Stendhal (Grenoble, 1783–París, 1842)
Escritor francés, llamado en realidad Henri Beyle. Pronto se trasladó a París y de allí a Milán y Roma (Civitavecchia), este último destino en su condición de cónsul, lo que le permitió, a falta de rentas propias, dedicarse a la escritura de libros que se vendían poco y mal. De hecho no disfrutó de reconocimiento en vida y sólo décadas después de su muerte fueron sus obras ensalzadas por la crítica. Entre ellas, sus dos novelas mayores, Le Rouge et le Noir y La Chartreuse de Parme. Es precisamente en este género en el que destacó, aunque también cultivó el ensayo e, incluso, en su etapa inicial, el teatro. Escritor de difícil adscripción, en su peculiar prosa deja huella el logicismo dieciochesco, la entonces modernidad romántica y también una concepción realista de la escritura, siempre combinada con la introspección psicológica que tanto interesará a los novelistas de final de siglo. De hecho, fue conscientemente un adelantado a su tiempo; él mismo sostuvo que no sería comprendido hasta 1880. Y, en efecto, fue en el último tercio de siglo cuando comenzó su encumbramiento, al proclamarle Zola padre de los novelistas naturalistas.
No puede sorprender, por lo tanto, que, aunque ya desde 1835 hubiera noticias de su obra en España, fuera necesario esperar a los elogios de Zola y la consecuente polémica surgida hacia 1885 en relación con el naturalismo, para que el público culto se familiarizase con su nombre. En dicha polémica mediaron Emilia Pardo Bazán con su ensayo la La cuestión palpitante (1882–1883) y después Clarín o críticos como Jacinto Octavio Picón y Rafael Altamira. Todos ellos incluían referencias a la obra de Stendhal. En 1891 la revista La España Moderna publicó en traducción su biografía escrita por Zola. Y también entonces, curiosamente, Menéndez Pelayo en su Historia de las ideas estéticas en España (1891) reconoció sus cualidades como novelista; aunque, entre los sectores conservadores españoles, los recelos fueran evidentes tratándose de un ateo ensalzado por la escuela naturalista francesa. La circunstancia explica en buena medida el retraso con que las editoriales en España acogieron sus obras.
Hubo que esperar a finales del siglo XIX para verlo traducido. La España Moderna publicó su ensayo titulado Del amor en 1891. Ocho años después apareció en Barcelona (A. Martínez) la primera traducción al castellano de La cartuja de Parma por Luis de Montemar. Tal vez fueran algo anteriores a esa fecha las traducciones de La abadesa de Castro, Armancia, La duquesa de Palliano, Vanina Vanini y la Vida de Henry Brulard, pero no es posible asegurarlo porque en ellas no figura el año. Probablemente de 1910 sea la versión castellana que de Rojo y Negro hizo María Martínez Sierra para la editorial parisina Garnier Hermanos, y de esos mismos años es la traducción de Antonio Muñoz Pérez, también publicada en París (Fortin, Roccofort et Cie.), así como la de Enrique de Mesa, en esta ocasión aparecida en Madrid (Calpe, 1919). Es la época en que Azorín y Baroja citan al novelista con admiración, lo que contribuyó a hacerlo más familiar entre el público español; al igual que el ensayo de Ortega y Gasset El amor en Stendhal (1927) despertó el interés hacia el opúsculo que el autor había dedicado al tema. Además, las reseñas o comentarios de críticos y escritores como Enrique Díez–Canedo, Edmundo González Blanco, Mauricio Bacarisse o Enrique Gómez Carrillo desempeñaron un papel importante en el proceso de recepción. Fue declarado gran novelista, maestro del psicologismo, capaz de conectar con los lectores de unas y otras épocas; en sus comentarios hay una importante dosis de ímpetu ensalzador, reflejo de la buena acogida que por entonces se le estaba ya brindando en Francia. En todo caso, hay que añadir que en España los índices de popularización de sus obras se evidenciaron más que por la publicación de relevantes estudios (excepción hecha de trabajos como el de Ortega), por el aumento de traducciones en editoriales de amplia difusión: Sopena, Mundo Latino o Calpe.
En el ámbito catalán los años 20 y 30 fueron también favorables a la publicación de autores franceses, entre los que figuró Stendhal. El movimiento modernista veía en dicha actividad una manera de demostrar que la europeización era un hecho, y la lengua catalana, verdaderamente una lengua de cultura. Entre los traductores de Stendhal figuran los nombres de Tomàs Garcés (Vanina Vanini; B., Antonio López, 1924), Just Cabot (El roig i el negre; Badalona, Proa, 1930), Sebastià Juan Arbó (L’abadessa de Castro; B., Quaderns Literaris, 1934) y Antoni Solans (Els Cenci; B., La Rosa dels Vents, 1938). El notable proceso de difusión se vio truncado por la Guerra Civil española y el mercado editorial iberoamericano tuvo que desempeñar entonces un papel fundamental abasteciendo a las bibliotecas particulares españolas de libros censurados en la posguerra. A la situación de censura en España conviene imputar el que la primera traducción de las Obras completas del autor, a cargo de Consuelo Berges, apareciera en 1955 en la editorial Aguilar de México.
Pese a todo, desde la década de los 40 hasta el año 1983, fecha del bicentenario del autor, no dejaron de aparecer traducciones al castellano de sus obras, incluso en la inmediata posguerra, aunque la realidad sociopolítica no ayudara. Con posterioridad y hasta nuestros días, la editorial Alianza se ha encargado de ir dando a la luz los distintos títulos de la producción completa del novelista traducidos por C. Berges. También, de entonces a hoy, importantes editoriales y traductores se han sumado con éxito a dicha labor. Recordemos, entre otros nombres, los de Antonio Vilanova (La cartuja de Parma y El rojo y el negro; B., Círculo de Lectores, 1964 y 1965), Emma Calatayud (Rojo y negro; B., Bruguera, 1980 y luego M., Cátedra, 1985), Carlos Pujol y Tania Bermúdez–Cañete (La cartuja de Parma y Rojo y negro en un volumen de Obras; B., Planeta, 1971, con numerosas reed.), Juan Bravo Castillo (Vida de Henry Brulard, M., Alfaguara, 1988; Rojo y negro, M., Espasa Calpe, 1991, reed. 2012; Recuerdos de egotismo, B., Cabaret Voltaire, 2008), María Teresa Gallego (Narraciones y esbozos, 2010 y Rojo y negro, 2014, ambas en B., Alba), Juan Díaz de Atauri (Rojo y negro, B., RBA, 2008 y M., Gredos, 2012).
Han aparecido también en época reciente títulos menos frecuentes, como el Diario (un volumen con los años 1801–1805), traducido por Olga Novo al castellano (Oviedo, KRK, 2015) y al gallego (Noia, Toxosoutos, 2014); el ensayo De un nuevo complot contra los industriales, vertido por Daniel Buzón (M., Sequitur, 2013) o la Vida de Mozart, obra de José M.ª Borrás (M., Casimiro, 2017). También han aparecido varios volúmenes de relatos de viajes, extraídos de obras más amplias, como El síndrome del viajero: diario de Florencia y Londres, traducidos por Elisabeth Falomir y publicados por Gadir (Madrid) en 2011; o Milán por Pedro Emilio Coll (Casimiro, 2018).
En catalán se han publicado varias traducciones, debidas a Pere Gimferrer (La cartoixa de Parma; B., Edicions 62, 1981), Joan Carles Asins (La duquessa de Pagliano; Valencia, Rotgle, 1994), Xavier Pericay (Cròniques italianes; B., Destino, 2003), Ferran Toutain (El roig i el negre; Destino, 2004, reed. 2010) y Palmira Feixas (Vanina Vanini; B., Ara Llibres, 2015). Asimismo se cuenta con versiones al euskera por Jon Muñoz Otaegi (Sparmako kartusia; Irún, Alberdania, 2007), y al gallego por Germán Palacios (A cartuxa de Parma, 1995) y Antonio Pichel (Vermello e negro, 1996), ambas publicadas por Galaxia (Vigo), así como por Paulo R. Ballesteros (Vittoria Accoramboni en Biblioteca Virtual Bivir).
Bibliografía
Lídia Anoll, «Les traduccions catalanes de l’obra de Stendhal» en M. À. Santa (ed.), Stendhal, Barcelona, Universitat de Barcelona, 1987, 165–168.
Inmaculada Ballano, Stendhal en España. Un siglo de recepción crítica 1835–1935, Bilbao, Universidad de Deusto, 1993.
Ramón Esquerra, «Stendhal en España. 1835–1935», Revue de Littérature Comparée 16 (1936), 552–577.
Francisco Lafarga, «Contribución a un catálogo de traducciones españolas de las obras de Stendhal. Años 1940 a 1983» en M. À. Santa (ed.), Stendhal, Barcelona, Universitat de Barcelona, 1987, 169–180.
Anne–Marie Reboul, «Introducción» en Stendhal, La Cartuja de Parma. Trad. de F. J. Calzada, Madrid, Cátedra, 1995, 9–78.
Inmaculada Ballano
[Actualización por Francisco Lafarga]