Machiavelli, Niccolò

Machiavelli, Niccolò (San Casciano Val di Pesa, 1469–Florencia, 1527)

Escritor y político italiano. En 1498 fue nombrado secretario de la Segunda cancillería de la República de Florencia, pero en 1513, con el retorno de los Medici, fue encarcelado y más tarde confinado en su finca de Sant’Andrea in Percussina, cerca de Florencia. Allí redactó su obra más famosa, Il Principe o De Principatibus (editada en 1532), y a partir de 1516 compuso la comedia La Madragora, el cuento Belfagor archidiavolo, los Discorsi sopra la prima Deca di Tito Livio, y tal vez un Dialogo intorno alla nostra lingua, cuya atribución es incierta, mientras que dejó inconcluso el poema L’asino d’oro. Restablecida su relación con los Medici, el cardenal Giulio de’ Medici, futuro papa Clemente VII, le confió la redacción de las Historie fiorentine (1520–1525), que alternó con la Vita di Castruccio Castracani (1520), Dell’arte della guerra (1521) y la comedia Clizia (1524). Volvió, en fin, a ocupar algunos cargos públicos hasta que el Saco de Roma (1527) y la consiguiente caída del régimen mediceo lo obligaron a regresar a Florencia.

Ya en la primera mitad del siglo XVI la obra de Machiavelli empezó a difundirse en Europa y en España. El capitán Diego de Salazar tradujo en 1536 el Arte della guerra con el título Tratado de re militari (Alcalá de Henares) y su atribución al propio Salazar permitió que se reeditara, aún cuando ya todos los escritos del autor habían sido incluidos en el Índice romano de 1559. Poco antes, en 1552, habían aparecido los Discursos de Nicolao Machiaveli dirigidos al muy alto y poderoso Señor don Felipe Príncipe de España nuestro Señor (Medina del Campo), traducidos por Giovanni Lorenzo Ottavanti, mercader florentino de simpatías erasmistas afincado en Valladolid. Se trata de los Discorsi sopra la prima Deca di Tito Livio, presentados por el traductor en la dedicatoria como un libro «provechoso para cualquier príncipe». En 1589 el Índice español endureció la condena ya emitida por el Índice romano y por eso en el siglo XVII Machiavelli siguió siendo objeto de versiones que quedaron forzosamente manuscritas. Entre ellas, una anónima: El Príncipe y el estado de las cosas de Francia y Alemania, y el modo que tuvo el duque Valentín para matar en Sinigallaa los señores de Cassa Urssina, y la Vida de Castruccio Castracani de Luca (B. Nacional de España), códice procedente de la biblioteca de Felipe V donde figuran, además, otras obritas de carácter político, en español e italiano. Una segunda versión anónima e inédita (también en la B. Nacional de España) comprende el Príncipe y un extracto de las Istorie fiorentine (Observationes ex Nicolao Machiavelo ex libro I Historiarum).

En 1680 Juan Vélez de León tradujo, a instancias de Carlos II, diferentes obras: Il principe, Vita di Castruccio Castracani, Descrizione del modo tenuto dal Duca Valentino, Ritratti delle cose di Francia, Discorsi, bajo el título de Diversos tratados políticos pertenecientes a los Gobiernos monárquico, aristocrático y democrático útiles a Príncipes, Consejeros, Senadores y Generales de ejércitos (manuscrito de la B. Nacional de España). Paradójicamente la difusión de Machiavelli mediante la imprenta se realizó a través del «antimaquiavelismo», es decir, de los escritos que citaban pasajes de sus obras para refutarlos. Así, en 1535 Juan Ginés de Sepúlveda en su Demócrates, Francisco Monzón en su Espejo del perfecto príncipe cristiano (1544) y, sobre todo, el jesuita Pedro de Rivadeneyra en 1595 con su Tratado de la religión y virtudes que debe tener un príncipe cristiano para gobernar y conservar sus Estados contra lo que Nicolás Maquiavelo y los políticos de este tiempo enseñan.

La primera traducción impresa de Il principe llegó con el Trienio Liberal, todavía de forma anónima (M., León Amarita, 1821), aunque un anuncio en El Censor permite saber que su autor fue Alberto Lista, uno de los intelectuales más importantes de la época. Lista, de acuerdo con el contexto cultural y literario de su tiempo, entiende la traducción con una perspectiva didáctica e interviene directamente con modificaciones tanto para mejorar la comprensión del lector español como para obedecer a motivaciones de carácter estilístico. Igualmente anónimas fueron las dos siguientes: La Política de Maquiavelo o sea El príncipe (B., T. Gorchs, 1842) y El príncipe de Maquiavelo precedido de la biografía del autor; y seguido del Antimaquiavelo o examen del Príncipe por Federico el Grande, con un prefacio de Voltaire (M., J. Trujillo, 1854), y, en fin, algunos extractos del texto en 1872 (M., J. M. Luengo). La primera versión española del Príncipe en la que figuraba el nombre del traductor fue la de Antonio Zozaya, dramaturgo y publicista liberal (M., El Liberal, 1887). Ha de señalarse asimismo la traducción de Belfagor arquidiablo debida al poeta catalán Manuel de Cabanyes, publicada en el Diario de Barcelona (1839), única excepción al predominio absoluto del Príncipe en el siglo XIX.

En el siguiente, antes de la Guerra Civil y en el curso de ella, el interés por el escritor se reactivó. Un primer indicio fue la versión catalana de un fragmento del Príncipe realizada por Pere Coromines entre 1914 y 1916 (inédito hasta su publicación en 2004 en la revista Els Marges); la primera versión completa, debida a Josep Pin i Soler, no vió la luz hasta 1920: Lo Príncep que en su «Breu comentari» contiene también la traducción de algunas cartas de Machiavelli a Francesco Vettori, a Francesco Guicciardini y algunas cartas familiares (B., Llibreria Antiga i Moderna de S. Babra). El mismo traductor reunió al año siguiente, bajo el título de Traduccions, otras cinco obritas: La vida de Castruccio Castracani de Luca, La molt galdosa historieta de l’arxi–diable Belfagor, Mandràgola, Clizia y L’ase d’or. En castellano siguió reeditándose el Príncipe de Zozaya hasta que en los años 20 se sucedieron tres nuevas versiones: la de Joaquín Gallardo (París, Garnier, 1921), la de José Sánchez Rojas (M., Calpe, 1924) y la de Edmundo González Blanco, con el comentario de Napoleón Bonaparte (M., Bergua, 1933). Finalmente, en 1939 Espasa–Calpe (Madrid) dio una nueva versión del Príncipe, junto con fragmentos de los Discursos y otras máximas políticas, obra de Eli Leonetti Jungl, con una introducción de G. Procacci. Antes, R. Cansinos Assens había traducido una selección de escritos literarios reunidos bajo el título de Obras festivas (M., J. Yagües, 1916): La mandrágora, El padre Alberico, La Celestina y El archidiablo Belfegor; y en 1920 el poeta Fernando Maristany había incluido en su antología de Las cien mejores poesías líricas de la lengua italiana (Valencia, Cervantes) el célebre soneto «La ocasión»; por fin, en 1932 El archidiablo Belfegor tuvo una nueva traducción, esta vez anónima, en la revista literaria Novelas y Cuentos.

Este proceso de apertura se frenó bruscamente con el franquismo, que durante quince años no permitió sino reimpresiones del Príncipe de Leonetti Jungl. La inercia se rompió con lento goteo: una versión bilingüe preparada por Luis A. Arocena en 1955 (M., Revista de Occidente), un volumen de Obras (El príncipe, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, La mandrágora, Clicia), preparado por Juan A. G. Larraya en 1961 (B., Vergara), y en 1971 otra versión del Príncipe a cargo de Juan B. Bergua, acompañada por el Antimaquiavelo de Federico el Grande (M., Ed. Ibéricas). A partir de entonces el reguero de traducciones no ha hecho sino crecer: por citar solo las más significativas, conviene recordar la Historia de Florencia de Félix Fernández Murga (M., Alfaguara, 1979; reed. M., Tecnos, 2009), la Mandrágora de Angelica Valentinetti (B., Bosch, 1985), El Príncipe y la Mandrágora de Helena Puigdomènech (M., Cátedra, 1985) y a cargo de la misma, una nueva edición bilingüe del tratado, El príncipe / De principatibus (M., Tecnos, 2011); los Discursos de Ana Martínez Arancón (M., Alianza, 1987); el Arte de la guerra de Manuel Carrera (Tecnos, 1988); la selección de Escritos políticos breves de María Teresa Navarro (Tecnos, 1991), luego reeditada como Escritos de gobierno (Tecnos, 2013) y la Antología preparada por Miguel Ángel Granada (B., Península, 2002; reed. 2009), la mayor parte acompañadas por solventes estudios.

A éstas también se pueden añadir las traducciones de Breviario de un hombre de Estado. Instrucciones a un embajador y algunas obras inéditas hasta el día (M., Mundo Latino, 1928; reed. M., Reus, 2010) por E. Barriobero y Herrán; Discursos sobre la primera década de Tito Livio (M., Alianza, 1987) por Ana Martínez Arancón; El príncipe: con un epílogo sobre las notas del falso Napoleón Bonaparte (Algete, Mestas, 2014) por Raúl Molina Sánchez y Fábula del archidiablo Belfagor (Granada, Traspiés, 2011) por José Abad Cabe. Otras traducciones ex novo se han añadido: Obras (con El príncipe, El arte de la guerra, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, Vida de Castruccio Castracani y Discursos sobre la situación de Florencia), a cargo de Juan Manuel Forte (M., Gredos, 2011); Diálogo en torno a nuestra lengua, con traducción de M.ª T. Navarro Salazar (Tecnos, 2012); finalmente, la edición de la traducción castellana más antigua según el ms. 1084 de la Biblioteca Nacional de España: «Il Principe» de Maquiavel. Primera traducció espanyola basada en un manuscrit inèdit, al cuidado de Rosa Rius Gatell y Montserrat Casas (Castelló, Fundació Germà Colón Domènech; B., Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2010).

Cabe señalar también las traducciones en catalán, El príncep (B., Destino, 2006; con diversas reeds.) por Carme Arenas Noguera; en gallego, O Príncipe (Santiago de Compostela, Universidade de Santiago de Compostela, 2002) por Isabel González; así como en euskera, Printzea (Bilbao, Universidad del País Vasco–Euskal Herriko Unibertsitatea, 2008) por Juan Martin Elexpuru Arregi. Naturalmente, también en América Latina se encuentran traducciones de los textos de Maquiavelo, como las versiones de El Príncipe, entre las cuales destacan la de Lelio Fernández (Bogotá, Norma, 1993) y la de Antonio Tursi (Buenos Aires, Biblos, 2006).

 

Bibliografía

Begoña Arbulu, «Recepción y fortuna de Il Principe de Maquiavelo en España» y «La primera traducción española publicada de Il Principe de Maquiavelo» en B. Arbulu & S. Bagno (eds.), La recepción de Maquiavelo y Beccaria en el ámbito iberoamericano, Padua, Unipress, 2006, 16–44 y 45–90.

Begoña Arbulu, «La fortuna de Maquiavelo en España: las primeras traducciones manuscritas y editadas de Il Principe», Ingenium 7 (2013), 3–28.

Begoña Arbulu, «Las traducciones manuscritas de Il principe de Maquiavelo: algunos apuntes sobre la traducción del manuscrito 902 (BNE)», Orillas. Rivista d’Ispanistica 5 (2016).

Begoña Arbulu, «Il principe de Maquiavelo traducido al español por José Sánchez Rojas (1924)», Artifara 18 (2018), 68–98.

Alejandro Coroleu, «Il Democrates primus di Juan Ginés de Sepúlveda: una nuova prima condanna contro Machiavelli», Il Pensiero Politico 25:2 (1992), 263–268.

Gabriella Gavagnin, «Un fragment d’El Príncep de Maquiavel per P. Coromines», Els Marges 72 (2004), 105–113.

Gabreilla Gavagnin «Les traduccions al català de Maquiavel a principis del segle XX», Quaderns d’Italià 15 (2010), 77–87.

Moisés González García & Rafael Herrera Guillén (eds.), Maquiavelo en España y Latinoamérica (del siglo XVI al XXI), Madrid, Tecnos, 2014.

José Antonio Maravall, «Maquiavelo y maquiavelismo en España», Boletín de la Real Academia de la Historia 165 (1969), 183–218; reimpreso en J. A. Maravall, Estudios de historia del pensamiento español. Serie III, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1992, 41–72.

Helena Puigdomènech, Maquiavelo en España, Madrid, FUE, 1988.

Patrizio Rigobon, «Le traduzioni spagnole de Il Principe di Niccolò Machiavelli. Appunti per una storia», Annali di Ca’ Foscari 25:2 (1986), 143–162.

 

Guido Maria Cappelli & Daniela Signorino