Manero

Pedro Manero: «§ I. A qué leyes de traducir està ajustada esta version»

«Prefacion a la Apologia i a todas las obras de Tertuliano» en Tertuliano, Apología de Quinto Septimio Florente Tertuliano, presbytero de Cartago, contra los gentiles en defensa de los christianos (Zaragoza, Diego Dormer, 1644), 1–86  (2–7)

Fuente: Julio–César Santoyo, Teoría y crítica de la traducción: antología, Bellaterra, Universitat Autònoma de Barcelona, 1987, 84–85.

 

[84] No es mi ánimo en esta version, afectar estudios de ostentacion inutil, que fuera vanidad irreligiosa: ni intento descifrar á Tertuliano, que fuera presumir mas que los doctos; pues los hombres mas eruditos de Europa que trabajáron para justificarle, confiesan que dexáron á los otros que estudiar. […] Querer domesticar la ferocidad de este Africano, induce necessidad en los yerros: averlos previsto, excusa. Ardua pretension querer copiar con vulgares pinceles ideas tan remotas de lo vulgar: dificultosa empresa querer llevar sin torcer la mano por agenas líneas: imposible asunto beberle á Tertuliano el espíritu: desempeño inevitable querer correr en las tinieblas obscuras. […]

Los Escoliadores prohijan esta lobreguez tan ciega á las figuras griegas que observó. Escribió latin en griego; quedó obscuro como el romance en latin. Yo la atribuyo á la extravagancia del ingenio, que por alto es casi imperceptible, por fecundo tan copioso, que avocándose tantas alusiones y noticias, no pueden salir ordenadas; salen en tropel confuso unas sobre las otras. Para desenlazarlas y colocarlas graciosas y desembarazadamente en la oración es preciso añadir ó reformar palabras. Si esto es faltar á las leyes de la version, es falta forzosamente necesaria; que el estilo de este Autor no se puede sujetar á estos rigores. Algunos quieren que sea la version tan fiel y puntual, que no se mude una sílaba, ni una coma, sino que pase como dicen los Griegos el barco por barco (ceda á la propiedad la indecencia de la [85] Voz) y el mortero por mortero. Otros desahogan este rigor con la licencia parafrástica. Ambas leyes exceden: aquella es escrupulosa, ésta relajada. El cortar lo superfluo (dize San Geronymo), no es injuria de la sentencia, sino adorno: añadir para llenarla no es infidelidad, sino aliño. La paráfrasis es interpretacion licenciosa, que no es fiel traslado del original, sino explicacion del sentido; no copia fiel y verdadera, sino suma equivalente, que por eso los Griegos la llaman Proporcion. No entiendo yo (dize Quintiliano) que la paráfrasis sea tan solamente interpretacion de la letra, sino varia declaracion de los sentidos declarados con qualquier género y abundancia de palabras.

Las reglas fieles de traducir las observò Ciceron en la version de las oraciones contrarias de Eschines y Demóstenes, trasladando la viveza de la sentencia, y mudando la pompa griega en magestad latina. En esta version (dize Tulio) copié la imágen, no los colores: no conté las palabras, sino las pesé: no miré el número, sino el valor. Con esta regla se ha de medir nuestra version: en la qual ponderé palabras, no las conté: recogí el grano del valor de la sentencia, y no cuidé de la paja ó despojo de las sílabas, añadiendo en lo conciso los suplementos forzosos; en lo suspenso la trabazon de las cláusulas; en lo simbólico el circunloquio para aclarecer el sentido: pues como dize San Geronymo: El que traduce no ha de mirar á la material significacion de la voz, sino á la correspondencia que tiene con el idioma, en cuya lengua traduce. Para penetrar ésta procuré rastrear los impulsos que el autor imprime en las sentencias que escribe; pues como dize Quintiliano: La mayor parte de la eloqüencia nace del espíritu ardiente y fervoroso. Aquello que no se lee es el alma de la sentencia, el conato con que se dixo, la substancia. Si en esta version se hallaren algunas ó cercenadas ó redundantes, no por eso debe censurarse de ménos fiel; que de otra mas puntual dixo San Geronymo: Confiesso ingenuamente, que en la version de la Sagrada Escritura, en la qual aun el orden de las palabras es misterioso, no traslado yo palabra de palabra, sino sentencia de sentencia.