Pirandello, Luigi (Agrigento, 1867–Roma, 1936)
Escritor italiano. Sometió el Verismo siciliano a corrosión mediante una técnica humorística de corte tragicómico, inspirada en el relativismo y las inquietudes existenciales del cambio de siglo y plasmada en tramas paradójicas que gravitan sobre la crisis de identidad del personaje. Sus principales novelas son Il fu Mattia Pascal (1904) y Uno, nessuno e centomila (1925–1926), pero se hizo célebre como dramaturgo, sobre todo con Sei personaggi in cerca d’autore (1921), una de las piezas capitales del teatro contemporáneo. Importante es también su ensayo L’umorismo (1908). Los diálogos pirandellianos tensan el razonamiento hasta socavar sus cimientos lógicos; en sus piezas prevalece la deformación grotesca de tipo expresionista y la concepción metateatral. Entre las más aplaudidas, cabe citar Il berretto a sonagli (1917), Così è (se vi pare) (1918), Il giuoco delle parti (1918), Enrico IV (1922), Questa sera si recita a soggetto (1930), Come tu mi vuoi (1930) e I giganti della montagna (estrenada póstumamente en 1937). En 1934 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura.
En España los primeros estrenos y las primeras traducciones datan de finales de 1923, cuando la controversia en torno a Sei personaggi se había internacionalizado. En diciembre, la compañía de Dario Niccodemi representó la obra en Madrid en lengua original, pero ya un mes antes en Barcelona había sido llevado a escena El barret de cascavells en traducción catalana del dramaturgo Josep Maria de Sagarra. El prestigio del traductor y del actor que encarnó el papel protagonista, Joaquim Montero, favoreció un éxito clamoroso. Antes de que terminara el año, Seis personajes en busca de autor subió a los escenarios barceloneses en traducción castellana de Salvador Vilaregut, y poco después se publicaba la de Félix Azzati (Valencia, Sempere, 1924; 2.ª ed. corregida 1926), que el mismo año había vertido el importante relato La tragedia de un personaje (Revista de Occidente, enero de 1924). Desde ese momento Pirandello se convirtió en el autor de moda, sus obras se traducían, representaban y reseñaban incesantemente: los espectadores pudieron ver traducidas cerca de veinte piezas entre 1923 y 1927. En diciembre de 1924, invitado por el teatro Romea, el autor visitó Barcelona, donde fue recibido por los principales periodistas y hombres de teatro. El pirandellismo decreció en las décadas posteriores, pero siguió manteniendo una notable continuidad en la escena española. Si a ello se añade la alta propensión del medio teatral a encargar traducciones nuevas, es comprensible que muchas estén dispersas o inéditas y sean desiguales en calidad.
Rara vez han coincidido en un mismo traductor el dominio del lenguaje dramático y de la lengua de partida. Deficiencias en uno u otro sentido han restado espontaneidad a los diálogos pirandellianos y provocado frecuentes malentendidos. Los traductores, aun siendo conscientes de la facilidad sólo aparente del texto, han tendido a menudo a corregir su estilo y a explicitar lo implícito, sacrificando en parte la coherencia y riqueza del tejido textual. Con todo, varios proyectos editoriales de gran magnitud jalonan la historia de las traducciones en España. Ya en los años 20 el editor valenciano Sempere proyectó la edición de las obras completas que, pese a restar inconclusa, en diez años alcanzó una docena de volúmenes, con predominio de la narrativa sobre el teatro. Tras la inmediata posguerra, en la que no faltaron contribuciones puntuales, el mundo editorial dio generoso espacio a los premios Nobel propiciando la publicación de las Obras escogidas de la editorial madrileña Aguilar con una amplia selección de textos teatrales, novelas, relatos y ensayos (1955 y 1958; reed. en 1961), y la de las Obras completas de la barcelonesa Janés, que comprenden toda la obra teatral (1956 y 1958; reed. por Plaza & Janés en 1965). Entre los traductores destacan José Miguel Velloso, Amando Lázaro Ros y, sobre todo, Ildefonso Grande, presente en ambas antologías y autor de sendos prólogos, varias de cuyas versiones, eficaces en la transmisión del énfasis angustioso y patético de los protagonistas, alimentaron la escena madrileña en los años cuarenta y cincuenta. Desde finales del siglo XX se han hecho accesible una parte considerable de las novelas y relatos del escritor. Entre las novelas, corresponde la primacía a El difunto Matías Pascal, ya vertida de forma algo pintoresca por Rafael Cansinos Assens en 1924 (M., Biblioteca Nueva). En el apartado de narrativa se pueden señalar, en Gadir (Madrid), De la nariz al cielo (2006) y Cuadernos de Serafino Gubbio, operador (2016) por Elena Martínez; en Acantilado (Barcelona) La tragedia de un personaje (2002) y Uno, ninguno y cien mil (2010) por José Ramón Monreal; en Cátedra (Madrid) El difunto Matías Pascal (2011) por Miquel Edo; en Gredos (Madrid) Viejos y jóvenes (2006) por María Teresa Navarro; en Traspiés (Granada, 2012) Su marido por Miguel Ángel Cuevas y La excluida por Mónica García Aguilar; en Funambulista (Las Rozas), otra versión de La excluida (2011) por Gian Luca Luisi; en Nórdica (Madrid, 2011) los tres volúmenes de Cuentos para un año (La vida desnuda, Mundo de papel y Tengo mucho que contarle) por Marilena de Chiara y El difunto Matías Pascal (2008) por Julio García.
En el género teatral la pieza que no deja de retraducirse y estudiarse es Seis personajes en busca de autor, seguida a mucha distancia de Enrique IV y Los gigantes de la montaña. La primera de ellas se acompaña en ocasiones de otras piezas: así, Seis personajes en busca de autor. Cada cual a su manera. Esta noche se improvisa (B., Altaya, 1996) por M.ª de las N. Muñiz; idéntica selección es la de Miguel Ángel Cuevas para Cátedra (2004). También Seis personajes en busca de autor. Enrique IV (B., RBA, 1996) por J. M. Velloso. De forma independiente ha sido publicada, por ejemplo, por Edaf (Madrid) en la versión de Esther Benítez (2001). Más consistente ha sido la preponderancia del teatro sobre los otros géneros en Argentina, con nombres propios como los del crítico y traductor José María Monner Sans y el actor Luis Arata en los años 40, y un gran acopio de traducciones que alcanza su ápice en los últimos 50 y primeros 60.
El teatro pirandelliano en lengua catalana retomó fuerza en los años 80 y el auge se ha mantenido en la actualidad, con múltiples puestas en escena y un especial protagonismo de Bonaventura Vallespinosa, autor de diez traducciones, algunas inéditas. A él se deben És així, si us ho sembla (B., Institut del Teatre, 1983), que fue premio Josep M. de Sagarra en 1980; El goig de ser com cal. Patent profesional. L’imbècil (Baix Camp, Òmnium Cultural, 1985); El joc dels papers (Institut del Teatre, 1986), Sis personatges en cerca d’autor. Enric IV (B., Edicions 62, 1987). En 1996 el Institut del Teatre publicó, póstumamente, la versión que Maria Aurèlia Capmany había hecho de Aquesta nit improvisem. Otras traducciones al catalán son, por ejemplo, L’exclosa (Martorell, Adesiara, 2008) por Meritxell Anton Maynadé; L’home, la bèstia i la virtut (B., Proa, 2008) por Josep Maria Fulquet; L’humorisme (Adesiara, 2013) por Josep Alemany; Sis personatges en cerca d’autor (B., Comanegra, 2016) por Jordi Sarsadenas, y Un, ningú i cent mil (Girona, Ela Geminada, 2017) por Marina Laboreo.
En gallego se han publicado A traxedia dun personaxe e outros relatos (Vigo, Xerais 1990) por Cándido Pazó y Dolores Vilavedra; Así é, se vos parece (Xerais, 1991) por Xavier R. Baixeras; Henrique IV (Santiago de Compostela, Laiovento, 1996) por Antonio Colmenero Cal; Seis personaxes á procura d’autor (Santiago de Compostela, Centro Dramático Galego, 2005), sin mención del traductor. En euskera, Sei pertsonaia autore bila (Irun, Alberdania / Donostia, Elkar, 2003) por Josu Zabaleta.
Las imitaciones y las relaciones intertextuales con dramaturgos españoles se centran en las piezas metateatrales, a las que remiten incluso expresamente títulos como Questa sera non si recita de Pere Puértolas (revista Escena de 1990); si bien mayor calado tiene la huella menos explícita que dejaron en Federico García Lorca, Jacinto Grau, Alejandro Casona, Juan Ignacio Luca de Tena, Pedro Salinas o los hermanos Antonio y Manuel Machado. La idea de la autonomía del personaje frente a su autor, basada en el modelo quijotesco, fue concebida en las mismas fechas por Pirandello y Unamuno (Niebla), coincidencia que reconoció el propio autor español y que ha despertado largo interés en la crítica.
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Miquel Edo Julià
[Actualización por Luis Pegenaute]