Lenguas, enseñanza y traducción en el siglo XX: ámbito inglés
Alberto Lombardero Caparrós (CESAG–Comillas)
Introducción1
La Restauración de la monarquía constitucional (con la Constitución de 1876), «inspirada en […] la transacción entre fuerzas políticas opuestas» (Puelles 1989: 13), no se quebrará hasta 1923 (en que Miguel Primo de Rivera proclama la dictadura), pero su sustitución definitiva no se produce hasta la instauración de la II República en 1931. Los acontecimientos posteriores son de sobra conocidos: guerra civil, dictadura de Franco y regreso a la monarquía constitucional con la Constitución de 1978.
El movimiento regeneracionista que surge a finales del siglo XIX tiene su manifestación en el terreno de la enseñanza de las lenguas vivas con la llegada a España de una corriente pedagógica intuitiva y activa, un «mayor desarrollo de las enseñanzas de aplicación» y una limitación de los estudios clásicos (Plan de Estudios de 20.7.1900, en Utande 1964: 357). En cuanto a estas lenguas, se estudia el francés en 3.º y 4.º curso, e inglés o alemán en 5.º y 6.º, y se destaca de nuevo su orientación práctica:
No hay necesidad de consignar hasta qué punto debe ser práctico el trabajo de estudiarlas. La lectura correcta, la traducción y la redacción corrientes deben ser el objeto principal, y si además en las clases se acostumbran desde el primer día Profesores y alumnos a ir gradualmente empleando el lenguaje, resultará la tarea provechosa y el éxito cierto. (cit. en Utande 1964: 359–360)
El espíritu renovador dura poco y se interrumpe muy rápidamente: en el capítulo de las lenguas vivas, una modificación de 1903 (R. D. de 6 de noviembre) elimina la segunda: de este modo el francés pasa a ser la única lengua extranjera que se enseña en el sistema escolar dependiente del Estado, si bien otras lenguas (normalmente el inglés) eran enseñadas en algunos establecimientos (Escuelas de Comercio y Escuelas Industriales, por ejemplo: véase el Reglamento de 16.12.1910), o bien en algunas ramas técnicas, desgajadas de los estudios de Bachillerato. El influjo del Método Directo, que excluía la traducción como procedimiento didáctico, solo tendrá incidencia en instituciones privadas, o bien en la Escuela Central de Idiomas de Madrid (creada por R. O. de 1.1.1911; véase Fernández Fraile & Suso López 1999: 261–275). A título de ejemplo, en el cuestionario de las Escuelas Industriales (R. D. de 16.2.1910, los mismos que en las Escuelas de Comercio), se señala que, para el 1.º curso, se estudiarán las partes de la oración, unas nociones de sintaxis y «ejercicios prácticos de traducción»; el 2.º curso, por su parte, se destinará a «conversación, correspondencia con los alumnos de las Escuelas similares extranjeras».
Los planes de estudio siguientes aportarán pocas novedades, y las voces críticas acerca del calamitoso estado de la enseñanza de idiomas es España son numerosas, así: «El Estado se limita a mantener una apariencia de enseñanza en los Institutos (dos años de francés, un año de inglés o alemán) y Escuelas de Comercio. ¿Quién ignora empero, que nadie aprende a hablar y escribir correctamente una lengua en esos Centros?» (Castro 1921: 120).
La influencia de tal opinión general en las regulaciones legislativas comienza a dejarse sentir, y diversas disposiciones legislativas manifiestan una mayor preocupación por la enseñanza de los idiomas: se publica un nuevo Plan de Estudios (en 1926), que mantiene el francés en los tres cursos del Bachillerato elemental, y reintroduce el inglés, alemán o italiano en los dos cursos del Bachillerato universitario; se instauran Institutos de idiomas en cada Universidad (R. D. 18.2.1927), obteniéndose un título de bachiller en idiomas; se crean cinco cátedras de Lenguas y Literaturas modernas (francés, inglés, alemán, italiano y portugués) en la Universidad Central (R. O. 15.9.1927); se publica un Cuestionario de Lenguas vivas en 1927 para el Bachillerato, que pretende modernizar su enseñanza. En el caso del francés, oficializa el método ecléctico, propugna un método activo, admite la traducción y mantiene los textos «de las obras maestras de la literatura francesa» como culminación del aprendizaje. En cuanto al inglés, se limita a indicar, para el primer curso, que se deben acompañar las lecciones «de ejercicios prácticos», y que «la traducción debe comenzar una vez conocidas las líneas generales de la conjugación»; para el segundo curso, «además de los temas [gramaticales] de que ya se ha hablado, habrá un libro de traducción, que no debe ser muy extenso, con trozos de los principales autores ingleses, precedidos de un resumen biográfico de cada autor».
La República inicia una importante labor legislativa en el terreno educativo. Se crean las secciones de Filología Moderna (francés, inglés), en las Universidades de Madrid y Barcelona (D. 15.9.1931 y D. 19.9.1932) y se publica en 1934 un nuevo Plan de Estudios de Bachillerato; no obstante, la guerra civil detiene tal impulso renovador. El franquismo derogará toda la obra legislativa republicana y promoverá una educación nacional–católica (férreamente establecida en los diferentes planes de estudio: 1938, 1953–1957), reafirmando los valores del «humanismo clásico» y añadiéndoles un fuerte componente de nacionalismo cultural, de moral religiosa y de patriotismo. Las secciones de Filología Moderna no quedaron restablecidas hasta 1954 (D. 9.7.1954, en Salamanca y Madrid; O. 22.8.1955, en Barcelona). El título de Licenciado en Filología Moderna «será reputado como mérito para todos los cargos docentes relativos a idiomas modernos y para los de intérprete y traductor de los mismos» (preámbulo del Plan de Estudios, en Monterrey 2003: 65).
El Plan de Estudios de 1938 (Ley Reguladora de los estudios del Bachillerato de 20.9.1938) mantiene dos lenguas obligatorias en el Bachillerato, pero establece una opción entre francés/italiano en los tres primeros cursos (1.º a 3.º); y una opción inglés/alemán en los cuatro cursos siguientes (4.º a 7.º); ahora bien, al ser «obligatorio el estudio del alemán o el italiano, a elección», si se elige el francés como primer idioma, el alemán queda como única opción en el bachillerato superior. Primera y segunda lengua poseían un tratamiento horario de tres horas por semana; pero, al establecerse una clase de repaso del «idioma latino elegido» (una hora en cada curso, de 4.º a 7.º), el primer idioma resulta beneficiado. Se mantiene en cualquier caso un prejuicio con respecto de las lenguas extranjeras: según consta en la O. de 31.9.1940 «estas materias no provocan gran tensión psico–física» y no sirven para formar la inteligencia, o desarrollar las facultades de razonamiento y de abstracción. Se les asigna así un horario improductivo de la jornada escolar, relegándolas a la tarde.
El Plan de Estudios de 1953 (Ley de Ordenación de la Enseñanza Media de 26.2.1953) reduce el Bachillerato a seis cursos, convirtiendo el séptimo en curso «preuniversitario», y elimina sutilmente la segunda lengua, que solo puede cursarse si se ha aprobado el anterior con calificación de Notable y el centro dispone del profesorado necesario (ver Calle Carabias 1990: 277). Los alumnos deben elegir una lengua extranjera entre alemán, inglés, francés, italiano y portugués; en la práctica, la mayoría optará por el francés. El horario por semana se reduce (dos horas en 3.º, tres en 4.º, 5.º y 6.º; el Plan de 1957 introduce el idioma extranjero en el «Preu», con cuatro horas).
La llegada de los métodos audiovisuales revoluciona por completo de la enseñanza de las lenguas vivas en la década de los 60: se excluye el estudio de la gramática explícita, se propugna un acceso directo a la lengua extranjera (mediante la asociación de la imagen y del sonido), y por tanto se descarta la traducción como técnica de comprensión. La Ley General de Educación (1970) supuso un importante impulso a la enseñanza de los idiomas vivos, con una ampliación significativa del horario, tanto en la EGB como en el BUP. Los métodos nocionales–funcionales, a partir de finales de los años 70, permiten recuperar una enseñanza reflexiva, pero condenan de nuevo a la traducción. Por ello, en el presente capítulo, solo podremos referirnos a autores y a manuales de enseñanza hasta los años 60: el ejercicio de traducción, en sus variadas modalidades, desaparece de los manuales, sin que ello quiera decir que la traducción desaparezca por completo como procedimiento metodológico, ya que seguirá practicándose como técnica de comprensión del texto extranjero y de expresión oral o escrita (traducción mental de la frase enunciada en lengua materna). Limitamos así nuestro estudio al contexto de la enseñanza secundaria, puesto que los objetivos didácticos (o funciones) asignados a la traducción han cambiado (véase Lavault 1985) y, por otra parte, al objetivo comunicativo de la enseñanza del idioma se añade el conocimiento del sistema gramatical tanto de la lengua materna como de la lengua meta, como indica acertadamente F. Grellet: «la traduction est une des meilleures façons d’aborder l’étude comparative du système linguistique des deux langues» (1991: 204).
La enseñanza del inglés
El nuevo paradigma científico en el panorama de la enseñanza de idiomas de finales del siglo XIX introducido por un grupo de reformadores dio paso, en el siglo XX, a una segunda generación de pioneros que, en el caso del idioma inglés, sentó las bases del ulterior avance en la didáctica de lenguas. El movimiento reformista del XIX surgió de la cooperación entre diferentes expertos europeos: Wilhelm Viëtor en Alemania, Paul Passy en Francia, Otto Jespersen en Dinamarca y Henry Sweet en Inglaterra, por citar sólo a los principales actores.
La segunda generación de reformadores nació de lo que se denomina el inner circle, o círculo interior, en la enseñanza del inglés como lengua extranjera o segunda. Es decir, del Reino Unido y de los Estados Unidos, desde las primeras décadas del siglo XX hasta bien entrado el siglo. Del Reino Unido cabe mencionar a Harold Palmer, A. S. Hornby y Michael West. Desde la otra orilla del Atlántico destaca la figura de Charles Carpenter Fries. Todos ellos contribuyeron a la consolidación de la creación de una nueva disciplina científica enfocada en la enseñanza de idiomas, nos referimos a la Lingüística Aplicada, el estudio científico aplicado a la enseñanza y aprendizaje de idiomas (Lombardero 2019: 113–118).
El desarrollo tecnológico también contribuyó a la difusión y mejora de los contenidos didácticos. Un desarrollo iniciado a finales del XIX con la invención del fonógrafo y el gramófono, y ulteriores invenciones del siglo XX como el tocadiscos, el reproductor de casetes, el compact disc y el inicio de la era digital con la creación de internet como medio de comunicación a inicios de los años 90. Otros medios, en especial la radio y la televisión, sin olvidar a la industria del entretenimiento liderada por la cultura pop anglosajona a partir de los años 60, ayudaron a la difusión del aprendizaje de la lengua inglesa en la España postfranquista. Todos contribuyeron, en menor o mayor medida, a incrementar la difusión del interés por aprender lenguas extranjeras, el inglés en nuestro caso. Por otro lado, también es digno de mención el cambio de paradigma producido en la década de los 70 cuando el inglés pasó a ser la nueva lingua franca o lengua de comunicación internacional en detrimento del francés, el cual poseía tal distinción desde mediados del siglo XVII. Con ese nuevo estatus, era de esperar que la producción de manuales se disparara exponencialmente. Tanto fue así que España en los 90 se convirtió en uno de los principales mercados de consumo de manuales de inglés en Europa.
La segunda mitad del siglo XX testimonió la aparición de una miríada de métodos, todos ellos con la pretensión o promesa de ser el mejor. En un siglo marcado por dos guerras mundiales y guerras civiles, añadimos, metafóricamente hablando, la batalla por el mejor método en la enseñanza de idiomas. Batalla que se acrecentó en las décadas de los 60 y 70 con el surgimiento de diversas metodologías que pretendían haber encontrado el grial de la enseñanza de idiomas pero que resultaron ser unas propuestas efímeras. Hablamos de las metodologías alternativas al audio–lingualismo tales como Suggestopedia, Situational Approach y Total Physical Response.
En España y por ende en Europa, no será hasta le década de los 80 cuando la metodología comunicativa, o en su original inglés Communicative Language Teaching, heredera en parte de los principios didácticos de los reformadores del XIX y de la primera mitad del XX, se imponga como la principal metodología en la enseñanza de idiomas a nivel mundial y así sigue siéndolo hoy día.
La Lingüística y ciencias afines como la Psicología y la Sociología jugaron un papel fundamental con la aparición de diversas teorías del lenguaje que, como era de esperar, también ejercieron su influencia en la didáctica de lenguas, llegando incluso a convertirse en la base de algunos métodos de los cuales hablaremos más adelante. En definitiva, podemos concluir que el siglo XX revolucionó, incluso convulsionó, el panorama de la enseñanza y aprendizaje de idiomas desde que el Renacimiento hiciera un tanto lo mismo gracias al invento de la imprenta y la aparición de unos novedosos manuales políglotas llamados «manières de langage»2 surgidos de la necesidad de comunicación entre los comerciantes de los principales puertos europeos.
Llegados hasta aquí, echemos la vista atrás y veamos qué papel jugó la traducción en la vasta producción de manuales de inglés publicados en España en el siglo XX, sobre todo a partir de finales de los 60 y principios de los 70. Para ello, seleccionaremos una amplia muestra de manuales de inglés, sobre todo gramáticas y cursos de inglés. Así como avanzaba el siglo XX, el término ‘método’ como sinónimo de gramática cayó en desuso, ‘curso’ se afianzó a partir de los 60 principalmente y dominó la escena de la publicación de manuales de inglés en España a partir de los 80.
A estas alturas debemos preguntarnos qué papel jugó el uso de ejercicios de traducción en la susodicha batalla de métodos. A priori, con variada suerte según soplaran los vientos metodológicos. Ya vimos, en nuestro capítulo sobre el siglo XIX en esta misma obra, cómo la metodología directa auspiciada por el grupo reformista rechazaba, en gran medida, el uso de la traducción. ¿Seguiría esta tendencia en el XX o, por el contrario, la traducción vino para quedarse?
La traducción en los manuales del siglo XX
Dada la complejidad del siglo XX en términos de producción de manuales de inglés hemos decidido dividir este siglo en tres períodos desde una perspectiva meramente histórica desde el punto de vista español. Así, el primer período, de 1900 a 1936, finaliza con el inicio de la guerra civil española, un suceso que convulsionó la actividad cultural, educativa y social del país durante décadas. El segundo, de 1937 a 1970, inmerso en una dictadura político–militar que aisló al país del mundo exterior, aunque a partir de los 50 se empezó a vislumbrar una cierta apertura, aunque muy tímida. Por último, de 1971 a 1999, un período del que destacamos tres hitos que ampliamente contribuyeron a una mayor difusión del idioma inglés en España: la democratización de la enseñanza para todo el pueblo español, dejando atrás siglos de elitismo cuando sólo las clases pudientes accedían a ella, como así lo atestigua la Ley General de Educación de 1970. El nuevo estatus del inglés como lingua franca provocó un cambio de paradigma en los planes de estudios que, a partir de entonces y por primera vez en la historia, priorizaron el estudio del inglés sobre el francés, sobre todo a partir de la década de los 80. Finalmente, el boom editorial de manuales de inglés de las dos últimas décadas del siglo certifica la consolidación del idioma inglés como la primera lengua extranjera más estudiada por los españoles.
Pasemos a ver qué evolución tuvo el binomio traducción–enseñanza referido a la lengua inglesa, que a partir de ahora denominaré traducción didáctica, a lo largo de los tres períodos arriba mencionados.
Primer período: 1900–1936
A modo de síntesis, los manuales de inglés publicados en este período siguen en su mayoría el patrón del siglo anterior. Su contenido es todavía, por así decirlo, decimonónico. Los términos usados, gramática, método, curso, siguen vigentes y podemos afirmar que los ejercicios de traducción siguieron copando el nicho de ejercicios ofrecidos en dichos manuales. No obstante, existe un tipo de manuales que verá mermada su publicación hasta desaparecer por completo a partir de la segunda mitad de la década de los 40. Nos estamos refiriendo a los manuales de traducción. Se publicaron diez manuales, siete de los cuales dentro de nuestro período y los tres restantes en el siguiente período objeto de estudio. Los pertenecientes al primer período son:
Rafael Reyes Rodríguez. 1911. El traductor de inglés, Oviedo, Uría Hermanos.
Antonio Álvarez Aranda. 1915. Traductor de inglés con ejercicios prácticos y de conversación, Barcelona, Librería de Agustín Bosch.
Zacarías Herrero Segarra. 1919. Selección de temas y cartas familiares para traducir al español y retraducir al inglés, Zaragoza, Tipografía La Crónica de Aragón.
Victoriano Arenas. 1922. Trozos selectos y graduados de inglés con pronunciación figurada, Oviedo, Imprenta El Carbayón.
Fernando Díaz de Mendoza y Serrano. 1927. Trozos de lectura inglesa y cartas comerciales, Madrid, Tipografía Moderna.
José Casadesús. 1930. ¿Quiere usted hablar y traducir inglés?, Barcelona, Ramón Sopena.
Jesús Bentz López. 1931. Guía del traductor inglés con vocabulario, pronunciación figurada y aclaraciones gramaticales, Madrid, Tipografía Prensa Moderna.
Muy poco se sabe sobre los autores de estos manuales salvo la información que se adjuntaba en los títulos de sus obras. Entre ellos encontramos a Rafael Reyes, quien fue catedrático de Francés de Instituto, probablemente el autor con mayor formación lingüística de este grupo. Su Diccionario francés–español y español–francés de 1929 fue todo un éxito y se siguió publicando hasta la década de los 80. Reyes, sometido al régimen de depuración de la censura franquista, separado definitivamente del servicio docente en 1937 (véase la ficha correspondiente en López–Ocón et al. 2017). También es autor de una Gramática sucinta de lengua inglesa. Sistema Otto (Madrid, Sucesores de Hernando, 1910).
Antonio Álvarez Aranda fue catedrático de lengua inglesa en la Escuela de Comercio de Madrid. También escribió. junto a Carlos Ramspot, profesor de inglés de la Escuela Central de Idiomas, un primer y segundo curso de inglés. Por su parte, Zacarías Herrero fue profesor auxiliar de inglés en la Escuela de Comercio de Zaragoza. Fernando Díaz de Mendoza fue catedrático de inglés en la Escuela Profesional de Comercio de Sevilla, mientras que el presbítero José Casadesús fue catedrático de lengua inglesa en la Escuela de Comercio de Barcelona, y Jesús Bentz ocupó la misma plaza en las escuelas profesionales de comercio de Valladolid, Sevilla y Málaga. Todos ellos, excepto Victoriano Arenas, de quien no se ha podido recopilar ningún dato, fueron docentes–autores de manuales que ejercieron su actividad profesional en escuelas de comercio, salvo Reyes Rodríguez que lo fue de instituto. Las escuelas de comercio jugaron un papel fundamental en la enseñanza de idiomas modernos desde que fueron creadas a mediados del siglo XIX hasta su conversión en Escuelas Universitarias de Estudios Empresariales según la Ley General de Educación de 1970.
De todos estos manuales, el que tuvo mayor difusión, convirtiéndose en una especie de best seller a lo largo del tiempo fue, sin duda, el de Casadesús titulado ¿Quiere usted hablar y traducir inglés? (1930). La última edición de la que tenemos constancia es de 1959. El manual viene avalado por un informe de la Real Academia Española del 29 de diciembre de 1904, lo que indica que esta obra se publicó por primera vez a inicios de siglo.3 Originariamente, la obra se titulaba El inglés en tres cursos. Nuevo método para aprender inglés en tres meses, aunque se trata del mismo manual de la edición de 1930 tras comprobar que el contenido de ambos es el mismo. En breve volveremos sobre este manual.
Del resto de manuales de inglés, hemos encontrado un subgrupo que menciona los ejercicios de traducción en su subtítulo. Son cinco manuales que, al igual que los de traducción, fueron publicados entre la primera y tercera década del siglo XX. Ya se trate de una gramática, método o curso, todos ellos ponen de relieve la traducción didáctica como parte esencial, aunque constatamos que también la referencia a los ejercicios de traducción en los subtítulos dejó de usarse en los manuales de inglés a partir de los años 40 según nuestro corpus (Lombardero 2019: Appendix 1). Los libros, en cuestión son los siguientes: Elementos de lengua inglesa. Gramática, ejercicios de traducción, trozos de lectura, etc. de Ignacio González Cobos (Salamanca, Tipografía Calatrava, 1908); Lengua inglesa. Reglas razonadas para hablar, escribir y traducir con facilidad y corrección el inglés de John James (Barcelona, Herederos de Juan Gili, 1910); Gramática inglesa de Estanislao Domenech (Barcelona, Tipografía Católica Casals, 1912); Modern English Reader. Lecturas, anécdotas, trozos escogidos, traducciones, modismos, etc. (Barcelona, Editorial Massé, 1931), y Compendio de gramática inglesa y ejercicios de traducción de Gregorio Checa López (Talleres Gráficos El Noticiero, 1937).
De ellos, la Gramática inglesa del jesuita Estanislao Domenech fue uno de los manuales más publicados durante la primera mitad del siglo XX. Su tercera parte, denominada Temas (pp. 172–213), está dedicada exclusivamente a los ejercicios de traducción. Un total de ochenta ejercicios, cada uno de ellos precedido por un vocabulario L2–L1 y compuesto por frases sueltas en L2 en las primeras lecciones para pasar, en breve, a textos en L2 formados por frases en formato pregunta–respuesta. Con ellos, Domenech practica en primer lugar expresiones referentes a temas concretos como la edad, la fecha, la hora, etc., y, en segundo lugar, algunos puntos gramaticales de su libro (casos posesivos; nombres compuestos; el adjetivo; pronombre personal y relativo; To be hungry & Conjugación progresiva; conjugación pasiva y reflexiva; verbos impersonales, de obligación y otros; infinitivos y participios; adverbios; preposiciones y otras partículas).
El grupo restante de obras de este período no menciona los ejercicios de traducción ni en el título ni en el subtítulo de las mismas. No obstante, siguiendo la tradición del siglo anterior, la gran mayoría de autores incluyeron esos ejercicios en sus manuales.
Acabamos este período con la obra, antes referida, en tres tomos titulada El inglés en tres cursos. Nuevo método para aprender inglés en tres meses publicada por primera vez en 1904 o 1905, de José Casadesús. Esta obra sufrió cambios formales, en particular en su título, aunque no en su contenido. Su interés reside en que el primer volumen o curso está dedicado a la traducción, y resulta ser el único manual de nuestro corpus que dedica varias páginas –más que ningún otro– a tratar de la traducción y la tarea del traductor. Es lo más parecido a una teoría de la traducción didáctica. Rescatamos del olvido esta obra para conocer de primera mano las ideas lingüísticas de su autor sobre la enseñanza y aprendizaje del inglés y para constatar cómo la traducción fue uno de los ejes vertebradores de su pensamiento didáctico sin olvidar su éxito editorial que se alargó hasta la década de los 60.
En la portada del volumen, Casadesús ofrece su clave sobre lo que implica aprender un idioma con la siguiente cita: «Poca gramática y mucho diccionario debe ser la regla suprema para todo el que quiera aprender un idioma». A continuación, justifica el orden de aprendizaje empezando con la traducción: «El comenzar por el idioma escrito es más fácil y agradable, sobre todo si se cuida de que lo escrito, en vez de palabras muertas o palabras baladíes, contenga trozos de buenos autores, clásicos si es posible, que digan con galanura cosas bellas e interesantes» (Casadesús 1904: 8).
Más adelante, el autor pasa a resumir el contenido del volumen sobre traducción:
El tomo o parte I está compuesto por doce ‘trozos’ o breves textos literarios de buenos autores ingleses, con rudimentos de lectura y pronunciación, notas gramaticales y varios apéndices utilísimos al traductor […] en menos de un mes, un hombre de regulares facultades puede entender y traducir periódicos y libros ingleses, y tiene la mejor preparación para entrar en el estudio de los tomos siguientes. (Casadesús 1904: 9)
La obra iba dirigida a «hombres de regulares facultades» en una época donde un 60% aproximado de la población era analfabeta, si bien esa cifra iría en descenso así como avanzaba el siglo. Además, Casadesús expresa su convicción que se podía aprender el primer tomo en menos de un mes, como afirma su autor–profesor, lo cual no es un objetivo viable ni en esa época ni ahora. El siglo XX ahondó en una moda, a nuestro parecer esperpéntica y poco factible, ya iniciada en el XIX con autores como Paul Shipton, William Mountifield o Eduardo Benot, según la cual se podía aprender un idioma en un tiempo muy breve, en cuestión de meses o incluso días tal como sugerían las ediciones de bolsillo de los Métodos Robertson, muy populares en los años 30, editados por Sopena y presentaban el titulo ¿Quiere usted saber… en 10 días?, referido a distintos idiomas.
Retomando el hilo de la obra, el tomo dedicado a la traducción contiene lo que su autor anuncia en el prólogo. Tres partes dedicadas a la práctica de la traducción. La primera (pp. 1–101) está compuesta por 88 autores cuyos textos aparecen en L2 traducidos interlinealmente a L1 con amplias notas gramaticales y de pronunciación. Los autores de dichos textos son: Anna Laetitia Barbauld, Robert Dodsley, el conde de Chesterfield (Philip Dormer Stanhope), ¿Oliver Goldsmith?, Laurence Sterne, Edward Gibbon, Hugh Blair, Walter Scott, Edward Bulwer-Lytton, ¿Joseph Robertson? y Washington Irving.
La segunda parte (pp. 1–118) contiene los mismos textos de la primera, pero sin traducción interlineal ni notas gramaticales o de pronunciación para practicar la traducción inversa. Al final de esta parte Casadesús dedica unas páginas a la traducción en una sección llamada «Importancia de la traducción para acceder a la industria, las ciencias y comercio extranjero, para conocer los progresos extranjeros».4 Se trata de una apología de la traducción como actividad profesional no exenta de dificultades, como las «diferencias lingüísticas y de estilo entre autor y traductor entre los idiomas» que solo pueden ser resueltas por un buen traductor: «El traductor debería tener el nivel científico–literario del autor cuyas obras han de verterse al español». Cinco son los requisitos (pp. 137–138) que todo buen traductor ha de cumplir, según Casadesús:
1. Conocer a fondo y comparativamente los dos idiomas; 2. Conocer el asunto de la obra; 3. Tener a mano un buen diccionario (a favor de los ingleses; aconseja no confiar mucho en los diccionarios anglo–españoles que hay al uso); 4. Ir despacio y con cuidado. Leer atentamente cada período, y 5. Corregir y limar la obra. Concluido el trabajo, se vuelve a leer y corregir los lunares de fondo y forma.
Esta breve sección de pocas páginas (137–142) es lo más parecido a un tratado práctico de traducción encontrado en un manual de inglés del siglo XX. Tras los requisitos del buen traductor que acabamos de ver, Casadesús procede, en primer lugar, a establecer una nueva tipología de la traducción, con tres clases distintas de traducción:
Traducción literal es la que sujeta el sentido y á la letra todo cuanto permite la corrección del lenguaje. Debe emplearse al traducir documentos importantes y obras científicas. Es la traducción que conserva mejor, no solamente las ideas, sino también el estilo del original.
Traducción libre es la que, atendiendo al fondo de las ideas, se permite apartarse de la letra para dar más pulidez al estilo y amoldarlo al carácter del idioma. Es la traducción más propia de obras literarias, poesías, novelas, viajes, historias, etc. Una traducción de esta clase puede llegar á ser un monumento literario é inmortalizar al traductor.
Traducción libérrima es la que se permite, no sólo apartarse de la letra, sino también de las ideas secundarias. Más que traducción, esto es arreglo, refundición, perífrasis, compendio ó desarrollo de la obra. Esta clase de traducción se hace cuando el traductor cree que la obra así transformada será más del agrado público que en su estado nativo. (Casadesús 1904: 138)5
Estos son los tres tipos de traducción según Casadesús, que él denomina doctrinas y que, hasta cierto punto, vienen a resumir los tipos de traducción más al uso en aquella época. Finalmente, se concluye esta sección dedicada a la traducción con un caso práctico que denomina «Para ejemplo de estas doctrinas, pónese aquí el celebérrimo soneto de José Blanco White titulado night con las tres clases de traducción» (Casadesús 1904: 139). Llegamos así al final del primer tomo de Casadesús y de nuestro primer período que, como hemos visto, puede considerarse como la edad dorada de la traducción didáctica en España.
Segundo período: 1937–1970
A nivel internacional, este período sería clave para la evolución de la enseñanza y aprendizaje de idiomas que también afectaría a España. Un período que vio reducida la tasa de analfabetismo adulto a un 9% en 1970, la creación de los primeros departamentos o secciones de filología inglesa en Salamanca, Madrid y Barcelona a inicios de los 50, así como departamentos de Lingüística Aplicada. En este período se inician los esfuerzos del recién creado Consejo de Europa, antecesor de la actual Unión Europea, por mejorar la enseñanza de idiomas tal como se vería mucho más tarde plasmado en el Como European Framework of Reference for Languages de 2001. La irrupción de la metodología audiovisual para la enseñanza y aprendizaje de lenguas auspiciada por nuevos avances tecnológicos en el ámbito de la comunicación y el entretenimiento a partir de mediados de los 50 y su auge en los 60 supuso un revés al papel que, hasta entonces, había jugado la traducción en los manuales de inglés. Si bien aún se reeditaban algunos manuales pertenecientes al primer período, con ejercicios de traducción, los nuevos métodos, que daban mayor prioridad al aspecto oral de la lengua, dejaron de usar mayoritariamente los ejercicios de traducción. En definitiva, el final de este período supuso el ocaso de los ejercicios de traducción en los manuales de inglés. La traducción didáctica empezó a desaparecer con la llegada de las nuevas metodologías a partir de los 60.
Dado que durante este período la educación oficial seguía siendo de corte elitista, con un currículo de corte clasicista donde el método Gramática–Traducción tenía la hegemonía en la segunda enseñanza y Escuelas de Comercio, un nuevo fenómeno en el panorama de la enseñanza y aprendizaje de lenguas empezó a tomar posesión de la sociedad española. Aparte de la creación de nuevos centros de corte elitista como el Instituto Británico en Madrid y Barcelona en la década de los 40 y otros centros similares en décadas sucesivas, fue el sector privado el que espoleó y contribuyó a la difusión de la enseñanza y aprendizaje del inglés. Nos referimos a las academias de idiomas privadas, cuya pionera fue la Escuela Berlitz, fundada en Boston a inicios de la década de los 80 del siglo XIX. La Escuela Berlitz de España se fundó en Barcelona en 1904 y, en poco tiempo, nuevas sucursales abrieron por todo el territorio español, contando con unas 234 escuelas por todo el mundo en la década de 1940. Si bien ya existían algunas academias privadas, muchas veces fundadas por un único profesor, fue en este período que su crecimiento fue exponencial según avanzaba el siglo. Estas academias produjeron sus propios manuales de inglés por lo que supuso la entrada de aires renovadores debido al hecho de que, por ser iniciativas privadas, sus fundadores tenían completa libertad para innovar en el campo de la enseñanza y aprendizaje de idiomas. Los tiempos se encogen y la evolución en el campo metodológico se hace más rápida, la elección entre métodos se amplía y con ella la complejidad del fenómeno. Por ello, consideramos a este período como de transición. De decidido crecimiento del interés por el aprendizaje de la lengua inglesa si bien el francés continuaba siendo la primera lengua extranjera estudiada por la población española.
Hemos seleccionado diversas obras representativas de este período basándonos en su impacto social y editorial. Fueron algunos de los principales manuales con los que algunos de nuestros abuelos y abuelas aprendieron inglés. A través de ellos, observaremos la evolución de la traducción didáctica que, como ya hemos señalado, iría desapareciendo de los nuevos manuales publicados en España en este período.
En octubre de 1943 se publica la primera edición de Gramática inglesa práctica de Julio Llorens Ebrat, catedrático de lengua inglesa de la Escuela de Altos Estudios Mercantiles de Barcelona. La segunda edición, de 1944, incluye un prólogo escrito por Walter Starkie, director del Instituto Británico de Madrid, en el que se refiere al creciente interés de los españoles por la lengua inglesa: «In the last few years the study of English in Spain has advanced by leaps and bounds, and throughout the country there is a great need of a simple and practical method of learning the language» (Llorens 1944: prólogo).
Respecto a los ejercicios de traducción, la obra sigue un patrón parecido al resto de obras analizadas en el primer período. A partir de la quinta lección y hasta la vigésimo quinta, de un total de treinta y tres, Llorens introduce dos ejercicios de traducción por lección. El primero de traducción directa y el segundo de traducción inversa. A partir de la lección veinticinco, sólo hay un ejercicio de traducción directa compuesto por un texto conexo. Además, incluye una sección, Lectura y traducción (pp. 177–194), compuesta por diversos textos literarios de diferentes autores en L2. Para Llorens, el uso de la traducción didáctica sirve para aprender la gramática, el vocabulario y la lectura lo cual le sitúa en la línea continuista de autores que aplicaban una metodología tradicional, que en aquella época hacía referencia al método de Gramática–Traducción. El objetivo del aprendizaje era pasivo: entender los textos literarios ingleses ya que éstos servían de modelo excelso de la lengua.
Casi al mismo tiempo aparece el Curso completo de lengua inglesa del sacerdote Román Torner Soler. Una obra aprobada por el Consejo Nacional de Educación por Orden de 7 de octubre de 1946 para uso como libro de texto en los centros de enseñanza oficial. En la portada aparecen, de forma escueta, los pocos datos que conocemos sobre su autor: licenciado en Letras de la Universidad de Salamanca, exprofesor de la Abele Grove School (Epsom, Inglaterra) y, por último, profesor por oposición del Instituto y de la Escuela de Altos Estudios Mercantiles de Bilbao. El Curso de Torner contiene veinticinco lecciones (pp. 18–250). Al final de cada una de ellas, ofrece un ejercicio llamado «Translate into English» formado por textos de frases sueltas. A partir de la decimocuarta lección y hasta la última se añade una nueva sección denominada «Reading and translation», compuesta por un texto en L2 por lección sobre diferentes aspectos de la cultura inglesa. Como novedad, algunos de estos textos van acompañados de imágenes reales para resaltar el contenido y hacer la lectura y la traducción más amenas, allende de su valor cultural en una España cerrada al exterior. Por último, mencionar que Torner también recurre al uso de chistes en L2 para el aprendizaje del inglés. Rescatamos uno de ellos por su valor histórico como fiel reflejo de una época y por ir acompañado de su correspondiente viñeta:
La década de los 50 y 60 resultó ser muy fructífera en la producción de manuales de inglés en España. La mayoría de ellos siguen un patrón ‘tradicional’ combinando gramática y ejercicios de traducción, aunque aparecen novedades que, poco a poco, irán copando el mercado y relegando a la traducción al olvido. La legislación educativa en materia de enseñanza de idiomas también irá adaptándose a la aparición de nuevos métodos. Por ejemplo, el Pan de Estudios de 1957 recoge el uso del Método Tradicional y, gran novedad, el Método Activo o conversacional. Unos años después, la Ley 16/1967 ya no contempla el Método Tradicional en el Plan de Estudios y apuesta por el Método Activo y el Método Audio–Oral también conocido como Audiovisual. Estos nuevos métodos prácticamente rechazan los ejercicios de traducción en sus manuales de inglés como pronto veremos.
Llegados a este momento, quisiera mencionar tres puntos de inflexión que nos permitirán entender mejor la evolución de los manuales de inglés entre la década de los 50 y 60, contribuyendo a la ulterior propagación del estudio de la lengua inglesa en España:
1) La aparición de múltiples diccionarios técnicos bilingües y, en menor medida, multilingües (Lombardero 2019: 142). Si bien en la década de los 40 habían aparecido los dos primeros diccionarios técnicos del siglo XX, el Diccionario ilustrado de radio y TV con todos los términos técnicos modernos explicados en español y su traducción al italiano, francés, inglés y alemán (1945) de Peter Sander y el Diccionario inglés–español y español–inglés de términos médicos y biológicos (1947) de Fructuoso Plans Sanz de Bremond, en la década de los 50 se publican cuatro nuevos diccionarios sobre ingeniería mecánica inglés español (1951), un curso de inglés para médicos que «deseen aprender a traducir textos científicos de su profesión» (1954), un diccionario de geografía (1957) y de química y productos químicos (1959). En la década de los 60 su número asciende a quince. Pueden parecer cifras pequeñas, pero en aquellas décadas supuso un gran impulso a la difusión del idioma inglés, también entre la comunidad técnico–científica que se abría paso en aquella época en España.
2) La irrupción de editoriales inglesas en el mercado español. Además de Oxford y Cambridge, destacamos también Longmans y la University of London Press Ltd. A destacar la ingente labor de la editorial española Alhambra, que popularizó diversos manuales de inglés escritos, en algunos casos, por autores ingleses afines a la segunda generación de reformadores ingleses en la enseñanza del inglés. Abogaban por una metodología más activa, priorizando el aspecto oral sobre el gramatical y rechazaban casi unánimemente el uso de ejercicios de traducción en completa consonancia con los postulados de la primera generación, el grupo reformista de finales del XIX. Destacamos por encima de todos ellos, cinco manuales publicados en España en los 50 y que fueron ampliamente utilizados en todo tipo de centros, privados y oficiales. Dichos manuales de inglés habían sido publicados en Inglaterra a finales de los 30 o inicios de los 40 e iban dirigidos a un público internacional, entre la que se encontraría España una década más tarde coincidiendo con una cierta apertura internacional del gobierno español. Se tratan de los primeros manuales de inglés que recogían los avances en materia de enseñanza del idioma inglés fruto de la investigación de la segunda generación de reformadores (Palmer, Hornby, West, etc.). Respecto a los cinco manuales en cuestión tenemos, por un lado, el Essential English for Foreign Students y el Calling All Beginners. Un curso de lengua inglesa para todos, ambos de E. C. Eckersley6 y publicados por Alhambra en 1958. Ese mismo año la misma editorial publica Revise your English. Curso de gramática superior inglesa, con discos de A. S. Hornby; Hablando se aprende inglés: curso de inglés para españoles (1955) de John P. Fitzgibbon y, por último, The BBC English Course. Getting on in English (1964) de J. Haycraft en colaboración con J. Barnett. De estos cinco manuales, tan sólo el de Haycraft incluye un ejercicio de traducción, entre otros ejercicios, de unas quince frases en L2 más naturales y próximas a la realidad de los hablantes nativos.
3) La eclosión del Método Audiovisual, también llamado, sobre todo en España, Audio–oral. Arropado por una legión de manuales que, por primera vez iban acompañados de un soporte didáctico–tecnológico, como la cinta magnética o el disco de vinilo, invadieron el mercado español en los años 60 y 70 aunque ya habían aparecido tímidamente en décadas anteriores. Tecnología y enseñanza de idiomas empezaron a ir de la mano y se volvieron inseparables a partir de los 80. Para la traducción didáctica este nuevo método con ecos de la teoría conductista supuso un fuerte revés. Predominaba el diálogo, la lengua hablada y ejercicios orales de repetición, los famosos y creo que un tanto odiados oral drills aunque también había cierto espacio para la gramática, reducida a reglas básicas. La práctica, a modo de ejercicios, que aparecía en estos manuales apenas incluyeron ejercicios de traducción. Una de las principales causas en el caso de los manuales de inglés sea el hecho que se volvieron internacionales; es decir, publicados en el Reino Unido o Estados Unidos para estudiantes extranjeros en esos países o allende y, por tanto, sólo estaban redactados en inglés, salvo las diversas adaptaciones particulares de algunos países como el caso de España con la editorial Alhambra que publicó diversos manuales de inglés previamente editados por la editorial londinense Longmans, Green & Co.
De entre los cursos de inglés que más destacaron en la década de los 60 y 70 mencionaremos: El inglés viviente. Un curso completo para las personas de habla española (1965) por Genevieve A. Martin y Adolfo Alfaro, método audio–oral americano publicado por primera vez en Nueva York en 1957 y adaptado al mercado español por la editorial Idiomas Vivientes; un curso por correspondencia del Instituto INTER de Barcelona simplemente titulado Curso de inglés, compuesto de 16 discos y veinte librillos; Curso de inglés práctico Linguoscope, editado por Multifon (Barcelona) en 1962 y redactado por varios autores, comprende un libro de 622 páginas con todas las lecciones del curso, 12 discos de vinilo de 33 revoluciones por minuto, un diccionario de 130 páginas y un libro de soluciones de 127 páginas (se utilizó como libro de texto en el Instituto Americano de Barcelona en la década de los 60); Curso de Inglés Assimil de A. Chérel, publicado a finales de los 50, en la siguiente década cambiaría su título al de Método diario Assimil. El inglés sin esfuerzo (con un libro y doce discos) y es uno de los pocos manuales de inglés de aquella época que aún se publican en España (la frase inicial del curso, «My Tailor is rich», se hizo muy popular en la sociedad española de los años 80); Curso de inglés Vergara (1964) de Hans Knauf, que constaba de un libro y quince discos editados por la editorial Vergara de Barcelona, fue muy popular a partir de la segunda mitad de los 60 y, sobre todo, en los 70.
Una característica común a todos estos manuales audiovisuales de inglés publicados en España es la ausencia total de ejercicios de traducción. El contenido de los libros es bilingüe, inglés y español, salvo que se adquiriesen los manuales originales en inglés de importación en alguna librería especializada.
Los métodos se iban solapando así avanzaba el siglo XX. Con ello quiero decir que la llegada de nuevos métodos no significó el cese de publicaciones de manuales con una metodología tradicional. Si bien la aparición y oferta de nuevas metodologías como la audiovisual fueron muy atractivas y ampliamente seguidas en muchos centros y academias, eso no quita ningún óbice al hecho que en España se siguieron publicando manuales de inglés en los que la gramática y la traducción eran los ejes vertebradores de la obra. Encontramos un ejemplo en la Gramática de la lengua inglesa de María Isabel Iglesias, profesora de lengua inglesa en el Instituto Balmes de Barcelona. Su gramática consta de cuarenta y dos lecciones. Cada lección incluye diversos ejercicios (poner el plural de palabras, escribir una redacción, aprender de memoria algunas frases, etc.) y una sección llamada Ejercicio o Ejercicio práctico basado en una serie de frases en L1 o L2 según la lección sin mayor indicación. El parecido al ya clásico tema o ejercicio de traducción parece muy evidente. No obstante, Iglesias también incluye implícitamente algunos ejercicios de traducción que ella denomina de diversa manera: Translation, compuesto de un texto con frases inconexas en L1; Ejercicio de traducción, igual que el anterior; Traducir y contestar prácticamente, consta de una serie de preguntas en L1 seguidas de las respuestas en L1 para usar la traducción oral aunque no descartamos la escrita, según lo que pudiera sugerir la profesora; Translate, igual que el de Translation; Traducir, estudiar y hacer un diálogo semejante, un diálogo en L2 de estilo conversacional:
– What is your name? – My name is Paul, and yours? – Mine is John. – Have you any family? – I have no family here. They live in the country and I am studying here in town. – Will you come to dinner to–night? You will meet (encontrar, conocer) my family and then you can come when you are free. – Thank you very much. I shall love to come. At what time? – At a quarter to eight. –Good–bye. I shall be punctual. (Iglesias 196?: 97)
La lección treinta y seis contiene dos ejercicios de traducción, el primero llamado Exercise. –Read and translate. Se trata de un texto en inglés sobre Trafalgar Square en Londres (p. 213), le sigue un ejercicio sobre la descripción de memoria de un dibujo de Trafalgar Square y acaba con otro ejercicio de traducción, Translate into English (p. 215), consistente en un texto sobre la plaza de Cibeles en Madrid. Como hemos dicho, algunos de estos ejercicios de traducción no aparecen en cada lección, pero sí bastante a menudo. Iglesias fue también la autora del manual Ejercicios de la lengua inglesa (Barcelona, Editorial Barna), al igual que su gramática. Aquí su apuesta por los ejercicios de traducción parece ser total, aunque no queda explícitamente argumentado en el manual al carecer de prólogo o introducción de la autora. La obra consta de 210 ejercicios y un vocabulario inglés–español de cuatro páginas. Los ejercicios (ver foto arriba) están formados por textos compuestos de frases cortas siempre en L2, a veces en formato pregunta–respuesta. No cabe duda que el objetivo de este manual era, sobre todo, practicar la lectura y la traducción, dos de las prácticas que más a menudo contenían los manuales tradicionales de gramática–traducción.
Concluimos este período con un nuevo tipo de manual de inglés atípico en su naturaleza por dos razones: era coleccionable y apareció en la prensa española, en concreto en el diario ABC de Sevilla durante 1968. Se trata de una colaboración entre ese rotativo y la Organización de Institutos de IDIOMAS CAMPO, un modelo de colaboración, entre la prensa escrita y una academia de idiomas privada que se normalizaría en España a partir de los 80 en España. El curso de inglés en cuestión se titula English through newspapers. Consta de 120 lecciones de estudio, 30 exámenes () y 30 respuestas a los exámenes. Además, existía la posibilidad de comprar los discos del curso. Se publicaba una lección por día en dicho periódico y en cuestión de unos meses se tenía un curso completo. Son lecciones breves y escuetas, adaptadas al formato de un periódico donde el espacio es muy importante. Todas las lecciones comparten la misma estructura: presentación de un vocabulario básico familiar (The house, The city, The railway station, Professions, etc.) acompañado por unos dibujos; unos apuntes de gramática seguidos de unas notas de pronunciación y, por último, un ejercicio titulado Exercise (Reading, translation, conversation), compuesto por varias frases en L2 y a medida que avanza el curso por diálogos en L2. Cada cuatro lecciones hay un examen compuesto de varios ejercicios, dos de los cuales eran siempre traducir unas frases o un texto en L1 al inglés y viceversa. Como vemos, los ejercicios de traducción siguieron vigentes en algunos casos como un válido recurso didáctico ya fuera de manera explícita o implícita al margen de las nuevas propuestas metodológicas que desaconsejaban su uso.
Tercer período: 1971–1999
Llegamos al final de nuestro recorrido con un período sin parangón respecto a la enseñanza y aprendizaje de idiomas, en general, y del inglés, en particular en España. En el terreno político, la Transición democrática española (1975–1978) trajo el restablecimiento de una monarquía parlamentaria en 1977 y la creación de las primeras elecciones generales en 1978, después de cuatro décadas de dictadura franquista. La sociedad española sufriría una gran transformación, intentando equipararse en derechos y libertades a los países europeos de su entorno. Ese momento llegaría un once de enero de 1986 cuando España se convirtió en miembro de pleno derecho de la Comunidad Europea o Unión Europea. Este período testimonia la práctica desaparición del analfabetismo en España, una lacra que había acentuado el déficit cultural del país durante demasiado tiempo. Se impone una educación universal, gratuita y obligatoria entre los 6 y 16 años lo que contribuirá a la creación de múltiples centros de educación oficial a lo largo del territorio.
En el ámbito de la enseñanza de idiomas, en general, la tecnología de apoyo a los manuales de idiomas se hace mucho más accesible económicamente. Los discos de vinilo, cintas magnetofónicas o cassettes, los vídeos y a finales de los 80 los discos compactos dominan el mercado desde los 80 hasta la aparición de Internet a mediados de los 90 que volvería obsoleta toda aquella tecnología analítica en pocos años. La revolución digital, en la cual seguimos inmersos hoy día, cierra un siglo muy complejo en todos los sentidos. En lo que a metodologías se refiere, aparecen muchos charlatanes que prometen enseñar el inglés en un tiempo récord. La creación de cadenas internacionales de academias privadas invade el mercado español a partir de los 80 hasta su fracaso y desaparición a inicios del siglo XXI (caso de Opening y su rival Wall Street Institute), si bien las academias de idiomas privadas del tamaño de una pyme o pequeña empresa sobrevivieron al siglo XX y hoy día siguen formando parte del paisaje urbano de toda España. El mercado inglés y americano de manuales de inglés sube como la espuma adaptándose a las nuevas necesidades, suministrando series de cursos desde un nivel principiante hasta el avanzado a lo largo de cada etapa educativa oficial. El acuerdo europeo en materia de lenguas sugiere una metodología o enfoque comunicativo avalado por la comunidad científica, o sea desde la Lingüística Aplicada, una disciplina plenamente consolidada en la mayoría de universidades españolas a finales de siglo. Los Estudios de Traducción e Interpretación están muy presentes en la universidad española a partir de los 80, convirtiéndose, desde sus inicios, en una carrera universitaria muy demandada por los estudiantes. En resumen, las dos últimas décadas del siglo XX convirtieron a la lengua inglesa no sólo en lingua franca o universal, sino que su estudio se globalizó pasando a convertirse en una pieza clave de la formación de profesionales en el sector turístico, de negocios, etc.
La cantidad de manuales de inglés, así como su variedad, publicados en España en las dos últimas décadas del siglo XX aún no ha sido catalogada. Su número tan elevado dificulta en exceso el inventario más aún si tenemos en cuenta la amplísima oferta de manuales de inglés publicados en el Reino Unido y los Estados Unidos y que se distribuían en España a precios moderados. Resumimos aquí los principales momentos decisivos en la evolución de la enseñanza del inglés en este período para pasar, finalmente, a analizar en qué posición quedaron los ejercicios de traducción en la miríada de manuales publicados en España.
Además de las razones ya aducidas anteriormente, se han de sumar la convergencia de una serie de factores de índole socioeducativa que tendrán una incidencia directa y clave en la difusión de la enseñanza y aprendizaje de la lengua inglesa en España en este período:
1.º La creación de Escuelas Oficiales de Idiomas (EOI) a partir de las de Barcelona y Bilbao en 1969, siguiendo con las de Alicante, La Coruña y Zaragoza. En los años 80 y 90 nuevas escuelas fueron creadas en el resto de capitales de provincia. Su gran éxito no residía solo en unas matrículas muy económicas sino por depender primero del Estado y, a partir de los 90, de las Comunidades Autónomas. Se ofrecían cinco años de estudio en diversos idiomas acabando con un título oficial. También destacaron, en general, por la alta preparación de la mayoría de los docentes de idiomas, los cuales han de pasar un proceso de oposiciones en el idioma que se desea enseñar. Eran escuelas dirigidas a un público adulto y con una amplia gama de horarios de mañana, tarde y noche. Tal era la demanda para estudiar idiomas, sobre todo el inglés, aunque también el francés y, en menor medida, el alemán o italiano. En los años 90 las EOI crearon un curso a distancia, aún vigente, llamado That’s English. Las EOI se convirtieron, junto a las Universidades, en los únicos centros públicos que expedían una titulación oficial en idiomas.
2.º La Universidad de Cambridge tenía el monopolio de expedición de títulos en lengua inglesa reconocidos mundialmente. Dos eran los niveles que evaluaban, el First Certificate y el Proficiency. Ambos habían sido implementados en Londres en 1929 y 1913, respectivamente. En España, el Instituto Británico fue el primer centro homologado que organizaba exámenes en dichos niveles a partir de los años 40 y así permaneció hasta finales de siglo cuando aparecieron nuevos centros homologados.
3.º Desde un punto de vista sociológico, la cultura pop anglosajona a través del cine, el arte, la literatura y la música contribuyó a un mayor interés por la lengua de Shakespeare que invadió todo Occidente, convirtiéndose en una gran industria a finales de este período.
4.º Surge una nueva conciencia sobre la idoneidad y necesidad de estudiar idiomas, en especial el inglés a partir de los 80, lo cual era considerado como un valor añadido, una preparación para la futura vida profesional de millones de jóvenes de aquella época.
5.º Como consecuencia de todo lo dicho, cada vez más adolescentes españoles, cuyas familias podían permitírselo, realizan breves estancias en el Reino Unido, Estados Unidos o Canadá durante el verano compaginando un curso de inglés y la vida con una familia nativa de acogida o host family. Normalmente, era un servicio que ofrecían y todavía ofrecen las academias privadas gracias a acuerdos mutuos con sus homólogas en el mundo anglosajón. A partir de mediados de los 80 también existía la posibilidad de cursar un año de estudios de bachillerato en un instituto en Estados Unidos o el Reino Unido, aunque esta opción resultaba estar al alcance de muy pocos por el elevado coste que conllevaba.
Ya hemos señalado una cierta saturación en el mercado editorial español de manuales de inglés. De entre toda la producción, destacaremos aquellos manuales que más ayudaron a docentes y estudiantes a lidiar con el difícil idioma inglés. En primer lugar, las gramáticas. Dos de ellas destacan sobre el resto por lo que acabamos de explicar y por convertirse en best–sellers del género. La primera, dirigida a los estudiantes de filología inglesa y traducción es la University Grammar of English por Randolph Quirk y Sidney Greenbaum. Pionera en su género, rápidamente se convirtió en un clásico. Se trata de una gramática científica, que recogía los últimos avances en morfología, semántica y sintáctica. Clara y precisa, con amplios ejemplos y registros, aunque también exhaustiva, sólo escrita en inglés en un lenguaje técnico–académico acorde a su audiencia meta. Para lidiar con la gramática, ésta venía acompañada de un libro de ejercicios muy diversos, pero que no incluía los de traducción, llamado Workbook. Publicada por primera vez en 1973 por Longman, iba por su decimonovena impresión en 1987. Un éxito nada desdeñable para una gramática de la lengua inglesa pionera en su campo. Claro que no sólo promociones de universitarios estudiaban Filología Inglesa o Traducción.
Dirigida a un público más heterogéneo, mayoritariamente adulto, es la ya clásica pero aún vigente A Practical English Grammar de A. J. Thomson y A. V. Martinet. Publicada por la Universidad de Oxford en 1960 con el título A Practical English Grammar for Foreigners, desde su segunda edición en 1969 adoptó el actual. La gramática, dirigida a estudiantes de nivel intermedio o avanzado y a docentes de inglés, iba acompañada por dos libros de ejercicios. En 2012 iba por la 4.ª edición y la 34.ª reimpresión. Su éxito reside en la claridad de las explicaciones, el amplio uso de ejemplos y, sobre todo, porque se centraba en los aspectos que los estudiantes encontraban más difíciles de aprender. Sobre este último punto, Michael Swan, quien había sido discípulo de John Eckersley, publicó Practical English Usage en 1980. No sólo fue otro superventas de Oxford. Al igual que la gramática de Thomson y Martinet, iba dirigida a estudiantes de nivel intermedio o avanzado y a docentes. Su singularidad es su fuerte, nunca antes un manual de inglés se había adentrado tan a fondo en los aspectos más dificultosos del idioma inglés. En palabras de Swan: «English, like all languages, is full of problems for the foreign learner. […] This book […] deals with over 600 points which regularly cause difficulty to foreign students of English» (Swan 1987: IX). No solo se trataban cuestiones gramaticales, las relativas al vocabulario también eran ampliamente tratadas las frases idiomáticas, la ortografía y la pronunciación; con todo, no había presencia alguna de la traducción.
En el campo lexicográfico, hay cuatro momentos culminantes marcados por la publicación en España de unos diccionarios que, lejos de seguir la senda ya trillada, rompieron con la tradición y, por un lado, innovaron en la lexicografía bilingüe entre el inglés y el español. Tres de esos momentos álgidos abarcan más de siglo y medio hasta el principio del presente período (1971), y corresponden a Diccionario nuevo de las dos lenguas española e inglesa (1797–1798) de Thomas Connelly y Tomás Higgins, A dictionary of the Spanish and English languages (1858) de Mariano Velázquez de la Cadena y Diccionario español–inglés e inglés–español (1928; 10.ª ed. en 1960) de Arturo Cuyás. En el período 1971–1999 tuvo lugar la cuarta revolución encabezada por la lexicografía monolingüe en inglés, aunque no hemos de desdeñar la bilingüe que, desde un punto de vista de la didáctica de lenguas, es la preferida por los estudiantes de inglés (Nesi 2013). Editoriales como Oxford, Cambridge y Collins publicaron en 1995 tres diccionarios respectivamente monolingües dirigidos a estudiantes avanzados que fueron los más usados hasta la llegada de los diccionarios digitales. Esas mismas editoriales publicaron diccionarios bilingües para todos los niveles, siendo el de Collins, publicado por primera vez en 1971, el más utilizado en España durante este período.
Dejamos los manuales de referencia general mencionados hasta ahora para dirigir nuestra mirada a los cursos de inglés que irrumpieron principalmente en la educación secundaria, aunque también en academias privadas de idiomas, sobre todo a partir de los 80 cuando el inglés se convirtió en la primera y única lengua extranjera del currículum de secundaria y bachillerato. Algunos centros ofrecieron el francés como asignatura optativa pero su presencia en este nivel educativo menguó significativamente hasta su práctica desaparición a partir de la segunda mitad de los 90.
He seleccionado dos series de cursos de inglés puesto que ante la nueva realidad de la obligatoriedad del estudio del inglés a partir de los 80, las editoriales, mayoritariamente inglesas, idearon un nuevo tipo de manual por niveles. No me extenderé mucho dado que ninguno de los susodichos cursos hizo uso de los ejercicios de traducción. Eran series de cursos compuestos por tres o cuatro libros que iban de los niveles Beginner, al Intermediate y Upper intermediate muchas veces escritos en colaboración. En lenguaje de hoy, según el Marco Común de Lenguas, los niveles A1, A2 y B1. Todos ellos aparecieron en la década de los 80 en España y fueron ampliamente utilizados por millones de adolescentes de toda España y muchos adultos en academias privadas. Cada uno de los cursos estaba compuesto por un coursebook y uno o dos workbooks según la editorial. El primero de ellos, cronológicamente, fue la serie Strategies de Brian Abbs e Ingrid Freebairn.7 Las series de Strategies aparecieron a partir de 1975. A partir de 1986 pasaron a denominarse Discoveries, ideado para estudiantes de primer ciclo de secundaria y Blueprint a partir de 1996 para estudiantes entre 16 y 26 años de edad. A partir de 1997 la serie de libros original pasó a llamarse Snapshot.
Otra serie muy popular fue la Streamline English Series formada por tres cursos denominados Departures, Connections y Destinations realizados entre 1979 y 1985. Creada por Bernard Hartley y Peter Viney, gozó de gran éxito en España y otros países como Italia. Esta serie tiene una historia inicial bien curiosa, primero fue rechazada por la editorial Longman y cuando fue aceptada por la editorial Cambridge apareció la editorial Oxford con una mejor oferta que los dos autores aceptaron y se llevó el gato al agua. Más que una batalla de métodos, tenemos ante nosotros una batalla de editoriales. Ambas series recogían las últimas teorías de la lingüística aplicada en materia de enseñanza de lenguas. Strategies concedía mucha más importancia que cualquier curso o manual anterior al desarrollo de las destrezas de la lengua, en concreto a la competencia oral. De hecho, vino a instaurar una metodología nocional–funcional predecesora de lo que unos años después vino a denominarse el Enfoque Comunicativo o Communicative Language Teaching. Por otro lado, la serie Streamline ofrecía un nuevo enfoque al estudio del léxico, recogiendo los últimos avances de la Lingüística Aplicada en ese aspecto. Otra característica que hizo a esta serie única hasta el momento fue el uso del color en las imágenes de las lecciones. Otras series nuevas fueron apareciendo con gran repercusión en España, como The Cambridge English Course (1984–1987), de Swan y Walter o la serie Headway en la década de los 90. Sin rastro de ejercicios de traducción en ninguna de estas series.
A pesar de la ingente publicación de manuales de inglés procedentes del mundo anglo–sajón, en España se siguieron publicando algunos manuales de inglés escritos por españoles/as dirigidos a los diferentes centros oficiales donde se enseñaba inglés. Por ejemplo, Look, listen and speak 1 (1971) del CELA (Centro Experimental de Lingüística Aplicada), de la Universidad de Granada, y dirigido al segundo ciclo de la EGB o Enseñanza General Básica. Se trataba de un Audiovisual method for learning english tal como reza en el subtítulo de esta obra que incluía diversos ejercicios, pero ninguno de traducción. Asimismo, la Gramática inglesa de Francisco Sánchez Benedito, que ofrece un estudio contrastivo de las lenguas inglesa y española, gozó de una gran difusión entre las Escuelas Oficiales de Idiomas. Su autor era justamente profesor de inglés de la Escuela de Málaga. La obra se publicó en 1975 (Alhambra) y en 2016 había alcanzado su novena edición (en la editorial Pearson/Longman). En esta obra, a pesar de que no contiene ejercicios de ningún tipo, el autor utiliza la traducción para explicar algunos puntos específicos de la gramática inglesa como el de la terminación –ing. Sánchez Benedito es autor asimismo de Los apuntes secretos de Sir Francis (1985), diccionario de términos tabúes inglés–español, ampliado en A semi–bilingual dictionary of euphemisms and dysphemisms in English Erotica (1998), y de un Diccionario bilingüe de modismos: inglés–español y español–inglés (1994).
Hemos podido observar cómo en este tercer período la traducción didáctica en los manuales de inglés quedó fuera de los nuevos manuales procedentes del Reino Unido y Estados Unidos, los cuales promulgaban metodologías novedosas más encaminadas a lo oral o a lo léxico, y se mantuvo como un recurso marginal en la mayoría de manuales de inglés escritos por autores españoles. Ese es el panorama descrito una vez analizada su evolución a lo largo del siglo XX. No obstante, ¿Fue realmente así? ¿Qué sucedía realmente en las clases de inglés? ¿Se seguían fielmente las nuevas teorías de la Lingüística Aplicada en el aula de inglés? No tengo una respuesta definitiva a esas preguntas. Los manuales de inglés pertenecían a la serie de manuales ingleses Access to English, compuesto de tres cursos (Starting out, Getting on y Turning point). Las lecciones de cada curso iban introducidas por un texto o diálogo en L2 que narraba la vida diaria de varios personajes, entre ellos Arthur, Mary, Bruce y Mr. Steele. Una práctica habitual durante los tres años de clases de inglés era traducir al español el texto o diálogo inicial de cada lección de forma oral. Lo que pone de manifiesto que la traducción en la enseñanza del inglés siguió formando parte de las clases de inglés no de una forma implícita porque viniera especificada como ejercicio en el manual, sino como una práctica que contaba con una larga tradición. De hecho, entre los profesores de inglés de finales del siglo XX existía lo que en didáctica de idiomas se llama fosilización, tendencia a enseñar un idioma tal como se ha aprendido; por lo tanto, siendo proclive a repetir prácticas docentes antiguas, no por ello malas en sí mismas, pero sin tener en cuenta los nuevos avances en la materia.
Conclusión
Este capítulo representa solo una visión de conjunto de una temática compleja. Muchos aspectos quedan aún por investigar en mayor profundidad: el papel de las editoriales, las biografías de los autores de inglés que, en muchos casos, se desconocen, estudios más pormenorizados sobre la traducción en el resto de manuales de inglés, la recopilación de experiencias de personas que enseñaron y/o aprendieron inglés en España, etc.
A pesar de todo lo dicho, es innegable el notable papel de la traducción en la enseñanza del inglés en el siglo XX. Un rol que fue disminuyendo para desaparecer de muchos manuales de inglés de finales de siglo, aunque no del repertorio profesional de muchos docentes.
A día de hoy la traducción mantiene cierta presencia en la enseñanza del inglés avalada por la Lingüística Aplicada y los Estudios de Traducción (Malmkjaer 1998, Carreres 2006, Leonardi 2010, Pym et al. 2013). Unos estudios que evidencian y proponen el uso de la traducción como una habilidad más en la enseñanza del inglés, sobre todo en un nivel avanzado. ¿Qué nos deparará el futuro? Imposible de predecir. Lo que sí sabemos es la reivindicación de especialistas en las disciplinas anteriormente citadas, sobre todo desde los Estudios de Traducción, a favor de un papel más activo de la traducción en la enseñanza de idiomas.
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