Tracia 1829

A.  Tracia: «Prólogo del traductor español»

Walter Scott, Visión de don Rodrigo. Romance inglés de Sir Walter Sccoth. Traducido libremente en verso español por A. Tracia, Barcelona, Imprenta de la Viuda e Hijos de Brusi, 1829, 6 pp. sin numerar.

Fuente: Francisco Lafarga, Carole Fillière, M.ª Jesús García Garrosa & Juan Jesús Zaro, Pensar la traducción en la España del siglo XIX, Madrid, Escolar y Mayo, 2016, 133–134.

 

El poemita inglés de la Visión de D. Rodrigo es obra original de Walter Sccoth [sic]. Creo que este nombre basta para su elogio y que solo él anuncia suficientemente su mérito. La Inglaterra, desde la vez primera que oyó la voz de este extraordinario novelista y fogoso poeta, [2] ha mirado sus obras con entusiasmo, y toda la Europa culta las traduce y lee con ansia. Mas la Visión de D. Rodrigo a ninguna nación interesa tanto como a la española. En ella se recuerdan nuestras antiguas desgracias, nuestras mayores glorias y nuestros últimos triunfos. ¿Qué español, pues, no deseará leerla en su lengua?, ¿y qué español no la leerá con interés y placer?

Pero ¿puede asegurarse que leerá el romance poético de Walter Sccoth el que lea esta traducción española? Los ingleses y muchos otros dirán sin duda que no: yo, no obstante, respondería [3] que si en este ensayo no se ve siempre al poeta de Escocia, se verá, si yo no me engaño, la Visión de D. Rodrigo como la puede ver y como debe leerla el público español.

Sé bien que algunos críticos escrupulosos de aquellos que no quieren llamar traducciones de una lengua a otra sino las que están hechas letra por letra, condenarán con su riguroso magisterio la libertad de mis versos; pero tal vez serán más indulgentes conmigo los que hayan leído a Horacio y los que sepan comparar la lengua y la poesía inglesa con la española. Otros que fácilmente me disimularán la [4] libertad de no haber traducido literalmente el poema de Walter, se escandalizarán sin embargo de verme alterar a las veces sus pensamientos, suavizar o variar los colores con que él presenta sus ideas o pinta sus personajes y, sobre todo, de verme suprimir uno de estos y reemplazarlo con otro bien diferente; pero los verdaderos españoles, las gentes de maduro juicio y los que de veras amen nuestra religión católica y conozcan la piedad de nuestros abuelos, estoy bien cierto que no pensarán de este modo. Walter Sccoth es escocés y escribe principalmente para los ingleses; yo soy [5] católico y español, y escribo únicamente para los españoles. No aspiro tampoco a la gloria de traductor, sino a la de no ser del todo inútil a mis conciudadanos. Si logro, pues, que estos lean mis versos con alguna utilidad y placer, y si consigo que por ellos sea conocido y apreciado en España el genio original del poeta de Escocia, y que los jóvenes españoles que aman las musas, procurando imitarle, lleguen a pintar con un pincel semejante al suyo, pero con los colores puros de la verdad, los más insignes sucesos de nuestra historia, ¿qué importa que el gramático y el que se precia de filósofo y de [6] literato miren con desdén este ensayo y me nieguen el nombre de traductor? Nada absolutamente.