Pedro Nicolás Chantreau: «Observaciones sobre la traducción y el mejor modo de enterarse en ella, con unos fragmentos de traducciones y el texto al lado»
P. N. Chantreau, Arte de hablar bien francés o Gramática completa dividida en tres partes. […] Por Don Pedro Nicolás Chantreau, maestro de francés de la Real Escuela Militar de Ávila. Tercera impresión, Madrid, Imprenta de Sancha, 1781, 256–289.
Fuente: M.ª Jesús García Garrosa & Francisco Lafarga, El discurso sobre la traducción en la España del siglo XVIII. Estudio y antología, Kassel, Reichenberger, 2004, 176–177.
[256] Muchas obras se han dado a luz sobre el arte de traducir, pero como no hay guías más seguras para este género de trabajo que el estudio de aquellos escritores que en él se han distinguido, he copiado algunos fragmentos de traducciones, poniendo al lado el texto de ellas a fin de que con el cotejo se instruya el discípulo en el buen uso de las reglas que debe seguir. Cuyo medio parece más útil y eficaz que la simple exposición de los preceptos sobre los cuales hay variedad de opiniones.* Para sacar de semejante método todo el fruto posible es [257] necesario hacer uno mismo la traducción de dicho texto y compararla después con la que se propone por modelo: así se llegará a conocer el mecanismo del arte de traducir, que las más veces consiste en algunas pequeñas variaciones, como el mudar un verbo en nombre, este en adverbio o el adverbio en nombre o verbo, con lo que se perfecciona la traducción y vence el traductor las mayores dificultades. El traductor, dice M. d’Alembert, debe imitar a un viajante: éste para su comodidad cambia algunas veces una pieza de oro en muchas de plata y otras veces al contrario; así, el que traduce debe portarse en el cambio de las voces, atendiendo siempre que en el trueque de ellas no se altere su valor. Pero ¿es acaso el instinto el que debe guiarle para hacer este trueque? No por cierto, el buen gusto solo es el que lo decide y a él solo compete el dirigirle en sus trabajos. Los preceptos, [258] como queda dicho, no son infalibles, pero el buen gusto lo es y debe buscarse en los escritos de los grandes hombres; el verdadero método de encontrarlo es el análisis, y de éste se dará una idea al fin de cada uno de los dos primeros fragmentos, para que el discípulo tenga un modelo en este género de examen en que se sigue el arte paso a paso y de senda en senda para llegar a descubrir todo lo mágico de su mecanismo.
* Monsieur d’Alembert es del mismo parecer y prescribe el mismo método en el prólogo de su traducción de los fragmentos de los Anales de Tácito: «Je vais (dice este insigne escritor) mettre sous les yeux du lecteur intelligent qui voudra s’instruire des morceaux de traduction avec le texte à côté. Ce tableau sera quelque chose de plus frappant et de plus efficace pour lui que des préceptes ou des décisions sur lesquelles on pourrait disputer, qu’il examine, donc, de près et qu’il suive l’art pas à pas et dans la marche du texte et dans celle de la traduction». Véase a Monsieur d’Alembert, Traduction de Tacite.