Gógol, Nikolái Vasílievich

Gógol, Nikolái Vasílievich (Bolshíe Sorochintsy, 1809–Moscú, 1852)

Novelista y dramaturgo ruso, nacido en Ucrania en el seno de una familia de terratenientes de origen cosaco. Concluidos sus estudios se trasladó a San Petersburgo para intentar labrarse un futuro en el teatro. A raíz de la exitosa publicación de la colección de relatos Las veladas en el caserío de Dikanka, Gógol consiguió integrarse en el mundo literario de la capital rusa. De 1834 a 1836 impartió clases de historia en la Universidad de San Petersburgo. Entre 1835 y 1841 publicó sus famosos Relatos de San Petersburgo, Tarás Bulba y la colección de relatos Mirgorod. En 1836 se estrenó su obra de teatro más célebre, El inspector, que resultó ser un rotundo fracaso. Disgustado por el rechazo y la controversia que suscitó la obra, decidió emigrar. En el extranjero escribió su obra maestra Almas muertas (1842), una descarnada sátira de la sociedad rusa del momento. En 1848, tras una peregrinación a Tierra Santa, decidió regresar a su patria, abandonar la literatura y dedicarse a la religión. Por entonces su salud mental estaba muy mermada: en una de sus habituales depresiones y crisis místicas quemó la segunda parte de Almas muertas, justo diez días antes de su muerte.

La recepción de Gógol en España ha sido tardía: la primera obra que se tradujo fue Tarás Bulba, que se publicó en 1880 en Madrid (Biblioteca Universal); a juzgar por la ortografía del título (Taras Boulba), el traductor se basó en una versión francesa. La siguiente traducción de esta obra vio la luz en 1906 y se publicó también en la Biblioteca Universal. A partir de principios del siglo XX, dicha obra se ha publicado de forma regular y exitosa, ya sea individualmente o compartiendo volumen con alguna otra obra, en general relatos. Hay que señalar que, a mediados del siglo pasado, Tarás Bulba fue sometida a adaptaciones y abreviaciones, algunas de ellas supervisadas por la censura eclesiástica, para poder ser leídas por un público juvenil. Los traductores han sido muchos; sin embargo, especial relevancia tienen las traducciones de Isabel Vicente, José Fernández Sánchez y, sobre todo, de Tatiana Enco de Valera, cuya traducción de 1923 ha perdurado hasta nuestros días; las reediciones más recientes datan de 1999, 2003 y 2004 y conviven con nuevas versiones como las de Andoni Ferreira (Montcada i Reixac, Brontes, 2017) o Gala Arias Rubio (M., Akal, 2012).

Como ya se ha apuntado, resulta frecuente encontrar a Tarás Bulba (parte integrante de la colección Mirgorod) formando volumen con otros relatos, como sucede con Nochebuena (extraído de Las veladas en el caserío de Dikanka) o con Memorias de un loco (tomado de Arabescos). De entre las versiones de los Relatos de San Petersburgo cabe destacar las realizadas por Juan López Morillas (M., Alianza, 1998, con varias reed) y Alfredo Hermosillo (M., Cátedra, 2017). De todos los relatos que componen los Relatos de San Petersburgo, sin lugar a dudas, fue El capote (traducido también como El abrigo o La capa) el que gozó de mayor fama entre el público español. A mediados de los años 40 aparecieron Las veladas de Ucrania (B., Hispano Americana, 1947; trad. de A. Giménez Ortiz) y Las veladas en Dikanka (B., Bruguera, 1946; versión de Alexis Marcoff): la primera respeta el orden y contenido original, pero no el título, mientras que la segunda respeta el título, pero reproduce tan sólo parte del contenido original y, además, inserta un relato (VI) perteneciente al volumen Mirgorod.

Hubo que esperar a que Aguilar (1951, por Irene Tchernova) y Planeta (1964, por José Laín Entralgo) publicaran las Obras completas de Gógol para poder disfrutar del orden correcto y las versiones íntegras de las dos colecciones mencionadas. Con posterioridad a estas ediciones aparecieron Cuentos completos, traducidos por Teresa Suero (Bruguera, 1970), donde también se respeta el orden, el título y el contenido. Ya en el siglo XXI aparecieron Mirgorod (B., Alba, 2004) y Las veladas de Dikanka (M., Gredos, 2002), ambas obras traducidas por Víctor Gallego: hoy en día no resulta difícil encontrar las versiones que componen ambos volúmenes reeditadas de forma individual. De entre las últimas publicaciones de Gógol hay que destacar la edición de Cuentos completos (M., Nevsky Prospects, 2015; varios traductores), donde se aúna toda la ficción breve del escritor ruso en un solo tomo (Los relatos de San Petersburgo, Mírgorod y La veladas de Dikanka).

La obra maestra de Gógol, Almas muertas, vio la luz por primera vez en 1926 (B., Cervantes) en la traducción realizada por Rodolfo J. Slaby y Vicente Díez de Tejada; tuvo una segunda edición en 1930, tras la cual no se volvió a publicar hasta pasados quince años, cuando apareció la traducción de A. Marcoff (B., Iberia, 1944). A ésta siguieron otras, como las de I. Tchernova (Aguilar, 1954; con varias reed.), Teresa Suero (Bruguera, 1970), Augusto Vidal (B., Círculo de Lectores, 1970; reed. M., Alianza, 2008), J. Laín Entralgo (Planeta, 1980) y, más recientemente, las de Marta Rebón (M. Nórdica Libros, 2017) y A. Hermosillo (Cátedra, 2015).

La pieza teatral El inspector ha pasado de forma inadvertida entre los lectores españoles, pues se editó muy pocas veces, ya de forma individual, ya formando parte de alguna selección de teatro o de sus obras completas. La primera traducción data de 1921 (M., Colección Granada), le siguieron la de J. Laín Entralgo (Planeta, 1964), Irene Tchernova (B., Sopena, 1965), Álvaro Guevara y Tatiana Likhacheva (Hondarribia, Hiru, 2005) y la última de Fernando Otero y José Ignacio López Fernández (Alba, 2010).

En cuanto al resto de las lenguas peninsulares, Gógol fue traducido al catalán bastante pronto, en 1894, cuando apareció una traducción de La nariz (Lo nas) a partir del alemán en el folletín «Novelas catalanas y extranjeras» del periódico La Renaixensa (Barcelona). En 1921 salió una versión de L’inspector, obra de Carles Riba (B., Editorial Catalana), que se reeditó en 1934 y en 1957, en esta última edición acompañada del relato El capot (L’abric; B., Selecta, 1957); en la década de los 30 otra versión de la misma obra (B., Ibérica, ¿1930?) llevó el título de El revisor (por calco, seguramente, del original ruso Revizor). En 1928 se publicó por primera vez Taràs Bulba (B., Catalònia; trad. de Olga Savarin y Melcior Font), obra de la que existe otra versión más moderna por Joan Leita y Ramir Gual (B., Barcanova, 1991). En 1929 se publicó una pequeña antología de relatos con el título El capot, obra de Jaume dels Domenys (Catalònia). También se han traducido en varias ocasiones Los relatos de San Petersburgo: como Diari d’un boig. Contes de Peterburg por Victòria Izquierdo y Àngels Margarit (B., Edicions del Mall, 1987) y por las mismas traductoras como Contes de Peterburg (B., Destino, 1997), así como por Montserrat Casabó y Jordi Ainaud con el título El capot i altres relats peterburgesos (B., Granica, 1986).

A mediados de los 80 se tradujo Ànimes mortes (por Josep M. Güell; B., Edicions 62, 1984) y desde la última década del siglo XX han aparecido algunos de los relatos de Las veladas en el caserío de Dikanka: El nas con Nit de maig o l’ofegada por Maria Mateu (B., Art Enterprise, 2005) y La fira de Sorotxinzi por Joan Ayala (Barcanova, 1991). En los últimos años hemos asistido a la aparición de nuevas versiones de L´inspector (Badalona, Proa, 2009; versión libre de Jordi Galceran) y Taras Bulba (Valencia, Tres i Quatre, 2008; trad. de Reyes García Burdeus y Teresa Camañes), así como a la primera traducción al catalán de la obra La nit de Nadal, obra de Lurdes Pons (B., L’Albí, 2010).

Gógol ha sido, hasta el momento, el autor clásico ruso más traducido al euskera. Existe una edición de Bi kontu Petersburgoko, por Pablo Sastre, que incluye los cuentos El capote y La nariz (Donostia, Txertoa, 1987). Estos mismos relatos han sido traducidos por Xabier Mendiguren como Longaina (Donostia, Erein, 1993) y Sudurra (Donostia, Elkar, 1992), respectivamente. Otra versión es la de Almas muertas (Arima hilak) por José Morales (Amorebieta, Ibaizabal, 1998). Al gallego está traducido el relato La nariz, incluido en el volumen O conto ruso do XIX. De Puxquin a Tolstói (Vigo, Ir Indo, 1997), así como Diario dun tolo, obra de Ekaterina Guerbek, incluido en la Biblioteca Virtual Bivir. Y también en asturiano puede leerse un volumen de Cuentos rusos, traducidos por Cesáreo García Fernández (Oviedo, Trabe, 2003).

 

Bibliografía

Alfredo Hermosillo, «Gógol en El Historial palmesano, Revista de España, La Iberia y El Imparcial (1868–1898)» en M. Giné & S. Hibbs (eds.), Traducción y cultura. La literatura traducida en la prensa hispánica (1868–98), Berna, Peter Lang, 2010, 335–349.

Alfredo Hermosillo, Análisis de la recepción y la traducción de «Almas muertas» de N. V. Gógol al español, Vitoria–Gasteiz, Universidad del País Vasco, 2015 (tesis doctoral).

Gaiané Karsián, «La percepción de N. V. Gógol en España: la “segunda vida” de sus obras en las traducciones al español», Hermeneus 4 (2004), 115–128.

 

Roberto Monforte Dupret