Fundació Bernat Metge

Fundació Bernat Metge

Fundación instituida en el año 1922 para el estudio y la divulgación de los autores de la Antigüedad, la Fundació Bernat Metge ha intervenido en los campos de la edición y la traducción, y también, ocasionalmente, en el de la enseñanza (supliendo los déficits de la universidad con la subvención de cátedras de latín y griego y de becas de estudio en el extranjero para la formación de los colaboradores). Su realización más importante es la colección homónima de autores griegos y latinos traducidos al catalán, iniciada el año 1923 bajo el sello de la Editorial Catalana e integrada en la Editorial Alpha a partir de 1926. Habían sido precursoras de la colección las publicaciones de clásicos griegos y latinos con traducción catalana aparecidas con el sello del Institut de la Llengua Catalana entre 1913 y 1917 (con pocas realizaciones: Himnes homèrics, Hero i Leandre, Virgilio, Cornelio Nepos), así como las contribuciones de Llorenç Riber (Virgilio, Salustio) y de Carles Riba (Homero, Plutarco, Sófocles, Jenofonte) a la Biblioteca Literària de la Editorial Catalana en la etapa en que la dirigió Josep Carner (1918–1921).

La creación de la Fundación se inscribe en las iniciativas de mecenazgo cultural de Francesc Cambó, político y hombre de negocios, líder de la Lliga Regionalista y figura importante del catalanismo conservador del primer tercio del siglo XX. Responde a un ideal de creación de «cultura humanística» en Cataluña que quiere reconocer en los clásicos ejemplos vivos de comportamiento individual y social valores primigenios que conviene trasladar a la actualidad; dicho ideal había sido promovido desde principios de siglo por el ideólogo del Noucentisme, Eugeni d’Ors, y es característico de aquel momento cultural, como lo es la convicción de que las letras catalanas, tan fecundas hasta el siglo XV, no habían participado plenamente en la renovación cultural de la edad moderna propiciada por el humanismo.

La colección de clásicos traducidos tuvo como primer director (1922–1958) al secretario de Cambó, Joan Estelrich, quien contó con el asesoramiento académico de Carles Riba para los autores griegos y de Joaquim Balcells para los latinos. Su propósito (explícito en el opúsculo de presentación del proyecto y en las «Normas generales» de uso interno que lo precedieron) fue imitar el modelo de algunas colecciones prestigiosas, especialmente la Guillaume Budé francesa, para dar en catalán a los autores más eminentes de la antigüedad grecolatina en traducciones de gran calidad que al mismo tiempo pudieran llegar a un público amplio. La orientación inicial era más bien hacia una colección «popular» y «asequible», pero los volúmenes pronto la desmintieron. El texto original (no establecido de nuevo, como en la Budé, sino confiado a una tarea de discernimiento entre las mejores ediciones conocidas –tarea todavía poco factible en Cataluña, según el parecer de algunos colaboradores) y la traducción (en prosa, hecha con voluntad de fidelidad al sentido, censurada en cuanto a las «obscenidades», y revisada siempre por uno de los asesores o por un tercer colaborador) solían venir precedidos de la información necesaria en un libro de alta divulgación: presentación de la obra y del autor en su época, historia del texto, síntesis de su contenido.

El editor y traductor cobraba en esta época 2.000 pesetas por un volumen de 300 páginas; el revisor cobraba 500. Los volúmenes podían adquirirse en tela o en rústica, en formato bilingüe (texto y traducción, para la universidad y las bibliotecas especializadas) o monolingüe (la traducción nada más, para un público más amplio); sólo al principio se hicieron también ediciones monolingües del texto original. Aparecían a un ritmo de seis por año, y se comercializaron principalmente por suscripción. De la recepción que tuvieron en la prensa de la época, lo más destacable son los artículos de Lluís Nicolau d’Olwer en el diario La Publicitat (1923–1927, 1935), críticos a veces con la falta de homogeneidad de la colección (especialmente en cuanto al alcance y el propósito de las introducciones), pero entusiastas por lo que respecta a su contribución a la extensión del ideal «humanístico» en Catalunya. En 1936 la colección había publicado ochenta y dos volúmenes y había alcanzado una difusión notable (unos siete mil suscriptores). El estallido de la Guerra Civil supuso, sin embargo, una interrupción brusca (sólo dos volúmenes publicados entre 1937 y 1939): la editorial Alpha tuvo que ser incautada por la Generalitat de Catalunya, con Riba actuando como comisario, a fin de preservarla.

De los traductores de esta primera etapa, entre los que se cuentan nombres importantes de las letras catalanas, destacan por la cantidad de obras traducidas Joaquim Balcells (Lucrecio, Propercio, Ausonio), Carles Cardó (Séneca), Joan Crexells (Platón), Josep Farran i Mayoral (Aristóteles, Luciano), Salvador Galmés (Catón, Varrón, Cicerón), Joan Mínguez (Tibulo, Propercio), Manuel de Montoliu (Cornelio Nepos, Quinto Curcio), Marçal Olivar (Plinio el Viejo, Plinio el Joven, Apuleyo, Aulo Gelio), Joan Petit (Catulo, Lisias, Demóstenes), Antoni Ramon (Paladio, Polibio), Carles Riba (Jenofonte, Ausonio, Plutarco, Platón, Esquilo), Llorenç Riber (Cicerón, Tácito, Horacio) y Josep Vergés (Catulo, san Cebrián, Iseo, Quinto Curcio).

A ellos hay que añadir colaboradores más esporádicos, como Gumersind Alabart, Tomàs Bellpuig, Joan y Pere Coromines, Joan Estelrich, Miquel Ferrà, Josep M. Llovera, Carles Magrinyà, Francesc Martorell, Cebrià Montserrat, Antoni Navarro, Isidor Ribas, Anna M. de Saavedra, Jaume Serra Hunter, Ferran Soldevila, Adela M. Trepat y Eduard Valentí. Su tarea –con las naturales deudas a a los modelos de lengua literaria de la época y a las preferencias estilísticas de cada traductor– ha sido reconocida como una contribución decisiva a la extensión de las posibilidades expresivas del catalán literario culto, sobre la base de la depuración y la fijación normativa que desde el Institut d’Estudis Catalans había llevado a cabo Pompeu Fabra, él mismo colaborador de la Fundación.

Tras el desenlace de la guerra, en un momento de prohibición tácita de las traducciones al catalán (sólo se permitían en obras de bibliofilia, de circulación muy restringida), Estelrich obtuvo un permiso especial para «completar» una colección ya iniciada, con algún volumen en prensa, y que se debía a sus suscriptores. El primer libro autorizado (1942) fue el de las vidas de Alejandro y César de Plutarco en la traducción que Riba había dejado acabada, pero con la condición de que no se hiciera constar el nombre del traductor. En 1946 ya aparecieron volúmenes de nueva producción, y se inició así una segunda etapa, hasta el año 1959, todavía en la editorial Alpha (que del mecenazgo pasó a convertirse en una empresa editorial privada de propiedad familiar a la muerte de Cambó en 1947). Ahora la colección se distribuía exclusivamente por suscripción, a algo más de mil suscriptores, y su presencia pública era reducida. Además de los títulos nuevos, empezaron a ser frecuentes las reediciones revisadas de volúmenes ya publicados. Fue dirigida por el propio Estelrich (1942–1958) y después brevemente por Riba (1958–1959), que había hecho contribuciones decisivas desde su regreso del exilio en 1943.

En esta etapa participaron colaboradores de la generación anterior, algunos incluyendo a nuevos autores: C. Riba (Sófocles), C. Cardó, M. Olivar (Plauto) y L. Riber. Y se fueron incorporando otros más jóvenes, algunos de los cuales ya habían participado antes de la guerra: en especial Miquel Dolç (Marcial, Persio, Virgilio, Tácito, Estacio) y J. Vergés (Cicerón, Horacio), pero también Marià Bassols, Jaume Berenguer, Josep M. Casas i Homs, Guillem Colom, J. Coromines, Jaume Olives, J. Petit, Joan Triadú y E. Valentí. En 1959, tras la muerte de Riba, la colección pasó a tener una dirección colegiada, formada inicialmente por dos helenistas (Josep Alsina y J. Petit) y dos latinistas (J. Vergés y M. Dolç), con la colaboración de Joan B. Solervicens; en sucesivos relevos se han ido incorporando otros especialistas, como Jaume Berenguer, Joan Bastardes, Manuel Balasch, Francesc J. Cuartero, Antoni Seva, Marc Mayer, Montserrat Ros, Jaume Medina, Joan Alberich, Jaume Pòrtulas, Xavier Gómez, Pere Lluís Font y Pere J. Quetglas.

En esta tercera etapa, a raíz de la presencia de profesores con formación universitaria en Filología Clásica, se consolida un cambio de orientación que ya apuntaba en algunos volúmenes anteriores: al valor de la traducción se añaden ahora el rigor en el establecimiento del texto original y la importancia concedida a la anotación. Paralelamente se constata un cambio de actitud entre el público general y universitario: el ideal «humanístico» de apropiación personal de los clásicos ha ido dejando paso a la curiosidad histórica o académica por las culturas griega y latina. En cuanto al ritmo de publicación, la colección recupera el objetivo inicial de los seis volúmenes anuales. Entre los muchos traductores que continúan su labor anterior, algunos incorporan a su nómina autores nuevos: J. Berenguer (Longo) y M. Dolç (Tertuliano, Ovidio, Prudencio, Quintiliano, César, Aulo Gelio). A ellos hay que añadir otros colaboradores asiduos que ha tenido la colección hasta la actualidad (la nómina completa figura al final de cada volumen): J. Alsina (Teócrito, Eurípides, Hipócrates), M. Balasch (Juvenal, Baquílides, Polibio, Sófocles, Aristófanes, Tucídides, Platón, Píndaro, Heródoto), F. J. Cuartero (Jenofonte, Longo, Partenio de Nicea, Esopo, Trifiodoro, Coluto), Joaquim Icart (Salustio, Suetonio, Julio César, Floro, Cicerón), Juli Pallí (Demóstenes, Avieno, Aristóteles, Esquines, Lisias), Jordi Redondo (Cicerón, Antifonte de Ramnunt, Andócidas) y Pere Villalba (Calímaco, Cicerón, Avieno).

La colección fue objeto de polémica en las últimas décadas del siglo XX por su escasa difusión real (un millar de suscriptores, muy poca presencia en las librerías), en contradicción con el propósito de los fundadores. A una conciencia creciente de esta contradicción respondieron iniciativas como el convenio con la Diputación de Barcelona y la Generalitat de Catalunya para la reimpresión de doscientas series completas y la recuperación de un centenar de títulos agotados (2002), y los acuerdos con Edicions 62 para llevar cincuenta títulos selectos a los quioscos en edición facsímil y para iniciar conjuntamente la «Biblioteca de Grècia i Roma», selección de treinta títulos de los que se daba la traducción catalana y un prólogo breve en edición de bolsillo (2009), todo ello bajo la dirección técnica de Raúl Garrigasait. Posteriormente (2017) la colección ha sido vendida al grupo Som, propietario del sello editorial Ara Llibres, que se propone revitalizarla en cuanto a su presencia pública y crear otras en paralelo. En la actualidad (2020) cuenta con más de 420 volúmenes y puede consultarse parcialmente en Internet. Recientemente se ha inaugurado la colección  «Bernat Metge Universal», que ha publicado dos volúmenes: la Ilíada por Pau Sabaté (2019) y Robinson Crusoe por Esther Tallada (2020).

 

Bibliografía

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Joan Estelrich, Fundació Bernat Metge. Una col·lecció catalana dels clàssics grecs i llatins, Barcelona, Editorial Catalana, 1922; reproducido en M. Bacardí, J. Fontcuberta & F. Parcerisas, Cent anys de traducció al català (1891–1990). Antologia, Vic, Eumo, 1998, 81–94.

Montserrat Franquesa, La Fundació Bernat Metge, una obra de país (1923–1938), Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2013.

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Jaume Medina, «Davant dels setanta–cinc anys de la Fundació Bernat Metge», Serra d’Or 446 (1997), 42–43.

Carles Miralles, «Elegia per a la nostra biblioteca de clàssics antics», Serra d’Or 9:10 (1967), 52–54.

Carles Miralles, «La Bernat Metge, patrimoni de qui?», Serra d’Or 477 (1999), 46–49.

Jaume Pòrtulas, «“Enfortir el nostre nacionalisme literari”. Els primers anys de la Fundació Bernat Metge» en R. Cabré, M. Jufresa & J. Malé (eds.), Polis i nació. Política i literatura (1900–1939), Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 2003, 51–65.

Joan Samsó, «Editorial Alpha» en VV. AA., La cultura catalana: entre la clandestinitat i la represa pública, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1995, I, 379–390.

 

Marcel Ortín