Támara

Támara, Francisco de († antes de 1561)

Humanista y traductor en lengua castellana. Como sucede con muchos autores secundarios del siglo XVI, son pocos los datos biográficos que se poseen. Firmaba sus obras como bachiller (posiblemente obtuvo el grado en Artes) y catedrático en Cádiz, y entre 1543 y 1556 dedicó todas sus traducciones a nobles de la provincia y su entorno, lo que invita a pensar que en esos años residía en la ciudad, aunque no hay certeza de que fuera oriundo de ella. Tuvo por esposa a Leonor Ruiz Machorra, acaso gaditana de nacimiento y dueña de bienes que en más de una ocasión aliviaron las deudas de la pareja. En 1561 Támara ya había fallecido, siendo así que ese año los jesuitas hicieron gestiones para que se ocupase la cátedra de Gramática que había dejado vacante «el erasmista gaditano Francisco de Thámara», quizá en el cabildo catedralicio.

Sus tareas académicas como maestro de latinidad dieron como fruto la publicación de dos obras originales: Suma y erudición de gramática en verso castellano y Grammatices rudimenta, en latín, impresas en un volumen conjunto en Amberes en 1550 en casa de Martín Nucio, el que sería su impresor habitual. Al menos dos textos de su pluma acompañaron, a modo de apéndice, a sendas traducciones de Boemus y Carion, según veremos.

Su faceta más interesante es sin duda la de traductor, que comparaba con la de un ministro «que sirve» lo que otros producen. Mereció ser rescatado del olvido por la traducción de autores clásicos y también de algunos contemporáneos suyos. En 1546 apareció en los talleres de Juan Steelsio (Amberes) un volumen con su traducción de De los oficios, De la amistad y De la senectud de Cicerón y el Económico de Jenofonte, trasladado a través de una versión latina. Es posible que se trate de una reimpresión de una edición de Sevilla de 1545 que señala Menéndez Pelayo.

Igualmente en Amberes, en el taller de Nucio, vieron la luz en 1549 los Apotegmas y dichos graciosos y notables de Erasmo de Rotterdam. Con esta traducción Támara daba un salto cualitativo considerable, dada la autoridad intelectual del príncipe de los humanistas, y por este trabajo debió de granjearse el título de erasmista. Se ocupó después del humanista italiano Polidoro Virgilio, cercano al pensamiento de Erasmo y, como él, condenado en los índices inquisitoriales. De él vertió su obra más célebre y espinosa para la Iglesia, el Libro que tracta de la invención y principio de todas las cosas (Amberes, Nucio, 1550). La Suma y compendio de todas las chrónicas del mundo del alemán Johann Carion lleva fecha de 1553 (Amberes, Nucio). Como Támara solía añadir de su propia cosecha, el libro incluye un apéndice titulado Tabla y repertorio de todas las personas y cosas memorables que han sido desde el principio del mundo hasta el año presente. Interesado en este tipo de obras de alcance universal, dio a la imprenta en 1556, de nuevo en Amberes (Nucio), el Libro de las costumbres de todas las gentes del mundo de Johan Böhm (Boemus), que llevaba como anexo propio Suma y breve relación de todas las Indias y tierras nuevamente descubiertas por gente de España.

A esta relación de impresos hay que añadir las traducciones que quedaron manuscritas y hoy se conservan en varias bibliotecas. El interés de Támara por los libros de carácter didáctico-moral se evidencia en el Exemplario y dechado de exemplos, traducción del libro de Marcantonio Cocci (Sabellico). También faltó a su cita con el tórculo el opúsculo Sobre la ingratitud, versión de la obra del italiano Lilio Gregorio Giraldi; Económica de Aristóteles (posiblemente a través de una traducción latina) y el Sueño de Escipión ciceroniano. Quizá esta última traducción no prosperó porque Támara dejó paso a Juan Jarava, cuyo Sueño de Escipión, según se dijo, se difundiría en letra impresa desde 1549 en compañía de su Cicerón y su Jenofonte.

 

Bibliografía

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Hélène Rabaey, «Francisco de Támara: algunos aportes biográficos», Calamus Renascens 3 (2002), 249–254.

Antonio Serrano Cueto, «Polidoro Virgilio en la tradición literaria española: elogio y mofa de una auctoritas», Criticón 138 (2020), 79–97.

 

Antonio Serrano Cueto