Plinio el Joven

Plinio el Joven (Como, ca. 61–Bitinia, ca. 112)

Escritor latino, llamado en realidad Gayo (o Lucio) Cecilio Segundo. Fue adoptado por su tío Plinio el Viejo, pasando a llamarse G. Plinio Cecilio Segundo. Prosperó en la vida pública por el favor de Domiciano, Nerva y Trajano. Hacia 110–112 ejerció el gobierno de Ponto–Bitinia, donde murió. Se rodeó de un destacado círculo cultural que incluía a Frontino, Marcial, Suetonio y Tácito. De su producción se han conservado el Epistolario y el Panegírico de Trajano. Entre sus obras perdidas se cuentan tres libros de poemas, en la tradición del epigrama y la elegía, y unos quince discursos, sobre todo judiciales. Los libros I–IX del Epistolario fueron publicados por el propio autor y recogen una selección de cartas escritas entre 96–97 y 108–109. A este corpus se añadió póstumamente el libro X, que contiene las misivas intercambiadas con Trajano desde Ponto–Bitinia. El Panegírico es la versión reelaborada del discurso de agradecimiento que pronunció en el Senado al entrar en función como cónsul (año 100). Su principal modelo y objeto de emulación fue Cicerón. En el siglo II, el Epistolario influyó en la correspondencia entre Frontón y sus discípulos: Lucio Vero y Marco Aurelio. Lo citan Tertuliano, san Jerónimo, Símaco, el Epitome de Caesaribus de Sexto Aurelio Víctor, Orosio, Macrobio, Sidonio Apolinar y Ennodio; y en la Edad Media: Eginardo de Selignenstadt, Raterio de Verona, el Florilegium Angelicum y Vicente de Beauvais. Entre los humanistas lo apreciaron Dante, Petrarca y Poliziano. Se imprimió por vez primera en Venecia en 1471. Por su parte, el Panegírico se convirtió de inmediato en un modelo en su género: lo imitaron Dión de Prusa y los Panegyrici Latini (siglos III–IV); y lo citan la Historia Augusta y las Institutionum disciplinae de Isidoro de Sevilla (siglos VII–VIII). No se tienen luego más noticias hasta que en 1433 se descubrió en Maguncia un manuscrito de la obra, que se editó en Milán en 1476 o 1482.

En la cultura española la influencia de Plinio el Joven (o el Mozo o el Menor) ha sido escasa. El Panegírico es citado elogiosamente por Hortensio Félix Paravicino en sus Oraciones evangélicas y panegíricos funerales; por Baltasar Gracián en su Agudeza y arte de ingenio; por Francisco Javier Eugenio Santa Cruz en La Ciencia Blancardina, y por José Francisco de Isla en Fray Gerundio de Campazas. Menos admirativos se muestran Francisco de Miranda en su Diario de Moscú y Petersburgo, Juan Pablo Forner en Los gramáticos. Historia chinesca y Ramón Campos en De la desigualdad personal en la sociedad civil. Referencias al Epistolario (en especial a las epístolas VI,16 y VI,20, sobre la erupción del Vesubio), mucho más apreciado, hay en El Lazarillo de Tormes (1540), que cita, quizás a través de la Primera parte de las diferencias de libros que ay en el universo (1540) de Alejo Venegas, un adagio de la epístola III,5, que se lee asimismo en los Coloquios de Palatino y Pinciano de Juan de Arce de Otálora; en el Recibimiento que hizo la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla a Felipe II de Juan de Mal Lara; en la Historia natural y moral de las Indias de José de Acosta; en la Vida del padre Baltasar Álvarez de Luis de la Puente; en las Pláticas sobre las Reglas de la Compañía de Jesús de Gil González Dávila; en el tratado Pictor Christianus eruditus de Juan Interián de Ayala; en la continuación de la Historia de la Villa imperial de Potosí de Bartolomé Arzans de Orsúa y Vela por parte de su hijo Diego; en Fray Gerundio de Campazas del P. Isla; en la Rhetorica de Gregorio Mayans; en la Vida de Carlos III del conde de Fernán–Núñez; en la carta–prefacio de las poesías de Gaspar M. de Jovellanos; en la Correspondencia de Juan Meléndez Valdés; en el Viaje a Italia de Leandro Fernández de Moratín; en el Viaje al Vesubio del duque de Rivas; en Rafael Calvo y el teatro español de Clarín; en España y Portugal y en la Correspondencia de Juan Valera; en las Riquezas peruanas de Modesto Basadre; en los Errores en materia de educación y de instrucción pública de Eduardo Benot y Rodríguez. Además, en el Jardín de flores curiosas, Antonio de Torquemada se inspiró en la carta sobre los fantasmas (VII,27), como lo hizo también María de Zayas en Desengaños amorosos; y en Doña Perfecta, Benito Pérez Galdós incluyó a «ambos Plinios» entre los autores de la biblioteca del canónigo de Orbajosa. En fin, en Inundación Castálida Juana Inés de la Cruz atribuye a Plinio un pasaje de la Historia Augusta, y en La planta nueva o el faccioso. Historia natural Mariano José de Larra confunde a Plinio el Joven con el Viejo.

Francisco de Barreda dio la primera traducción castellana del Panegírico en 1622 (Madrid), en una versión cristianizada. Este texto fue reimpreso en 1787 y pasó a la Biblioteca Clásica (M., Vda. De Hernando), donde se publicó en 1891 (con reed. en 1917), junto con la primera traducción del Epistolario, a cargo de Francisco Navarro. Entre 1927 y 1932 Marçal Olivar realizó una versión catalana para la Fundació Bernat Metge de Barcelona, y fue el primero en hacer preceder sus traducciones de una introducción de un buen nivel científico y en indicar el texto latino que tomaba como base de éstas. En la segunda mitad del siglo XX, el Panegírico conoció otras dos traducciones castellanas, a cargo de Álvaro d’Ors (M., Instituto de Estudios Políticos, 1955) y Víctor–José Herrero (M., Aguilar, 1963; reimpresa en 1969), la primera elaborada sobre criterios científicos más sólidos, con un buen aparato de notas al texto y más fiel al latín.

Ya en el siglo XXI Plinio el Joven se ha beneficiado de cuatro excelentes traducciones al castellano, fieles al original y de alto nivel científico: dos del Panegírico, una por Daniel López–Cañete (en el volumen Marco Ulpio Trajano, emperador de Roma, Sevilla, Junta de Andalucía–U. de Sevilla, 2003) y una edición bilingüe preparada por Rosario Moreno dentro de la colección «Alma Mater» (M., CSIC, 2010), con amplia introducción y abundantes notas, aunque, en algunas ocasiones, la traducción reproduce quizá con excesiva dureza el estilo braquilógico del original. También se cuenta con una traducción del Epistolario, a cargo de Julián González Fernández (M., Gredos, 2005); y una de ambas obras, por José Carlos Martín (M., Cátedra, 2007), con apéndices sobre los personajes citados y la civilización romana. Paralelamente ha aparecido una antología bilingüe del Epistolario a cargo de Francisco García Jurado (El Vesubio, los fantasmas y otras cartas; Cátedra, 2011).

 

Bibliografía

Francisco García Jurado, «La carta de Plinio el Joven sobre los fantasmas (Plin. 7,27,5–11) releída como relato gótico», Exemplaria 6 (2002), 55–79.

Ana González–Rivas & Jack Mircala, «Plinio el joven y la imagen del fantasma en la ilustración literaria del siglo XIX» en M. Aguirre Castro, C. Delgado Linacero & A. González–Rivas (eds.), Fantasmas, aparecidos y muertos sin descanso, Madrid, Abada, 2014, 267–292.

Birger Munk Olsen, «Les classiques latins dans les florilèges médiévaux antérieurs au XIIIe siècle», Revue d’Histoire des Textes 9 (1979), 47–121; reimpr. en B. Munk Olsen, La réception de la littérature classique au Moyen Age (IXeXIIe siècle). Choix d’articles publié par des collègues à l’occasion de son soixantième anniversaire, Copenhague, Museum Tusculanum Press, 1995, 145–224.

Ana Piñán Álvarez, «La reescritura de la carta sobre los fantasmas de Plinio el Joven en la narrativa aurisecular», Cuadernos CANELA 30 (2019), 37–49.

 

José Carlos Martín
[Actualización por Pere Fàbregas]