Ibáñez de Segovia

Mateo Ibáñez de Segovia: «Prólogo al lector»

Quinto Curcio Rufo, De la vida, y acciones de Alejandro el Grande, traducido de la Lengua Latina en la Española (Madrid, Herederos de Antonio Román, a costa de Antonio Bizarrón, 1699), [27–32]

Fuente: Julio–César Santoyo, Teoría y crítica de la traducción: antología, Bellaterra, Universitat Autònoma de Barcelona, 1987, 92–94.

 

[92] El universal aplauso que han merecido las traducciones, que en este siglo se han hecho en la lengua Francesa, por la aplicacion y felicidad con que se han dedicado sus mas eruditas plumas á ilustrarla, reduciendo á ella los mas doctos Escritores Griegos y Latinos, dio ocasion en cierta conferencia literaria, á que se controvirtiese si podrian lograr igual, ó superior acierto las que en nuestra Lengua Española se hiciesen de los mismos originales Griegos y Latinos. Abogaba tibiamente á favor de esta la comun experiencia de las pocas á quienes en ella se les puede conferir dignamente; pues sacadas las que hizo Alonso de Palencia de Plutarco, y otros, las quales, enmedio de haberse escrito en tiempo, que aun no habia llegado la lengua á verse en la hermosura y ornato, con que hoy se halla enriquecida, mantienen sin embargo tan gran nervio, y eloqüencia, que sin hacerlas desapacibles su ancianidad, pueden servir de modelo seguro á todos los que las emprendieren; la del P. Fray Luis de Granada del libro de la Imitacion de Christo del P. Kempis, impressa en Madrid el año de 1567. Las del P. Ribadeneyra de las Meditaciones, Soliloquios y Confesiones de San Agustin. Las de la Tragedia Latina de Lucio Anneo Seneca, que intiyula las Troyanas, y la de Pomponio Mela por Don Joseph Antonio Gonzalez de Salas. La de los libros de Beneficios de Séneca por Fray Gaspar Ruiz Montiano, con quien no es comparable la de Don Pedro Fernandez Navarrete. La del Panegyrico de Plinio á Trajano por el Juriconsulto Don Francisco de Barreda. La del Opusclo, que debaxo del titulo de Gobierno de los Príncipes, corre por de Santo Thomás, y con no pocos valedores esta opinion contra tantos como se oponen á ella por Don Alonso Ordoñez de Seyxas y Tobar, que tambien traduxo con no menor acierto la Poética de Aristóteles. [93] La de Tácito por Don Carlos Coloma, justamente celebrada de los que alcanzan á conocer sus primores, y á diferenciar las crecidas ventajas con que excede á tantas como se han hecho de este Autor, unas medianamente razonables, y otras sumamente infelices. La de la Capa de Tertuliano por Don Estevan de Ubani, la de la Apologia, y de otros tratados del mismo Autor, por el P. F. Pedro Manero, dignas de las mayores alabanzas, por el gran acierto con que exprimen la viveza y valentia de sus conceptos, enmedio de las ingeniosas obscuridades (segun las llama Lactancio) y de las estudiadas tinieblas (segun San Agustin) que se ofrecen a aquel Africano, ocasionadas de las figuras Griegas que usó en estilo Latino; las que hizo Don Francisco de Quevedo, peregrino ingenio de nuestro siglo del Lyrico Poeta Griego Anacreonte, que no imprimió, y cuyo original pára en mi poder con muy eruditas notas; y la que corre de la vida de Marco Bruto, sacada del texto Griego de Plutarco, que tan siniestramente han publicado algunos, fue de la traduccion Francesa del Señor Amiot, como se reconoce de los primorosos aciertos de aquella, y de los continuados defectos, que en esta notan sus mismos Franceses, y entre otros el Señor de Hedoville; el qual, con ocasion de ponderar la destreza con que traduxo del Griego Mr. le Fevre la vida de Teseo del mismo Plutarco, añade, que por la impropiedad, rudeza y obscuridad de las de Amiot, se debe desear saque Fevre las demás. Pero hizolo el año de 1666, el Abad Tallement, con tan grande acierto, que logra el primer credito este trabajo; y otras cuyo numero dificilmente llegarà al de las referidas. Todas las demás que corren en nuestra lengua, haciendo considerable ofensa á los Autores que traducen, mas la sirven de descredito y vltraje, que de ilustracion y adorno.

Este desengaño, y el de la inaplicacion que generalmente se experimenta hoy en España á las Buenas letras, hizo negar á casi todos los concurrentes, que pudiesen ser la superiores, y desconfiar á muchos de que llegasen á igualarlas. […]

He aplicado en esta traduccion todo el cuidado que he juzgado capaz de su logro, poniendole en la observacion de las leyes, que nos prescriben los aciertos de las que corren mas celebradas, sin estrecharme á la rigurosa severidad con que algunos quieren, que sea la version tan fiel y puntual, que no se mude una sylaba ni coma; pues como advirtio S. Geronimo: De la manera que no es injuria de la sentencia, sino adorno suyo cercenarla lo superfluo; tampoco infidelidad sino aliño añadirla para perfeccionarla. Tampoco me he adelantado á usar de la relaxada licencia del Paraphrasis; porque esta no solo es interpretacion de la letra (segun el sentir de Quintiliano) sino una libre y arbitraria declaracion de sentidos, expressada con abundancia de palabras. He tenido por regla el seguro medio que entre estos dos viciosos extremos siguió Ciceron, traduciendo las oraciones contrarias de Eschines y Demosthenes, que fue el trasladar la viveza de la sentencia, y convertir en magestad Latina la pompa Griega, copiando [94] (como él dize) la imagen, no los colores, pesando, y no numerándo las palabras, y atendiendo al valor antes que al número. Porque como enseña San Geronimo, el que traduce no ha de mirar á la material significacion de la voz, sino á la correspondencia que tiene en el Idioma, en cuya lengua traduce, precepto, de cuya observancia se hallan tan lexos todas las Traducciones que oy publican los nuestros, que no solo faltan á la debida proporcion y equivalencia de las voces, dexandose llevar de las estrañas; que muchas veces, ó no tienen en la propia la misma viveza, ó están recibidas en diverso sentido y significacion, sino tambien de las frases y dialecto de la lengua que traducen; de que nace, que teniendole cada uno distinto, quedan tan asperas, desabridas, obscuras, y en muchos lugares expresados los conceptos en muy contrario sentido al que se ofrecen en los originales que mas parecen abortos de estrangeras plumas, que partos de naturales ingenios.