Suárez de Figueroa, Cristóbal

Suárez de Figueroa, Cristóbal (Valladolid, 1571–Nápoles, ca. 1644)

Escritor y traductor en lengua castellana. Muy joven marchó a Italia, y se doctoró en Bolonia tras estudiar derecho civil y canónico. Desempeñó diversos cargos públicos, como el de auditor en el Piamonte y el de fiscal en Martesana. Al regresar a España, su carácter intransigente no cuajó entre los círculos de escritores, y sólo se granjeó la amistad de Carrillo y Sotomayor. Estuvo al servicio de Juan Hurtado de Mendoza y, tras el nombramiento del duque de Alba como nuevo virrey de Nápoles, regresó definitivamente a Italia, donde tuvo algún enfrentamiento con la Inquisición e incluso con el papa Urbano VIII.

Moralista e historiador, a la vez que literato, tradujo del portugués la Historia y anal relación de las cosas que hicieron los padres de la Compañía de Jesús por las partes de Oriente del jesuita Fernão Guerreiro, pero salvo en este caso, en el que sólo evitó el uso de la primera persona que sí se emplea en el original, la labor de traducción de Figueroa se confunde con las de refundidor, adaptador y recreador; y tampoco su obra original se libra de la apropiación de material ajeno, algo que nunca ocultó el autor pese a que después no explicitara de quién tomaba los materiales. Tradujo primero la tragicomedia pastoril de Giovanni Battista Guarini El pastor Fido (Nápoles, 1602), versión que volvió a publicar muy mejorada años más tarde (Valencia, 1609), y que elogiaron tanto Cervantes como Gracián. Y ya muy modificada a fin de acomodarse a los lectores españoles, adaptó la Plaza universal de todas ciencias y artes (Madrid, 1615) de Tomaso Garzoni, donde denuncia las malas traducciones que juzgaba que se hacían en su época porque desfiguraban la erudición y elegancia de los autores, pues Suárez siempre antepuso la adaptación elegantemente escrita a la traducción fiel pero desmañada.

En su más renombrada obra original, El Pasajero (1617), también acusa a los traductores de desconocer el latín, pero ya señala que el «honroso arte de traducir» le permite a la lengua de uno apropiarse de «las buenas razones ajenas», debiéndose transformar el traductor «hasta en las mismas ideas y espíritu del autor que traduce»; afán emulador que entroncaría con sus juicios acerca de lo que no puede llamarse sino plagio, pues también en El Pasajero a un poeta se le aconseja adueñarse de lo ajeno. Así, y pese a que en buena parte de la producción original de Suárez está presente T. Tasso, sólo en el prólogo de su poema épico La España defendida (1612) aparece explícita la deuda con el italiano.

En su última obra, el Pusilipo (1629), se incluye un romance que versiona la muerte de Clorinda a manos de Tancredi del canto xii de la Jerusalén libertada de Tasso; y en su novela pastoril La constante Amarilis (1609), que recrea en clave los amores de Juan Hurtado de Mendoza y María de Cárdenas, aparte de los ecos de Sannazaro y del mismo Guarini, se retoma claramente el Aminta de Tasso, pero no la obra original, sino la traducción que de ella hizo Juan de Jáuregui y, concretamente, la primera versión de ésta que se imprimió en Roma. En este caso, la originalidad del plagio se debe a la habilidad con que Suárez prosificó la traducción métrica de Jáuregui mediante una efectiva alteración de la secuencia rítmica, lo que logró modificando el orden de las voces, suprimiendo o añadiendo epítetos y restituyendo los engarces sintácticos que se permite omitir el verso. Asimismo, la Amarilis incluye –sin que Suárez lo advierta– ocho sonetos de Carrillo y Sotomayor; y en la recreación que hizo de la conquista de Chile en su obra Hechos de Don García Hurtado de Mendoza (1614), se constatan más que coincidencias con la Araucana de Ercilla. Y es que Suárez consideraba «no haber cosa que ya no esté dicha o, por lo menos, imaginada»; lo que sin duda condicionó tanto su labor creativa como su quehacer de traductor.

 

Bibliografía

Ángeles Arce, «Una versión dulcificada de Tasso (Suárez de Figueroa)» en M. Á. Vega & R. Martín Gaitero (eds.), La palabra vertida. Investigaciones en torno a la traducción, Madrid, U. Complutense–I. U. de Lenguas Modernas y Traductores, 1997, 261–270.

Ángeles Arce, «Las primeras traducciones castellanas de Il pastor fido: ¿Uno o dos traductores distintos?», Cuadernos de Filología Italiana 6 (1999), 141–154.

Ángeles Arce, «Suárez de Figueroa ante Tasso: del plagio ocultado a la devoción declarada», Cuadernos de Filología Italiana 19 (2012), 145–171.

Joaquín Arce, «Un desconcertante plagio en prosa de una traducción en verso», Filología Moderna 13 (1972), 3–29.

Mauricio Jalón, «Sobre las profesiones científico–técnicas en la Plaza Universal de Suárez de Figueroa», Asclepio 58 (2006), 197–218.

M.ª Isabel López Bascuñana, «Introducción» en C. Suárez de Figueroa, El Pasajero. Ed. de M.ª I. López Bascuñana, Barcelona, PPU, 1988, I, 7–35.

Rafael Martín–Gaitero, «El Pastor fido. Dos versiones de Cristóbal Suárez de Figueroa: Nápoles, 1602, y Valencia, 1609», Hieronymus Complutensis 2 (1995), 115–119.

M.ª Asunción Satorre, Estudio y edición de «La constante Amarilis» de Cristóbal Suárez de Figueroa, Madrid, Universidad Complutense, 1995 (tesis doctoral).

 

Begoña Capllonch
[Actualización por Francisco Lafarga]