Estanislao Lluesma Uranga: «Solo ante ti, lector…»
Paracelso, Obras completas (Opera omnia). Primera traducción castellana con estudio preliminar y anotaciones por Estanislao Lluesma Uranga. Académico C. de la Nacional de Medicina de Madrid, Buenos Aires, Editorial Schapire, 1945, 19–20.
Después de lo que antecede, el traductor de esta primera edición castellana, se te acerca, lector, con la emoción de quien deposita ante un amigo amable y bien sintonizado por su interés y su espiritualidad, una joya antigua de complicado engarce y rara belleza.
Toda nuestra obsesión ha sido respetar la integridad total del detalle y la extensión del texto, a despecho de sus reiteraciones y complejidades, que son también el color del estilo con que fue creado. Pero, además, luchar página a página con su enrevesamiento expresivo e idiomático, intentando que su enunciado pase a un castellano conexo y comprensible, lo que, en honor a la verdad, creemos haber conseguido en casi todos los pasajes.
Una autora de exquisita sensibilidad y agudo juicio ha dicho recientemente que las traducciones se parecen a las mujeres en que no pueden admitirse más que absolutamente fieles o tan bellas, que hagan perdonar y olvidar sus pequeños deslices.
Declararemos que nuestra ambición ha sido aquí, lograr y confundir estas dos virtudes; belleza y exactitud. Amar lo que nos es amable, resulta nuevamente un aforismo imprescindible.
Por lo demás, el castellano empleado ha sido, deliberadamente, un poco arcaico en la sintaxis, aunque con absoluta modernidad prosódica. Creemos haber contribuido así a conservar el «sabor» del texto y de la época.
Hay, no obstante, algunas adiciones e innovaciones que debemos declarar. Las más importantes se refieren a la agrupación de las dedicatorias al comienzo de la obra en conjunto y la subtitulación de los capítulos –que Paracelso marcaba con una simple cifra con números romanos–, por breves leyendas alusivas al contenido de cada paréntesis, redactadas bajo la idea de hacer más directo y ligero el trabajo del lector.
[20] Las demás pequeñas cosas que han podido ir surgiendo, van señaladas al pie de las páginas, junto con las notas que nos ha parecido interesante recopilar.
Por último, hemos incluido entre pequeños paréntesis, después de las palabras o ideas dudosas o de varia interpretación, la palabra latina, copiando –aunque no siguiendo siempre– la línea de la traducción francesa.
Y ahora, previo el reconocimiento que la amistad, la cortesía y la justicia nos hacen rendir al notable esfuerzo del editor, ha llegado el momento en que hemos de callar.
En adelante, serás tú, lector, quien haga el gasto apreciativo: ante él te dejo con faz risueñamente inquieta y mente madura de curioso interés.
Buenos Aires, enero de 1945.