Villena, Enrique de (Torralba de Cuenca, 1384–Madrid, 1434)
Escritor y traductor en lengua castellana y catalana. Miembro de la alta nobleza, pues era nieto bastardo de Enrique II de Castilla y bisnieto del infante Pedro de Aragón. Su padre murió en la batalla de Aljubarrota (1398) y él fue educado en la corte de los reyes Enrique II y Enrique III. En 1408 se encontraba en Barcelona, donde llegó a desempeñar un papel de gran relieve en el Consistori de la Gaia Sciència, según él mismo recuerda en el Arte de trovar (1423), obra que dedicó al marqués de Santillana, paje en la corte barcelonesa desde 1412 a 1418. En 1416 fue a Aviñón como embajador, lo que le permitió entrar en contacto con la intelectualidad de la curia pontificia. Murió en el monasterio de San Francisco de Madrid, completamente arruinado, como lo retrata Pero Carrillo de Huete en su Crónica del Halconero. Tras su muerte, fray Lope de Barrientos llevó a cabo un escrutinio de su biblioteca, ordenado por el rey Juan II, en que se quemaron unos cincuenta volúmenes, especialmente de tema científico, entre los que se encontraban seguramente algunos alfonsíes ahora perdidos total o parcialmente.
Comenzó su labor literaria como poeta en las cortes de Castilla y Aragón, pero de su obra poética no ha quedado ningún testimonio, a pesar de los continuos elogios con que eran celebradas sus composiciones. Es autor de diversos textos, como los tratados en forma epistolar que redactó en Castilla entre 1422 y 1425 (Tratado de la lepra, Ex posición del salmo «Quoniam Videbo» o el Tratado de fascinación o aojamiento), o textos de muy diversa naturaleza y finalidad, como el Arte cisoria (1423), Tratado de consolación (1423–1424), Epístola a Suero de Quiñones (h. 1432) o el Arte de trovar o Libro de la ciencia gaya (h. 1430–1434).
Su labor como traductor abarca obras escritas original mente en catalán, italiano y latín. Terminó de redactar en abril de 1417, en catalán, Los dotze treballs de Hèrcules, dedicados a mosén Pere Pardo de la Casta, consejero de Alfonso V de Aragón; y a últimos de septiembre de este mismo año había terminado su versión al castellano, a instancias de Juan Fernández Valera, que había dejado hacía poco de ser maestre de la Orden de Calatrava; la versión realizada sobre el texto catalán introduce algunas modificaciones y añade datos inexistentes en el original. Juan II de Navarra había tenido noticias de la existencia de la Eneida a través de la lectura de la Comedia de Dante y de inmediato decidió encargar una traducción. Pero el rey no encontró a nadie que se atreviera con un texto de tantas dificultades y Villena aceptó el encargo, pues pensaba obtener, como recompensa por su trabajo, las propiedades que le había arrebatado Juan II. Sin embargo, la renacida enemistad entre el rey de Navarra y don Enrique de Villena hizo que la traducción acabara en manos del marqués de Santillana, que también fue el promotor de la traducción de la Comedia. En las «Avisaçiones» que preceden a su traducción advierte que «en la presente traslaçion toue tal manera que non de palabra ha palabra, ne por la orden de palabras que esta en el original latyno, mas de palabra ha palabra segund el entendimiento y por la orden que mejor suena». Se atribuye a Villena la más antigua versión de la Comedia de Dante (B. Nacional de España, ms. 10186); la traducción fue realizada en los márgenes del texto italiano y presenta glosas autógrafas del marqués de Santillana. El manuscrito en que se basa está fechado en 1354, obra de un copista genovés, al parecer. La versión catalana de Andreu Febrer estaba acabada el 1 de agosto de 1429. Al final del mismo códice se halla la traducción y comentario del soneto cxlviii de Petrarca («Non Tesin, Po, Varo, Arno, Adige et Tebro»). Muy posiblemente fue Villena el autor de la versión y de la correspondiente glosa, a instancias del marqués de Santillana, que se hace eco de los versos traducidos en su soneto xviii, aunque «nacionalizando» los ríos de Petrarca, y a la biblioteca del cual perteneció el códice.
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