Homero

Homero (siglos VIII a. C.–VII a. C.)

Poeta griego. Según la mayoría de las fuentes antiguas, Homero compuso la Ilíada y la Odisea. También se le atribuía una colección de himnos a dioses y un poema burlesco titulado Batracomiomaquia («Guerra entre las ranas y los ratones»), así como un poema sobre el necio Margites y otros poemas épicos, de los que conservamos fragmentos mínimos o meros resúmenes. Algunos eruditos antiguos, en cambio, sostenían que la Ilíada y la Odisea son de autores distintos. Ambos poemas son productos de la tradición oral épica en la Grecia arcaica. Fueron compuestos en algún lugar de la costa oriental del mar Egeo o en una isla próxima entre 725 y 700 a. C.

La historia de su traducción en Occidente comienza con la versión de la Odisea al latín de Livio Andrónico (ca. 240 a. C.), que inaugura la literatura latina. La primera traducción conservada –ruda y pedestre, verbo ad verbum– de la Ilíada y de la Odisea al latín es de Leoncio Pilato (1362). El Omero romançado o Sumas de la Ilíada de Homero de Juan de Mena (ca. 1442) es en realidad una versión de la Ilíada latina, poema latino del siglo I d. C. que resume parte de la Ilíada. El autor del Libro de Alexandre ya había parafraseado (estrofas 335761) esta Ilias Latina, a veces atribuida a Pindarus Thebanus. La primera versión conservada a una lengua vernácula, titulada Ilíada en romance, se atribuye a Pedro González de Mendoza, hijo del primer marqués de Santillana. Redactada entre 1446 y 1452, abarca los cantos i–iv y x, traducidos al latín por Pier Candido Decenbrio (13991447), y ix (222–605), traducido al latín por Leonardo Bruni entre 1422 y 1424. Gonzalo Pérez, secretario de Felipe II, elaboró la primera traducción completa conservada de la Odisea con el título de Ulyxea (Amberes, 1556; edición revisada en Venecia, 1562), en endecasílabos blancos. Juan de Lebrija Cano hizo una versión de la Ilíada en endecasílabos libres poco antes de 1630 (original inédito en la Real Biblioteca). Vicente Mariner de Alagón hizo traducciones de la Ilíada, de la Odisea, de la Batracomiomaquia y de los Himnos homéricos. Los manuscritos de todas, excepto de los cinco primeros cantos de la Ilíada, traducidos entre 1620 y 1622, se conservan en la Biblioteca Nacional de España. A Félix Fernando de Sotomayor se atribuye una Ilíada inédita en octavas reales realizada entre 1745 y 1748 (B. Nacional de España, ms. 8227 y 8228). La versión latina de la Ilíada (Homeri Ilias Latino carmine expressa, Bolonia, 1776 y, con correcciones, Roma, 1788) del jesuita Francisco Javier Alegre, emigrado a Italia tras la expulsión de los jesuitas de México, fue la primera publicada por un erudito nacido en Latinoamérica. Su traducción latina de la Batracomiomaquia se editó en México, en 1889.

Dejando aparte otras traducciones parciales, la primera traducción íntegra de la Ilíada publicada en castellano es de Ignacio García Malo (M., P. Aznar, 1788), en endecasílabos libres, salvo los dos últimos de cada estrofa, que tienen rima. Sobre ella Menéndez Pelayo escribió: «el intérprete llevaba en su nombre la sentencia». La primera traducción, inédita y no conservada, de los Himnos homéricos fue de José Antonio Conde. En 1831 (M., Imprenta Real) José Gómez Hermosilla publicó su versión de la Ilíada, la más influyente en el siglo XIX, que sigue la preceptiva neoclásica y se atiene a la interpretación de Homero como poeta culto. La traducción fue considerada «una joya filológica» por Menéndez Pelayo y bien valorada por Juan Valera. Según el traductor, «está hecha con la más escrupulosa fidelidad, sin haberme tomado otra licencia que la de suprimir los epítetos de pura fórmula o notoriamente ociosos». La mayor parte de las demás versiones homéricas del siglo XIX son de la Odisea. La de Mariano Esparza (Los trabajos de Ulises, México, 1837), en octavas reales, amplifica, omite y es grandilocuente. Antonio de Gironella y Aygual publicó otra, seguramente indirecta, en endecasílabos libres (B., T. Gorchs, 1851). Francisco Estrada Campos realizó antes de 1868 una de la Ilíada en endecasílabos, que quedó inédita. José Narciso del Campillo elaboró en 1870–1871 una traducción en prosa de Ilíada i–ix, inédita (B. Nacional de España, ms. 20030). Ricardo Canales publicó una versión indirecta en prosa de la Odisea con frecuentes paráfrasis (B., Gorchs, 1878).

La primera versión completa de la Ilíada al catalán, en prosa, es de Conrad Roure (B., L. Domènech, 1879), que tradujo la francesa de P. Giguet (1857). Otras traducciones catalanas de la Ilíada en la misma época son de J. Montserrat i Archs, de la que se publicaron fragmentos del canto xviii en el Anuari Català de 1875; de Antoni Bulbena i Tusell, de la que solo se publicaron fragmentos; y de Miquel Victorià Amer (1887), que también tradujo la Odisea. Federico Baráibar y Zumárraga, que tradujo también otras obras clásicas y modernas, publicó en endecasílabos libres la versión castellana de la Odisea más influyente del siglo XIX (M., L. Navarro, 1886). Una traducción de la Batracomiomaquia elaborada por Genaro Alenda y Mira sigue la de Baraíbar de la Odisea.

Las primeras traducciones de Homero publicadas en España en el siglo XX fueron las elaboradas en prosa por Luis Segalá Estalella: la Ilíada en 1908 y la Odisea en 1910 (ambas en B., Montaner y Simón). En 1927 el mismo traductor editó versiones renovadas junto con las demás obras atribuidas a Homero (reimpresas en diversas editoriales), sustituyendo los nombres propios basados en formas latinas por calcos de las formas griegas y presentando los discursos de los personajes según la convención habitual en las ediciones de obras teatrales. Sus traducciones fueron las más influyentes y copiadas en el siglo XX. También publicó una versión al catalán de Ilíada i en 1930 y una nueva más literal de Ilíada i–iii (bilingüe) en 1934. El uso de la prosa respondía al cambio estético desde el neoclasicismo y a la preferencia por la exactitud y la literalidad frente al ornato, según preconizaba el poeta parnasiano Leconte de Lisle en sus versiones francesas en prosa. La primera traducción de los Himnos homéricos publicada en castellano fue de Josep Banqué Faliu (B., La Académica, 1909–1910). Las traducciones catalanas en verso de Joan Maragall (Himnes homèrics; B., L’Avenç, 1913) y de Carles Riba (Odissea; B., Editorial Catalana, 1919; nueva versión, B., Societat Aliança d’Arts Gràfiques, 1948), en hexámetros acentuales, son obras capitales de la literatura catalana. De 1913 (De l’art vell y de l’art nou. Poesies completes; Reus, La Veu del Camp) es la versión de parte del canto xvi de la Ilíada de Artur Masriera Colomer, en endecasílabos catalanes agrupados en quintillas. Algo posterior es la de Josep Maria Llovera, que tradujo al catalán quince cantos de la Ilíada (Sabadell, Acadèmia Catòlica, 1975).

Buena parte de las traducciones homéricas publicadas en España durante el primer tercio del siglo XX copia y vulgariza las de Leconte de Lisle o de Segalá. Las del primero fueron vertidas al castellano para la editorial Prometeo de Valencia, promovida por Vicente Blasco Ibáñez, por Germán Gómez de la Mata (Ilíada, 1915) y por Nicasio Hernández Luquero (Odisea, Himnos homéricos, Epigramas, La Batracomiomaquia, 1916). Hacia 1910 Gustavo Vivero publicó una traducción de la Odisea basada en la de Leconte de Lisle. Manuel Vallvé elaboró versiones de la Ilíada (B., Ibérica, 1919) y de la Odisea (B., Ibérica, 1929) sobre las de Leconte de Lisle y de Segalá. Otras se deben a Alejandro Bon (Ilíada; B., Costa, 1932), sobre la de Segalá; y a Juan B. Bergua (Ilíada y Odisea, Batracomiomaquia, Himnos, Epigramas; M., J. B. Bergua, 1932), sobre las de Segalá y de Hermosilla, que alcanzó numerosas ediciones. Manuel Jiménez Aquino publicó en 1913 una traducción del Himno homérico a Afrodita.

Varias versiones castellanas publicadas en América durante la primera mitad del siglo XX son obra de clérigos profesores o poetas y escritores, que coincidieron en preferir el verso. Guillermo Jünemann, sacerdote chileno de origen alemán, tradujo y publicó la primera versión editada en América de la Ilíada en endecasílabos blancos (Concepción de Chile, 1902). La cubana Laura Mestre (18671944) publicó la traducción de un fragmento de Ilíada e hizo una traducción del primer canto de la Odisea y de la Ilíada, que se conserva manuscrita en el Instituto de Literatura y Lingüística de La Habana. Lucio A. Lapalma, jesuita argentino, tradujo la Ilíada en octavas reales (Buenos Aires, ca. 1925). Leopoldo Lugones, pretendiendo apoyar la construcción de la identidad nacional argentina sobre los valores de la literatura clásica, publicó en varios libros aparecidos entre 1915 y 1928 lo que constituye una antología de la Ilíada y de la Odisea en series de alejandrinos con rima de los versos pares y de los impares entre sí. El jesuita Leopoldo López Álvarez publicó una edición con traducción de la Ilíada, de la Odisea y de los Himnos homéricos (Pasto, 1937) en endecasílabos blancos de cuño neoclásico. Alfonso Reyes publicó una versión de Ilíada i–ix en alejandrinos rimados en pares (Aquiles agraviado; México, 1951), en la que no ofrece un «traslado de palabra a palabra, sino de concepto a concepto». Rafael Ramírez Torres incluyó en su Épica helena–posthomérica (México, 1963) la primera traducción castellana de fragmentos de épica arcaica.

Las versiones homéricas realizadas en España entre 1935 y 1976 muestran gran variedad de concepciones. José María Aguado presentó su traducción de la Ilíada (M., V. Suárez, 1935) como una epopeya dramática en cuatro jornadas. La versión, literal y en versos de dieciséis sílabas, utiliza arcaísmos propios de la épica medieval castellana. Así, los patronímicos griegos son traducidos con sufijos españoles correspondientes (Peliaz, Atrédez). Montserrat Casamada (Ilíada; B., J. Gil, 1944) se basa en la de Segalá, lo mismo que Fernando Gutiérrez, que compuso versiones de la Odisea (1951) y la Ilíada (1953), ambas publicadas por J. Janés de Barcelona, en versos de dieciséis sílabas con cuatro dáctilos interiores y espondeos al principio y al final. Antonio González Laso dio versiones rítmicas de Odisea vii y xii (en la revista Estudios clásicos, 1952 y 1954). Daniel Ruiz Bueno publicó una traducción de la Ilíada en prosa rítmica (M., Hernando, 1956), destinada a sustituir a la de Gómez Hermosilla. Las de Emiliano Aguado (Ilíada; M., Edaf, 1964), Felipe Ximénez de Sandoval (Odisea, Batracomiomaquia, Himnos; Edaf, 1967) y Vicente López Soto (Ilíada; B., Sopena, 1969; Odisea; B., Ramón Sopena, 1976) tuvieron gran difusión. Francisco Sanz Franco publicó una edición bilingüe de la Ilíada (B., Avesta, 1971, 1985), que denomina antropológico–cultural.

A partir de 1970, la extensión del uso literario del catalán y del gallego estimuló la publicación de traducciones de los poemas homéricos en esas lenguas. Manuel Balasch realizó una versión de la Ilíada (B., Selecta, 1971) en hexámetros acentuales catalanes y una edición bilingüe de los Himnes homèrics con versión poética catalana (B., Curial, 1974); Miquel Peix, una Ilíada (B., Alpha, 1978) en hexámetros acentuales catalanes; y Evaristo de Sela, A Ilíada en gallego (Santiago de Compostela, Consello da Cultura Galega, 1990). En los últimos años han aparecido nuevas traducciones catalanas de Joan Alberich i Mariné (Ilíada, 1996; Odissea, 1998, ambas en B., La Magrana) y de Monserrat Ros i Ribas, Ilíada i–xii (B., F. Bernat Metge, 3 vols. 2005, 2007 y 2009) y el texto completo en 2019 (Martorell, Adesiara).

Desde 1975 hasta hoy se han editado nuevas versiones directas al castellano, elaboradas por filólogos, algunos de los cuales son también poetas; todas pretenden ser literales y exactas. José Luis Calvo editó una buena traducción de la Odisea (M., Editora Nacional, 1976) en prosa, que añade nexos entre las unidades narrativas para dar un aire de historia o de cuento al relato épico. Alberto Bernabé publicó una ajustada traducción de los Himnos homéricos. La Batracomiomaquia (M., Gredos, 1978) y de los Fragmentos de épica griega arcaica (Gredos, 1979). José Manuel Pabón, autor de varias ediciones críticas de autores clásicos, publicó traducciones de varios pasajes homéricos en prosa y de Odisea vi en verso en su Homero (B., Labor, 1947), versiones de otros pasajes en Estudios clásicos y, sobre todo, póstumamente, de la Odisea (Gredos, 1982). Traduce a un verso que denomina imitación bárbara del hexámetro, que consta de cinco sílabas acentuadas, cada una seguida de dos sílabas átonas excepto la última, que está seguida de una sola sílaba átona. Luis Alberto de Cuenca publicó en la revista Poesía (1985 y 1992) esmeradas versiones de Ilíada i y ii. Cristóbal Rodríguez Alonso elaboró una traducción literal de la Ilíada en prosa (M., Akal, 1989). Antonio López Eire realizó una excelente versión de la Ilíada (M., Cátedra, 1989) en endecasílabos y heptasílabos blancos, a veces con rima, combinados a discreción. Emilio Crespo Güemes publicó una versión de la Ilíada (M., Gredos, 1991) en prosa con arcaísmos léxicos, en la que cada línea de texto equivale casi sin excepción a un hexámetro, disposición que permite representar la forma tipográfica de los versos del original, obtener una correspondencia topográfica con el original y destacar las repeticiones formularias y los encabalgamientos de sentido. Luis Miguel Macía Aparicio en colaboración con José García Blanco (volúmenes I y II) y con Jesús de la Villa Polo (volumen IV) fue coautor de una meritoria edición bilingüe de Ilíada en cuatro volúmenes (M., CSIC, 1991, 1998, 2009 y 2013) con excelente traducción elaborada con principios semejantes a los de Crespo y mayor rigidez.

La de Agustín García Calvo en versos de dieciséis sílabas en series de rima asonante (Zamora, Lucina, 1995) intenta causar en el lector una impresión análoga a la que los versos homéricos producían a los griegos de época clásica, por lo que adoptó formas artificiales, arcaicas y marginales, ausentes del español contemporáneo, e inventó construcciones y combinaciones. Rubén Bonifaz Nuño (Ilíada, México, 1996–1997) también presenta la traducción de cada hexámetro en una línea. Está en prosa rítmica, procura traducir cada palabra griega por una española y crea muchos compuestos, como «hierelejos» y «ojiluciente», para traducirlos del griego. M.ª Antonia García Velázquez publicó una versión en prosa de los Himnos homéricos. Batracomiomaquia (Akal, 2000). José B. Torres Guerra, que había editado y traducido el Himno homérico a Deméter (Iruña, Eunsa, 2001), publicó una buena versión en prosa de los Himnos homéricos (Cátedra, 2005). La traducción editada más reciente de la Odisea es de Carlos García Gual (M., Alianza, 2005), literal, en prosa y con excelente estilo. La traducción de la Ilíada de Óscar Martínez García (Alianza, 2010) también está en grata prosa. La más reciente es de F. Javier Pérez y forma parte de su edición bilingüe de la Ilíada (M., Abada, 2012). En líneas generales, las traducciones españolas de Homero hasta comienzos del siglo XX trataron de emular y recrear la belleza del original y acercar la Ilíada y la Odisea al gusto y a la retórica coetáneos, mientras que las publicadas desde el siglo XX buscan la interpretación exacta e intentan conducir al lector hacia los poemas homéricos, incluso preservando lo que resulta extraño en el original.

 

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Emilio Crespo