García Gómez, Emilio

García Gómez, Emilio (Madrid, 1905–Madrid, 1995)

Arabista, académico y embajador, una de las más señeras figuras del orientalismo del siglo XX. En 1926 alcanzó el doctorado con una tesis sobre literatura comparada, Un cuento árabe, fuente común de Abentofail y de Gracián. Frecuentó varias tertulias importantes; entre ellas, de la mano de Zubiri, la de José Ortega y Gasset, con quien trabó amistad. Colaboró en distintas revistas literarias, en particular en Revista de Occidente. En 1930 ocupó la cátedra de árabe de la Universidad de Granada, donde fundó la Escuela de Estudios Árabes y desarrolló una intensa labor docente e investigadora. En 1936 retornó a Madrid, a la cátedra que había sido de su maestro Asín Palacios y en ella permaneció –salvo el tiempo que ocupó cargos diplomáticos en diferentes países islámicos– hasta su jubilación, en 1975. Fue académico de las Reales Academias de la Historia y Española, doctor honoris causa de numerosas universidades nacionales y extranjeras y premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 1992, entre otras muchas distinciones y premios; le fue concedido asimismo el título de conde de los Alixares. En una vida como la suya de tan rápida ascensión, su verdadero golpe de suerte le llegó en 1927 cuando, pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios, trabó amistad en El Cairo con el ilustrado magnate egipcio Ahmed Záky Basha, quien lo acogió con gran afecto, le regaló una copia del Libro de las banderas de los campeones de Ibn Said y le dio sabios consejos acerca de la traducción de éste.

Sus célebres Poemas arabigoandaluces publicados en 1930 (M., Plutarco) son una cumplida selección de esta copiosa antología cuya traducción tanto influyó en algunos de los poetas de la Generación del 27, como García Lorca, y en la divulgación de la poesía hispanoárabe. Más tarde publicó la traducción española de la totalidad de la obra de Ibn Said (M., Instituto Valencia de Don Juan, 1942), precedida de un estudio y de razonadas claves de sus criterios como traductor. Probablemente es la mejor contribución al conocimiento de la poesía andalusí que se haya hecho en el siglo XX y una de las mejores versiones de la nada sencilla poesía árabe. Solía decir a menudo que, como reza el adagio latino sancta sanctae tractanda, la poesía árabe debía ser vertida al castellano con no menor pálpito poético que con el que había sido escrita; no era suficiente la mera traducción correcta, pero fría y sin «espíritu».

Sin confesarlo abiertamente en sus escritos, concebía la compleja tarea del traductor como un auténtico y definido género literario. Además de sus traducciones de poesía árabe, están los textos en prosa entreverada de fragmentos poéticos como El collar de la paloma. Tratado sobre el amor y los amantes del polígrafo cordobés Ibn Hazm (Abenhazam), del que realizó dos traducciones, una en 1952, con prólogo de Ortega y Gasset (M., Sociedad de Estudios y Publicaciones; reed. en varias ocasiones en M., Alianza), y otra, editada en Barcelona por Círculo de Lectores en 1997, en la que había puesto en endecasílabos, de perfecta factura, todas las citas poéticas. Desarrolló asimismo una notabilísima aportación al estudio, interpretación, medida y calcos rítmicos de las jarchas, las moaxajas y zéjeles andalusíes, contenida en particular en su libro Las jarchas romances de la serie árabe en su marco (1965).

Tradujo asimismo prosistas árabes tanto andalusíes como modernos, pero, sobre todo, cronistas musulmanes de distintas épocas de la dilatada historia de Ándalus. Pueden destacarse sus versiones de Una crónica anónima de ‘Abd al–Rahmán III al–Násir (M.–Granada, CSIC, 1950) y de Anales Palatinos del califa al–Hakam II, por Isà Ibn Ahmad al–Razí (M., Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1967), la mejor visión histórica de la Córdoba omeya en su momento de máximo esplendor. Sobre Ibn Quzman escribió un insuperable estudio con el significativo título Todo Ben Guzmán. Editado, interpretado, medido y explicado (M., Gredos, 1972). Dos autores árabes contemporáneos fueron también objeto de su traducción: T. Husayn, Los días (Valencia, Castalia, 1954) y T. al–Hakim, Diario de un fiscal rural (M., Instituto Hispano–Árabe de Cultura, 1955). El prólogo que realizó para el primero su maestro egipcio es un verdadero exponente de preceptiva para quienes se dedican a la difícil labor de la traducción con arte y fidelidad al original. Capítulo aparte merece el excepcional tratamiento que dio a la traducción de los Poemas árabes en los muros y fuentes de la Alhambra (M., Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, 1985), quizás la mejor versión y la de mayor calidad literaria que se haya hecho, una auténtica joya del endecasílabo castellano adaptado al metro árabe con maestría y dominio de la técnica.

 

Bibliografía

Eugenia Gálvez, «Don Emilio García Gómez y la traducción literaria» en VV. AA., Elegía andaluza. Homenaje a D. Emilio García Gómez, Sevilla, Asociación Andaluza de Profesores de Español Elio Antonio de Nebrija, 1996, 27–41.

Emilio de Santiago, «Emilio García Gómez traduce a Ibn Hazm», ABC (01.06.1995), 59.

Joaquín Vallvé, «En el cumpleaños de don Emilio García Gómez», Al–Qantara 6 (1985), 12–13.

 

Emilio de Santiago (†)