Madrid

Francisco de Madrid: «Prólogo» a la traducción de De los remedios contra próspera y adversa fortuna de Francesco Petrarca (1510)

De los remedios contra próspera y adversa fortuna, Madrid, Biblioteca Nacional, R-505, ff. aIIv-aIIIv

Fuente: Tomás González Rolán & Antonio López Fonseca, Traducción y elementos paratextuales: los prólogos a versiones castellanas de textos latinos en el siglo XV, Madrid, Guillermo Escolar, 2014, 500–502.

 

[f. aIIv] Sentencia es de Aristotiles, excellente y muy illustre señor, muy sabida entre los que saben, que de dos contrarios, en siendo conoscido el uno, son conoscidos entrambos, que quien sabe qué cosa es blanco o dulce, luego sabrá qual es negro o amargo. Pues siendo vuestra illustre señoría tan favorablemente criado en el seno de la próspera fortuna, que más por un exemplo de prosperidad que por próspero es en nuestros tiempos tenido, ¿quién podrá dudar que la cara de la adversa no sea d’él conoscida? No porque descubiertamente la aya visto, que ante tanta claridad sus tinieblas no se muestran, mas porque debaxo de su turbio velo aun todavía le ha querido mostrar que la regla de los contrarios que arriba deximos es verdadera y que sea assí averiguado que de la próspera fortuna tiene vuestra excellencia tan familiar conoscimiento, asaz claramente lo muestra la claridad de sus claras hazañas, a las quales si yo algo quisiese añadir, más parecería quitar, porque teniendo ellas la cumbre ni con obras pueden ser igualadas, ni con palabras dignamente manifestarse, ni yo osaría aventurar mi desguarnescida barquilla en el hondo mar de vuestras excellencias; do sé yo cierto que muchas y muy guarnidas velas sin tomar puerto son anegadas. Mas pasaré por ellas como quien las entiende y no las sabe dezir, y como tales de quien nunca se podrá dezir poco ni nunca mucho. Pues aviendo yo, muy illustre señor, trasladado de latín en nuestro romance castellano el libro qu’el famoso poeta, filósofo y orador Francisco Petrarcha compuso de los remedios contra próspera y adversa fortuna, ¿a quién pudiera mejor dirigirle que a vuestra muy magnífica señoría?; pues de la una y por ella de la otra tiene tan claro conocimiento. Digo que a nadie, porque ninguno como él puede juzgar qué provechos pueda traher la prosperidad y qué daños puede [f. aIIIr] acarrear su contraria. Y porque d’esto y de toda la materia del libro da el autor muy larga cuenta en el prólogo primero, do endereça la obra a un su muy familiar amigo llamado Azon, no será menester particularmente aquí repetirlo. Solamente es de saber quel libro se devide en dos partes: en la primera se trata de la próspera y en la segunda de la adversa fortuna y en entrambas por manera de diálogo la Razón como mantenedora responde a lo que las quatro passiones del ánimo, gozo, esperança, dolor y temor quieren por su parte alegar, quedando siempre ella en el campo como vencedora. Hallará vuestra illustre señoría, si con atento ánimo quisiere mirarlo, en entrambas las partes del libro gran diversidad de cosas y entrellas muchas flores muy dignas de ser cogidas y conservadas; hallará mucha gravedad de sentencias, mucha facilidad y dulçura de palabras, muchas antiguas y peregrinas historias, y sobre todo mucha abundancia de provechosos consejos que enseñan la templança y paciencia que en las cosas prósperas y adversas se deve tener, y finalmente hallará (si su leción como de amigo familiar usare) un escudo y amparo muy cierto para ambas las caras de la fortuna y (como el mismo autor dize) una saludable medicina encerrada en pequeña buxeta. Pareciome a mí, muy magnífico señor, que sería algún alivio a mis graves males (en los quales le passado la mayor parte de mi juventus, y aun algo de la edad perfeta) el trabajo de declarar a los que latín no aprendieron un libro tan provechoso y tan necessario a todos los estados de qualquier condiçión que sean. Que no tiene menos necesidad de templança el próspero que de paciencia el abatido, y en la traslación d’él quíseme aprovechar de la dotrina del bienaventurado dotor san Iherónimo, trasladando en algunas partes que lo requerían más la sentencia que la letra, y en otros por algún rodeo trayendo la escuridad de su latín a la claridad de nuestro romance, dexando algunas vezes algunos vocablos perdidos que sirven más a la abundancia de la lengua que a la claridad de la sentencia, y otras añadiendo algo necesario para que las sentencias vayan encadenadas. Porque quien quisiese trasladar este libro (según su escuridad) letra por letra como en el latín está, sería una cosa tan desabrida y tan escura que ni se podría leer, ni ya que se leyese se podría entender. Fue, pues, illustre señor, mi intención romançarle por manera que fuese muy poco menester a los quel libro leyessen ser primero latinos y para mayor satisfación de mi deseo quise poner por las márgines algunas anotaciones que declarasen las sentencias escuras, de que no ay pocas sembradas por todo el libro, y dexelo de hazer porque me pareció obra que requería más tiempo del que me dava la priessa de los deseosos de verle ya salido a luz, y aun por esperar sobre ello el parecer de vuestra excellencia, porque si a él parece quel libro tiene d’ello necesidad, luego se porná por obra. Y el assí romançado fue forçado endereçar esta suma de mis trabajos a vuestra illustre señoría por las razones suso dichas y porque de la grandeza de su nombre el libro recibiese autoridad y gravedad, y a la sombra de su magnificencia mis trabajos [f. aIIIv] reposasen en seguro puerto.

Recíbalos vuestra excellencia con aquella haz que los pobres servicios deven ser recebidos de los grandes príncipes y mire que da mucho quien da todo lo que tiene por poco que sea, aunque bien sé que no le podrá parecer poco, porque (como el autor dize) el provecho que da precio a las cosas, gela hará tener en mucho.

Y assí lo favorezca que en ello se encubra la rudeza de mi ingenio y la baxeza de mi estilo, y se descubra el resplandor de vuestra grandeza, cuyo illustre y muy magnífico estado prospere quien hasta aquí le ha hecho tan próspero con acrecentamiento de mayor señorío, pues que de mayor nombre ya no puede ser.