Píndaro (520/518 a. C.–ca. 440 a. C.)
Poeta griego, máximo representante de la lírica coral. Se han conservado, en códices transmitidos desde la Antigüedad, sus odas dedicadas a los vencedores en los juegos panhelénicos de Olimpia, Delfos, Nemea y Corinto: Olímpicas, Píticas, Nemeas e Ístmicas. También compuso otros tipos de poesía coral, como partenios, trenos, himnos o ditirambos, de los que sólo se conservan fragmentos.
Desde el siglo XVI contamos con traducciones al castellano de algunas de sus poesías, aunque habrá que esperar a finales del siglo XIX para tener una versión completa de todas las odas y a finales del XX para que se publiquen también traducciones de los fragmentos. La historia de la traducción de su obra en España comienza con la valiosa versión que hizo de la Olímpica I fray Luis de León (ca. 1575). Se ha podido establecer sobre qué edición griega trabajó Fray Luis (la publicada en Amberes por Ch. Plantin en 1567) y de qué versiones latinas se ayudó (especialmente la de Juan Lonícero, 1535). Esa misma oda fue también vertida al castellano, de nuevo en verso, por Bartolomé Leonardo de Argensola, «Canción de Leonardo, traducida de Píndaro», publicada por José Manuel Blecua en 1945 en su edición del Cancionero de 1628. El siglo XVII conoció alguna versión pindárica más, pero en ningún caso de extensión. Sólo contamos con la traducción de los versos 1–9 de la Olímpica X y los versos 86–88 de la Olímpica II por Pedro de Valencia en la Carta a don Luis de Góngora en censura de sus poesías, fechada en Madrid a 30 de junio de 1613.
Ya en el siglo XVIII, pero al límite del mismo, se publicaron dos traducciones de las Olímpicas. La de Francisco Patricio de Berguizas es una edición bilingüe, abundantemente anotada, en la que, aunque el autor afirma en el prólogo que –hasta donde sabe– es el primero en atreverse a poner en verso castellano todas las odas de Píndaro, lo que incluye el volumen es la traducción de las Olímpicas más la Nemea II: Obras poéticas de Píndaro en metro castellano con el texto griego y notas críticas (M., Imprenta Real, 1798). Por su parte, los hermanos José y Bernabé Canga–Argüelles publicaron ese mismo año otra versión de los mismos poemas en Obras de Píndaro traducidas del griego en verso castellano (M., Sancha, tomo I). Debía de ser éste el primero de cuatro tomos con todas las odas, pero fue el único que se publicó con las Olímpicas. Ambas versiones pueden ser criticables por las amplificaciones y por algún que otro error; sin embargo, tienen el valor de ser traducciones serias y anotadas y de haber visto la luz en un siglo en el que Anacreonte era el poeta griego más conocido e imitado y en el que la moda se inclinaba por un estilo bucólico, además de anacreóntico, muy alejado del pindárico. Se tiene también noticia, por el testimonio de Juan Sempere y Guarinos, de la traducción de varias odas por Cándido María Trigueros, no localizadas.
En el siglo XIX aparecen, por fin, traducciones castellanas de todas las odas. La más conocida es la de Ignacio Montes de Oca Odas de Píndaro traducidas en verso castellano (M., Luis Navarro, 1883). Esta traducción fue reeditada en varias ocasiones. El traductor señala en el prólogo las numerosas ediciones del texto griego que manejó, además de las versiones latinas e inglesas que consultó. Otra traducción, menos difundida, fue la de Albino Mencarini, diplomático español de origen italiano, que vio la luz póstumamente con prólogo de Ida Pierotti, viuda del traductor, y agradecimientos a Menéndez Pelayo: Odas de Píndaro (B., La Renaixensa, 1888).
En ese mismo siglo se publican también traducciones parciales, como la de las odas Olímpicas de Ángel Lasso de la Vega incluida en el volumen Antiguos poetas griegos. La Musa Helénica (M., Perlado, Páez y Compañía, Sucesores de Hernando, 1884). Esta versión, rimada y plagada de errores, está hecha con bastante seguridad a partir de otras traducciones y no de un original griego. Además, Pelayo Briz publica la traducción de la Olímpica IV en la revista Lo Gay saber (1869) y Marcelino Menéndez Pelayo incluye la Olímpica XIV, con el título de «A Asópico Orcomenio vencedor en el estadio» en Estudios poéticos (M., Imprenta Central, 1878).
A lo largo del siglo XX se publican numerosas traducciones de calidad de todas las odas, aparte de versiones de los fragmentos y de odas sueltas. En cuanto a traducciones completas, contamos con las de Agustín Esclasáns, Píndaro. Himnos triunfales. Con odas y fragmentos de Anacreonte, Safo y Erina (B., Iberia, 1946); Pedro Bádenas de la Peña y Alberto Bernabé, Píndaro. Epinicios (M., Alianza, 1984, reed. por Akal, 2002); Alfonso Ortega, Píndaro. Odas y fragmentos (M., Gredos, 1984); Emilio Suárez de la Torre, Píndaro. Obra completa (M., Cátedra, 1988); Josep Alsina Clota, Epinicios. Píndaro (B., PPU, 1988). De entre ellas, la de Alfonso Ortega y la de Suárez de la Torre incluyen, además de las odas, los fragmentos.
En cuanto a las traducciones parciales, sin fecha, pero muy probablemente en 1910, se publicó en la colección «Biblioteca de autores griegos y latinos» el volumen Píndaro. Las Olímpicas. Oda I (M.–Lisboa, Victoriano Suárez–Livraria Nacional e Estrangeira). Incluía, además del texto griego, la traducción castellana en prosa de Francisco Barjau Pons, la castellana en verso de fray Luis de León y una traducción al catalán de Joan Maragall, muy alabada por Manuel Fernández–Galiano, el cual publica Píndaro. Olímpicas (M., CSIC, 1944), en versión bilingüe, con una segunda edición revisada en 1956. Joan Ferraté publica una traducción de la Pítica I en la revista Cuadernos Hispanoamericanos 93 (1957) y José María Díaz–Regañón traduce la misma oda, «Primera Pítica: traducción en verso libre», en Estudios Clásicos 58 (1969). En la década siguiente Francisco de P. Samaranch presenta Olímpicas (M., Aguilar, 1967). Finalmente, Carlos García Gual, en su Antología de la poesía lírica griega (Alianza, 1995) incluye una traducción de la Olímpica I y de las Píticas I, IV y VIII.
En lengua catalana, aparte de la ya mencionada de Joan Maragall de la Olímpica I, Carles Riba vertió odas sueltas, publicadas en diferentes revistas literarias (Catalunya, La Revista y Almanac de la Poesia): en 1913–1914 la Pítica XII y las Olímpicas IV, V, VI, XII y XIV, y en 1917 las Olímpicas X y XI. Joan Triadú tradujo Les Olímpiques (B., S. Salvadó, 1953), reeditadas por la Fundació Bernat Metge en dos tomos (Olímpicas I–v, 1957 y Olímpicas VI–XIV, 1959) en edición bilingüe. Finalmente, una traducción completa es la de Manuel Balasch: Epinicis. Odes triomfals de l’olimpisme clàssic. Obra completa, con ilustraciones de Josep M. Subirachs (B., Edicions del Mall, 1987). Esta traducción es la misma que retoma la Fundació Bernat Metge en 1993 continuando la serie comenzada con las traducciones de Triadú y duplicando así las Olímpicas: tomos III, Olímpiques I–XIV; IV, Pítiques I–XIII y V, Nemees I–XI, Ístmiques I–IX; en 1994 se añadió el tomo VI con Fragments.
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Marta González González