Gide, André (París, 1869–París, 1951)
Escritor francés. Nacido en el seno de una familia perteneciente a la alta burguesía protestante y puritana, su fortuna le permitió dedicarse sin apremios a la literatura. Próximo a los simbolistas, amigo de Pierre Louÿs y de Paul Valéry, su ironía hace de él un discípulo de Mallarmé, como lo demuestran La tentative amoureuse (1893) y Paludes (1895), sátira de los cenáculos parisinos. Para atajar un principio de tuberculosis, Gide pasó dos años en Biskra (Argelia), lo cual le permitió liberarse de las coerciones morales en medio de las cuales se había venido debatiendo hasta entonces. Por un resto de conformismo, no obstante, aquel joven liberado y tan poco hecho para el matrimonio se casó, en 1895, con su prima Madeleine.
Su primer éxito resonante lo consiguió en 1897 con la publicación de Les nourritures terrestes. A continuación dio L’immoraliste (1902) y La porte étroite (1909). Convertido ya en un escritor célebre, fundó en 1909, junto con Copeau y Schlumberger, la Nouvelle Revue Française, llamada a desempeñar un papel de primer orden en la primera mitad del siglo XX. De 1914 son Les caves du Vatican y de 1919, La symphonie pastorale. A lo largo de los años veinte aparecieron las obras mayores de Gide: Corydon (1924) –donde trata de demostrar el carácter natural de la homosexualidad–, Les faux–monnayeurs (1925) –novela que constituye una etapa esencial de la modernidad novelesca europea– y Si le grain ne meurt (1926), autobiografía sin complacencias. Dentro de esta línea autobiográfica dio a la estampa en 1932 su célebre Journal y de forma póstuma Et nunc manet in te (1951). En 1926, tras un viaje al Congo, emprendió una campaña anticolonialista. Comprometido en la lucha antifascista junto a Malraux y Aragon, su fascinación por el comunismo no resistió la experiencia vivida durante su viaje a la Unión Soviética; a su regreso dio Retour de l’URSS (1936) y Retouches à mon retour de l’URSS (1937), auténticas requisitorias contra el régimen. Durante la ocupación alemana se trasladó a Túnez y en 1947 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura.
El interés, a menudo polémico, que la obra de André Gide empezó a suscitar en toda Europa a partir, sobre todo, del final de la Primera Guerra Mundial, se hizo notar también en España. De 1922 data una espléndida traducción de La puerta estrecha, a cargo de Enrique Díez–Canedo (M., Vicente Rico; reed. en 1934), que sirvió de base a las dos realizadas con posterioridad: la de Francisco Madrid (Buenos Aires, Poseidón, 1952), y la de Blanca Torrents (B., Lumen, 1988; nueva ed. B., Debolsillo, 2012). De esta misma novela existen también dos traducciones al catalán, con el título La porta estreta: la de Marta Bes i Oliva (B., Edhasa, 1990) y otra más reciente de Valentí García (B., Bibliotex, 2003). De El inmoralista, se cuenta con la excelente traducción que realizó Julio Cortázar en 1981 para Argos Vergara (reed. por Círculo de Lectores en 2001). Esta traducción, sobria y rigurosa, se esfuerza en todo momento por respetar el peculiar estilo de Gide, en el que abundan los arcaísmos, los neologismos y demás construcciones insólitas. Menos brillantes son las realizadas por Margarita Carbayo (M., Cátedra, 1988) y Enrique Ortenbach (Lumen, 1990; con varias reed. y ahora Debolsillo, 2010). Existe asimismo una traducción al catalán de L’immoralista hecha por la citada M. Bes (B., Edhasa, 1990).
La mejor traducción de Gide al castellano –junto con la ya citada de Cortázar– probablemente sea la que en 1934 (M., Biblioteca Nueva) hizo Julio Gómez de la Serna de Los monederos falsos. Esta traducción se ha venido reeditando a lo largo del siglo XX, en Poseidón (1949 y 1980), Seix Barral (1984 y 1985), Hyspamérica (1987) y Planeta (1993 y 1994). En 2003 (M., El País) apareció una nueva traducción de Agustín Robrero; y anteriormente, en 1989, veía la luz una traducción al catalán de Xavier Pericay (B., Edicions 62), con el título Els falsificadors de moneda. Ese mismo título (Los falsificadores de moneda) fue el adoptado por María Teresa Gallego para su versión de 2009 (B., Alba).
Por lo que se refiere al resto de las novelas de Gide, las más traducidas al castellano han sido, tradicionalmente, Les caves du Vatican, La symphonie pastorale e Isabelle. De la primera, la más conocida es la que realizó Emma Calatayud, en 1980 para Alianza, con el título Los sótanos del Vaticano, reeditada sucesivamente desde entonces. También, como en casos anteriores, existe una traducción de esta novela al catalán, Les caves del Vaticà, a cargo de Miquel Llor (B., Proa, 1984). De la Sinfonía pastoral hay dos buenas traducciones, la de Arturo Serrano Plaja (Buenos Aires, Poseidón, 1951) y una, más actual, de Javier Alcoriza (Valencia, Institució Alfons el Magnànim, 1996); también existe una versión en gallego, obra de Leandro García Bugarín (Vigo, Xerais, 1990). De Isabel, la más recomendable es la de Carmen Castro (M., Alianza, 1967, con varias reed.).
Desde 1953, fecha en que vio la luz (Buenos Aires, Losada) la traducción de Luis Echávarri, Los alimentos terrestres ha venido editándose seguida de Los nuevos alimentos. Este libro, aunque hoy día despierta bastante menos fervor que en la época de entreguerras, sigue siendo objeto de traducciones, como la de M.ª Concepción García–Lomas (Alianza, 1984; varias reed.). Otra excelente traducción es la que J. Gómez de la Serna hizo en 1919 (M., Argis) de Corydon, reeditada a lo largo del siglo XX (las versiones más accesibles son las de Alianza); de esta obra, recientemente ha aparecido otra traducción a cargo de Santiago Roncagliolo (Debolsillo, 2004). De Paludes –otra de las obras simbólicas de Gide–, junto a la clásica traducción de José M.ª Corredor (Buenos Aires, Sudamericana, 1951), existen otras dos más actuales, la de Cecilia Yepes (B., Alba, 2003) y la de Núria Petit (Destino, 2003).
Más allá de las obras emblemáticas de Gide, en los últimos tiempos han venido apareciendo traducciones de obras menores, aunque de indudable interés; buen ejemplo de ello lo tenemos en La secuestrada de Poitiers de Michel Pousa (B., Tusquets, 1980); No juzguéis de Thomas Kauf (Tusquets, 1996); Oscar Wilde de E. Ortenbach (Lumen, 1990); Regreso de la URSS y Retoques a mi regreso de la URSS de Carmen Claudín (B., Muchnik, 1982; nueva ed. Alianza, 2017) o la catalana de Maria Rosa Vallribera (B., Edicions 62, 1984); El regreso del hijo pródigo de Xavier Villaurrutia (Tusquets, 1985); Teseo, traducido al castellano por Ferran Esteve (Debolsillo, 2001), al catalán por Bernadette Serrahima y Francesc Parcerisas (B., Columna, 1985) y al euskera por Ibon Sarasola (Donostia, Elkar, 1987); Viaje al Congo de Marga Latorre (Península, 2004; nueva ed. 2010); El viaje de Urien de Carlos Manzano (M., Gadir, 2004); Amyntas de Fernando García Burillo (Guadarrama, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 1997); Dostoievski: artículos y charlas de Laura Claravall (B., Ediciones del Subsuelo, 2016) y, en catalán, El prometeu mal encadenat de Bartomeu Rosselló–Pòrcel (Muro, Ensiola, 2018).
Pueden mencionarse asimismo las versiones de su célebre Diario, al castellano por Laura Freixas (B., Alba, 1999; nueva ed. 2013) y al catalán por Joan Casas (B., Edicions 62, 1993). En cuanto al volumen Dos obras morales, publicado en 2011 por RBA, encierra las versiones ya aparecidas anteriormente de El inmoralista de Cortázar y de Los falsificadores de moneda de M.ª T. Gallego.
Bibliografía
Alicia Piquer, «La réception de Gide en Espagne», Bulletin des Amis d’André Gide 119–120 (1998), 323–333.
Virginia Trueba, «Una recepción polémica: personalidad y discurso de André Gide en la España de los años veinte y treinta», Revista Hispánica Moderna 53:1 (2000), 91–105.
VV. AA., «André Gide et l’Espagne. Actes du colloque de Barcelone (17 et 18 juin 1997). Dossier réuni et présenté par Marc Segaert», Bulletin des Amis d’André Gide 119–120 (1998), 305–384.
Ricardo Marín Ruiz
[Actualización por Francisco Lafarga]