García Landa 1985

Mariano García–Landa: «La teoría de la traducción y la psicología experimental de los procesos de percepción del lenguaje» (1985)

Estudios de Psicología 19–20, 173–193 [173–175].

 

[173] INTRODUCCIÓN

Nuestra visión del lenguaje está dominada todavía por el texto saussuriano, que lo ve como el conjunto de la lengua («langue») y del habla («parole»). Pero ocurre que el texto saussuriano da la prioridad a la «langue» (sistema de signos), la cual, según ese texto, es lo único que puede ser objeto de ciencia. Para ese texto el habla es sólo el acto individual de fonación con el que los individuos «estropean» la regularidad gramatical de la «lengua». En cuanto tal acto individual, el habla no podría ser objeto de ciencia. La praxis de la traducción demuestra que el habla (oral y escrita) es la manifestación social esencial del llamado «lenguaje», que puede ser objeto de una ciencia que, desde luego, no será la lingüística, sino más bien la psicología.

LA CIENCIA DE LA TRADUCCIÓN

El traducir, como el hablar, es una vieja actividad social de la especie homo sapiens. Traducir consiste ni más ni menos que en hablar para redecir lo ya dicho por otro, por oral o por escrito, en un primer acto de habla. Ahora bien, esa frase que explica la traducción diciendo que traducir es, simplemente, hablar para redecir lo ya dicho, no ha sido posible hasta bien entrado el siglo XX, porque sólo en ese momento se pudo disponer del marco conceptual necesario para hacer la dife­rencia entre repetir palabras.

La explicación ingenua de la traducción pretendía que traducir consistía en repetir palabras, es decir, signos lingüísticos, de una lengua a otra; es decir, sin salirse de la «lengua» o sistema de signos, sin salirse, pues, de «lo lingüístico». La experiencia [174] de la traducción, por el contrario, es que el traductor «comprende» lo que alguien quiere decir realizando una percepción del lenguaje y, luego, una vez que esa percepción ha producido un percepto, habla para comunicar ese percepto. Seleskovitch (1968), Steiner (1975) y García Yebra (1982) expresan esa idea diciendo que la actividad traductora tiene dos fases: la comprensión y la reexpresión. La ciencia de la traducción o traductología comienza, pues, proponiendo modelos de la percepción o comprensión del lenguaje.

LOS MODELOS DE LA TRADUCCIÓN

Aunque el traducir, como el hablar, sea una actividad milenaria, sólo desde hace unos treinta años se comienza a constituir una ciencia de la traducción. Koller (1979) distingue la ciencia y la teoría de la traducción, considerando a ésta como la primera piedra del edificio traductológico, ya que su misión es definir lo que es la traducción, constituyendo así el campo de investigación de esa ciencia, es decir, su objeto. Entre los modelos propuestos figuran los de Nida, el de Richards (basado en el esquema de comunicación de Shannon y Weaver), así como los de Jumpelt, Houziaux y Bonnerot (Kelly, 1979). Desde Shannon y Weaver, casi todos los modelos abandonan el terreno de la lingüística para situarse en el terreno de la comunicación, y la prueba es que contienen tres agentes: 1), un emisor de señales, que es el orador del discurso o el autor del texto; ambos, sujetos hablantes que «quieren decir algo»; 2), un receptor de señales, que es el interlocutor o sujeto de la percepción, y 3), entre ambos, un intermediario, el traductor, que realiza ambas operaciones, comprendiendo primero y hablando después, es decir, funcionando primero como sujeto de la comprensión y luego como sujeto de la producción de lenguaje.

EL ACTO DE HABLA

Esto equivale a decir que el concepto de acto de habla es esencial en toda teoría de la traducción… y también en toda teoría del habla, porque no hay diferencia entre ambas. Steiner (1979) sitúa clara­mente el problema: «Toda comunicación entre emisor y receptor, incluso en la lengua materna, ha sido reconocida como análoga a las modalidades de transferencia de sentido entre lenguas… No podrá haber una auténtica “teoría de la traducción” hasta que no haya una teoría satisfactoria de cómo la mente humana produce habla…, tal teoría de la traducción sería un modelo operativo de cómo se genera, percibe y memoriza el habla humana. Estas líneas describen el programa de la teoría de la traducción: construir un modelo del acto social de comunicación mediante un sistema de signos, en el curso del cual los individuos producen y comprenden habla, que es lo que nosotros llamamos telegráficamente «acto de habla».

Conviene no confundir nuestra definición y concepción del acto de habla como acto social de comunicación (producción­percepción) con el speech act de Austin y Searle. Estos dos autores son filósofos especulativos que sólo se interesan por la lógica de las proposiciones emitidas o enunciadas. Nuestro modelo tiene una orientación experimental y se interesa, sobre todo, por la fase de la percepción, fase que no existe en el speech act de Austin y Searle.

Nuestro modelo pretende explicar los siguientes aspectos:

  1. ¿Cuál es la diferencia entre la significación semántica (meaning, Bedeutung) de las palabras, tal como figura en los diccionarios y en esa abstracción que es el sistema semántico de la lengua, y lo que los habladores quieren decir, que no figura en ningún diccionario ni en ningún sistema, sino que se encuentra, como fenómeno psicológico o, si se prefiere, psicosocial, en la intención subjetiva de decir, que es lo que Benveniste (1974) llama «el sentido intendido por el que quiere decir»? Es la diferencia entre el significado semántico y el «sentido» intendido por los hablantes. La ciencia llamada lingüística estudia los sistemas semánticos de esa institución social llamada «lengua», [175] pero está claro que para estudiar el fenómeno del sentido intendido por los hablantes hace falta una ciencia distinta.
  2. ¿Cómo pueden los sujetos hablantes, que se supone que conocen de antemano el sistema semántico de la «lengua» que hablan, comprender el sentido intendido por la intencionalidad subjetivo-psicológica de sus interlocutores? La respuesta a esta pregunta es una teoría de la comprensión del lenguaje (no de las frases, pues, sino del sentido intendido).
  3. ¿Cuál es el objeto de esa comprensión? La respuesta a esta pregunta es una teoría de la percepción lingüística.

 

Referencias

Benveniste, 1974 (Emile Benveniste): «La forme et le sens dans le langage», en Problemes de linguistique générale. París, Gallimard, 1974.

Clark y Clark, 1977 (Clark, H. H., y Clark, E. V.): Psychology and Language, An lntroduction to Psycholinguistics. Nueva York, H. B. Jovanovitch, 1977.

Dodd y White, Jr., 1980 (Dodd, D., y White, R., Jr.): Cognition, Mental Structures and Proceses, Allyn y Bacon, 1980.

García Landa, 1978 (García Landa, M.): «Les déviations délibérées de la littéralité en interprétation de conférence», tesis de doctorado presentada en la Universidad de la Sorbona Nueva (París III) en junio de 1978, no publicada; ejemplares mimeografiados en la Biblioteca Nacional de París, así como en la ESIT de París III y en la ETI de la Universidad de Ottawa.

García Yebra, 1981 (García Yebra, Valentín): «Polisemia, ambigüedad y traducción», en Logos Semantikos, Studia Linguistica in Honorem Eugenio Coseriu, vol. III, 1981, Credos, Walter de Gruyter.

García Yebra, 1982 (García Yebra, Valentín): Teoría y práctica de la traducción. Gredos. Madrid, 1982.

KELLY, 1979 (Kelly, L. G.): The True Interpreter. Oxford, Blackwell, 1979.

Koller, 1979 (Koller, W.): Einfuerung in die Uebersetzungswissenschaft. Heidelberg, Quelle und Meyer, 1979.