Solís, Dionisio

Solís, Dionisio (Córdoba 1772–Madrid 1834)

Dramaturgo y traductor en lengua castellana. Su nombre completo era Dionisio Villanueva y Ochoa. Hijo de cómicos, fue apuntador de los teatros de Madrid entre 1798 y 1818 y, al mismo tiempo, poeta y dramaturgo. Destacó por su amplia cultura y dominio de varios idiomas. Amigo del actor Isidoro Máiquez, fue perseguido por su ideología liberal. También gozó de la amistad de Leandro Fernández de Moratín, a pesar de sus diferencias políticas. A partir del año 1818, en que se jubila de su profesión de apuntador, se dedica exclusivamente a escribir para el teatro, tanto obras originales como refundiciones de comedias del Siglo de Oro, y traducciones o adaptaciones de obras extranjeras. En 1830 empezó a preparar la publicación de sus obras dramáticas, la mayor parte de las cuales permanecían inéditas, pero la muerte le sorprendió sin haber conseguido su objetivo. Hartzenbusch lo calificó de «escritor laborioso y correcto», «versificador valiente» y «poeta trágico distinguido», y el marqués de Valmar consideró que «en sus obras dramáticas no sólo hay calor de alma y sano instinto dramático, sino estilo propio y animado, y lenguaje limpio, natural y castizo».

Dramaturgo prolífico, ha dejado medio centenar de obras, entre originales, refundidas y traducidas, la mayor parte de las cuales se representaron. Muchas de ellas han quedado inéditas y se conservan en la Biblioteca Nacional de España (BNE) y la Biblioteca Municipal de Madrid (BMM). La más aplaudida fue Misantropía y arrepentimiento (M., Sancha, 1800), adaptación en tres actos y verso del drama lacrimógeno de August von Kotzebue Menschenhass und Reue (1789), a través de la versión francesa en prosa de Julie Molé, que fue estrenado el 30 de enero de 1800 en el teatro de la Cruz y se mantuvo en cartel durante 18 días, éxito no despreciable para la época, y que puso de moda este género. Sin embargo, la mayor parte de sus traducciones pertenecen al género trágico. Solís concibe su labor de traductor como una forma de contribuir al enriquecimiento del panorama teatral español y, al mismo tiempo, como digno discípulo de los ilustrados y neoclásicos que lo formaron, continuar la tarea iniciada por Nicolás de Moratín de hacer triunfar la tragedia frente al gusto popular por la comedia. Por todo ello, adapta al castellano obras de grandes autores trágicos italianos (V. Alfieri, Agostino Tana) y franceses (P. Corneille, Voltaire, Jean–François Ducis, Marie–Joseph Chénier) que tratan temas políticos acordes con su ideología liberal. Gracias a su talento poético, a su conocimiento del teatro y de los gustos del público, y a su instinto de dramaturgo, dota a sus traducciones de gran coherencia y fuerza dramática, lo que, unido a la ayuda inestimable de Máiquez y de los actores que siguieron su escuela después, le hicieron cosechar éxitos importantes.

En 1803 llevó a la escena Romeo y Julieta (B., Juan Francisco Piferrer, 1820), a través de la versión que hizo Ducis de la tragedia shakesperiana, adaptándola al gusto español e introduciendo algunos cambios; Zeidar o la familia árabe, también en 1803 (BNE ms. 15120; BMM ms. 1–146–8), tragedia de Ducis, que fue silbada en su estreno, por lo que posteriormente, en 1809, la modificó, alejándose tanto de la obra francesa que Hartzenbusch la consideró una imitación; Orestes (M., Imprenta que fue de García, 1815), en 1806, de Alfieri, dedicada a Máiquez que desempeñó el papel protagonista, y de la que Cotarelo llegó a decir que «superó en su versión las bellezas del original» y que «el estilo [es] más fluido que el seco y áspero, en ocasiones, del modelo», a pesar de que el propio Solís, en su prólogo («El traductor»), afirma que la dicción de Alfieri resulta «más admirable que imitable»; Virginia (M., Repullés, 1813), en 1813, una de las tragedias «de libertad» alfierianas, estrenada por Máiquez en plena Guerra de la Independencia con gran repercusión popular; Juan de Calás o La escuela de los jueces (Sancha, 1822), en 1822, drama trágico de Chénier representado en Sevilla con el significativo título de Los efectos del fanatismo, pues defiende la tolerancia frente al fanatismo religioso en pleno trienio constitucional; y Poliménes o Los misterios de Eleusis (BNE ms. 16125; BMM ms. 1–203–10), en 1826, imitación de la tragedia del mismo título de Alfieri, sobre la venganza y el castigo, el delito y el remordimiento y la igualdad de los hombres ante Dios.

Otras obras no llegaron a estrenarse, bien por problemas con la censura, bien porque no encontraron compañías dispuestas a hacerlo. Entre éstas se encuentra la comedia titulada La sevillana (BNE ms. 15130), escrita en 1816 y corregida en 1823, que no es traducción de La prude de Voltaire, sino la refundición de una comedia perdida del siglo XVII, de Alonso Remón, teniendo en cuenta la comedia volteriana y Plain Dealer, del inglés William Wycherley, que tratan del mismo tema. La tragedia Mohanmed (BNE ms. 16186), traducción de Le fanatisme ou Mahomet le prophète de Voltaire, denuncia de los efectos nocivos del fanatismo religioso sobre el género humano, fue prohibida por la censura en 1826 y La Fédima (BNE ms. 14748, de 1831), imitada de la que A. Tana compuso en italiano con el mismo título, no fue representada. Por otra parte, Camila (M., Sancha, 1828), que ha sido considerada traducción de Los Horacios de Corneille, es una obra original, aunque está inspirada en ella. Tampoco se representó El enredador (BNE ms. 16006), imitación de la comedia Le méchant de Jean–Baptiste Gresset.

Respecto a su actitud como traductor, cabe afirmar que Solís adapta más que traduce: mantiene el espíritu original de la obra, pero incorpora modificaciones, ya sea obligado por la métrica o para adecuarla a la situación y costumbres españolas. Un claro ejemplo es la versión del Mahomet de Voltaire, en la que huye de la copia del original y, aun manteniéndose fiel a la obra volteriana, realiza un trabajo de reelaboración, poniendo en juego su genio poético y su capacidad de dramaturgo que le permiten «corregir» al gran Voltaire y conseguir un buen resultado.

 

Bibliografía

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Jerónimo Herrera Navarro (†)