Tobío Fernández, Lois (Viveiro, 1906–Madrid, 2003)
Político y traductor en lengua castellana y gallega, que evolucionó desde el mundo del galleguismo y la diplomacia al de la traducción. Ejerció la actividad consular al servicio del Gobierno de la II República y se incorporó al gabinete del ministro Álvarez del Vayo durante la Guerra Civil; muy comprometido con la defensa de la identidad de Galicia, militó en el Partido Galeguista y participó en el proceso de redacción del primer Estatuto de Autonomía; todo ello, unido a un talante generoso y abierto a la recepción de otras culturas y conocimientos. En la posguerra, obligado al exilio, residió en varias capitales de América Latina, hasta su regreso a España en 1963 para instalarse en Madrid. Fue cofundador del Seminario de Estudos Galegos (1923), entidad que lideró la investigación en la Galicia de la época; en su estancia en Berlín por motivos de estudio (1929), trabó amistad con los españoles Francisco Ayala y Felipe Fernández Armesto, así como con el alemán Hermann Heller, teórico del Estado social de derecho. Dicha estancia marcó su personalidad y algunas de sus aficiones: la música, el canto, las artes plásticas y las lecturas de los poetas románticos y malditos de la literatura francesa. Su formación en leyes le valió para ejercer el periodismo, especialmente en Uruguay, y prestar atención a diversos campos del saber, ya fuera la investigación histórica (gozan de prestigio sus estudios sobre el conde de Gondomar, embajador de Felipe III en Inglaterra), el ensayo (ya sobre poetas gallegos como Pondal o acerca de los vínculos entre Rousseau y la doctrina del nazismo) o la traducción poética.
A partir de 1944 la traducción empezó a tener espacio propio y creciente entre las múltiples actividades culturales, políticas y profesionales de Tobío. Su primera traducción fue La vida de Grecia de Hill Durant (Buenos Aires, 1945), que continuó con otros volúmenes de la Historia Universal promovida por la Editorial Sudamericana. Se comprometió también con la traducción literaria poniendo en castellano obras de Ralph Roeder, Heinrich Mann, HermannHesse y James Purdy, que fueron muy bien recibidas por la crítica y por autores como Borges y Bioy Casares. Una obra especialmente clave en su labor traductora fue la Teoría del Estado de Hermann Heller, publicada en México por el Fondo de Cultura Económica (1942), que tuvo numerosas reimpresiones y se ha convertido en manual de referencia para profesores y estudiantes.
Como traductor al gallego, Tobío trabajó la versión de importantes obras de la literatura europea: Nai Coraxe e os seus fillos de Bertold Brecht (Sada, Ediciós do Castro, 1987), varios poemas de John Keats, Baudelaire, Verlaine y René Laporte para la antología Poesía inglesa e francesa vertida ao galego, publicada en Buenos Aires en 1949, que hizo con Plácido Castro y Florencio Delgado Gurriarán. Algunas de estas traducciones fueron premiadas en 1946 por la Federación de Sociedades Gallegas de Argentina. Hasta 1980 no volvió a publicar traducciones; ese año apareció su versión al gallego de los Sonetos a Orfeo de Rainer M. Rilke (Sada, Ediciós do Castro), y en 1997, la de Fausto de Goethe (Santiago de Compostela, Laiovento), que mereció el premio de Traducción Plácido Castro 2002.
Aunque Tobío deambuló a lo largo de su dilatada trayectoria vital por diversos campos y desempeñó destacados papeles en acontecimientos de relevante significación (el I Congreso de la Emigración Gallega, la edición de la primera Historia de Galicia o la constitución del Consello de Galiza en el exilio), cabe señalar que la traducción no constituía para él un dominio menor, y era muy consciente de la dificultad de llevar a cabo una buena versión literaria. Por otra parte, se debe señalar su condición pionera como traductor en la etapa de posguerra, junto a P. Castro y F. Delgado Gurriarán, en una literatura con escaso número de traducciones. Considerándose un mediador entre lenguas y culturas, las traducciones al gallego le servían de contrapeso a las traducciones al castellano, que el autor realizaba fundamentalmente por motivos económicos. Algunas de sus traducciones las denominaba «versiones» para significar el esfuerzo cultural de adaptación de determinados términos al uso del gallego, alentando la inclusión de expresiones gallegas a fin de que el texto pudiera llegar mejor al público al que va destinada la obra. Sin perder fidelidad al texto de origen, sus versiones ganan en proximidad y logran una mejor integración en la realidad cultural gallega.
Su interés por la traducción es consecuencia de sus inquietudes culturales, aunque tiene su origen en esa concepción que desarrolló en sus primeros años, cuando participó de la idea de que «la voz de Galicia tiene que oírse en el mundo y las del mundo en Galicia», como señala en el prólogo de la antología citada, facilitando carta de ciudadanía a lo extranjero. Su labor traductora ha sido, pues, muy fecunda y guiada no sólo por la huella de su azarosa vida, sino también por un compromiso, el universalismo que tiene su origen y destino más allá del propio hecho cultural.
Xulio Ríos