Euskera al castellano, Traducción desde el

Euskera al castellano, Traducción desde el

Como idioma que ha carecido del estatus de lengua oficial o estándar hasta finales del siglo XX –en todos los territorios en los que se habla disfruta en la actualidad del mismo rango–, la historia de la traducción de textos en euskera hacia el español se puede condensar en torno a una constante: la inflación o inexistencia de traducciones. Desde un punto de vista diacrónico, un panorama desolador para dos lenguas que comparten territorio físico, una perspectiva que sólo ha comenzado a cambiar a finales del siglo XX y que difícilmente se puede entender sólo desde un punto de vista mercantil o cultural.

Ya en el siglo XVIII la orden dada por el conde de Aranda en 1766 prohibió publicar en vascuence, por lo que difícilmente se podía traducir lo que no llegaba ni a la imprenta. La situación no mejoró en la dictadura de Franco, como lo demuestra la casi inexistente producción editorial en vascuence en la parte peninsular del País Vasco a lo largo de aquel período, reducida apenas a ciertos textos religiosos, siempre de difusión muy limitada, cuando no publicada en el exilio. Aunque se pueda sospechar, tal y como las Glosas Emilianenses demuestran, que en las épocas más tempranas de formación de las lenguas romances peninsulares el euskera pudo convivir en ciertas instituciones con ellas, el proceso de asentamiento y fortalecimiento de las hablas más ligadas al poder político llevó a la marginación o arrinconamiento de las lenguas vecinas, hasta el punto de que la reducida producción literaria en esas otras lenguas raramente llegó hasta el ámbito del español.

Las secuelas de la mencionada situación política del siglo XX y el modo en que el euskera y la producción cultural en esa lengua son contemplados actualmente por ciertos sectores de las sociedades española y francesa, debido a la innegable influencia de la actividad de ETA y los deseos políticos independentistas de algunos sectores de la sociedad vasca, se plasman en una situación en la que se entreveran diversos factores. De un lado, existen algunos reparos –por diversas razones relacionadas con el estatus y la normalización del euskera– en ciertos escritores y editores a traducir o editar en castellano al mismo tiempo que en euskera; de otro lado, algunos sectores editoriales, académicos y mediáticos castellanohablantes mantienen una postura que se trueca en desconocimiento imperdonable cuando no olvido consciente y doloso de una literatura muy próxima. Sería impensable en cualquier otro Estado democrático en el que fueran oficiales más de una lengua que ninguna de las grandes editoriales tuviera colecciones específicas destinadas a dar a conocer la literatura de la otra lengua de su acervo cultural. Otros factores han llevado a que la investigación y la literatura científica sobre el flujo traductor desde el euskera no sean tan amplias como pudiera imaginarse tratándose de lenguas vivas en contacto: un corpus cuantitativamente reducido de obra traducida desde el euskera; unos estudios universitarios de traducción y actividad investigadora en el País Vasco de muy reciente creación, y un cierto desinterés en el seno de la comunidad castellanohablante posible receptora de esa literatura. La ausencia de políticas y programas de difusión de la literatura entre las lenguas de la Península deja casi exclusivamente en manos de la buena voluntad de las editoriales o de las relaciones personales de autores la posibilidad de dar a conocer sus obras en otras lenguas. La constante es que nunca se sabe muy bien cuáles son los criterios para traducir las obras del euskera al castellano, puesto que ni la propia dinámica del mercado consigue delimitar una clara línea de actuación. Existen ciertas iniciativas privadas, que suelen contar con ayudas oficiales, que no llegan siquiera a garantizar la posibilidad de dar a conocer a todos los autores, aunque sea de modo digital.

De hecho, a comienzos del siglo XXI no existe, a excepción de los catálogos de obras publicadas cada año, ningún proyecto o fundación que dé cuenta puntualmente de todo el universo literario del vascuence, ni siquiera en las enciclopedias o repertorios electrónicos, que pueden resultar, a priori, más fáciles de actualizar. Algunos proyectos adolecen de cierta parcialidad: por ejemplo, la EIE (Asociación de Escritores en Lengua Vasca) promociona en sus publicaciones y medios digitales a los escritores asociados; el portal Basque Literature, realizado gracias a ayudas oficiales por un grupo de profesores universitarios y gestionado por la EIZIE (Asociación de Traductores, Correctores e Intérpretes de Lengua Vasca) se dedica a difundir, de modo digital, la literatura vasca y ofrece muestras traducidas de algunas obras, pero se reduce únicamente a ciertos autores, según criterios que no se mencionan; por otra parte, los catálogos editados normalmente con ayudas institucionales por la Asociación de Editores en Lengua Vasca dan cuenta de aquellos escritores que eligen las propias empresas, y suelen coincidir con las personas que menos precisan de promoción, por ser las más conocidas.

A falta de programas, políticas sistemáticas o cátedras destinadas a difundir e investigar la producción en las lenguas de la península Ibérica, si se desea obtener datos significativos sobre la obra traducida desde el euskera al castellano, se debe recurrir a la bibliografía general sobre literatura e investigar en catálogos y bases de datos. En la actualidad, para libros publicados en España, es imprescindible acudir a la base de datos del ISBN; para otros países, a la base de datos Index Translationum de la UNESCO. Históricamente resulta una invariable el que las traducciones al castellano sean obra de otros escritores vascos o de los mismos creadores, y no de traductores profesionales.

Una de las obras más emblemáticas del euskera, Linguae Vasconum Primitiae (1545) de Bernart Etxepare, no se tradujo al castellano hasta 1966, de la mano de L. Akesolo (Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca editorial). La primera edición bilingüe de la obra Gero de Pedro Axular (1643) corrió a cargo del franciscano Luis Villasante, presidente de Euskaltzaindia (Real Academia de la Lengua Vasca) y no apareció hasta 1964 (B., Juan Flors editor, colección «Espirituales españoles»). El libro de Joan Antonio Mogel Peru Abarka, escrito en 1802 aunque publicado en 1881, lo tradujo al castellano en 1899 (Bilbao, Euskalzale) otro presidente de Euskaltzaindia, R. M. de Azkue. La novela de Txomin Agirre Auñamendiko lorea, de 1898, no se vertió hasta 1967, por Ignacio Goikoetxea. Numerosas obras de pasados tiempos siguen sin traducirse al castellano.

En el siglo XVII la literatura religiosa se enseñoreaba de la producción y una parte de ella era bilingüe, aunque se puede sospechar que la mayoría consistía en versiones hacia el euskera y no desde esta lengua. En ese siglo Garibay publicó traducciones al castellano de algunos poemas o canciones de gesta, así como sus conocidos repertorios de refranes y sentencias. También se han encontrado endechas femeninas traducidas y pequeños repertorios de poemas trilingües (en bearnés, castellano y vascuence). Rafael de Micoleta, en su Modo breve de aprender la lengua vizcayna (1653), recoge unos diálogos en castellano y euskera, con traducción del mismo autor. En el siglo XVIII, Manuel de Larramendi, autor de un famoso diccionario (Arte de la lengua vascongada, 1728), publicó dentro del libro El imposible vencido unos sonetos en euskera traducidos al castellano. Sin embargo, en ese siglo se prohibió publicar en lengua vasca, a pesar de que comenzaba a florecer incluso la prosa no religiosa. Poetas como Gamiz o Arasquistain publicaron varias colecciones de versos entreverados (castellano, euskera). En el contexto del florecimiento cultural impulsado por Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida, su ópera cómica El borracho burlado (1764) contiene una canzoneta bilingüe y una estructura en la que las partes cantadas están en euskera y las recitadas, en castellano, al contrario de lo que ocurre en la obra de Pedro Ignacio Barrutia, Acto para la Nochebuena (1897).

En el siglo XIX aparecieron villancicos bilingües y, de la mano de Serafín Baroja, un Almanaque bilingüe con poesías en vascuence y castellano. Otro tanto ocurre con los poemas traducidos por Eusebio Maria Azkue. José Paulo Ulibarri también publicó un almanaque bilingüe (1815). Es la época en la que también comienza a haber una cierta prosa político–histórica, que originalmente bien pudiera haber estado escrita en euskera, por ejemplo, la de la revista Ariel, impulsada por Augustin Chaho. Trayendo a colación el género periodístico y las publicaciones periódicas, hay que mencionar que en gran parte ha sido ese tipo de literatura y formato el único del que ha dispuesto en numerosas ocasiones la literatura vasca, a menudo al arrimo de la Iglesia católica, para darse a conocer, con todas las limitaciones que ello supone. En ese mismo siglo, dentro de la ingente labor dialectológica y lingüística impulsada por el príncipe Louis–Lucien Bonaparte, hay que mencionar los Diálogos basco–castellanos (1842) de Pascual Iturriaga, uno de los componentes de su equipo. En numerosos trabajos de Arturo Campión, que aprendió euskera de joven, también aparecen recogidas en castellano diversas leyendas y numerosas observaciones y glosas gramaticales o léxicas en castellano. No es raro que en esa época aparezcan obras como la mencionada Peru Abarka de J. A. Mogel (1802, editada en 1881), que tiene una introducción en castellano, u obras escritas directamente en castellano y euskera, como algunas de piezas teatrales de Marcelino Soroa o R. M. de Azkue.

Muy avanzado el siglo XX empezó la literatura vasca a ser más conocida fuera del País Vasco, sobre todo debido a la concesión del premio Nacional de Narrativa de 1989 a Bernardo Atxaga y el de 2002 a Unai Elorriaga. Los premios Euskadi del Gobierno Vasco cuentan en su asignación con una partida para la traducción de las obras, lo que contribuye a que los libros sean vertidos, aunque no se asegura la difusión. Hasta ahora ninguna obra de literatura dramática escrita en euskera ha recibido ese tipo de premio –o el nacional–, por lo que las posibilidades de traducción de esa literatura son escasas. Apenas existen subvenciones, ayudas, programas, publicaciones e iniciativas académicas dirigidas a apoyar la traducción desde la lengua vasca al castellano. La excepción la constituye la literatura infantil y juvenil: es de destacar la labor realizada por la asociación Galtzagorri en la difusión de la literatura infantil y juvenil escrita en euskera, con un sitio web y unas publicaciones en formato papel de esmerada factura, aunque tampoco dan cuenta de todos los autores que son publicados o traducidos. Las publicaciones digitales y en papel de Eusko Ikaskuntza (Sociedad de Estudios Vascos), sobre todo Oihenart. Cuadernos de Lengua y Literatura y la Revista Internacional de los Estudios Vascos (RIEV) suelen ofrecer alguna información sobre traducción, pero apenas mencionan la traducción desde el euskera al castellano.

El número de obras traducidas anualmente al castellano suele ser reducido –unas 250 o 300–, y si se limita a los géneros literarios, el número se reduce drásticamente, sobre todo si se excluye la parte correspondiente a la literatura infantil, que suele representar el 50 %. El resto apenas refleja la variedad de la literatura vasca, en la que no siempre ha tenido el dominio la narrativa. Según datos recogidos en la base de datos Nor da Nor (Quién es quién) entre el año 2000 y el 2018 se tradujeron al castellano y publicaron 206 obras literarias, la mayoría, narrativa. El resto correspondería a poesía, ensayo y literatura dramática, lo cual repercute en la variedad del corpus traducido. El predominio del castellano como lengua receptora de la mayoría de las traducciones conlleva un fenómeno de importancia incuestionable: la autotraducción. Son varios los escritores vascos que suelen emprender la tarea de reescribir –que no traducir– en castellano sus propios libros. Otra alternativa suele ser realizar la escritura final apoyándose en las traducciones realizadas por otras personas. Sin embargo, no faltan otros creadores que prefieren dejar la labor en manos de los profesionales de la traducción.

En poesía existe una obra notable, bilingüe, editada originalmente en 1878 (reeditada en 1981): el Cancionero vasco de José Manterola, que recoge, traducido, un amplio conjunto de poemas, versos y canciones. R. M. de Azkue, en su magna obra sobre el folclore vasco Euskalerriaren Yakintza, publicada entre 1935 y 1947 (reeditada en 1989 por Espasa–Calpe y Euskaltzaindia), también ofrece materiales traducidos, que provienen de la literatura oral. Sólo autores con cierto predicamento en narrativa suelen ver su obra traducida al castellano, a menos que medie algún tipo de premio. La mayoría de los poemas traducidos desde el euskera suelen publicarse de forma esporádica y aislada en antologías o revistas literarias. Los soportes digitales están sirviendo de vehículo eficaz para la difusión de la literatura vasca traducida, aunque luego los soportes tradicionales no recojan adecuadamente toda la amplitud del fenómeno. Un ejemplo es el Portal de la poesía vasca dentro de Armiarma, página gestionada por la editorial Susa, con las versiones originales y sus traducciones.

Por lo que toca a la literatura dramática, si la producción ya es de por sí limitada (a veces, sólo se publican las obras ganadoras de dos o tres certámenes literarios), la traducción resulta en ese género algo extraordinario por lo inhabitual. Este fenómeno de práctica marginalidad de la literatura dramática se entiende mejor si se considera que casi nunca se estrenan obras de teatro escritas por dramaturgos vascos, y, por supuesto, mucho menos traducidas. El ensayo se encuentra en una situación de abandono similar a la del teatro, aunque cuantitativamente sea más abundante. Sólo una muy reducida parte del pensamiento en lengua vasca llega traducida al castellano, como ha ocurrido a lo largo de toda la historia.

Como colofón, habría que añadir que las pocas publicaciones especializadas en literatura vasca o cultura que aparecen actualmente suelen dar cuenta de alguna que otra obra traducida al euskera, pero raramente del hecho contrario. Al igual que ocurre en las editoriales literarias, en las publicaciones periódicas peninsulares especializadas la literatura vasca no suele contar con sección fija alguna e incluso en los suplementos literarios de los principales medios de comunicación, como tal, no existe. En medios académicos, la organización de los estudios de traducción dentro del marco legal académico vigente impide que las lenguas consideradas oficiales dispongan de un cuerpo de profesores, investigadores y especialistas en traducción entre las lenguas del Estado español. Por otro lado, las academias e institutos oficiales de las lenguas peninsulares no han otorgado todavía atención especial a la traducción entre ellas. Desde un punto de vista cuantitativo, cabe mencionar que desde 2014 la asociación EIZIE ofrece en su sitio web la base de datos Nor da Nor, que pretende convertirse en un centro virtual de información sobre la traducción realizada desde y hacia el euskera. La información se estructura en torno a dos ejes fundamentales: traductoras y traductores, por un lado, y obra traducida, por otro. Actualmente, incluye únicamente traducciones literarias (incluyendo la literatura infantil y juvenil), traducciones realizadas desde y hacia el euskera, obras publicadas en papel así como obras difundidas únicamente por vía digital, libros completos (monografías) y traducciones publicadas en revistas, traducciones recogidas el marco de otras obras o en la red (poemas y cuentos aislados, fragmentos). El sistema de búsqueda establecido permite obtener datos sobre las traducciones desde el euskera al castellano en determinado periodo.

La asociación pone especial empeño en avalar la fiabilidad de los datos, por lo que recurre siempre a fuentes de información contrastadas. Ejemplo de ello es la colaboración estable con el grupo Armiarma, con la profesora e investigadora Elizabete Manterola, con el Instituto de Euskara de la UPV/EHU y con la Viceconsejería de Cultura del Gobierno Vasco  entre otras.

Por ejemplo, basándose en contenidos disponibles en dicha base de datos en enero de 2019, si se realiza una búsqueda en la que la lengua de origen sea el euskera y la de llegada el castellano, entre 2007 y 2018 refleja, aproximadamente, una media anual de entre 20 a 30 obras traducidas en esa dirección, lo que deja patente la ingente labor que todavía queda por realizar en lo que se refiere a la difusión de la producción en euskera hacia otras lenguas peninsulares, sobre todo si se tiene en cuenta que estos últimos años en euskera se suelen publicar entre 1.500 y 2.500 obras, de las que entre un 70% son novedades, y de ese porcentaje, de media,  aproximadamente, un 70% son obras creadas en esa lengua.

 

Bibliografía

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Karlos del Olmo