Vives, Juan Luis (Valencia, 1492–Brujas, 1540)
Humanista y teórico de la traducción. Descendiente de la familia de los March, se formó en París y después en Lovaina, donde impartió luego docencia en letras humanas y fue preceptor de algunos hijos de nobles y de la princesa María Tudor. Mantuvo relación con los grandes de su tiempo y, sobre todo, con Erasmo y Tomás Moro. Para Menéndez Pelayo, Vives es la gran figura del Renacimiento, ya que «emprendió la reforma del método, comenzando por los estudios gramaticales y terminando por la teología». Muchos de los eruditos que han estudiado su obra (Nicolás Antonio, Mayans o Forner, entre otros) han elogiado sus aportaciones no sólo en el campo de la filosofía o en el de la teología sino también en el de la oratoria, la gramática y la dialéctica. La obra de Vives, escrita en latín en su totalidad, ocupa siete volúmenes en la edición realizada por Gregorio Mayans en 1782, y en ellos se reúnen –repitiendo los textos que se habían editado en Basilea en 1555– títulos fundamentales del humanismo europeo del siglo XVI: De ratione studii puerilis, Exercitatio linguae latinae, De disciplinis, De causis corrumptarum artium, De ratione dicendi, y una abundante lista de títulos de tema filosófico y teológico. Como traductor, únicamente se reseña un título: la versión latina de Isócrates que incluye sus obras completas, Isocratis Areopagitica Oratio, sive de vetere Atheniensium Republica. Vives realizó una aportación de enorme relevancia en el campo de los estudios gramaticales; para ello partió de las ideas de Nebrija y desarrolló sus principales argumentos en De disciplinis.
En 1532 concluyó De ratione dicendi, un tratado en tres libros sobre retórica; y en el libro tercero se halla el capítulo titulado «Versiones seu interpretationes», donde expone sus ideas sobre la traducción. El humanista valenciano había tratado ya tal cuestión en otros escritos, principalmente en De causis corrumptarum artium; pero es, sobre todo, en De ratione dicendi donde compendia sus opiniones y da muestras de una teoría sólida que compartimenta y describe las tipologías de la traducción, más allá del anquilosado debate entre la literalidad y la libertad. «Versiones seu interpretationes» comienza con la definición de versión como «traducción de las palabras de una lengua en otra, conservando el sentido». Su planteamiento teórico evita entrar en la repetida dualidad literalidad–libertad y atiende otra dirección: la de la tipología de textos, sus características y la necesidad que de ellos se desprende cuando deben ser traducidos. De algún modo, la adecuación entre la técnica del traductor y la poética del texto impera sobre los prejuicios teóricos que tantas veces intentan sobreponerse, cuando de traducción se trata, a la especificidad literaria de lo traducido.
El hecho de haber realizado profundo estudio de las lenguas clásicas, sumado a la circunstancia de que tanto la época de formación como la de docencia de Vives se realizara en el extranjero, contribuyó, sin duda, a la ponderación que hace de la utilidad de las traducciones, amén de recordar también a sus lectores que de la imitación y la traslación surge la posibilidad de «formar hábilmente algunas palabras para enriquecer la lengua posterior». Con todo, y siguiendo a San Jerónimo, recomienda la literalidad en la traducción de textos sagrados. El interés de Vives por la traducción literaria no termina, sin embargo, en los límites que venían siendo habituales (literalidad–libertad, textos clásicos, textos sagrados, etc.) sino que en su tratado señala la singularidad de la traducción poética, que lleva implícita la «coacción del ritmo». Asimismo, hablar de literatura y de literatura traducida supone hablar del estilo del texto y del autor que va a traducirse; de nuevo en este tema el valenciano subraya la condición que debe seguir el traductor en cuestiones de elocución: «O bien se ha de seguir al del autor vertido […] o, si no, síguete a ti mismo y obedece a tu propio instinto». De algún modo debe verse en tales palabras un convencimiento, por parte de Vives, de que el traductor no sólo es un segundo autor, sino que, en ocasiones, es necesario que adquiera condición de creador y que a ello contribuyan obviamente sus conocimientos gramaticales y el análisis filológico del texto. Por todo ello cabe entender que Vives contempla la tradución como una auténtica actividad reflexiva.
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José Francisco Ruiz Casanova