Valencia, Pedro de (Zafra, 1555–Madrid, 1620)
Humanista y traductor en lengua latina y castellana. Aprendió latín con su pariente Antonio Márquez y después en el colegio de los jesuitas en Córdoba, ciudad donde vivió con su familia desde 1568. Estudió leyes entre 1573 y1576 en Salamanca, donde Francisco Sánchez de las Brozas, el Brocense, le instruyó en las letras griegas. Afianzó sus conocimientos de lenguas orientales con la frecuentación, en 1578-1579, del editor de la Biblia Políglota de Amberes Benito Arias Montano. Mantuvo una cátedra de latinidad y retórica en su villa natal.
Declinó aceptar una cátedra de lengua griega en la Universidad de Salamanca (1607) al ser nombrado por Felipe III cronista del reino. Aunque no se ha encontrado ninguna relación cronística a su nombre, la coincidencia entre varios fragmentos de la Historia de Felipe III, atribuida a Gil González de Ávila, y algunos escritos de P. de Valencia permiten suponer la elaboración de una crónica, a la que habría dedicado tres años al menos. En cambio, reconocemos su contribución a la historiografía americana en una Relación de los Quijos y unas Relaciones Geográficas de Indias, para la redacción de las cuales había realizado numerosas consultas acerca de la geografía, la fauna y la botánica de América. Al servicio de la corte, redactó los memoriales Advertencias para la crianza de los príncipes, cuando pequeños y De las enfermedades de los niños, este dedicado a la reina Margarita de Austria. Examinó asimismo libros para el Consejo de Castilla y tradujo la correspondencia oficial escrita en griego moderno. En los últimos años de su vida se esforzó por defender el legado de Arias Montano, se opuso a quienes sostenían la autenticidad del pergamino y las láminas de Granada y redactó un memorial con motivo de un auto de fe en Logroño con el título de Discurso acerca de los cuentos de las brujas.
Como traductor se distinguió por la fidelidad al texto original y la observación rigurosa de los recursos propios de la lengua de llegada. Las copias manuscritas conservadas documentan anotaciones, a menudo glosas, sobre la equivalencia entre el texto griego y términos o expresiones latinas. Su versión latina de pasajes de Homero y de los trágicos Esquilo y Eurípides, de Teócrito y Plutarco tenía una finalidad didáctica. Conocía bien la obra historiográfica de Tucídides, Jenofonte, Flavio Josefo y Diodoro Sículo. Realizó una versión latina del libro primero (desde el capítulo décimo) de las Historias de Tucídides (Thucydididis Olori f. Historiarum sui temporis), así como una traslación castellana del comienzo del discurso de Lisias Sobre la muerte de Eratóstenes. Nicolás Antonio le atribuye un Tratado de Luciano que se intitula Que no se a de dar crédito fácilmente a la calumnia traducido de griego a castellano.
En Humanae rationis exempla illustriora incluye versiones de autores griegos como Platón, Ateneo, Simónides, Calímaco, Píndaro, Diógenes Laercio y Sexto Empírico. La obra titulada Discurso en materia de guerra y Estado compuesto con palabras y sentencias de Demóstenes, juntas y traducidas del griego (hacia 1606), así como un Discurso para que en la reducción de los gastos no se suprima parte de las limosnas, recogen pasajes inspirados en el gran orador griego.
La edición y traducción de Academica sive de iudicio erga verum ex ipsis primis fontibus (Amberes, 1596), única obra publicada en vida del autor, se inscribe en un contexto de recuperación de la tradición de la filosofía antigua menos conocida. Además, en auxilio de su labor exegética eligió dos textos de la tradición griega que le parecían ilustrativos del significado que tenían el fuego y las piedras preciosas para los antiguos. Tales son las versiones De igne de Teofrasto y de De XII lapidibus, qui erant in veste Aaronis de san Epifanio de Chipre, interpretación de la edición griega de K. Gesner (1565), donde P. de Valencia realizó una esmerada selección de variantes. Correspondiendo al interés suscitado por el Enchiridion de Epicteto, tradujo las Pláticas para el duque de Feria. Se añade una traslación castellana del discurso Del retiramiento de Dión de Prusa titulada Discurso fundado creo en Epicteto de Arriano sobre los que pretenden vivir con quietud, cuya temática se asocia al tratado Egemplos de Príncipes, Prelados y otros Varones ilustres que dejaron oficios i dignidades i se retiraron.
Tradujo asimismo del griego al castellano ocho Homilías de san Macario, de las que solo nos han llegado dos, la quinta y la novena. Abundando en la obra del asceta egipcio, realizó una versión latina de treinta y cuatro Homilías espirituales para José de Sigüenza, prior del Real Monasterio de El Escorial. De una versión castellana del Dictatum Christianum de Arias Montano (Amberes, 1575) nos han llegado, gracias a Gregorio Mayans, una edición matritense de 1739 y otra valenciana de 1771. A pesar de que la letra del manuscrito conservado es de P. de Valencia, la atribución al mismo no es segura.
Se ha realizado una edición crítica completa y comentada de la obra de Pedro de Valencia, en diez volúmenes (León, Universidad de León); el tomo X comprende las Traducciones.
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María Asunción Sánchez Manzano