Ponge, Francis

Ponge, Francis (Montpellier, 1899–Le Bar–sur–Loup, 1986)

Poeta francés. En su obra, marcada por los grandes interrogantes de su tiempo, ha tomado partido por las cosas, explorando el mundo de los objetos silenciosos que rodean al hombre. Ahora bien, pese a esa singularidad, su biografía revela puntos de contacto con importantes movimientos poéticos, como el surrealismo en sus años de juventud o el grupo Tel Quel, que reconoció en él un precursor en los años 1960. Pero no sólo toma partido por las cosas: como él mismo dice, tiene en cuenta también el lenguaje. Así, la indagación en busca de la «cualidad diferencial» del objeto desemboca a menudo en una red múltiple e inestable de similitudes y analogías que integra una dimensión lúdica y gozosa del lenguaje, consignándose a veces el proceso de escritura, con sus borradores y variantes. Tampoco le resulta ajeno lo humano, como corroboran sus años de compromiso político o los tintes transgresores y críticos con el orden social que toman a veces sus poemas. Finalmente, es también autor de ensayos, sobre la poesía y la pintura fundamentalmente, que nos revelan algunas claves de su experiencia poética.

Aunque no toda la obra de Ponge ha sido traducida al castellano, sí lo han sido sus títulos de poesía más importantes: Le parti pris des choses, La rage de l’expression, Pièces, Le savon y La fabrique du pré. Se dispone incluso, a veces, de varias traducciones de toda o parte de una misma obra; es el caso, en particular, de la que es, tal vez, la más emblemática, Le parti pris des choses, traducida por Alfredo Silva Estrada (De parte de las cosas; Caracas, Monte Ávila, 1968), por Miguel Casado (Tomar partido por las cosas en La soñadora materia, B., Galaxia Gutenberg–Círculo de Lectores, 2006) y, parcialmente, por Waldo Rojas en su Antología (Concepción, Lar, 1991), sin olvidar las traducciones de poemas sueltos por otros autores en antologías de poesía francesa o revistas literarias, tanto españolas como sudamericanas.

Los ensayos también han sido parcialmente traducidos en los últimos años, en particular la recopilación titulada por el poeta Méthodes, con dos versiones sudamericanas editadas curiosamente en la misma fecha, una completa de Silvio Mattoni (Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2000) y otra parcial de Silvia Pratt (México, Universidad Iberoamericana, 2000). Las letras sudamericanas fueron las primeras en traducir Ponge al español: en revistas, comenzando por Jorge Luis Borges en Sur (1947), en antologías de poesía francesa, como las dispuestas por Raúl Gustavo Aguirre y Javier Sologuren, en 1974 y 1975 respectivamente, así como la primera traducción de una obra completa (De parte de las cosas, por A. Silva Estrada).

Desde mediados de los años 1970 las traducciones se han sucedido a ambos lados del Atlántico, ya sea con poemas sueltos en revistas literarias y antologías, ya sea en obras completas, como es el caso de El jabón, vertido por T. Garín (Valencia, Pre–Textos, 1977), de Piezas por Diego Martínez Torrón y Mercedes Monmany (M., Visor, 1985; reed. 2006), de La rabia de la expresión por M. Casado (B., Icaria, 2001), poemario luego incorporado, junto a Tomar partido por las cosas y La fábrica del prado en el mencionado volumen de Galaxia Gutenberg–Círculo de Lectores de 2006. También se han editado en catalán los libros El partit pres de les coses traducido por Joaquim Sala–Sanahuja con prólogo de Josep Carner (B., Edicions del Mall, 1987; nueva ed. B., Días Contados, 2009), y El sabó en versión de Ramon Girbau (Días Contados, 2010).

La abundancia de estas traducciones, algunas incluso en vida del autor, así como el relieve literario de muchos de sus traductores, son la prueba manifiesta de que ha interesado a escritores y lectores en lengua española y catalana, tanto por la singularidad de su universo poético como por sus reflexiones sobre la poesía, el lenguaje y, en definitiva, pese a su atracción por las cosas, sobre el hombre y la sociedad. Traducirlo es un desafío, no solo por la precisión y los tecnicismos de su léxico, sus juegos de palabras, su fina ironía o su complicada sintaxis. Ha supuesto un reto para los traductores el hecho de que el autor explore los objetos a partir de una lengua concreta, en este caso el francés, o llegue incluso a explorar ambos universos a la vez: el de las cosas y el de una lengua, esta última con todo su espesor en ocasiones, desde la etimología hasta los modismos. Se agudiza el desafío cuando Ponge tiene en cuenta el significante, incluso escrito, para establecer relaciones entre el signo y el objeto, y proceder así a su indagación.

Los traductores han desarrollado sus estrategias ante estas dificultades. Pueden señalarse a este respecto la equilibrada y aguda traducción de Silva Estrada, la amplitud y precisión de las anotaciones de W. Rojas en la única antología de Ponge traducida hasta la fecha, así como, finalmente, la extensa versión de M. Casado, que, con unas aclaradoras anotaciones reducidas a lo imprescindible, destaca por su precisión y creatividad. Todo esto hace de las traducciones de Ponge un terreno abonado para el estudio contrastado de las estrategias y creatividad de los traductores frente a lo difícil de traducir o, llanamente, intraducible.

 

Evelio Miñano
[Actualización por Francisco Lafarga]