Muratori, Ludovico Antonio

Muratori, Ludovico Antonio (Vignola, 1672–Módena, 1750)

Escritor y erudito italiano, la más sólida y fecunda figura de la Ilustración y gran renovador de los estudios históricos. De familia modesta, se formó en Módena con los jesuitas, se ordenó presbítero y accedió a los estudios eruditos de la mano del benedictino B. Bacchini. Después de unos años en la biblioteca Ambrosiana de Milán, pasó a Módena como bibliotecario del duque de Este, cargo que ocupó el resto de su vida, dedicada a las grandes y modélicas recopilaciones de fuentes para la historia italiana y a la redacción de varias obras sobre poética (el interés dominante de su juventud, a raíz del encuentro en Milán con Carlo Maria Maggi), moral, política, historia, religión y derecho. Enemigo de las formas más exteriores de religiosidad, veía claramente que los deberes de honradez intelectual del historiador no podían ser desatendidos por preocupaciones apologéticas. Esto le acarreó una fuerte oposición por parte de los ambientes más conservadores, pero jamás tuvo que abdicar de sus postulados gracias a su irreprochable conducta eclesiástica y humana, y al apoyo del papa Benedicto XIV.

Tenía un buen conocimiento de la literatura española, y en su tratado Della perfetta poesia italiana (1706), donde propugna la nueva estética antibarroca, en contra de Bouhours y otros literatos franceses argumenta que no era España la causa de la difusión del «mal gusto» del siglo XVII, sino que éste representaba un lastre común a las tres grandes literaturas (francesa, española e italiana) del sur de Europa. Por otra parte, ya en las Riflessioni sul buon gusto (1708–1715) empieza a asomar ante la cultura española una cierta perplejidad, que irá aumentando cuanto más se profundicen y especialicen los estudios históricos y filológicos del autor, aunque nunca compartió el desprecio preconcebido por España y lo español de cierto enciclopedismo a la francesa.

A lo largo del siglo XVIII se tradujeron en España varias obras de Muratori, a partir de la Devoción arreglada del cristiano por Miguel Pérez Pastor (M., Joaquín Ibarra, 1763; reed. en 1776 y 1783). Le siguieron Fuerza de la humana fantasía por Vicente M.ª de Tercilla (M., Manuel Martín, 1777), traductor asimismo de Ventajas de la elocuencia popular (J. Ibarra, 1780) y, más adelante, de Defectos de la jurisprudencia (M., Viuda de Ibarra, 1794); de 1780 es la traducción de la Filosofía moral declarada y propuesta a la juventud por Antonio Moreno Morales (Joaquín Ibarra; reed. en 1787 y 1790), mientras que las Reflexiones sobre el buen gusto en las ciencias y en las letras, en versión de Juan Sempere y Guarinos, aparecieron en 1782 (M., Antonio de Sancha). A éstas conviene añadir la versión de Pascual Arbuech y Escoto de La pública felicidad objeto de los buenos príncipes (M., Imprenta Real, 1790), y la del Tratado del gobierno político de la peste y el modo de precaverse de ella, sin nombre de traductor (Zaragoza, F. Magallón, 1801).

Las traducciones castellanas de Muratori representan un conjunto coherente topológica y cronológicamente. En efecto, todas, con excepción del folleto sobre la peste, se restringen al siglo XVIII: después Muratori dejó de traducirse (asimismo se redujo drásticamente la presencia en las bibliotecas españolas de las ediciones decimonónicas de sus obras latinas e italianas); dejó de ser el escritor del día, el polemista admirado y controvertido, y no interesaba en España. Otro dato llamativo es que todas las traducciones fueron póstumas y publicadas a bastante distancia de sus originales: está claro que Muratori fue traducido a partir del clima de apertura cultural que caracterizó el reinado de Carlos III. Este hecho explica también la oposición que la obra de Muratori encontró en España, sobre todo en medios eclesiásticos conservadores; pero no impidió que los textos originales de Muratori ejercieran, incluso con anterioridad, un amplio influjo en los sectores más punteros de la innovación, como demuestran los casos bien estudiados de Mayans, quien no llegó a publicar su traducción de la Filosofía moral; de la Poética de Luzán (que le debe mucho al Della perfetta poesia, obra jamás traducida al castellano), y del derecho. Un estado de opinión contrario a los jesuitas fue tal vez la causa de que no se tradujera Il Cristianesimo felice nelle missioni dei padri della Compagnia di Gesù nel Paraguay (1743), obra que sin embargo no dejó de conocerse en España.

Los paratextos de las traducciones revelan el trasfondo en el cual se realizaron. Los traductores se apresuran a celebrar al autor, declaran con no acostumbrada exactitud la edición italiana sobre la que trabajan, reivindican el favor que el papa demostró al erudito italiano y llegan a afirmar que sólo a sus fallos involuntarios se podrá atribuir el aparente distanciamiento del pensamiento del escritor, tal como ha quedado aprobado por la romana Congregación del Índice. Todo ello indica que la operación de publicar en España una obra de Muratori podía levantar ampollas, lo cual explica también las libertades que los traductores se tomaron ante el texto que traducían y la necesidad de adaptarlo a la realidad peninsular. También la traducción de las Riflessioni realizada por Sempere y Guarinos «sin atenerse al original con una timidez escrupulosa» es muy libre, aunque en este caso el traductor demuestra una asimilación profunda de las ideas de Muratori y sus objetivos: según anuncia el prefacio, se omite toda la primera parte (de corte más teórico), y en la segunda son también muy frecuentes las supresiones, los comentarios añadidos, las nuevas referencias a una realidad española (en particular en el Discurso sobre el gusto de los españoles en la literatura), el debate ideal entre el autor y su traductor.

 

Bibliografía

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Giuseppe Mazzocchi (†)