Villanueva 1783

Joaquín Lorenzo de Villanueva: «Prólogo»

Próspero, Poema de San Próspero contra los ingratos. Traducido en verso castellano e ilustrado con notas por D. Joaquín Lorenzo de Villanueva, Madrid, Antonio de Sancha, 1783, VII–XXV.

Fuente: M.ª Jesús García Garrosa & Francisco Lafarga, El discurso sobre la traducción en la España del siglo XVIII. Estudio y antología, Kassel, Reichenberger, 2004, 185–186.

 

[XVI] Por esta muestra se echará de ver cuán digno sea este escrito de que se insinúe en los ánimos piadosos que desean beber en la fuente de los Santos Padres las aguas puras de la verdad católica; cuán útil al pueblo fiel que tanto necesita se substituyan semejantes poesías a otras muchas que insensiblemente nos llevan al amor del siglo con notable detrimento de las buenas costumbres y de la caridad que nos mereció y enseñó Jesucristo; motivos uno y otro que me han alentado a hacer común su lectura a nuestros españoles, siéndolo ya [XVII] a los italianos y franceses, y que únicamente pudieran disculpar la osadía de la empresa en tan cortas fuerzas como las mías. Elegí para este fin el verso suelto endecasílabo, que por su majestad y gallardía es muy a propósito para composiciones de esta naturaleza, no queriendo añadir el embarazo de la rima sobre las casi insuperables dificultades de la traducción. Y si bien en nuestra lengua tenía muchos y muy autorizados ejemplos de tales versiones, me movió aún más que esto el temor de debilitar la fuerza y el nervio del original, como sucede a algunos [XVIII] traductores que por atender a la dulce harmonía del consonante, descuidan tal vez de la propiedad de la versión.

Lo arduo y sublime del asunto no me han permitido guardar siempre la concisión del original, ni dar a algunos de sus pensamientos toda la gallardía de que nuestro idioma es capaz; lo que me ha obligado a posponer alguna vez la dulzura de las expresiones y la harmonía y elevación [XIX] del metro a la exacta declaración de la verdad católica en materia tan delicada, siguiendo en esta parte el ejemplo del Santo, que en varios lugares atendió más a la pura explicación del dogma que vindicaba y defendía, que al número y leyes del metro. Y así el primer objeto de nuestro trabajo ha sido traducir el texto latino, no solo siguiendo el orden de pensamientos y el espíritu de la verdad que en él se manifiesta, sino también usando de las mismas palabras siempre que lo ha permitido el diferente genio de nuestro idioma y la diversidad de nuestra versificación. De lo cual podrá juzgar por sí el lector en vista del original que ponemos al lado de nuestra versión, y que hemos procurado fijar notando al pie algunos lugares de los poetas antiguos a que alude y las lecciones [xx] variantes, según diferentes ediciones antiguas y modernas que a este intento hemos consultado.