Epicteto

Epicteto (Hierápolis, ca. 50–Nicópolis, 125/130)

Filósofo griego estoico, representante de la nueva Stoa imperial, discípulo de Musonio Rufo. De sus enseñanzas (Diatribas), que redactó su discípulo Arriano de Nicomedia, sólo se han conservado la mitad, así como una versión abreviada (Manual), también debida a Arriano, y una serie de fragmentos transmitidos principalmente en gnomologías. Más moralista o educador que filósofo en sentido estricto, sus enseñanzas, centradas en la ética, concretamente en la importancia de la voluntad y de la correcta elección personal en aquello que al hombre le ha sido dado controlar (sustine et abstine), en el marco de un ordenamiento cósmico presidido por la divinidad, han ejercido gran seducción a lo largo de los siglos, como ya hicieran desde su escuela de Nicópolis (Epiro). Con gran coherencia y equilibrio aúnan tres herencias filosóficas: socrática, cínica (idealizada) y estoica. Dichas enseñanzas han sido ampliamente transmitidas y traducidas, sobre todo en la versión resumida del Manual, objeto también, en griego, de un comentario del neoplatónico Simplicio (siglo VI) y más tarde de una paráfrasis cristiana medieval. En los tiempos modernos, su redescubrimiento, junto con el del estoicismo, se produjo sobre todo en la Italia del siglo XVI. Traducciones latinas como la de Nicolò Perotti y Angelo Poliziano (Bolonia, 1450 y 1497) contribuyeron a su difusión, y su influencia se hizo patente en los llamados «humanistas cristianos», entre ellos Ignacio de Loyola.

En España, la personalidad emblemática de Séneca oscureció un poco quizás la influencia de Epicteto, pero esta se dejó sentir también en el Renacimiento: el dominico Luis de Granada lo cita o se hace eco de sus enseñanzas en sus sermones y tratados ascéticos (por ejemplo, Guía de pecadores, 1556), y en 1555 se publica en Salamanca una edición (griego–latín) de las Diatribas y del Manual, al cuidado de Jacobo Ferando, en la imprenta de Alejandro Cánova. Sin embargo, la personalidad más influyente en este resurgir de Epicteto fue el flamenco Justo Lipsio, protestante convertido al catolicismo y padre del estoicismo cristiano (neoestoicismo), que se afanó en cristianizar al filósofo. Los católicos se convirtieron de hecho en traductores del Manual bajo la influencia de Lipsio, y fue sobre todo en el siglo XVII cuando la filosofía de Epicteto se estableció en España, por obra de tres insignes discípulos de aquel, que tradujeron el Manual del griego al castellano siguiendo la misma tendencia cristianizadora: Francisco Sánchez de las Brozas, Gonzalo Correas (profesores de griego en Salamanca) y Francisco de Quevedo. De fecha algo anterior a 1630 consta una traducción inédita de Alvar Gómez de Castro (conservada en la B. Nacional de España, ms. 9227), realizada sobre la latina de Poliziano cotejada con un texto griego muy deficiente y con Simplicio.

El Brocense, autor de la primera traducción castellana publicada (Salamanca, 1600; hay ed. moderna en Badajoz, Diputación Provincial, 1993, de Luis M.ª Gómez Canseco), tradujo el griego buscando siempre la claridad y fiel al mensaje, pero de modo bastante libre en la forma. Su colega Correas se lo recriminó y publicó su propia traducción (Salamanca, 1630), que utiliza como ejemplo gramatical, más concisa y apegada al original, que a veces corrige. Por su parte Quevedo, insatisfecho con ambas traducciones, realizó la suya, en realidad una paráfrasis en verso (Madrid–Barcelona, 1635). Más allá de una fidelidad filológica, persigue el agrado del lector, y no rehúsa tergiversar a veces las ideas del original con el objeto de incrementar su interés. En la misma centuria se cuenta una traducción anónima (atribuida a Antonio Brum) comentada sobre el modelo de Simplicio, pero siempre en la misma línea cristianizadora (Bruselas, 1672). Y se ha conservado manuscrita otra traducción al castellano del Manual, atribuida por Menéndez Pelayo a Pedro de Rúa, activo en la centuria anterior, aunque la atribución es dudosa (B. Nacional de España, ms. 7806).

Asimismo, de un discípulo del Brocense, Pedro de Valencia, nos ha llegado el testimonio manuscrito de una traducción al castellano de las Diatribas, concretamente el capítulo IV 5 (B. Nacional de España, ms. 11160; ed. de José María Nieto Ibáñez, León, Universidad de León, 2008), especialmente interesante por tratarse de una traducción del texto de las Diatribas propiamente dichas y no del Manual. De este destaca más tarde la edición bilingüe griego–castellano de José Ortiz y Sanz (Valencia, Benito Monfort, 1816, aunque realizada en 1798). En cambio, se divulgaron otras muy dudosas, a menudo del francés, como las que publicaron Enrique Ataide y Portugal (M., Aznar, 1802), Antonio Zozaya (M., Angulo, 1884) y Juan B. Bergua (M., Ediciones Ibéricas, hacia 1930). En realidad, hubo que esperar hasta la segunda mitad del siglo XX para contar en España con excelentes traducciones estrictamente filológicas del Manual: en catalán, por Joan Leita (B., Laia, 1983); en castellano, por José Manuel García de la Mora (B., Anthropos, 1991), Reyes Alonso García (M., Civitas, 1993) o Paloma Ortiz García (M., Gredos, 1995); y también (en castellano) de las Diatribas por Pablo Jordán de Urríes (B., Alma Mater, 1957–1973; texto griego y fragmentos) y por P. Ortiz García (M., Gredos, 1993).

 

Bibliografía

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Pedro Pablo Fuentes González