Eça de Queirós, José Maria (Póvoa de Varzim, 1845–París, 1900)
Escritor portugués. Novelista y cronista periodístico, es el máximo exponente de la narrativa realista en Portugal. Uno de los rasgos más importantes de su obra es el uso de la ironía como principal recurso literario, circunstancia que lo acerca a su maestro Flaubert y lo diferencia de otros realistas peninsulares como Galdós o Narcís Oller. Por otra parte, hay que resaltar su marcada «voluntad de estilo» que unifica y da coherencia a las fases de su obra, aparentemente contradictorias desde el punto de vista temático e ideológico. Es esa búsqueda de un estilo personal lo que permanece como constante en el Eça romántico de Prosas bárbaras (1866), bajo el realismo de O primo Basílio (1878) y de O crime do padre Amaro (1880), en sus «fantasías morales» –O mandarim (1880) y A relíquia (1887)– en Os Maias (1888), su obra maestra, donde ya se siente el cansancio del realismo, en Correspondência de Fradique Mendes (1890), ya claramente finisecular, en su discutida fase nacionalista de A ilustre casa de Ramires (1897) y A cidade e as serras (1900), y también en todo lo que dejó inédito, incluidas unas sorprendentes vidas de santos y cientos de páginas abandonadas porque perdieron vigencia para él o no alcanzaron la perfección requerida. Su obra periodística, recogida en volúmenes como Ecos de Paris, Notas contemporâneas o Cartas de Inglaterra, ha sido releída y revalorizada en los últimos años hasta situarse al nivel de su obra de ficción.
La recepción y traducción de la obra de Eça de Queirós en España fue paulatina. Aunque ya en 1889, en su libro Por Francia y Alemania, Emilia Pardo Bazán destacó «la idolatría de la forma» como rasgo esencial de la obra queirosiana, para sus contemporáneos –Clarín, por ejemplo– Eça de Queirós fue fundamentalmente «el Zola portugués». También las primeras traducciones reforzaron este aspecto de la obra queirosiana. En 1882 apareció la primera traducción española –pirata– de El crimen del padre Amaro, con el pintoresco título de El crimen de un clérigo, traducido por un ex–jesuita. Entre esa fecha y 1910 aparecieron tres ediciones de El crimen del padre Amaro, cuatro de El primo Basilio y seis de La reliquia. La gran mayoría de estas ediciones (todas salvo dos) se publicaron entre 1900 y 1910. Esto se debe al eco que la muerte de Eça de Queirós tuvo en la prensa española y que alertó a los editores sobre el posible éxito de su obra.
Entre los nombres de estos primeros traductores destaca el de Ramón del Valle–Inclán. Con su firma publicó la editorial Maucci de Barcelona tres textos: La reliquia (ca. 1902), El primo Basilio (1902–1904) y El crimen del padre Amaro (ca. 1908). La calidad de estas traducciones condice mal con el nivel de la literatura de don Ramón. El texto aparece cortado arbitrariamente muchas veces, sin más criterio que el de abreviar las descripciones, y los contrasentidos y errores denotan una poca familiaridad con la lengua original casi imposible en un gallego. Paradójicamente, estas pintorescas traducciones marcan el inicio de la época dorada de Eça de Queirós en España, entre 1910 y 1930. Los principales traductores de esta fase fueron Andrés González Blanco y Wenceslao Fernández Flórez.
Las obras de Eça, en especial las breves, formaron parte de los catálogos de las colecciones de lectura popular como «Colección Diamante» o «La Lectura», lo que es indicio de que el notable éxito queirosiano de estos años alcanzó capas muy amplias de la población. En esta etapa la novela más editada y traducida fue La ilustre casa de Ramires (cinco ediciones y dos traducciones, una de Pedro y otra de Andrés González Blanco, hacia 1906), pero no hay que olvidar el hecho sorprendente de que obras como Ecos de París, Cartas de Inglaterra o Notas contemporáneas, crónicas que ya habían perdido su actualidad periodística, llegaron a agotar dos y tres ediciones en pocos años. Entre 1926 y 1936 W. Fernández Flórez tradujo para la editorial Signo (Madrid) las obras póstumas: La capital, El conde de Abranhos y Alves & Cia. El interés por estas nuevas novelas potenció la reedición de las anteriores, pero el descenso de la presencia editorial de Eça de Queirós fue notable. Novelas que habían tenido tanto éxito como La reliquia o La ilustre casa de Ramires no fueron reeditadas y tampoco lo fueron los inéditos.
Tras el paréntesis de la Guerra Civil, las celebraciones del centenario de Eça de Queirós en 1945 pusieron de nuevo su nombre en las secciones literarias de los periódicos, pero eran sólo conmemoraciones. El autor portugués ya era un clásico, no la lectura viva de la clase media como lo había sido dos décadas atrás. La prueba definitiva de esta consagración es la lujosa edición de sus obras completas (M., Aguilar, 1948). El ingente trabajo de traducción (es el único caso de traducción de sus obras completas) corrió a cargo de Julio Gómez de la Serna, quien compensó con su excelente dominio de la lengua de llegada algunas carencias en su conocimiento del portugués. Lamentablemente estas traducciones –y el extenso e interesante prefacio que las acompañaba– tardaron años en llegar a manos de los lectores (hasta las reediciones de 1959 y 1965) porque la censura franquista las retiró del mercado español.
Pasado este rebrote del centenario se produjo un largo silencio: entre los años 1950 y 1970 no hubo nuevas traducciones. Ni siquiera el lento resurgir del interés por la novela realista rompió esta tendencia. La imagen de Eça en España fue la que los novecentistas fijaron: la de un novelista fin de siècle, irónico y decadente, obsesionado por el estilo, incompatible con la «novela social». A partir de 1960 el incipiente experimentalismo de la narrativa española marcó otro rumbo y otras preferencias. Se observó un renovado interés por la obra de Flaubert y junto a Flaubert –a más que prudente distancia– volvió Eça de Queirós.
En 1970 se reeditaron las versiones de Valle–Inclán de El primo Basilio y La reliquia (M., Edaf) y en 1974 Carmen Martín Gaite tradujo y prologó El misterio de la carretera de Sintra (M., Nostromo). Fueron las primeras manifestaciones de ese tímido resurgimiento. Entre 1983 y 1984 la editorial Bruguera reeditó las traducciones de Valle–Inclán. Fue el regreso a una colección popular de literatura de bolsillo. La importancia de Bruguera como casa editorial y el nombre del traductor propiciaron un eco destacable. Desde entonces, en los últimos treinta y cinco años, la presencia queirosiana en España ha sido un lento pero constante goteo de publicaciones, propiciadas en parte por la conmemoración del primer centenario de su muerte en el año 2000 y por la asunción por la editorial Acantilado (Barcelona) de un proyecto de traducción de su obra póstuma y periodística que dio frutos tan interesantes como: Cartas de Inglaterra (2005), Desde París: crónicas y ensayos 1893-1897 (2010), la pieza mínima Las rosas (2010) y El conde de Abranhos (2012), las cuatro obras vertidas por Javier Coca.
Como ediciones conmemorativas pueden considerarse la reedición de la traducción de La reliquia firmada por Valle–Inclán publicada por la Asociación de la Prensa Hispanoamericana (2000) o la antología El difunto y otros cuentos de viva muerte, traducción de María Tecla Portela (M., Celeste, 2000; reed. en 2004, 2008 y 2016 por Siruela y en 2017 por Penguin clásicos). También es destacable el empeño queirosiano de la editorial Pre–Textos, que ha publicado excelentes traducciones de Los Maia (2000, reed. en 2013) y de El primo Basilio (2005) a cargo de Jorge Gimeno.
Otro aspecto, menos amable de la fortuna queirosiana en los últimos años es el «reciclaje de productos». Se trata del uso de traducciones ya antiguas y libres de derechos que son repetidamente reimpresas y reeditadas en diversas colecciones de venta en quiosco o digitalizadas para ser publicadas online. Este fenómeno afecta especialmente a La ilustre casa de Ramires, que, en las traducciones de González Blanco o de Gómez de la Serna, ha sido objeto de diversas reediciones (1983, 1985, 1993, 1994 y 1998), sin indicación de traductor y con numerosas erratas.
La novela queirosiana más publicada en España en los últimos años ha sido El crimen del padre Amaro, posiblemente debido a la adaptación cinematográfica de Carlos Carrera con guion de Vicente Leñero (2002). Entre 2002 y 2003 aparecieron cuatro ediciones de la novela: tres de ellas reproducen la traducción de Damián Álvarez Villalaín para Lumen (1997) y la cuarta (Edaf), la versión de Valle–Inclán revisada por Melquíades Prieto Santiago. Las ediciones de bolsillo (Ave Fénix y Bestseller) incluyen un prólogo del guionista V. Leñero. Las grandes olvidadas de estos años habían sido las novelas póstumas, aunque en época reciente han vuelto a ver la luz. La capital, que no había sido reeditada desde la última reimpresión de las Obras completas en 1965, fue traducida de nuevo para Funambulista (Las Rozas, 2009) por Manuel Lobo. Alves & Cia., que no lo había sido desde 1986 (Salvat) apareció en 2006 en traducción de Juan Lázaro (M., Rey Lear; reed. Penguin Clásicos, 2017), mientras que en 2008 Espuela de Plata recuperó la versión de Wenceslao Fernández Flórez. Es de destacar el caso de La tragedia de la calle de las flores (traducción de Juan Álvarez Galán; M., Gadir, 2011, reed. en 2018), el último gran inédito queirosiano en ver la luz (1980), que no había sido antes traducido. Impermeable a la crisis económica del último decenio, Eça de Queirós, convertido en clásico indiscutible, ha seguido siendo traducido, editado y reeditado en estos últimos años: Estampas egipcias por Martín López–Vega (M., Impedimenta, 2012) y El crimen del padre Amaro por Eduardo Naval (M., Alianza, 2014) son algunos ejemplos.
En los últimos años se ha producido también un fenómeno relevante: la traducción al catalán de las principales novelas queirosianas. En realidad, Eça de Queirós fue vertido al catalán desde fecha muy temprana. Tuvo, además, dos traductores de prestigio: Ignasi Ribera i Rovira, que dio en 1913 el cuento El difunt (B., La Novel·la Nova); y Narcís Oller, que tradujo tres breves textos –Inauguració del Canal de Suez, L’emperador Guillem y Dolç misteri–, incluidos en el volumen Traduccions selectes (B., Editorial Catalana, 1921), junto a obras de G. Flaubert, Pierre Loti y Victor Hugo. En los años 30 la colección popular «La Novel·la Estrangera» publicó cinco cuentos traducidos por Josep Finestrelles (seudónimo de Manuel González Alba): El penjat, El tresor, Josep Matias, La dida y Una mosseta rossa.
Tan buen comienzo se vio, sin embargo, truncado por los avatares de la producción editorial en catalán en el siglo XX. Hubo que esperar a 1987 para que apareciera una traducción de Adam i Eva al paradís (Paiporta, Amós Belinchón), y a 1992 para la versión de El mandarí (Valencia, Eliseu Climent); el mismo año se publicó esta novela en euskera en traducción de Jesús María Lasa (Amorebieta, Ibaizabal). Se trataba, en todos estos casos, de textos breves, una clara opción editorial de «bajo riesgo». En 2000, sin embargo, Quaderns Crema hizo una apuesta decidida por Eça de Queirós: bajo este sello y siempre en las cuidadosísimas traducciones de Xavier Pàmies, se han publicado El cosí Basilio (2000) y El crim de mossèn Amaro (2001). En 2006, también en traducción de Pàmies pero en Destino, se publicó La il·lustre casa dels Ramires. Junto a estas ediciones debe señalarse también La correspondència de Fradique Mendes (B., Columna, 2002), traducida por Jordi Cerdà y la monumental edición de Els Maia publicada en 2007 por Funambulista en traducción de Manuel Lobo.
Bibliografía
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Elena Losada Soler