Molière (París, 1622–París, 1673)
Dramaturgo y actor francés, llamado en realidad Jean–Baptiste Poquelin. Tras varios años como actor ambulante, la consagración le llegó en 1658, cuando se convirtió en «comediante real», proveedor de piezas para la corte y los principales señores de París, así como de los teatros públicos. Creador de la comedia de carácter con títulos como L’avare, Le misanthrope, Le malade imaginaire, Tartuffe y otros, es uno de los autores de mayor impacto en la historia del teatro universal.
Aun cuando la recepción de Molière en España comenzó pronto, pues hay constancia de un sainete relacionado con Le bourgeois gentilhomme, titulado El labrador gentilhombre y representado en 1680, poco después de su muerte, éste ha de ser considerado un precedente remoto y aislado del impacto real del dramaturgo, que se consolidó con la versión que Manuel Iparraguirre realizó de L’avare en 1753, con el título de El avariento (M., G. Ramírez). Con todo, hasta bien entrado el siglo las representaciones del autor fueron escasas: a la de Iparraguirre apenas se suma la pieza El Gazmoño o Juan de Buen Alma, adaptación que Cándido M.ª Trigueros hizo de Tartuffe y que fue representada por primera vez en Sevilla en 1769. A pesar de ser cuantitativamente poco importante, lo molieresco contribuyó a la renovación de las formas teatrales que impulsaron las autoridades y los núcleos intelectuales de la época.
Hasta aquí se ha reparado en qué hubo de Molière en su débil y primera recepción en España. Antes de abordar períodos de mayor influencia, conviene reparar en el cómo de su presencia. Hablar de «traducciones» resulta un desvío terminológico: aquí traducir ha de entenderse más bien como adaptar, en el sentido de una traslación de la obra al contexto de la recepción, con el conocimiento idiomático y textual que ello implica. El criterio de fidelidad no deja de ser indicador de calidad, pero se remite más al «estilo como expresión personal y artística», pues los traductores –generalmente escritores y letrados– se preocuparon por insertar los elementos locales de la forma más natural posible. Con estas consideraciones, el siglo XIX recibió a Molière de otra forma: el gobierno de José Bonaparte supuso la abolición temporal de la Inquisición, así como el fin de la estigmatización de los afrancesados, que regresan de su exilio y pueden optar a cargos públicos. El auge de las letras francesas es una reacción inmediata y la voluntad de renovación que se inició décadas atrás alcanza cotas más elevadas. Intelectuales y autoridades culturales apuestan por la incorporación de formas nuevas, y lo francés se impone como el modelo que hay que seguir en la Academia del Buen Gusto.
Así, el siglo arrancó con una versión de El avaro a cargo de Dámaso de Isusquiza (M., B. García, 1800), más libre que la que llevó a cabo veinte años más tarde Juan de Dios Gil Lara (1820). Isusquiza realizó un trabajo de «españolización» de la pieza, en una adaptación que difiere con frecuencia del original, dejando réplicas a medias o variando el contenido crítico. El hipócrita, traducido por José Marchena (M., Alban y Delcasse, 1811), supuso la segunda incursión del Tartuffe en España tras la obra de Trigueros: se trata de una traducción en verso, adaptando expresiones idiomáticas y juegos de palabras para conformar una de las mejores versiones conocidas hasta hoy. De 1812 datan las traducciones de La escuela de mujeres por Marchena (M., Imprenta Real) y de El enfermo de aprensión por Alberto Lista (no publicada hasta 1891, Sevilla, Rasco). Las más celebradas versiones de Leandro Fernández de Moratín son de 1812 y 1814, respectivamente: La escuela de los maridos (M., Villalpando) y El médico a palos (M., Collados). Desde 1830, la España romántica aplaudió el legado cómico de Molière. Manuel Bretón de los Herreros realizó una traducción de L’étourdi, representada en 1831 con el título de El aturdido o Los contratiempos. En 1858 Cayetano Rosell concluyó su versión de Tartuffe, una vez más con el título El hipócrita (M., J. Rodríguez).
En el siglo XX traducciones, versiones y adaptaciones se multiplicaron en los teatros y las editoriales españolas, igual que lo hizo la consideración de la comedia (antes denostada frente a la tragedia) entre el público y la crítica. Hasta 1925, la escena madrileña acogió dos adaptaciones: El médico a la fuerza, traducción de Tomás Borrás, de la que se hicieron catorce representaciones en 1919, y la versión de Moratín de El médico a palos, con quince en 1924. En mayo de 1923 se estrenó Le misantrophe en el francés original. Las representaciones aumentaron y así, entre 1948 y 1975, la capital acogió El burgués gentilhombre (1948), Los enredos de Scapin (1957), El enfermo imaginario (1958 y 1969), El avaro (1960 y 1971), El médico a palos (1962) y Tartufo (1969). En cuanto a la publicación, Molière se convirtió en un éxito editorial.
En el primer tercio del siglo destacan las figuras de Jacinto Benavente con Don Juan (Valencia, La Novela con Regalo, 1916), de José Ignacio de Alberti con El ricachón en la corte (M., Calpe, 1920; varias reed.) y El enfermo de aprensión (M., Calpe, 1921), y de A. Cebrián con Don Juan (M., Calpe, 1923). A mediados de los años 40 aparecieron las Obras completas por Julio Gómez de la Serna (M., Aguilar, 1945; varias reed.); algunas de las obras que contienen han sido objeto de ediciones particulares, tanto en Aguilar como en otros sellos. En la década de 1960 aparecieron las versiones de Enrique Azcoaga de una veintena de obras (M., Edaf; numerosas reed.). Las tareas de José López Rubio (El avaro; M., Alfil, 1960), Antonio Espina (Tartufo; M., EM, 1965) o Enrique Llovet (Las mujeres sabias; M., Editora Nacional, 1967) son más ejemplos de la proliferación de traducciones. En 1969 (B., Salvat) J. Millás Raurell dio su versión de El enfermo imaginario junto con una reelaboración de El médico a palos de Fernández de Moratín. En los años 70 y 80 abundaron las versiones del Tartuffe: la de M.ª Juana Ribas en 1970 (B., Bruguera), en 1981 las de Josep Escué (B., Planeta; formando volumen con Don Juan) y Carlos R. Dampierre (M., Alianza), en 1983 la de Carmelo Sánchez Castro (M., Busma), el año siguiente las de Miguel Sagüés (Donostia, Haranburu) y Eduardo J. Fernández (M., Cátedra) o, ya en 1992, la de Mercedes Sala (M., Edicomunicación). Mauro Armiño, que también había traducido la pieza en 1994 (M., Espasa–Calpe), dio más tarde Las preciosas ridículas y Las mujeres sabias (Cátedra, 1995). Además, destacan la adaptación que Fernando Savater realizó de El misántropo en 1996 (M., Compañía Nacional de Teatro Clásico), o la versión de El enfermo imaginario de Luis Olmos (Toledo, Red de Teatros de Castilla–La Mancha, 1997).
Con el nuevo siglo continuó la presencia de traducciones de obras molierescas. La primera fue la de El avaro de la argentina Nydia Lamarque (B., Océano, 2000), que cuenta con varias versiones de otras obras, publicadas en su país por Losada; le siguió el volumen preparado y traducido por Caridad Martínez en torno a las figuras del médico y el enfermo, que contiene El médico volante, El amor médico, El médico a su pesar, El señor de Puercoñac y El enfermo imaginario (M., Gredos, 2004); por su parte, Alianza publicó en un volumen El avaro y El enfermo imaginario en traducción de Francisco Castaño (2004; reed. 2013), mientras que El misántropo o El atrabiliario enamorado por Luis Martínez de Merlo apareció en Cátedra, en 2007. M. Armiño ha continuado con las traducciones de Molière en Cátedra: La escuela de los maridos con La escuela de las mujeres (2014), El misántropo con El burgués gentilhombre (2015) y Don Juan con Anfitrión (2017).
También se encuentran reediciones de versiones publicadas anteriormente, como la de El médico a palos de Moratín (Dueñas, Simancas, 2008), las de Tartufo y Don Juan de C. R. de Dampierre (Alianza, 2014), la de Don Juan de J. Escué (B., Austral, 2017), o combinando traductores, como el volumen con El tartufo de M. Armiño y Don Juan de J. Escué, también en Austral (2017). Han aparecido, con todo, algunas versiones nuevas, como la del Misántropo por Miguel del Arco (M., Antígona, 2014) y Alain Verjat (Austral, 2017) y la de Tartufo por Pedro Víllora (M., Irreverentes, 2016). Conviene mencionar asimismo varias adaptaciones para el público joven, en ocasiones realizadas por traductores reconocidos, como M.ª Teresa Gallego con El enfermo imaginario (B., Bambú, 2010; reed. 2016) o Lluis M. Todó con El misántropo y El enfermo imaginario (B., Vicens Vives, 2015).
En lengua catalana, tras unas primeras versiones, que no llegaron a publicarse, realizadas a finales del siglo XVIII y durante el primer tercio del XIX, hay que dar un gran salto hasta comienzos del siglo XX para asistir a una presencia regular de Molière en la escena y la edición. Eso fue debido, en gran parte, al aprecio que le profesó Adrià Gual, gran impulsor de la escena catalana. Así, en el primer tercio de siglo aparecieron, entre otras, las versiones de Josep Carner de El malalt imaginari (B., Baxarias, 1909), El burgès gentilhome (1919) y El casament per força (1921), ambas publicadas por la Editorial Catalana (Barcelona); la de Les precioses ridícules por Manuel de Montoliu (B., Baxarias, 1909), y las de Josep M. de Sagarra de El senyor Pucurull (B., S. Bonavia, 1925) y L’escola dels marits (B., Atenea, 1922). Entre 1930 y 1936 la editorial Barcino (Barcelona) publicó los seis volúmenes del teatro completo, obra de Alfons Maseras.
A partir de los años 50 se reanudaron las traducciones, en muchas ocasiones destinadas a la escena. De 1973 es la edición de un volumen con El banyut imaginari, El Tartuf y El misàntrop, obra de Joan Oliver (B., Aymà); en 1989 apareció una nueva versión de la última obra por Xavier Bru de Sala (B., Pòrtic) y en 1996, la del Amfitrió por Miquel Desclot (B., Teatre Lliure). A M. Desclot se debe también la organización de una nueva versión del Teatre complet, de la que únicamente ha aparecido el primer volumen (B., Institut del Teatre, 2003). En época más reciente ha aparecido una reedición de una de las traducciones de A. Maseras (L’avar, B., La Magrana, 2012) y varias versiones nuevas, como la de El metge a garrotades de Francesc Nel·lo formando volumen con La comèdia de l’olla de Plauto (B., Edicions 62, 2008), la de Don Joan o El festí de pedra de Cristina Genebat (Tarragona, Arola, 2015) y una adaptación para jóvenes de El malalt imaginari por Anna Casassas (B., Bambú, 2010; reed. 2015).
En euskera existe un volumen con Tartufo y Zekena (El avaro), traducidos por Juan Martin Elexpuru (Donostia, Elkar, 2008). En gallego pueden mencionarse las versiones de O menciñeiro a forza por Xosé Manuel Carballo (Vigo, Castrelos, 1971), de O enfermo imaxinario por Eduardo Alonso y Manuel Guede (Vigo, Xerais, 2005), de Tartufo por Loli Ramos Duarte (Santiago de Compostela, Centro Dramático Galego, 2016) y de O tartufo por Henrique Harguindey (Santiago de Compostela, Laiovento, 2018), así como las de Don Xoán ou o festín de pedra por Eva Méndez y O burgués fidalgo por H. Harguindey, incluidas en la Biblioteca Virtual Bivir. También se ha traducido a Molière al asturiano, por Miguel Allende: El médicu a palos (Oviedo, Trabe, 2007).
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Erea Fernández Fogueiras & José Manuel Losada Goya
[Actualización por Francisco Lafarga]