Sánscrita, Literatura

Sánscrita, Literatura

La literatura sánscrita abarca el período de los Vedas, anteriores al siglo V a. C.; el período épico (IV a. C. y V d. C.); el periodo clásico (siglos I d. C. al VIII d. C.), cuyo autor más renombrado es Kālidāsa, y la literatura posclásica; a lo que hay que agregar la copiosa literatura budista. La recepción de esta literatura en Europa comenzó a finales del siglo XVIII. Los primeros traductores competentes del sánscrito fueron los ingleses Charles Wilkins (Bhagavad–Gītā, 1785; Hitopadeśa, 1787) y William Jones (śakuntalā de Kālidāsa, 1789; Gītāgovinda de Jayadeva, 1792; Mānavadharmaśāstra, 1794). Desde entonces, la filosofía india ejerció su influjo en el idealismo alemán, y el conocimiento del sánscrito favoreció el desarrollo de la lingüística comparada.

En España, hasta mediados del siglo XIX el conocimiento de la India fue muy superficial, y se basaba en traducciones de obras divulgativas francesas; la moda del orientalismo llegó con mucho retraso. Sólo desde el reinado de Isabel II, algunos helenistas y eruditos empezaron a introducir en el mundo académico el estudio del sánscrito. La primera cátedra de sánscrito se creó en Madrid en 1877. La primera traducción del sánscrito al castellano la realizó el lexicógrafo Leopoldo Eguilaz y Yanguas, que había estudiado sánscrito como autodidacta, en 1861: Ensayo de una traducción literal de los episodios indios «La muerte de Yachnadatta» y «La elección de esposo de Draupadi»: acompañada del texto sánscrito y notas (Granada, Imprenta J. M.ª Zamora), con episodios del Rāmāyaṇa y del Mahābhārata, respectivamente. La traducción es bastante literal, si bien muy deudora de las traducciones francesas con comentario gramatical que empleó, algo que Eguilaz no ocultaba. En la España de la época, Francisco García Ayuso fue, sin duda, el mejor conocedor de las lenguas indoiranias antiguas. Formado como lingüista y orientalista en Múnich, intentó introducir en España la lingüística comparada sin demasiado éxito, y produjo las primeras traducciones directas de obras de Kālidāsa.

En el último tercio del siglo XIX y en las primeras décadas del XX creció el interés por todo lo oriental, y se hicieron muchas versiones de obras sánscritas a partir del inglés, muchas veces producidas en círculos ocultistas o teosóficos. Este tipo de traducción es poco fiable: por el especial conceptismo y grado de síntesis del sánscrito hay que recurrir a amplias paráfrasis en la traducción, así que el grado de distorsión en traducciones secundarias puede hacerse incontrolable, sobre todo en textos filosóficos intencionadamente ambiguos. El helenista y académico José Alemany y Bolufer conocía el sánscrito y tradujo adecuadamente el Hitopadeza o Provechosa enseñanza. Colección de fábulas, cuentos y apólogos (Granada, Vda. e Hijos de J. V. Sabatel, 1895), la Bhagavad–Gītā (Poema sagrado o Canto del bienaventurado, episodio del Mahâbhârata; M., A. Alonso, 1896; reed. M., Edaf, 1981), el Panchatantra o Cinco series de cuentos (M., Perlado, Páez y Cía., 1908) y las Leyes de Manú (Mānava–Dharma–Zāstra o Libro de las Leyes de Manú; M., Sucesores de Hernando, 1912); pero García Ayuso y Pedro Roca, su profesor de sánscrito, le reprocharon que sus traducciones dependían demasiado de versiones inglesas o francesas.

Tras Alemany y hasta mediados del siglo XX sólo algún estudioso ocasional de sánscrito publicó alguna traducción, como la del drama clásico Ratnávalí o El collar de perlas, del latinista Pedro Urbano González de la Calle (M., Victoriano Suárez, 1934). En esta época se inserta la obra del sanscritista Justo Ramos de Andrés, que tradujo varias obras de Kālidāsa (v. infra). Desde entonces es común encontrar traducciones a partir de lenguas occidentales: por ejemplo, el Rāmāyaṇa traducido del inglés por Juan G. de Luaces en 1952 (B., J. Janés) y del francés, quizá, por Juan B. Bergua (M., Clásicos Bergua, 1963; tanto la traducción como la introducción son mediocres), o la de J. Aguado de la Historia de los diez príncipes (Daśakumāracaritam) de Daṇḍin (Palma, J. J. de Olañeta, 2000), que junto con las de Alemany suelen ser las únicas versiones existentes en castellano de una obra dada. Desde la década de 1980 se ha producido un resurgir del interés por la India que, unido a la actividad de algunos indoeuropeístas, ha dado lugar a nuevas traducciones, a veces de gran calidad.

En España, esta labor comenzó con la traducción de Francisco Rodríguez Adrados de Nala y Damayantī (Buenos Aires, EspasaCalpe, 1947) y ha proseguido con la Bhagavad–Gītā (B., Edhasa, 1987) y ātma y Brahmā: Upaniṣad del Gran āraṇyaka y Bhagavadgītā, junto con Francisco Villar Liébana (M., Editora Nacional, 1978). Más recientes son los trabajos de Óscar Pujol, indólogo mallorquín formado en Benarés: Savitrī (M., Guadarrama, 1998, en colaboración con Menchu Gutiérrez), Bilhana: poemas de amor furtivo (M., Hiperión, 1995). En Hispanoamérica se han publicado también excelentes traducciones directas, por ejemplo, la edición bilingüe de Las últimas hazañas de Rāma (México, UNAM, 1984), de Juan Miguel de Mora, formado en Oxford, así como las de diversos poemas, obras breves y fragmentos que se publican con regularidad en la revista Estudios de Asia y África del Colegio de México. Mención especial merece la obra del peruano Fernando Tola Mendoza, entre cuyas traducciones cabe destacar el Gītāgovinda de Jayadeva (Buenos Aires, Sudamericana, 1971), su selección de Los consejos de la celestina Kuṭṭanīmatam de Dāmodara Gupta (B., Barral, 1973) y los Cien poemas de amor de Amaru (Barral, 1971), así como numerosos textos budistas traducidos del pāli en colaboración con su esposa Carmen Dragonetti.

La expansión del yoga desde los años 70 ha propiciado numerosas versiones populares de la Bhagavad–Gītā, texto central del hinduismo, y de los Yogasūtra de Patañjali (¿siglos II–IV d. C.?), raras veces del original. De la Bhagavad–Gītā, de lejos la obra más traducida, son versiones directas y solventes, entre otras, la de F. Tola (Caracas, Monte Ávila, 1977; reed. M., Biblioteca Nueva, 2000), la de Joan Arnau (Vilaür, Atalanta, 2016), experto en budismo y traductor de obras de filósofos como el budista Nāgārjuna, así como las versiones catalana (Palma, Moll, 1983) y castellana (B., Mondadori, 2008, bilingüe) de la traducción inglesa del indólogo mallorquín Joan Mascaró, profesor de sánscrito en Oxford que produjo algunas traducciones de textos sánscritos al inglés. De los Yoga-Sūtra de Patañjali se ha de mencionar la traducción del libro primero, profusamente comentada y anotada, de Tola y Dragonetti (B., Seix Barral, 1973) y la traducción completa de Ó. Pujol (B., Kairós, 2018), a la que se puede sumar la de otro importante texto filosófico, las Sāṃkhyakārikā de Īśvarakṛṣṇa (¿s. IV d. C.?), de Laia Villegas (Kairós, 2016).

Los Vedas son los textos más antiguos de la literatura en sánscrito (ca. 1500–1000 a. C.); los hinduistas hoy los veneran como libros sagrados. Por su arcaísmo lingüístico e ideológico, resultan difíciles de interpretar sin un arduo trabajo filológico. Son cuatro colecciones de himnos religiosos de gran interés histórico y antropológico. Aunque desde mediados del siglo XIX hay traducciones al inglés y al francés, en lo tocante al Ṛg Veda, las traducciones más fiables son hoy la alemana de Karl F. Geldner (Harvard University Press, 1951) y la de Stephanie Jamison y Joel Brereton (Oxford University Press, 2014). A los Vedas se adjuntaron comentarios, cuya parte más reciente la integran textos de especulación filosófica, las Upaniad; toda esta literatura secundaria es anterior al siglo IV a. C. En castellano se han publicado varias selecciones de himnos; las más cercanas al nivel de la indología occidental son las de los lingüistas F. Villar Liébana del Ṛg Veda, (M., Editora Nacional, 1978) y M. Sevilla del Atharva Veda (Oviedo, Universidad de Oviedo, 2002); a ellas se añaden las de los sanscritistas F. Tola (Himnos del Rig Veda, Sudamericana, 1968; reed. Buenos Aires, Las Cuarenta, 2014; Himnos mágicos de la antigua India (Atharva Veda), B., RBA, 2002 y 2006) y J. M. de Mora y Marja L. Jarocka (El Rig Veda (Ṛgvedasaṃhitā), México, Diana, 1971). Por el contrario, la amplia selección de los Vedas realizada por Juan B. Bergua (M., Clásicos Bergua, 1967) parece estar hecha con notable desconocimiento de la materia, a partir de la traducción francesa de Langlois (1851) o la inglesa de Griffith (1889), ya desfasadas a fines del siglo XIX.

Las Upaniad, muy distintas en forma y contenido de los Vedas más antiguos, se conocieron en Europa a través de la muy imperfecta versión latina de A. Anquetil–Duperron, hecha en realidad del persa, pero aun así suscitaron gran interés entre los intelectuales alemanes. Desde fines del XIX se popularizó su lectura en círculos teosóficos; por ello, hay bastantes versiones de las Upaniad publicadas por editoriales dedicadas al esoterismo. Algunas proceden de la vieja traducción al inglés de Max Müller (1879 y 1884), pero otras son interpretaciones personales de algún gurú indio o de algún adepto occidental; en general, éstas son poco fiables, dada la extrema ambigüedad de los textos originales. De la Bṛhadāraṇyaka Upaniad hay dos buenas versiones, la ya mencionada de F. Rodríguez Adrados y F. Villar (1978) y la de Félix G. Ilárraz (Libros sagrados de la India: la Upanishhad del gran bosque; Salamanca, U. Pontificia de Salamanca, 1988). De las Upaniad más breves existen las traducciones directas de Daniel de Palma (M., Siruela, 1995), de elegante prosa, y la de Ana Agud y Francisco J. Rubio Orecilla (M., Trotta, 2000), traducción en la que se evita forzar una interpretación idealista o monista de texto usando las herramientas de la filología védica. En cambio, las traducciones de Consuelo Martín (Trotta, 2001 y 2002) incluyen una versión completa de los comentarios del filósofo monista śankara (siglo VIII d. C.) y se apoyan fuertemente en versiones inglesas. Hay que citar, además, las versiones catalana (Moll, 2005) y castellana (B., Random House, 2009, bilingüe) de la selección de textos upaniṣádicos de J. Mascaró.

Kālidāsa (mediados siglo IV–mediados siglo V d. C.) es el autor clásico por excelencia de la literatura sánscrita. Cultivó todos los géneros de su época: la lírica, la épica y el teatro. Las primeras versiones de sus obras, especialmente la Sacontalá or the Fatal Ring de William Jones (1789), ejercieron poderosa fascinación sobre Goethe y otros poetas románticos. Las primeras traducciones de Kālidāsa al castellano fueron directas del sánscrito por F. García Ayuso: los dramas Vikrāmorvaśīya (M., N. González, 1874) y śakuntalā (M., Biblioteca de Instrucción y Recreo, 1875). J. Alemany y Bolufer tradujo el poema Ṛtusaṃhara a partir del sánscrito (en la Revista Contemporánea de Madrid, 1896), pero dependiendo mucho de una versión francesa. Debido al renombre de Kālidāsa, más tarde se hicieron traducciones ocasionales a partir de versiones inglesas o francesas para colecciones de literatura universal, con mayor o menor nivel; destaca la de El reconocimiento de Sakuntala de Rafael Cansinos Assens (M., J. Yagües Sanz, 1917; reed. M., Lípari, 1994). Las versiones a otras lenguas peninsulares fueron también indirectas, salvo el Vikrāmorvaśīya catalán de Joan Coromines, que retomó la versión inédita de su padre Pere de 1959 (Vikramorvaçi o Urvaçi donada en premi de l’heroisme; Moll, 1970). El sanscritista Justo Ramos de Andrés completó el panorama con sus dignas traducciones de Ṛtusaṃhara o Curso de las estaciones (M., Aguilar, 1964), y de los poemas épicos Kumārasaṃbhava y Raghuvaṃśa (ambos en edición póstuma, M., Ediciones Clásicas, 1999); sus versiones reflejan el amanerado estilo del original y carecen por desgracia de un necesario aparato de notas. Las últimas traducciones a partir del sánscrito son de dos indoeuropeístas, ambas de gran rigor filológico y profusamente anotadas: el Meghadūta de F. Villar (M., Editora Nacional, 1978) y el Kumārasaṃbhava de Virgilio García Trabazo (M., Akal, 2003), en la que se lleva a cabo un loable esfuerzo de literalidad.

 

Bibliografía

Juan Antonio Álvarez–Pedrosa, «La lingüística indoeuropea en España hasta 1930», Revista Española de Lingüística 24:1 (1994), 49–67.

Virgilio García Trabazo, «Kālidāsa: algunos problemas de traducción de la lírica sánscrita», Archivum 44–45 (1994), 341–365.

Lily Litvak, «La búsqueda de los orígenes. El reencuentro de las civilizaciones asiáticas en España, 1870–1913» en A. D. Kossoff et al. (eds.), Actas del VIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, Madrid, Istmo, 1986, II, 165–175.

Francisco J. Rubio Orecilla, «Las traducciones del Rg–Veda a las lenguas occidentales y los estudios védicos», Aula Orientalis 16 (1998), 269–279.

 

Francisco J. Rubio Orecilla