Tito Livio

Tito Livio (Padua, 57 a. C.–Padua, 17 d. C.)

Historiador latino, de cuya vida se sabe muy poco: incluso las fechas de su nacimiento y muerte son dudosas. Residió la mayor parte de su vida en su ciudad natal con una estancia en Roma de fecha y duración desconocida. Parece que estuvo casado con Casia Prima y que tuvo dos hijos. Su monumental obra, conocida como Ab urbe condita, alcanzaba 142 libros y relataba la historia de Roma desde los orígenes hasta el año 9 a. C. Se conservan sólo 35: i–x y xx–xlv, con algunas lagunas en los cinco últimos, aparte de un par de fragmentos del cxi y del cxx. El contenido de los libros perdidos, menos el cxxxvi y el cxxxvii, se conoce gracias a las Periochae, resúmenes elaborados por un autor desconocido de fines de la Antigüedad. Sus demás escritos, sobre filosofía, teoría literaria o historia, se han perdido. Parece que el texto se conservó completo hasta principios de la Edad Media. Hasta entonces había sido muy leído y estudiado y había influido tanto en historiadores como en poetas épicos. Luego se pierde un poco hasta que en el siglo XIV llega Petrarca, el «verus Livi sospitator». A través de él, y de forma indirecta, llegó a España.

Sin embargo, hasta finales del siglo XIX no hubo en España una traducción completa y directa del latín; se debió al canónigo de Granada Francisco Navarro y Calvo, quien entre 1888 y 1889 dio a la luz los siete volúmenes de las Décadas de la Historia Romana (M., Vda. de Hernando y C.ª). Hasta entonces las traducciones que se conocían en España o no habían sido hechas del latín o no eran completas. Las tres primeras de las que se tiene noticia lo fueron en catalán, y arrancaban con una versión contenida en un manuscrito descubierto en 1886, hoy en el Museo Británico; consistía en los siete primeros libros de la primera década, y fue atribuida a Guillem de Copons, embajador del rey de Aragón hacia 1383, aunque eran una versión literal de la traducción que al francés había hecho a mediados del siglo XIV el benedictino Pierre Bersuire. Dicha versión fue la base de casi todas las que se hicieron en España hasta la de Navarro y Calvo. Lo que tradujo Bersuire al francés, teniendo a mano el Apparatus libri Titi Livii «Ab urbe condita» que había elaborado el dominico inglés Nicolás Trevet, era el Tito Livio conocido hasta ese momento, es decir, la primera y la tercera (llamada entonces segunda) décadas y nueve libros (faltan el xxxiii y el final del xl) de la cuarta (llamada tercera), esto es, el Tito Livio que había conocido Petrarca.

La obra de Bersuire tuvo un enorme éxito, atestiguado por los más de setenta manuscritos que hoy se conservan; su primera edición la hizo Jean de Pré en 1486–1487. También se basan en la versión de Bersuire las otras dos catalanas: la de Juan Fernández de Heredia, que fue gran maestre de la orden de Rodas y tradujo los libros iv a vii de la tercera década en su Gran Cronica de Espanya, al igual que los capítulos sobre Aníbal y Escipión en la Cronica de los Conqueridores, y la de fray Antoni Canals, quien en 1395 interpoló la historia de Lucrecia «segons Tito Livio» en su traducción Del dits y fets memorables del Romans de Valerio Máximo, lo mismo que la tercera década en su Raonament entre Escipió e Aníbal.

La primera traducción al castellano fue la del humanista, historiador y poeta, amén de político, Pero López de Ayala, quien a instancias de Enrique III la concluyó en 1401. Tradujo casi literalmente la versión de Bersuire, pero manejando al mismo tiempo un códice latino, seguramente del grupo cisalpino, que le sacaba de dudas cuando el francés se las planteaba, adaptándola al estilo cronístico imperante en la baja Edad Media; quedan quince manuscritos españoles de su obra. Rodrigo Alonso de Pimentel, conde de Benavente, hizo en 1493 un resumen de la versión de López de Ayala, aunque teniendo presente la de Bersuire en algunos pasajes, reduciéndola a algo más de un tercio y cambiando también el estilo, más acorde con los tiempos. Tiene su importancia esta versión porque es la que se publicó en las tres primeras ediciones españolas de Tito Livio: las de Salamanca (1497), Burgos (1505) y Toledo (1516). La siguiente edición (Zaragoza, 1520) corresponde ya a la versión de fray Pedro de Vega (o de la Vega), prior de los jerónimos, con el título Décadas de Tito Livio príncipe de la historia romana. En ella las décadas se numeran correctamente por vez primera y se añade la traducción de la segunda sacada de los Períocas (no de Floro), lo mismo que el libro iii de la cuarta. Vega empleó todo lo anterior: las versiones de López de Ayala y de Pimentel, la de Bersuire y el original latino, al que procuró adaptarse en la medida de lo posible, y consiguió una fluidez y concreción de estilo fruto de la evolución del humanismo.

El comienzo del siglo XVI fue testigo del hallazgo de lo que faltaba del texto de Tito Livio conocido hasta entonces: en 1519 Carbach y Angst publicaron en Maguncia el libro xxxiii y el final del xl según un manuscrito descubierto en esa misma ciudad, y en 1531 Simón Grineo publicó en Basilea la primera edición de los cinco primeros libros de la quinta década según el códice Vindobonensis encontrado por él en Lorsch cuatro años antes. Y el interés de la versión de Francisco de Enzinas reside en haber dado esos cinco primeros libros, que añadió a la de fray Pedro de Vega y que dio a la luz en 1552 en Estrasburgo, donde ya había publicado el Compendio de las Catorze Décadas de Floro (1550–1551). Su versión –la de Vega más sus añadidos– fue reeditada en Colonia un año después sin su nombre, para evitar problemas con la censura en España; más tarde lo fue en Bruselas (1765), y ésta es la que se publicó por fin en España entre 1793 y 1796 (M., Imprenta Real). Salvo en cuestiones menores Enzinas sigue fielmente a Vega, aunque su estilo le gana en elegancia.

Tras la traducción de Enzinas se produjo un paréntesis de casi tres siglos y medio, hasta la mencionada traducción de Navarro y Calvo, la primera completa y directa del original latino. El polígrafo granadino, traductor también de Séneca, la Historia Augusta, Aulo Gelio y Cicerón, sustituyó la segunda década y los demás libros perdidos por las Períocas. Ha sido una traducción frecuentemente reeditada: la de Buenos Aires de 1944, en la que Eusebio de Gorbea hizo una nueva versión de las Períocas de la segunda década y tradujo la versión hecha por Freinsheim en el siglo XVII; la de Madrid de 1970 (Edaf) con el título de Historiadores latinos, o la de México de 1985, de sólo la primera década, con estudio preliminar de Francisco Montes de Oca y sin citar al autor de la traducción. Si benemérita fue la labor de Navarro, impagable es y será la de José Antonio Villar Vidal, quien un siglo después, desde 1990 y hasta hace bien poco, ha elaborado, en nueve volúmenes de la «Biblioteca Clásica Gredos» (con una excelente introducción general de Ángel Sierra), la segunda versión completa y directa del latín al castellano, más las Períocas.

Cabría decir algo de las traducciones parciales: en 1931 José María Ruano publicó una edición bilingüe del primer libro (M., Voluntad); en 1952 Tomás de la Ascensión Recio tradujo una selección de las décadas (B., Labor); en 1955 Agustín Millares Carlo hizo una edición bilingüe de los libros i y ii (México) –continuada póstumamente con el libro iii en Las Palmas de Gran Canaria en 1990–, lo mismo que Antonio Fontán en 1987 con el primer volumen de la colección «Alma Mater» (M., CSIC); Fontán tiene también traducidos los cinco primeros libros con el título La Roma legendaria en Círculo de Lectores (1999); los mismos libros (Los orígenes de Roma) los había traducido para Akal Maurilio Pérez González en 1989; La segunda guerra púnica fue el título de la traducción de los libros xxi–xxx que para Alianza hicieron en 1992 y 2009 Antonio Ramírez de Verger, Juan Fernández Valverde, José Solís y Fernando Gascó; ese mismo año M.ª Dolores Gallardo López tradujo los libros xxxi–xxxiii en Ediciones Clásicas. Existen, asimismo, numerosas ediciones de libros aislados que se han hecho con traducción literal o literaria.

En Cataluña se ha retomado recientemente la traducción de Livio al catalán. En 1993 (B., La Magrana) Bárbara Matas lo hizo con el primer libro (Els orígens de Roma) y en 2002 se inició la publicación por la Fundació Bernat Metge, que ha editado por ahora tres volúmenes, debidos a Antoni Cobos (libro i), Jordi Avilés (libro xxi, 2007) y Victòria Bescós (libro ii, 2011). En el País Vasco Juan Antonio Moguel publicó sus Versiones bascongadas de varias arengas y oraciones selectas de los mejores autores latinos (Tolosa, Francisco de la Lana, 1802), y en ellas incluyó dos capítulos de T. Livio. En 2002, Gidor Bilbao Telletxea tradujo al euskera los capítulos 1 a 7,3 del libro i y 43 a 53 del xxii en Latin–Literaturarako sarbidea. Idazleak eta Idazlanak (Bilbao, Udako Euskal Unibertsitatea) y Koldo Larrañaga Elorza lo hizo con los textos que hacen referencia al País Vasco en Euskal Herria Antzinatean Materiale eta Agiriak (Bilbao, UPV–EHU, 1993).

 

Bibliografía

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Juan Fernández Valverde