González-Blanco

GonzálezBlanco, Pedro (Luanco, 1877–Villaseca de la Sagra, 1961)

Periodista y traductor en lengua castellana. Cursa estudios de Filosofía y Letras en Madrid, aunque no los culmina por la maltrecha situación económica de su familia. Viaja con frecuencia por diversas repúblicas hispanoamericanas, donde es testigo del cambiante escenario político. Ejerce el periodismo en El Imparcial, La Lectura, El Liberal y El Motín, donde firma con los seudónimos Federico Carlos de Monterrey o Doctor Atizando Yesca. Publica tres novelas pornográficas, La entretenida indiscreta (¿1916?), La imperfecta casada. Avisos a las adúlteras (¿1920?) y Guía de cortesanas en Madrid y provincias (¿1920?), oculto tras el alias de Ana Díaz. Frecuenta el Ateneo de Madrid y colabora en revistas como Vida Literaria y Helios, en las que escriben figuras destacadas del Modernismo. En torno a 1930, redacta una serie de ensayos en los que adula abiertamente a dictadores americanos, así como reportajes sobre la guerra entre Bolivia y Paraguay. Durante la República participa en la creación de la revista masónica Latomia y dirige cuatro números, a la par que escribe La masonería (1933). Al acabar la guerra civil española, tras ser condenado a veinte años de cárcel por su pertenencia a la masonería, marcha a México, donde su ideología se torna cada vez más reaccionaria. El Tribunal de Responsabilidades Políticas le indulta en 1951, si bien permanece en América, donde pone su pluma al servicio de Trujillo, Duvalier o Perón. Tras regresar a España, colabora con el diario ABC y la revista Aramo.

González Blanco traduce obras de diversos géneros, lenguas y autores durante los primeros años del siglo XX, entre ellos a José María Eça de Queirós (La ilustre Casa de Ramires, M., Francisco Beltrán, 1911; M., Fernando Fe, ¿1916?, y Buenos Aires, Espasa–Calpe, 1941); William M. Thackeray (La feria de las vanidades, M., La Novela Ilustrada, ¿1900?); Harald Höffding (Historia de la filosofía moderna, M., Ginés Carrión, 1907); Jules Amédée Barbey D’Aurevilly (Historia sin nombre, B., F. Granada y Cía, ¿1909?); Gaston Boissier (El fin del paganismo: estudio sobre las últimas luchas religiosas en el siglo IV, Ginés Carrión, 1908; reed. Pamplona, Analecta, 2014); Thomas Carlyle (Folletos de última hora, M., Daniel Jorro, 1909); Mariana Alcoforado (Cartas de amor de una monja portuguesa, México, Galatea, 1951). En Valencia F. Sempere y Cía. publicó Los dioses en el destierro (1890) y Confesiones y memorias de Italia (1913) de Heinrich Heine, El único y su propiedad (1905) de Max Stirner y Los paraísos artificiales (1905) de Charles Baudelaire. De la primera hay reedición en Buenos Aires (Editorial Nova, 1944), de la de Stirner en Valencia (Nosotros, 1937) y de la de Baudelaire, mucho más tarde, también en Valencia (Prometeo, 1968).

Entre 1900 y 1910, Vicente Blasco Ibáñez, a través del sello editorial de Sempere y embarcado en el proyecto de publicar las obras de Friedrich Nietzsche, encomienda a González Blanco la responsabilidad de verter al español Así hablaba Zaratustra, La genealogía de la moral, Aurora, La gaya ciencia, El Anticristo, El caso Wagner, Nietzsche contra Wagner. Opiniones y sentencias diversas, El crepúsculo de los ídolos, Más allá del bien y del mal, El origen de la tragedia, Humano, demasiado humano y El viajero y su sombra. Estas versiones, no siempre completas, se traducen desde el francés, posiblemente de las traducciones que publica la editorial Mercure de France, y plagiadas de anteriores españolas.

Algo similar ocurre con la versión de La feria de las vanidades, de Thackeray, publicada en los primeros años del siglo XX por La Novela Ilustrada, Ricardo Fe y la Novela de La Libertad: el texto de González Blanco es atribuido más tarde a cierto Fernando Catalina Sáez en la edición publicada en 1969 por Ediciones Alonso de Madrid, y en la reedición del mismo sello de 1975 figura Luis Hernández Alonso (prologuista de la edición de 1969) como «adaptador» de la novela.  Al igual que no pocos escritores de su época, como el propio González Blanco, a Luis Hernández Alonso (1901–1979), por haber combatido con el ejército republicano, se le prohíbe escribir en la prensa, aunque conseguirá ganarse la vida como asesor literario y traductor en la editorial Aguilar.

Si bien Pedro González Blanco es reconocido como un prolífico traductor, q-ue vertió obras de diversos géneros y lenguas, un detenido examen de sus traducciones de Nietzsche pone de manifiesto el recuso sistemático a estrategias de traducción propias de unas prácticas editoriales caracterizadas por la publicación de textos incompletos, de versiones indirectas, principalmente del francés, o la apropiación de traducciones de otras editoriales, nada infrecuentes en las primeras décadas del siglo XX. Es paradójico, sin embargo, que buena parte de estas traducciones sigan siendo publicadas a ambos lados del Atlántico sin tener nada de todo esto en cuenta, aún hoy, en estas primeras décadas del siglo XXI.

 

Bibliografía

José Ignacio Cordero Gómez, «Nota preliminar» en P. González Blanco, Los tres libros de Ana Díaz. La entretenida indiscreta. Guía de cortesanas en Madrid y provincias. La imperfecta casada, Madrid, Hiperión, 2021, 11–50.

Víctor Guerra García, «Memoria histórica de Pedro González Blanco», Masonería en Asturias (03/02/2013).

Marcos Rodríguez–Espinosa, «Traducción y aventura: Pedro González–Blanco (1877–1962), traductor de la Generación del 98» en M. Á. Vega (ed.), La traducción en torno al 98, Madrid, Universidad Complutense, 1998, 125–133.

Gonzalo Sobejano, Nietzsche en España, Madrid, Gredos, 1967.

Constantino Suárez, Escritores y artistas asturianos. (Índice bio–bibliográfico), Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1955, IV (letras G–K).

Marcos Rodríguez–Espinosa