Wilde, Oscar (Dublín, 1854–París, 1900)
Escritor irlandés; autor de novelas, poesía, teatro y crítica literaria, pasa por ser el más destacado representante del esteticismo y de la idea del «arte por el arte». Tras cursar estudios en Dublín y en Oxford, en 1878 inició su carrera literaria con el poema Ravena, al que siguió su primera obra de teatro, Vera, or The Nihilists (1880) y Poems (1881). La etapa más prolífica de su carrera comenzó en 1888 con la publicación de The Happy Prince and Other Stories, obra a la que siguieron sus primeros ensayos. The Picture of Dorian Gray (1891) y la edición de su narrativa breve contribuyeron notablemente a su fama literaria. En 1892 se estrenó Lady Windermere’s Fan, y posteriormente A Woman of No Importance (1893), An Ideal Husband y The Importance of Being Earnest, ambas en 1895. Ingresó en la cárcel acusado de sodomía a raíz de una denuncia del marqués de Queensberry, padre de sir Alfred Douglas, con quien, al parecer, Wilde había mantenido una relación homosexual. Allí escribió la epístola De profundis, publicada póstuma en 1905, y The Ballad of Reading Gaol, en la que relata los horrores vividos en prisión. Una vez en libertad se trasladó a Francia, donde murió.
Tres distintos momentos se observan en la recepción de la obra de Wilde en España a lo largo de los tres primeros decenios del siglo XX, de 1902 a 1928. La primera fase comenzó a principios de siglo con la traducción de la tragedia Salomé, escrita originalmente en francés y trasladada al castellano por Gregorio Martínez Sierra y Juan Pérez Jorba (M., B. Rodríguez Serra, 1902). En 1909 la editorial Hijos de Gómez Fuentenebro publicó cuatro de sus cuentos con el título La casa de las granadas, traducidos por Emeterio Mazorriaga y, poco después, la revista Prometeo incluyó en sus páginas La balada de la cárcel de Reading, en versión de Ricardo Baeza. En 1911 apareció Una mujer sin importancia, también de Baeza (M., s. i.), que no alcanzó verdadera popularidad hasta su estreno en 1917. En un primer momento la crítica se centró en Salomé, con la consiguiente polémica en torno a ética y estética. Hubo voces a favor, como las de Enrique Díez–Canedo desde La España Moderna y Álvaro Alcalá–Galiano desde El Imparcial, y otras en contra, como la de P. Caballero, que calificó la obra de «espectáculo asqueroso». Por otra parte, la influencia de Wilde se dejó notar, sobre todo, en escritores como Ramón Gómez de la Serna, su gran introductor en las letras españolas; Jacinto Benavente, que refleja la temática del teatro wildeano en el suyo propio; Valle Inclán, que parodia Salomé en La cabeza del Bautista; o Rubén Darío y Azorín, cuyas reflexiones críticas derivan en buena medida de las de Wilde.
La segunda fase está caracterizada por una mayor difusión de la obra wildeana, tanto desde un punto de vista teatral como editorial. Dio comienzo en 1917 con el estreno de las comedias Una mujer sin importancia y Un marido ideal en Madrid, que produjeron una nueva oleada de opiniones y trabajos en torno al escritor. Alcalá–Galiano se quejó de la representación de las comedias que firmaba Baeza; tampoco resultaron muy favorables las palabras de Salaverría y del propio Pérez de Ayala, quien criticó a Wilde en el periódico El Sol, a pesar de haberse inspirado en su figura como joven modernista. En 1918 se publicaron El crimen de Lord Arturo Savile y otros cuentos en traducción de R. Baeza (M., Atenea), El retrato de Dorian Gray por Julio Gómez de la Serna (M., Biblioteca Nueva) y la serie de cuentos El jardín de las hadas de Alcalá–Galiano (M., Sucesores de Rivadeneyra). Entre 1917 y 1919 se editaron (M., Imprenta Clásica Española) las Obras completas, con traducción y notas preliminares de R. Baeza. En 1919 el primer número de la revista Cosmópolis incluía, por primera vez en castellano, seis poemas de Wilde, y la editorial Pueyo sacaba a la luz El alma del hombre bajo el socialismo y De profundis, en traducción de Álvaro Armando Vasseur. Diversos ensayos de Wilde pasaron al castellano de la mano de Miguel Guerra Mondragón y León Felipe. En 1921 el periódico La Voz publicó El ruiseñor y la rosa, y en 1924 Guerra Mondragón dio La infantita y el enano (B., Pegaso). Es destacable el papel de la revista Esfera en la difusión de poemas y dibujos de estética decadentista, en los que es evidente la huella de Wilde.
La tercera fase se inició en 1925 con la versión del De profundis por Margarita Nelken con el título La tragedia de mi vida, traducida a partir de una versión alemana. Cuatro años después la Biblioteca Nueva publicó las Obras escogidas de Wilde, con traducciones de Gómez de la Serna, principalmente, y de E. P. Garduño y M. Nelken, así como un epistolario hasta entonces inédito, anotado por Baeza y que éste tradujo junto con Carmen Gallardo de Mesa.
No ha cesado a lo largo de todo el siglo XX el interés editorial por este autor, y son muchos los autores de renombre que han dado versiones propias de sus obras. Tal es el caso de Alfonso Sastre, que junto a su hermano José firmó Novelas y cuentos. Teatro. Poemas en prosa. Ensayos. Cartas y otros escritos (M., Edaf, 1961); es de notar que esta traducción está plagada de adiciones y supresiones, así como de errores de traducción, lo que, a pesar de sus muchas reediciones, la hace poco recomendable. Luis Antonio de Villena prologó los Cuentos completos, en versión de Catalina Montes (M., Espasa–Calpe, 1988), publicada de nuevo en 1998 (M., Boreal), y El retrato de Dorian Gray, reedición de la versión de Sastre (M., Edaf, 1981). Numerosas han sido también las reediciones, sobre todo de las traducciones de Baeza y Gómez de la Serna, en ocasiones revisadas por expertos como Fernando Galván, al tiempo que últimamente se han venido publicando traducciones de nuevo cuño, como El abanico de lady Windermere. La importancia de llamarse Ernest, traducidas y anotadas en detalle por Alberto Mira (M., Cátedra, 2003).
Es destacable la tarea desarrollada por Mauro Armiño, traductor de El retrato de Dorian Gray (Espasa–Calpe, 2000) y de Salomé (1999), Cuentos completos (2007) y Teatro completo (2008), para la editorial madrileña Valdemar. A la traducción de La balada de la cárcel de Reading hecha por Jesús Munárriz (M., Hiperión, 1992) ha venido a sumarse la de Olivia de Miguel y Palmira Feixas (B., Penguin Random House, 2017). De algunas obras, como El retrato de Dorian Gray, se cuenta con numerosas retraducciones: así, además de las que se presentan como «adaptaciones», las de María Jesús Sevillano Ureta (M., Edimat, 1996), Beatriz Torreblanca (Valdemar, 1997), Alberto Laurent (B., Edicomunicación, 1999), José Luis López Muñoz (M., Alianza, 1999), Benjamín Briggent (B., Plutón, 2010), Beatriz Cajal (B., Edebé, 2003), María Cóndor (B., Galaxia Gutenberg, 2006), Alejandro Caja (M., Homo Legens, 2008), Alejandro Palomas (B., Mondadori, 2009) o Victoria León (M., Reino de Cordelia, 2017).
Abundan también las versiones de los cuentos y relatos breves, muchas veces en edición ilustrada o didáctica, como El gigante egoísta y otros cuentos de J. C. Santoyo (B., Vicens Vives, 1998) y El fantasma de Canterville y otros cuentos de J. C. Santoyo y M. Broncano (Vicens Vives, 1993), que acercan con acierto la obra de Wilde al público juvenil. También está representada su poesía, con La esfinge y otros versos (M., Visor, 2017) por Pedro Gandía, o sus ensayos, como El crítico como artista por León Mirlas (Espasa–Calpe, 2000) y por Lorenzo F. Díaz y Catalina Martínez Muñoz (Reino de Cordelia, 2018).
Wilde cuenta con buena parte de su obra traducida también al resto de las lenguas peninsulares. En catalán han sido, sin duda, sus cuentos y relatos cortos los más traducidos; entre otros, y ya en nuestros días, El príncep feliç i altres contes de Lluís Nonell (B., Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1992) o El gegant egoista i altres contes, en versión de Salvador Oliva (Vicens Vives, 1998). Pero cabe recordar también El crim de lord Arthur Savile. El fantasma dels Canterville de Víctor A. Oroval (Valencia, Bromera, 1987), La balada de la presó de Reading de Josep Janés i Olivé (B., La Rosa dels Vents, 1938), y comedias como La importància de dir–se Ernest de Eduard Artells (La Rosa dels Vents, 1938) o La importància de ser Frank de Jaume Melendres (B., Institut del Teatre, 1998) o de Cristina Genebat (Tarragona, Arola, 2018). Existen diversas versiones de El retrat de Dorian Gray: la de Rafael Tasis (B., Aymà, 1976), la de Oriol Sánchez Vaqué (B., Estrella Polar, 2011) o la de Jordi Larios Aznar (B., Quaderns Crema, 2017).
En gallego pueden leerse A pantasma de Canterville e outros contos de Gustavo Luca de Tena (Vigo, Xerais, 1985), O príncipe feliz e outros contos de Benigno Fernández Salgado (Vigo, Galaxia, 1993), Contos de Oscar Wilde (Lugo, Tris–Tram, 2006) de Marta Cuba, O retrato de Dorian Gray (Santiago de Compostela, Sacauntos, 2008) por Cristina Felipeto, A balada do cárcere de Reading (A Coruña, Laiovento, 2003) por Antón Lopo, Ernest: comedia frívola para xente seria (A Coruña, Universidade da Coruña, 2000) por Miguel Pérez Romero, etc. En asturiano: L’alma’l pescador, en traducción de Octavio Trapiella en 1996 para la Academia de la Llingua Asturiana o La importancia de ser Severu (Oviedo, Trabe, 2001) por Lluís Aique Iglesias.
La primera traducción al euskera, Ipuiñak, de Joseba Altuna, data de 1927 (Bilbao, Verdes–Atxirika’ren Irarkolan); traducciones más recientes han sido las llevadas a cabo por Iñaki Mendiguren de Printze zoriontsua eta beste ipuin batzuk (1987), Cantervilleko mamua (1991) y Dorian Grayren erretratua (2017), todas ellas aparecidas en Elkar (Donostia). De esta última también hay versiones de Bittor Hidalgo (Elkar, 1986) y de Aitor Arana (Donostia, Hiria Liburuak, 2011). También contamos con Fidel izan beharraz (Amorebieta, Ibaizabal, 2000) por Antton Olano, así como las dos versiones de Lord Arthur Savileren krimena por Alex Aldekoa–Otalora (Bilbao, Desclée de Brouwer, 1995) y por Felipe Juaristi (Donostia, Erein, 1992) o la de Kantervilleko mamua (Desclée de Brouwer, 2003) por Agurtzane Duce Zubilaga.
Bibliografía
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Alberto Fuertes Puerta
[Actualización por Luis Pegenaute]