Tasso, Torquato (Sorrento, 1544–Roma, 1595)
Poeta italiano. Hijo del también célebre Bernardo Tasso, despuntó muy pronto en la tarea poética. Mientras estudiaba en Bolonia, vio la luz su Rinaldo (1559), donde ya apuntan motivos que más tarde utilizó en la Gerusalemme liberata. Pronto empezó a componer lírica, que más tarde reunió en las Rime. Su época más feliz fue la transcurrida entre 1565 y 1575 como poeta de la corte de Luis y de Alfonso II de Este: escribió entonces el Aminta (1573), drama pastoril de gran éxito, y el Goffredo (1575), pero emergieron ya entonces los primeros síntomas de una delirante angustia religiosa que lo llevó a someter el poema a la Inquisición, a revisarlo y a dotarlo de una Alegoría. Cada vez más grave, en 1575 fue encerrado en el convento de San Francesco, del que logró fugarse. De regreso a Ferrara en 1579, el duque Alfonso lo recluyó en el convento de Sant’Anna, donde permaneció siete años, si bien la dureza del cautiverio se relajó paulatinamente y le permitió entregarse a una intensa tarea epistolar y literaria. Dolido por la publicación sin permiso de su obra y tocado por la polémica que ésta suscitó, dio a las prensas la versión autorizada de la Gerusalemme en 1581 y un año después las Rime e Prose. En 1585 respondió a las acusaciones contra su poema en la célebre Apología y al año siguiente recuperó la libertad bajo la tutela de Vincenzo Gonzaga. Tras un infatigable viajar y numerosas recaídas, reescribió su gran poema épico conforme a los principios religiosos y literarios vigentes: es la versión que vio la luz en 1593 con el título Gerusalemme conquistata. Al año siguiente publicó sus Discorsi del poema eroico, adaptación al nuevo poema de los juveniles Discorsi dell’arte poetica. La obra de Tasso destaca por la renovación de la épica culta, que suscitó uno de los debates literarios más prolíficos de su siglo. La suya fue una solución de compromiso para paliar los aspectos conflictivos del modelo ariostesco acercándolo a los dictados del arte, inspirada asimismo por una lectura moral y religiosa del género.
Promovida por un nutrido grupo de intelectuales españoles que frecuentaron al poeta (Cristóbal de Mesa y Cristóbal de Virués, entre otros), su obra gozó de una fortuna prácticamente inmediata en España y se impuso como modelo de poesía heroica, sustituyendo al Orlando furioso de Ariosto, hasta entonces el poema de mayor influencia del género. Al arrimo de la Gerusalemme liberata nacieron, a finales del siglo XVI y a lo largo del XVII, poemas españoles de tema histórico y religioso centrados en la reconquista de la península Ibérica. Entre los muchos títulos que imitan el modelo de Tasso destacan los que tratan de la figura de Pelayo y los dedicados a diversos monarcas españoles, del Medievo a los Reyes Católicos. El inicio de las imitaciones coincide con las primeras traducciones castellanas, encabezadas por la Jerusalén libertada de Juan Sedeño (Madrid, 1587), traslación en octavas objeto de juicios dispares, pero que en general es bastante fiel al original; las postrimerías del siglo XVI conocieron otra versión, el Gofredo famoso de Bartolomé Cairasco de Figueroa (1590), que permaneció inédito hasta 1967, cuando fue publicado por Alejandro Cioranescu (Tenerife, Biblioteca de Autores Canarios).
Ya en el siglo XVII Juan Antonio de Vera y Figueroa publicó El Fernando o Sevilla restaurada (Milán, 1632), considerado por él mismo como una traducción adaptada, y Antonio Sarmiento de Mendoza, otra versión más (Madrid, ¿1649 o 1669?). La importancia del Tasso épico en el Siglo de Oro se completa con la traducción de Dell’arte poetica (1620–1630; B. Nacional de España, ms. 6903) debida a Tomás Tamayo de Vargas, si bien la teoría del italiano se difundió, sobre todo, a través de sus seguidores, en especial de Alonso López Pinciano con su Filosofía antigua poética, de Cristóbal de Mesa y de otros poetas épicos que añadieron a sus textos escritos programáticos. La Gerusalemme, completa o en fragmentos (así una versión manuscrita del canto xvi debida a Alonso de Revenga y Proaño), acaparó, pues, el número de traducciones de Tasso en el Siglo de Oro, si bien su poesía lírica cuenta con versiones de algunos destacados poetas como Francisco de Medrano o Luis de Góngora. Con todo, la traducción más lograda de una obra de Tasso en España es el Aminta, magistralmente vertido por Juan de Jáuregui (Roma, 1607), que mereció el elogio de Cervantes y numerosas reediciones hasta 1876. La fortuna de Tasso sufrió un repentino ocaso en el siglo XVIII, en el que se hicieron reediciones del Aminta.
Pero con la eclosión del romanticismo, el gusto por los temas medievales y caballerescos hizo resurgir del olvido al poeta, cuya obra inspiró también el género operístico y la composición de apócrifos como las Veglie de Tasso de Giuseppe Compagnoni, que en 1832 conocieron dos traducciones distintas en España, una a nombre de D. F. M. S. (B., José Torner), y otra de Manuel de Cabanyes y de su amigo Joaquín Roca y Cornet (B., Bergnes). En el contexto del neoclasicismo del siglo XIX se encuadra también el interés de Alberto Lista por el Aminta, del que tradujo en 1837 el fragmento «Amore fuggitivo», mientras que su discípulo José de Espronceda dejó inacabado el poema El Pelayo, donde el modelo de Tasso se mezcla con el de Byron y Milton. Otro discípulo de Lista, Juan de la Pezuela, conde de Cheste, tradujo íntegramente en octavas la Jerusalén libertada (M., Aguado, 1851), aunque con un lenguaje ampuloso y abundantes licencias poéticas que se resienten del gusto decimonónico por el historicismo épico y la narrativa caballeresca. El mismo gusto impulsó otras muchas traducciones del poema a lo largo del siglo: las de Melchor de Sas en endecasílabos (B., Tomás Gorchs, 1817); de Juan Sedeño (B., Vda. e hijos de Gorchs, 1829); de Juan A. Caamaño y Antonio Ribot (Valencia, Cabrerizo, 1841); de Antonio Izquierdo, basada en la versión francesa de Le Brun (M., Jordán, 1832); de Joaquim Rubió i Ors (B., Roca y Suñol, 1842); de Marcial Busquets (B., La Ilustración, 1873), y del mexicano Francisco Gómez del Palacio (México, Secretaría de Fomento, 1886; reimpresa en M., Hernando, 1915, con prólogo de Emilia Pardo Bazán).
Algunas de estas versiones optaron por la prosa, caso de las de Izquierdo, Busquets y Rubió i Ors, quien justificó su elección alegando el prevalente interés del contenido sobre la forma. La fortuna decimonónica de Tasso ha de encuadrarse, en suma, tanto en el mito romántico que rodeó su figura como en la afirmación de un canon épico y cristiano en la España de la Restauración. La pérdida de vigencia de ese canon ha arrastrado consigo un nuevo eclipse de traducciones en época contemporánea. Con todo, merecen señalarse algunas traducciones aparecidas en editoriales y colecciones de gran tirada, como las de la Jerusalén libertada de León Mames (B., Iberia, 1947) y de María Martí (B., Bruguera, 1915); así como la edición de Joaquín Arce de Aminta, de 1970 (M., Castalia).
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