Nifo Cagigal, Francisco Mariano

Nifo Cagigal, Francisco Mariano (Alcañiz, 1719–Madrid, 1803)

Escritor, periodista y traductor español. Su padre era un militar de origen italiano y su madre, navarra. Se trasladó bastante joven a Madrid para dedicarse a la actividad editora, siendo pionero  en el campo de las publicaciones periódicas de tipo literario, informativo, humorístico y político. Dentro de este último, auspiciado por la Junta de Comercio, prestó especial atención a los asuntos económicos. Confeccionó el primer periódico diario en España de carácter misceláneo, el Diario noticioso, curioso–erudito y comercial, público y económico (1758). En los comienzos del reinado de Carlos III dio al público Cajón de sastre literario (1760–1761), Estafeta de Londres (1762), Correo general, histórico, literario y económico de la Europa (1763). Cultivó también desde muy pronto la crítica teatral. Mantuvo una sonada polémica con El Pensador de José Clavijo y Fajardo por defender el antiguo teatro español y, concretamente, los autos sacramentales. Después siguieron polémicas con Juan Pablo Forner, Ramón de la Cruz y Leandro Fernández de Moratín. Fiel servidor de la monarquía absoluta, se sumó a la campaña antijesuítica, consecuente a la expulsión de la orden, y a la casticista, contraria a la «filosofía» francesa, propiciada por el ministro Floridablanca. Sus preferencias por el gusto tradicional no fueron óbice para que divulgara ideas ilustradas en el campo de la educación o de la economía.

Empezó traduciendo del italiano literatura piadosa: Retrato crítico de la Corte y del cortesano de Francisco Frugoni (M., J. de Orga, 1753) y El pensador cristiano de G. Busseo (M., G. Ramírez, 1763) o libretos operísticos de Metastasio destinados al público que asistía a las representaciones en la corte: La Niteti (S. l., s. i., 1756), Hypsipyle, princesa de Lemnos (M., Vda. de M. Fernández, 1764). También tradujo del francés El hablador juicioso y crítico imparcial del P. J. Langlet (M., F. J. García, 1763), El amigo de las mujeres de Pierre–Joseph Boudier (M., G. Ramírez, 1763), El erudito investigador de las artes y los oficios de Antoine–Yves Goguet (G. Ramírez, 1764), así como varias novelas de Jean–François Marmontel incluidas en El novelero de los estrados y tertulias (G. Ramírez, 1764). Para confeccionar los numerosos periódicos que fundó se surtió preferentemente de fuentes extranjeras. Así, aparte de recoger reseñas de libros, extractó pasajes de Fénelon, Bielfeld y Mirabeau, o simplemente repitió lo que decían las gacetas de otros países. Atento a los gustos del público, satisfizo la demanda de lecturas opuestas al pensamiento contemporáneo.

Resultó un gran negocio editorial la traducción de las obras de Louis–Antoine de Caraccioli, cura rural, educado en el Oratorio y admirador de Malebranche, que formaba parte del grupo de clérigos que deseaban frenar las osadías de filósofos, librepensadores, libertinos y revolucionarios. Confundiéndolo, más o menos intencionadamente, con un aristócrata y diplomático contemporáneo del mismo nombre, Nifo le concedió el título de marqués Caracciolo. En 1775 vertió la primera de estas obras al castellano: La religión del hombre de bien, contra los sectarios de la incredulidad. Siguieron títulos como Idioma de la razón contra los falsos filósofos, El clamor de la verdad contra la seducción y engaños del mundo, El cristiano de estos tiempos, confundido por los primeros cristianos, El goce o posesión de sí mismo, Caracteres o señales de la amistad, La alegría, El verdadero mentor o educación de la nobleza o Viaje de la razón por la Europa. A este género pertenecen también los Principios fundamentales de la religión o catecismo de las personas de juicio, cuyo autor es Pons–Augustin Alletz (M., Escribano, 1776) y Las noches clementinas, poema del italiano Aurelio Bertola, que había trasladado al francés Caraccioli (Escribano, 1785).

Sólo excepcionalmente fue alabado por su actividad traductora: al solicitar las licencias de impresión, académicos y censores (algunos de los informes están firmados por Antonio de Capmany) advirtieron los numerosos errores que contenían los manuscritos presentados. Nifo no se esmeraba mucho: como redactor de publicaciones periódicas escribía apresuradamente y sin corregir; además, tomaba de aquí y de allá sin declarar siempre sus fuentes. Pero también en cuanto editor de sus propias traducciones se dejaba llevar por la precipitación. Su estilo, en general, es descuidado y muy desigual: unas veces ampuloso, otras escueto; unas, vulgar y, otras, elevado. Todos los críticos coinciden en destacar su valiosa aportación al desarrollo del periodismo en España y en menospreciar sus incursiones en los géneros lírico y dramático.

 

Bibliografía

Luis Miguel Enciso Recio, Nipho y el periodismo español del siglo XVIII, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1956.

Luis Miguel Enciso Recio, «Nipho y los comienzos de la prensa diaria en el continente europeo», Estudios de Historia Social 52–53 (1990),      151–169.

Francisco Sánchez–Blanco, «El marqués de Caraccioli: un antifilósofo traducido por Francisco Mariano Nipho», Teruel 79 (1988), 175–189.

 

Francisco Sánchez–Blanco