lauer y Jessica McLauchlan, Pekín, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 2010); El erudito de las carcajadas: Jin Ping Mei (por A. Relinque, Mas Pou, Atalanta, 2010 y 2011) y Los mandarines: historia del bosque de los letrados de Wu Jingzi (por Laureano Ramírez, Barcelona, Seix Barral, 1991; Premio Nacional de Traducción). Hay que tener en cuenta que la circulación de estas traducciones ha sido limitada y que algunas de ellas están descatalogadas. También se han traducido clásicos del pensamiento chino, como textos confucianos (entre los que destacan las versiones del Lunyu de Confucio, la obra de Mencio, el Shijing y el Yijing) y taoístas (como el Daodejing, Zhuangzi y Liezi) y textos fundamentales de teoría literaria como El corazón de la literatura y el cincelado de dragones de Liu Xie (Granada, Comares, 1995), por A. Relinque (véase Prado–Fonts 2009). La poesía Tang es sin duda la que más atención ha recibido, no sólo en España sino también en otros países, y existen antologías poéticas de autores como Li Bai, Du Fu y Wang Wei, entre otros (véase Chen 2015). En este ámbito, las traducciones de Anne–Hélène Suárez son las más destacables. Por otro lado, se cuenta con traducciones del Shanhaijing y otras antologías de mitos, entre las que destacan las traducciones de Gabriel García–Noblejas.

Habrá que esperar hasta 1971 para que vean la luz las primeras traducciones de cuentos de Lu Xun, considerado el padre de la literatura china moderna, que fueron indirectas. En 1978 Alfaguara publicó la traducción del chino de Grito de llamada (Nahan) de Lu Xun, la colección de cuentos más importante del autor, realizada por Iñaki Preciado. Ese mismo año España y China retomaron las relaciones diplomáticas, tras décadas de aislamiento por parte de ambos países, y los Reyes de España visitaron China acompañados de la intérprete (y también traductora y docente de literatura china) Taciana Fisac. A partir de esa época, aumenta la variedad de escritores modernos que se han traducido. En las décadas de 1980 y 1990 hubo un aumento de las traducciones directas de obras originalmente publicadas en China en los 1980, una época de auge literario y apertura tras el fallecimiento de Mao (véase Marin–Lacarta 2012a y 2012b). El interés de las editoriales por la literatura china fue creciendo y, además de publicar propuestas de traductores, se empezaron a interesar por obras que descubren en ferias del libro, a menudo gracias a la traducción inglesa o francesa; aunque la publicación de literatura china sigue siendo anecdótica en el catálogo de las editoriales y no existe ninguna que se decante por una colección especializada. En cuanto a las traducciones a otras lenguas de la península ibérica, como el catalán y el euskera, el número de traducciones es aún más limitado y a menudo se trata de propuestas puntuales de traductores (véase Prado–Fonts 2001, Ollé 2007, Jaka–Irizar & Marin–Lacarta 2014).

La concesión del Premio Nobel a Gao Xingjian, en el 2000, y a Mo Yan, en 2012, contribuyeron a visibilizar la literatura china del siglo XX en España (Marin–Lacarta 2013). Además, con el tiempo, las editoriales se han decantado por traducir la obra de estos autores directamente del chino, aunque las primeras traducciones fueran indirectas, como ocurrió por ejemplo con la obra maestra de Xingjian La montaña del alma (Barcelona, Ediciones del Bronce, 2001), traducida del francés, y la de M. Yan Sorgo rojo (Barcelona, Muchnik, 1992), del inglés (que después se tradujo del chino con el título El clan del sorgo rojo, Madrid, Kailas, 2016). Entre los autores del siglo XX más importantes que se han vertido cabe mencionar a Lao She, Ba Jin, Xiao Hong, Shen Congwen, Qian Zhongshu, Zhang Ailing, Han Shaogong, Wang Anyi, Yu Hua, Yan Lianke, Jia Pingwa, Chan Koon–chung y Liu Cixin, entre otros (véase Wang 2016). En poesía moderna, aunque quede aún muchísimo por traducir, no hay que olvidar las versiones de Javier Martín Ríos de la obra de Dai Wangshu y Wen Yiduo y las de Miguel Ángel Petrecca de la de Xi Chuan. Como indica Prado–Fonts (2009), está por ver si el auge de las pequeñas editoriales en los últimos años contribuirá a una mayor difusión de la literatura china y a que se traduzcan también obras provenientes de Taiwán y Hong Kong, dos literaturas prácticamente ausentes en el panorama editorial español. Por otro lado, el cine chino cuenta con más aficionados que su literatura y cuando se habla de la recepción de la literatura china en España es importante tener en cuenta su influencia. Son varias las traducciones en las que la película basada en la novela se anuncia en la portada del libro como reclamo. Es el caso de Sorgo rojo de Mo Yan, Adiós a mi concubina y La última princesa de Manchuria de Lilian Lee (Li Bihua) o Amor bajo el espino blanco de Ai Mi.

 

Los traductores

A continuación presentamos una breve reseña de seis traductores que no suponen más que una muestra de muchos otros que han vertido textos chinos al español. Tres de ellos han sido galardonados con el Premio Nacional de Traducción. Los hemos seleccionado por la importancia de su labor y porque su itinerario y el tipo de obras que han traducido reflejan la evolución del panorama de traducciones directas del chino al español.

Durante la primera mitad de siglo, cabe mencionar el trabajo de dos traductores: Carmelo Elorduy y Marcela de Juan. El jesuita Carmelo Elorduy (1901–1989) es considerado pionero de la traducción de clásicos de filosofía china y precursor de los estudios sinológicos en España (García–Noblejas 2020). Entre 1926 y 1929 estuvo en la misión jesuita de Wuhu (Anhui), cerca de Shanghai, a la que regresó en 1934 tras unos años en España. En 1952 se instaló en Taiwán (Álvarez 2008), donde trabajó con un grupo de jesuitas en la recopilación de un diccionario de chino multilingüe (latín, inglés, español y húngaro). Este trabajo sirvió de base para la elaboración de vocabularios como el Diccionario español de la lengua china de Fernando Mateos (1977).1 A partir de 1960 inició una larga actividad como traductor y estudioso de los clásicos del pensamiento chino. En 1961 apareció su edición bilingüe de Tao Te Ching, la gnosis taoísta (Oña, Facultad de Teología) de Laozi, que incluye transcripciones del chino en pinyin. Luego vertió la obra atribuida a Zhuangzi, con el título Chuang–tzu, literato, filósofo y místico taoísta (Manila, East Asian Pastoral Insitute, 1967), y en 1972 un volumen con Sesenta y cuatro conceptos de la ideología taoísta (Caracas, Universidad Católica Andrés Bello). Dos años más tarde aparecieron las Odas selectas del romancero chino (versión del Shijing, considerada la primera antología poética china, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello), reeditadas en 1984 como Romancero chino (Madrid, Editora Nacional), por el que recibió el Premio Nacional de Traducción de 1986. Una edición conjunta de tres de sus traducciones de clásicos taoístas de manera conjunta (Lao–tse, Chuang–tzu y Conceptos de la ideología taoísta) con el título Lao Tse / Chuang Tzu: dos grandes maestros del taoísmo (Madrid, Editora Nacional), vio la luz en 1977. Dedicó la última década de su vida al estudio del Yijing (El libro de los cambios, Madrid, Editora Nacional) y Mozi (Moti: polítical del amor universal, Madrid, Tecnos), cuyas traducciones publicó en 1983 y 1987, respectivamente.

Marcela de Juan (1905–1981) destaca por sus traducciones de poesía y cuentos clásicos y fue una figura mediática en su tiempo (véase García–Noblejas 2020; Mi 2017 y 2018). Hija de un diplomático de la dinastía Qing y de una aristócrata belga de origen español, nació en La Habana, aunque creció entre España y China por la profesión de su padre. En 1928 se instaló en España, donde residió el resto de su vida. En 1977 publicó su autobiografía La China que ayer viví y la China que hoy entreví. Además de sus traducciones, algunas firmadas como Ma Ce Hwang, impartió conferencias en diversas ciudades de España y Europa y publicó artículos sobre China en la prensa española, algunos de los cuales pueden consultarse en el Archivo China España (Juan 1929 y 1930). Preparó tres antologías en las que fue ampliando la selección de poemas: Breve antología de la poesía china (Madrid, Revista de Occidente, 1948), Segunda antología de la poesía china (Madrid, Revista de Occidente,1962) y Poesía china del siglo XXII a. C. a las canciones de la Revolución cultural (Madrid, Alianza, 1973), siempre precedidas de introducciones en las que trataba de acercar la poesía china al lector hispanohablante. También destacan sus tres antologías de cuentos clásicos, publicadas en Madrid por Espasa–Calpe: Cuentos chinos de tradición antigua (1948), Cuentos humorísticos orientales (1954), que incluye también cuentos japoneses e indios, probablemente traducidos del francés, y El espejo antiguo y otros cuentos (1983). Cabe destacar que detrás de estas antologías de prosa y poesía no sólo hay una extensa labor de traducción, sino también de selección. En Madrid trabajó como traductora e intérprete en el Ministerio de Asuntos Exteriores y fue una de las fundadoras de la Asociación Profesional Española de Traductores e Intérpretes en 1955 y ejerció de presidenta de la misma. En 1975 viajó a China como intérprete de la primera misión comercial española tras la reanudación de relaciones diplomáticas entre China y España.

Las figuras de Carmelo Elorduy y Marcela de Juan tienen en común su contacto con la lengua china directamente en el país. En el caso de Marcela de Juan, también hay que tener en cuenta que cita a menudo fuentes francesas, por lo que se intuye en su obra la influencia de la sinología francesa. Todo esto se debe a que los estudios de chino no empezaron en España hasta 1978 en la Facultad de Traducción de la Universidad de Granada y hubo que esperar hasta 1988 para que se impartieran en una segunda universidad, la Universidad Autónoma de Barcelona. La cantera de traductores hasta los años 80 fue limitada y en su mayoría estudiaron en China y en países vecinos a España que cuentan con una larga tradición sinológica, como es el caso de Francia, como veremos en los perfiles que presentamos a continuación. Los traductores que presentamos se dedicaron no sólo a verter obras chinas sino también en muchos casos a preparar a la siguiente generación de traductores, que fue la primera que se formó en España, principalmente en las dos universidades mencionadas. Por eso destacaremos también cómo contribuyeron a la formación de traductores, no sólo como docentes, sino también mediante la publicación de diccionarios, manuales y obras de referencia.

Iñaki (o Juan Ignacio) Preciado Idoeta (1941) es doctor en Filosofía y es conocido por su labor no sólo como sinólogo y traductor, sino también como uno de los pocos tibetólogos españoles. Fue traductor de la embajada española en China entre 1973 y 1976 (Galarraga Cortázar 2013). Más tarde vivió en el Tíbet durante diecisiete años, se dedicó a estudiar la lengua tibetana y se hizo monje budista. Ha vertido obras tan variadas como clásicos del pensamiento, poesía de la dinastía Tang y relatos y novelas del siglo XX. La primera traducción que vio la luz y que le valió el Premio Nacional de Traducción en 1979 fue su versión del Daodejing (El libro del Tao, Madrid, Alfaguara, 1978), edición bilingüe precedida de estudio, revisada y reeditada en numerosas ocasiones. Ese mismo año publicó una colección de cuentos del padre de la literatura moderna china, Lu Xun (Grito de llamada, Madrid, Alfaguara), realizada en colaboración con Miguel Shiao, que llegó a Madrid en 1956, gracias a las becas concedidas por el gobierno franquista a estudiantes taiwaneses. Entre los clásicos de filosofía que tradujo Preciado hay que incluir tres libros taoístas: Liezi (El libro de la perfecta vacuidad, Barcelona, Kairós, 1987), Zhuangzi (Zhuangzi: maestro Chuang Tsé, Barcelona, Kairós, 1996) y Huangdi sijing (Los cuatro libros del emperador amarillo, Madrid, Trotta, 2010). Vertió además dos antologías de poetas de la dinastía Tang, Wang Wei y Du Fu, con la colaboración de la poetisa Clara Janés (Poemas del río Wang, Madrid, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo 1999; EL vuelo oblicuo de las golondrinas, Madrid, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2000) y un volumen que abarca desde el Shijing hasta la dinastía Qing titulado Antología de poesía china (Madrid, Gredos, 2003). Contamos también con dos traducciones suyas de autores del siglo XX, La mitad del hombre es la mujer de Zhang Xianliang (Madrid, Siruela, 1992) y Que broten cien flores de Feng Jicai (León, Everest, 1997).

Laureano Ramírez Bellerín (1949) se licenció en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid en 1975 y en Filología china por la Universidad de Lenguas y Culturas de Pekín en 1983. En 1999 publicó Del carácter al contexto: teoría y práctica de la traducción del chino moderno, que sentó las bases para el primer Manual de traducción chino/castellano, aparecido en 2004. Fue profesor de traducción y literatura chinas en la Universitat Autònoma de Barcelona hasta su jubilación y es traductor e intérprete jurado del chino. En 1992 recibió el Premio Nacional de Traducción por su versión de Rulin waishi de Wu Jingzi (Los mandarines: historia del bosque de los letrados, Barcelona, Seix Barral, 1991), una de las novelas más importantes de la dinastía Qing. Entre sus traducciones de ficción destacan también los Cuentos de Liao Zhai de Pu Songling (Madrid, Alianza, 1985, con Laura A. Rovetta), Contar nuevo de historias viejas de Lu Xun (Madrid, Hiperión, 2001) y una antología de cuentos de Gao Xingjian (Una caña de pescar para el abuelo, Barcelona, Editorial del Bronce, 2003), que es hasta ahora su única traducción de un autor contemporáneo, junto con el ensayo del mismo autor En torno a la literatura (Barcelona, El Cobre, 2003). También tradujo tres clásicos budistas: Sūtra del estrado (Tan jing) del autor del siglo VIII Hui Neng (Barcelona, Kairós, 2000), Sūtra de Vimalakīrti del siglo V (Barcelona, Kairós, 2004) y El viaje de Faxian, de la misma centuria (Madrid, La Esfera de los Libros, 2010). Por otro lado, ha vertido Historia secreta de los mongoles (Madrid, Miraguano, 2000) y el famoso libro Arte de la guerra de Sunzi (Madrid, La Esfera de los Libros, 2006). La mayoría de estas traducciones van acompañadas de estudio preliminar, notas y bibliografía. En algunos casos también expone las dificultades de traducción en el prólogo, como en el caso de Historia secreta de los mongoles.

Alicia Relinque Eleta (1960) es profesora de literatura china en la Universidad de Granada. Licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid (1983) y en estudios chinos por la Université Paris 7 (1991), estudió en la Universidad de Pekín entre 1985 y 1989. Trabajó como intérprete para Televisión Española, Amnistía Internacional o la Agencia EFE y es traductora e intérprete jurada del chino. Ha contribuido no sólo a los estudios del chino en la Universidad de Granada sino también a la creación de materiales docentes para la Universitat Oberta de Catalunya (Barcelona) como Literatura xinesa (2004) y Narrativas chinas: ficciones y otras formas de no–literatura (2008), junto con otros autores. La primera obra literaria que tradujo fue el Wenxin diaolong de Liu Xie (El corazón de la literatura y el cincelado de dragones, Granada, Comares, 1995), una de las principales obras de teoría literaria china. Gracias a Relinque contamos también con la traducción de tres obras de teatro de la dinastía Yuan, que es la época de mayor esplendor del teatro chino: Tres dramas chinos: La injusticia contra Dou E, El huérfano del clan de los Zhao, Historia del ala oeste (Madrid, Gredos, 2002). Su publicación más reciente es la versión de la extensa Jin Pin Mei, novela erótica de la dinastía Ming (El erudito de las carcajadas, Mas Pou, Atalanta, 2010–2011). Sus traducciones van acompañadas de estudio preliminar y notas. En 2017 recibió el I Premio de Traducción Marcela de Juan y el Premio Especial del Libro en la Feria del Libro de Pekín.

Anne–Hélène Suárez Girard (1960) se licenció en Lengua y civilización orientales en la Université Paris 7 y continuó sus estudios en la Universidad de Pekín. En 2007 publicó, junto con otras autoras, el manual Lengua china para traductores (2007) para responder a las necesidades de la enseñanza del chino a españoles. Sus traducciones abarcan textos de pensamiento chino (confucianismo y taoísmo), Lun yu, reflexiones y enseñanzas (Barcelona, Kairós, 1997) y Tao te king: libro del curso y de la virtud (Madrid, Siruela, 1998), y poesía clásica, con autores como Bai Juyi, Li Bai, Su Dongpo, Du Fu y otros. Las traducciones van acompañadas de estudio preliminar, bibliografía y notas. Desde 2010 ha traducido principalmente autores del siglo XX como Yu Hua, Mo Yan y Zhang Ailing, Por otro lado, Suárez Girard ha traducido una veintena de películas chinas.

La actividad de los seis traductores mencionados muestra que la iniciativa individual de traductores especializados ha sido decisiva para la difusión de la literatura china en España, ya que por parte de las editoriales el interés ha sido testimonial (Prado–Fonts 2009). Los editores son los responsables de crear el paratexto, es decir, escoger la imagen de la cubierta, redactar el texto de la cubierta posterior, etcétera. En contadas ocasiones consultan al traductor, pero muchas veces recurren a los datos del libro que les ha entregado el agente literario o la editorial francesa o inglesa a la que le han comprado los derechos, además de basarse en la lectura de la traducción. Son muchos los estudios que subrayan la importancia de los paratextos de las traducciones como elementos que perpetúan ciertos rasgos de otras culturas y literaturas (Harvey 2003, O’Sullivan 2005, Haase 2006, Torres Simón 2013, Serra–Vilella 2016, Marin–Lacarta 2018). Al fin y al cabo, el primer contacto de los lectores con un libro ocurre a través de elementos paratextuales como las cubiertas, que pueden considerarse el umbral de un libro (Genette 1987). El estudio de los paratextos de las traducciones, sobre todo las imágenes de las cubiertas y el texto de las cubiertas posteriores, permite arrojar luz sobre la imagen de la literatura y cultura chinas que ha circulado en España (Marin–Lacarta 2014 y 2018), así como sobre la priorización, por las editoriales y los críticos, de dos tipos de obras: por un lado, las que tienen cierto valor documental, porque reflejan la sociedad e historia chinas y, por otro, las de tipo filosófico, en las que se insiste en su valor esotérico. Entre las obras más traducidas se halla el Daodejing: según la base de datos La literatura china en España (Rovira–Esteva et al. 2019), se han publicado –entre 1931 y 2017– 72 ediciones de dicha obra en castellano y catalán, de las cuales sólo 22 son traducciones directas. Muchas son versiones o adaptaciones que utilizan estereotipos como el exotismo y el misticismo de una China milenaria y anclada en el pasado para atraer a los lectores. En cuanto a géneros, los más traducidos son los textos filosóficos y las novelas, seguidos de antologías de poesía clásica. El menos traducido es sin duda el teatro. El cómic ha despertado interés durante los últimos años, pero se caracteriza por cierta inestabilidad desde el punto de vista editorial, ya que son varias las editoriales que apostaron por el cómic chino y cerraron al cabo de unos pocos años, como es el caso de Iced Lands. El cuento ilustrado es otro de los géneros en auge en los últimos años. En este ámbito destacan las traducciones de Jordi Ainaud de la obra del taiwanés Jimmy Liao. En general, la gran mayoría de traducciones de autores de siglo XX proceden de la República Popular China, mientras que las traducciones de autores de Taiwán, Hong Kong y autores de la diáspora que escriben en chino son casi inexistentes.

 

La importancia de las traducciones indirectas

La falta de traductores a principios de siglo explica por qué muchas de las traducciones que se publicaron en esa época fueron indirectas, es decir, se traduce a partir de traducciones en inglés y en francés. Así que un repaso real de la traducción de literatura china en España en el siglo XX debería mencionar la labor de traductores de otros idiomas, sobre todo del inglés y del francés, que vertieron obras literarias chinas a partir de traducciones mediadoras, al no tener acceso a la obra en chino. A pesar de contar con traductores de chino, el recurso a la traducción indirecta un siglo más tarde sigue siendo muy habitual, ya que las editoriales optan por traducir de otros idiomas, principalmente del inglés y del francés, por diversos motivos, a menudo porque la traducción indirecta es más rápida y económica (véase Marin–Lacarta 2008). De modo que el fenómeno de la traducción indirecta es más complejo de lo que parece, y no siempre se debe al número limitado de traductores. Por ejemplo, entre 1978 y 2000 se publicaron catorce traducciones directas y diez indirectas de literatura china moderna y contemporánea, mientras que entre 2001 y 2010 se publicaron diecinueve traducciones directas y treinta y una indirectas. Así que en la década de 1980 el número de traducciones indirectas se vio disminuido a medida que crecía el número de traductores, pero vemos que a partir de 2000 la traducción indirecta vuelve a eclosionar. Esto se debe en parte al papel que desempeñan los agentes literarios y las ferias internacionales del libro. A menudo los editores conocen la obra china a través de un agente que les presenta la traducción en inglés o en francés. Después la editorial es la que decide si merece la pena buscar un traductor que traduzca directamente del chino u optan por traducir indirectamente, a partir de la traducción inglesa o francesa (Marin–Lacarta 2018).

 

La traducción especializada y en los servicios públicos

El siglo XX se cierra con el ingreso de China en la Organización Mundial del Comercio en 2001, lo que afectará al intercambio comercial y, por lo tanto, al número de traducciones de este idioma. Hoy en día están presentes en China empresas españolas que se dedican a las infraestructuras, energías renovables, moda o gastronomía y en España la presencia china es evidente en el ámbito del turismo, los estudiantes de máster y doctorado y la inmigración en general. Esta situación también ha favorecido la aparición en España de traductores e intérpretes naturales de China sobre todo para facilitar la comunicación en los servicios públicos. Algunos de ellos acceden al mercado laboral como mediadores interculturales en ayuntamientos o en bolsas de intérpretes de asociaciones (Vargas–Urpi 2012), aunque lo más probable es que sean aún más los que ejercen de mediadores informales en el ámbito familiar y es importante el papel de los menores en estas labores de intermediación lingüística. En el ámbito administrativo y jurídico es habitual también la traducción inversa, es decir, las traducciones realizadas por hablantes nativos de la lengua de partida (en este caso, el chino) en vez de la lengua de llegada. Muchas de las traducciones juradas que se piden en España se realizan en China. Por ejemplo, los estudiantes chinos que se incorporan a universidades españolas presentan certificados académicos con traducciones notarizadas realizadas en China por traductores chinos. Estos traductores no son necesariamente traductores jurados, sino que después un notario (que no tiene por qué tener conocimientos de español) certifica la traducción.2 Las traducciones de series chinas en español realizadas por aficionados (fansubbing) que se pueden ver en plataformas en internet como Rakuten a menudo también han sido realizadas en China y no en España. Así que, aunque haya demanda de traducciones del chino, no siempre repercute en el mercado de traducción en España.

 

La traducción audiovisual

En el ámbito de la traducción audiovisual, habrá que esperar hasta los años 1970 para que el cine chino llegue a España (Casas–Tost y Rovira–Esteva 2019). Según la base de datos El cine traducido en España (Casas–Tost et al. 2019), desde 1973 hasta nuestros días se han realizado unas 900 traducciones de películas del chino al español, ya sea subtituladas o dobladas. Algunas de estas entradas corresponden a diferentes traducciones de una misma película, por lo que no se trata realmente de 900 películas diferentes. También hay que tener en cuenta que algunas de ellas han sido proyectadas una sola vez y en centros culturales con un número limitado de espectadores, como es el caso de la película más antigua: una cinta muda de 1934 (La reina de l’esport de Sun Yu) que se proyectó en 2017 con intertítulos en catalán en un ciclo de cine chino femenino en la Filmoteca de Catalunya. Por otro lado, aunque se trate de un número alentador, lo cierto es que la historia de la traducción del cine chino en España en el siglo XX está llena de vacíos y silencios, ya que sus protagonistas siguen siendo anónimos. De las más de 900 traducciones, sólo conocemos al traductor en unos 80 casos. En su gran mayoría, la información sobre quién ha traducido la película (y aún menos de qué idioma) es inaccesible, de modo que no hay estudios sobre los traductores ni el proceso de traducción. Éste es sin duda un campo en el que esperamos que haya estudios en el futuro, ya que en estos momentos es casi imposible escribir una historia de la traducción del cine chino.

Las películas de artes marciales y acción son el género más popular y traducido; han sido creadas con el objetivo de ser exportadas y atraen sobre todo a espectadores de Estados Unidos, Europa y Japón (Berry 2008: 316). Zhang Yimou es el director de quien se han traducido más filmes (una veintena), desde obras de los ochenta como Sorgo rojo, basada en la novela de Mo Yan, hasta superproducciones como La muralla china. En general han llegado a España dos tipos de películas en lengua china: las que se proyectan en festivales y que atraen a un número de espectadores restringido, y superproducciones de artes marciales que atraen al público general y suelen estrenarse en grandes cines de todo el mundo (Berry 2008; Casas–Tost y Rovira–Esteva 2019). Una diferencia fundamental entre la recepción del cine con respecto a la de la literatura es que han sido traducidas muchas películas de directores de Hong Kong (como Wong Kar–wai, Ann Hui, Jackie Chan y John Woo) y Taiwán (como Hou Hsiao–hsien, Ang Lee, Tsai Ming–liang y Edward Yang). Se puede decir que el cine de Hong Kong y Taiwán ha tenido más éxito que su literatura, pero más por motivos geopolíticos que literarios.

 

Bibliografía

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  1. Se publicó una versión aumentada y corregida en 2007 en Taipei (Central Book Publishing).
  2. Agradezco a Mireia Vargas–Urpi la sugerencia de esta idea y la lectura atenta de una versión inicial de este artículo.