López de Cortegana, Diego (¿Cortegana?, 1455–Sevilla, 1524)
Humanista y traductor en lengua castellana. Nació probablemente en la localidad incorporada a su nombre y hacia 1480 se trasladó a Sevilla, donde desarrolló una brillante carrera eclesiástica: fue canónigo y arcediano de la catedral, fiscal y secretario de la Inquisición, y capellán de Isabel la Católica. Participó en el establecimiento del Santo Oficio en Sevilla, labor por la que recibió múltiples elogios y recompensas de la Corona. En 1485 le fue reconocida la hidalguía, y a lo largo de su vida llegó a reunir una gran fortuna proveniente de los bienes confiscados a los conversos. Paralelamente, desarrolló un creciente interés por el humanismo y el erasmismo. En los últimos años de su vida, una vez abandonada su tarea de inquisidor, se dedicó a las letras. En 1516 editó una Crónica del rey Fernando Santo, modificando el lenguaje para hacerlo más accesible al lector de la época.
Fue el primer traductor de Apuleyo en España: su versión de El asno de oro, publicada en Sevilla hacia 1513, alcanzó popularidad en el Renacimiento y ejerció gran influencia en la literatura española, en particular en la novela picaresca y en Don Quijote. De aceptar dicha fecha se trataría de la primera traducción de Apuleyo en una lengua vernácula. En cualquier caso, El asno de oro fue objeto de sucesivas reediciones a lo largo del siglo XVI, lo que da cuenta de su gran éxito. En 1559 fue incluida en el Índice de libros prohibidos, pero poco tiempo después se censuraron determinados pasajes y pudo continuar circulando. Tras casi trescientos años sin ser publicada, a finales del siglo XIX y en la primera mitad del XX la traducción conoció otro momento de esplendor, con múltiples ediciones. Fue prácticamente la única existente en lengua española hasta 1964, de ahí su enorme importancia en la recepción de Apuleyo en España. Su labor como traductor comprende también las versiones del Tratado de la miseria de los cortesanos y El sueño de la fortuna de Eneas Silvio Piccolomini (futuro Pío II), y del tratado de Erasmo La querella de la paz; las tres obras formaban un solo volumen (Sevilla, 1520). Menéndez Pelayo también le atribuye una traducción de las Fábulas de Esopo (1526).
Fiel a los principios del erasmismo, trató de adecuar al máximo sus traducciones a la realidad de la época para hacerlas accesibles al gran público. Su estilo, sobre todo en El asno de oro, es ameno, natural y sencillo. No dudó en introducir glosas didácticas que aclarasen al lector el significado de términos difíciles. Cuidó los aspectos rítmicos de la prosa (a imagen de los períodos latinos), y su castellano es comparable al de los mejores prosistas del siglo XVI.
Bibliografía
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Elisa Martín Ortega
[Actualización por Francisco Lafarga]