Sánchez de las Brozas, Francisco (Brozas, 1523–Valladolid, 1600)
Escritor y traductor en lengua castellana, llamado El Brocense. En 1545 fue a estudiar a Salamanca, donde desde 1554 desempeñó la labor de profesor bachiller hasta que obtuvo la cátedra de griego en 1559. En 1556 ganó la regencia de retórica en el Colegio Trilingüe de Salamanca, aunque no obtuvo el grado de licenciado en Artes hasta 1574. Desde un punto de vista pedagógico sostuvo la tesis de impartir las clases en lengua castellana y no en latín, que era el vehículo normal de comunicación en la vida universitaria. Y esto por un doble motivo: porque el latín utilizado habitualmente era una lengua ya corrompida, que difícilmente recordaba al idioma de Cicerón, lo cual iba en contra de la propia latinidad, y porque el castellano facilitaba la comprensión exacta de lo que se explicaba. Asimismo, en gramática fue partidario de la brevedad, de reducir la doctrina a lo imprescindible. Fue procesado por la Inquisición en varias ocasiones, acusado de haber sugerido que algunas traducciones de los textos bíblicos eran incorrectas y de atacar la excesiva idolatría de las imágenes.
Su obra fundamental fue la Minerva, seu de causis linguae latinae (1587), reeditada en multitud de ocasiones en los siglos XVII y XVIII, y de la que existe ediciones modernas, por Eduardo del Estal (1981) y por Eustaquio Sánchez Salor y César Chaparro (1995). Con sus cuatro bloques: estudio de las partes de la oración, del nombre, del verbo y de las figuras, la Minerva supone un gran esfuerzo por someter el estudio de la lengua a la razón. Frente a los primeros gramáticos del humanismo (Lorenzo Valla, Antonio de Nebrija), que escribieron gramáticas basadas en el uso de los autores antiguos, con un carácter exclusivamente normativo, el Brocense puso como piedra angular de todo su sistema gramatical la razón. En esa búsqueda de esquemas racionales trasciende las fronteras de la lengua latina, para llegar hasta una gramática general. Pero quizás lo más original del Brocense sea la distinción entre lo que es el nivel teórico y gramatical de una lengua y el nivel de uso. Lo cierto es que la Minerva fue durante más de dos siglos la obra gramatical definitiva en Europa. No así en España, donde se impuso el Arte de Nebrija y el Brocense tuvo poca difusión.
Otra de sus obras, Verae brevesque grammatices latinae institutiones coeterae fallaces et prolixae (1560), perfecciona los métodos de enseñanza del latín; posteriormente escribió una gramática en verso, Arte para en breve saber latín (1576), De arte dicendi (1556), Organum dialecticum et Rethoricum (1579), Sphaera mundi (1579) y Paradoxa (1582). También hizo comentarios a las Silvae de Poliziano (1596) y a los Emblemata de Andrea Alciato. En 1574 publicó una edición comentada de Garcilaso de la Vega y en 1582, una edición comentada y crítica de Juan de Mena junto a sus ediciones de autores clásicos, como Ovidio (Ibis, 1546), Virgilio (Bucólicas, 1591) y un excelente comentario al Arte poética de Horacio (1591); escribió poesía en latín y tradujo el Enchiridion de Epicteto, las Églogas i y ii de Virgilio y varios poemas de Horacio, Petrarca y Domenico Veniero que Quevedo añadió a su edición de las Obras de Francisco de la Torre (1631). Asimismo, Menéndez Pelayo reseña dos traducciones, una en verso latino y otra en verso castellano, de la Iliada, que «se hallaban entre los papeles que recogió la Inquisición y allí se perdieron». Se conservan, además, dos traducciones de Ausiàs March: la del canto xxxix y dos estrofas del iv, muy ajustadas al original.
Es, por tanto, de colegir que es sobre todo en el ámbito de la creación poética donde se integra y se confunde, como en otros autores de la época, la labor traductora del Brocense. En este sentido, el humanista extremeño es un poeta de imitación. Sin embargo, este concepto conviene aclararlo: en ocasiones se trata de verdaderas traducciones; en otras, de imitaciones de los temas del autor tomado como fuente. Estas traducciones e imitaciones se añaden a la hora de imprimir las obras del poeta como una parte más de éstas; por lo que en realidad, más que de un proyecto de traducción de Petrarca, por ejemplo, se trata de un proceso de incorporación del modelo a la lengua poética del autor que lo traduce.
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Miguel Ángel Henríquez
[Actualización por Francisco Lafarga]