Las mil y una noches
Extensa antología de todas las formas narrativas de la literatura árabe medieval, relatos legendarios, apólogos edificantes y leyendas islámicas, historias de amor, chistes o anécdotas divertidas, narraciones fantásticas, noticias históricas o seudohistóricas, «novelas de caballerías», etc; aunque la mayoría de los cuentos que los lectores occidentales identifican como pertenecientes a esta colección son los cuentos maravillosos, tradicionalmente destinados a mujeres y niños, y menospreciados por los estamentos intelectuales, cuya producción literaria estaba orientada a un público masculino. Esto último explica en cierto modo la situación de Las mil y una noches antes de su descubrimiento en Occidente, a principios del siglo XVIII, gracias a la traducción de Antoine Galland.
El primer autor árabe que informó de la existencia de la obra fue el librero Ibn al–Nadim en una lista de obras árabes en circulación en su época, redactada en 987: esboza el marco de la colección y sitúa su origen en Persia, en una recopilación de cuentos denominada Mil historias. Aunque menciona su popularidad, la considera una obra mediocre. Algunos años antes, al–Mas‘udi en sus Praderas de oro mencionaba que esa obra se llamaba en árabe Mil noches, y daba los nombres de la protagonista (Shahrazad) y su esclava, o su nodriza (Dunyazad). La primera documentación escrita del título Las mil y una noches es de mediados del siglo XII, y así la menciona el historiador egipcio al–Maqrizi, a mediados del XV. El manuscrito más antiguo conservado, sobre el que se basó A. Galland para su traducción, parece poder fecharse en la segunda mitad del XV, y quizás ya no era entonces una obra tan difundida como lo había sido en los siglos XII y XIII. A finales del XVIII y en el XIX no hay evidencia de que se recitasen para el público. La estructura de Las mil y una noches, el marco –la historia de Shahrazad y el rey Shahriyar– donde se insertan los relatos, confiere una notable unidad a la colección, subrayada por la frecuencia con que el tema de la salvación aparece a lo largo de la obra. Al mismo tiempo, es una estructura dinámica, que genera dentro de sí otras narraciones, pues los personajes de los relatos de Shahrazad están dispuestos a contar sus andanzas o escuchar las aventuras de otros personajes o los cuentos que buscan distraerlos de sus preocupaciones. Esto ha permitido añadir o eliminar historias según las necesidades o intereses del narrador (o los traductores).
Publicada en un momento de auge de los cuentos de hadas, la traducción de Galland (París, 1703–1713) determinó la recepción de Las mil y una noches en Europa como colección de cuentos maravillosos, destinados a entretener e incluso formar a jóvenes y niños, a lo que contribuyó el estilo de su traductor, condicionado por las leyes del buen gusto de su tiempo. Tuvo un éxito inmediato: se tradujo al inglés (en fecha desconocida, con ediciones sucesivas en 1712 y 1713–1715), alemán (1712), italiano (1722), holandés (1732), danés (1745), ruso (1763), etc; y sigue siendo la versión más usada para las adaptaciones infantiles. El interés despertado por la traducción de Galland, basada en un manuscrito incompleto (282 noches), junto con las historias narradas oralmente por Hanna Diyab, de algunas de las cuales (Aladino y la lámpara maravillosa o Alí Babá y los cuarenta ladrones) no se ha encontrado ninguna versión árabe, llevó a la búsqueda de un texto completo. Los manuscritos suelen agruparse en dos grandes familias: la siria, que contiene sólo la primera parte de la obra; y la egipcia, con manuscritos más recientes (siglos XVII y XVIII) y estilo más condensado, que incluye la «novela de caballerías» de ‘Umar al–Nu’man y sus hijos, y muchas más historias.
Las primeras ediciones de Las mil y una noches fueron la de Calcuta 1814–1818 (Calcuta I), basada en un manuscrito de la familia siria (200 noches); y la de Bulaq (o de El Cairo), 1835, y Calcuta 1839–1842 (Calcuta II), que representan la familia egipcia. La edición de Breslau (1825–1838), preparada por M. Habicht, es una nueva compilación de cuentos de Las mil y una noches tomados de distintos manuscritos conservados en París. La mayoría de las ediciones posteriores se basan en la de Bulaq. Recientemente M. Mahdi ha publicado una edición crítica de Las mil y una noches (Leiden, 1984), a partir de los manuscritos más antiguos de la obra (familia siria), utilizando el de Galland como base. Ya entrado el siglo XIX, comenzaron las traducciones directas del árabe. Las más importantes son las alemanas de G. Weil (1837–1841) y E. Littmann (1921–1928), las inglesas de E. W. Lane (1839–1841), de J. Payne (1882–1884) y R. F. Burton (1885), la francesa de J. C. Mardrus (1899–1904) y la italiana de F. Gabrieli (1949).
En castellano, todas las traducciones de Las mil y una noches, hasta mediados del siglo XX, se han hecho a partir de su versión a otras lenguas. Las favoritas han sido las de Galland, Weil y Mardrus, aunque recientemente se ha traducido la de Gabrieli por Maria Pia della Rocca (B., Sopena, 1975; reed. B., Orbis, 1987). De la de Burton sólo se han traducido ocasionalmente algunos cuentos; pero es la base de la extensa antología de M. E. Sagarzazu (Buenos Aires, Colihue, 2006), que utiliza también las traducciones de Galland, Mardrus y J. Vernet. La de Galland no parece haberse traducido al castellano hasta el siglo XIX (París, Rosa, 1838; M., Mellado, 1846; M., Vda. de Rodríguez, 1877), y desde ese momento empezó a adaptarse para jóvenes y niños, como la edición de Calleja (Madrid, 1895; reed. facsimilar Palma, J. J. Olañeta, 1998), o la de G. A. Aguado de Lozar (París, Garnier Hnos., 1880), con aberrantes adaptaciones fonéticas (Gerenarda y Chabriar, por Scheznarda y Schariar), que ha seguido editándose en el siglo XX. También parece decimonónica, por el tratamiento del nombre de la protagonista (Scheznarda), la traducción de Galland firmada por Pedro Pedraza y Páez (B., R. Sopena, 1930), que ha tenido numerosas reediciones hasta finales del siglo, a veces omitiendo el nombre del traductor.
Esta omisión es lo normal en el siglo XIX, y así ocurre en la traducción de la versión alemana de Weil, que se atribuye a los mismos editores (B., Juan Oliveres, 1841; y otras ed. en 1848 y 1858–1859), o a una sociedad de literatos (París, s. i., 1873; París, Bouret, 1884). La traducción de 1858–1859, con los poemas traducidos en verso, se ha seguido utilizando en ediciones del siglo XX (B., Montaner y Simón, 1955 y 1960; B., Iberia, 1953, 1956, 1973 y 1996), aunque con cambios en la numeración de las noches y leves correcciones de estilo. Una versión distinta de la traducción de Weil, también anónima, es la publicada por Edicomunicación (Barcelona) en 1988.
La versión francesa de Mardrus se ha traducido repetidamente al castellano. La primera fue la de Vicente Blasco Ibáñez (Valencia, Prometeo, s. a. [1916], 23 vols.), que se ha reeditado una decena de veces (entre otras, B., AHR, 1965; M., Cátedra, 2007). Blasco Ibáñez rescató con éxito el ambiente modernista del traductor francés y contribuyó con su imaginación a realzar aún más los pasajes eróticos. Por ello no es de extrañar que fuese la traducción empleada en una Antología erótica de los cuentistas y poetas árabes, publicada en 1934, sin mencionar a su autor. Se han hecho otras traducciones de la versión de Mardrus, como la de Daniel Tapia (México, General de Ediciones, 1959); la de Eugenio Sanz del Valle, Luis Aguirre Prado y Alfredo Domínguez (B., Nauta, 1967), publicada repetidamente, a veces sin dar el nombre de los traductores; y la de Jacinto León–Ignacio (B., Ediciones 29, 1972; muy reeditada). También se ha traducido al español la versión francesa de René R. Khawam (1986–1987) a cargo de Gregorio Cantera (B., Edhasa, 2010).
En 1954 apareció la traducción de Las mil y una noches de Rafael Cansinos Assens (México, Aguilar, 1954–1955; numerosas reed.), que proclama haberla hecho del árabe, pero su texto es un híbrido en el que se incluyen historias ajenas a la colección, procedentes de diversos orígenes, sin precisar la fuente, e incluso de Mardrus. Resulta difícil cotejarla con el texto árabe, pues altera el orden de las noches respecto a las ediciones de la recensión egipcia, y su lenguaje arcaizante no hace sino dificultar la tarea. Directamente traducidas del árabe, y con información clara acerca de la edición sobre la que se han basado, sólo se cuenta con cuatro traducciones: la de Juan Vernet (B., Planeta, 1964), hecha a partir de Bulaq, contiene algunas de las historias «huérfanas» (Alí Babá, Aladino y Abu l–Hasan o el durmiente despierto) y ha seguido publicándose sin pausa desde el momento de su aparición, tanto en la versión completa como en antologías, o en adaptaciones para niños; la de Juan Antonio Gutiérrez Larraya y Leonor Martínez Martín (B., Vergara, 1965; nueva ed. Vilaür, Atalanta, 2014), basada en Bulaq, no contiene ninguno de los cuentos cuyo texto árabe deriva de la traducción de Galland; la de Dolors Cinca y Margarita Castells (B., Destino, 1998; reed. 2001), publicada previamente en catalán (B., Proa 1995), basada en la edición de Mahdi, que contiene sólo 282 noches, pero completa la historia de Qamar al–Zaman, inconclusa en el manuscrito de base; y la de Salvador Peña (Mil y una noches), con estudio preliminar y notas de S. Peña y prólogo de Luis Alberto de Cuenca (M., Verbum, 2016, 4 vols.; 2.ª ed. corregida, 2018), hecha a partir de la edición de Bulaq, apoyándose en algunos casos en la de Calcuta, traduce en verso y con rima los poemas árabes, y también mantiene las asonancias en los pasajes en prosa rimada que aparecen en el original árabe. Como en la versión de Mardrus (y sus traductores), los nombres propios, cuando son adjetivos o apodos, están también traducidos. Salvador Peña fue galardonado con el Premio nacional a la mejor traducción correspondiente a 2017 por esta obra.
Hay algunas antologías, hechas sobre el texto árabe, como la de cuentos eróticos de Mahmud Sobh y Francisco Ruiz Girela (M., Sílex, 1986); o la de Julio Samsó (M., Alianza, 1976), con una decena de ediciones, tanto en España como en Latinoamérica; y la de D. Cinca y M. Castells, al catalán (Proa, 1999 y 2011; B., Labutxaca 2013). Las antologías a partir de lenguas intermedias, así como las adaptaciones para un público infantil, son muy numerosas en las distintas lenguas de España. En lengua catalana, aparte de la selección de Cinca y Castells, en los años 1920 apareció la selección de J. M. López Picó (B., Editorial Catalana, s. a.), y en 1964 la de Carles Alabart (B., Bruguera). Otro tanto puede decirse de algunos relatos que se han publicado de forma independiente.
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Teresa Garulo