Josefa Amar y Borbón: «Prólogo de la traductora»
Javier Lampillas, Ensayo histórico–apologético de la literatura española contra las opiniones preocupadas de algunos escritores modernos italianos. […] Traducido del italiano por Doña Josefa Amar y Borbón. Segunda edición, corregida, enmendada e ilustrada con notas, por la misma traductora, Madrid, Imprenta de don Pedro Marín, 1789, 3 pp. sin numerar.
Fuente: M.ª Jesús García Garrosa & Francisco Lafarga, El discurso sobre la traducción en la España del siglo XVIII. Estudio y antología, Kassel, Reichenberger, 2004, 181–182.
[1] La obra del abate D. Javier Lampillas parece que reclama desde luego el derecho de ser traducida a nuestro idioma, porque tratándose, como en ella se trata, del mérito de tantos españoles antiguos y modernos, y principalmente de la vindicación del agravio que se les ha hecho, pueden ser convenientes estas noticias para que se desengañen unos de estas opiniones erradas y se estimule a otros a continuar testimonios tan honrosos a favor de las letras.
El autor prueba, a mi parecer, el designio de su obra, y éste es el mayor elogio que puede hacérsele. El público juzgará, en vista de la traducción, cuán acreedor es el abate Lampillas a los mayores elogios, por haber hecho un servicio tan recomendable a su patria, como es defenderla de sus nuevos contrarios en los dos escritores modernos italianos.
Por mi parte no puedo alegar otro mérito que el triste trabajo de haber traducido a nuestro idioma lo que el autor por sus motivos ha escrito en italiano. Son infinitos en España los que entienden el segundo, pero basta que no le comprendan otros muchos, para que pueda ser útil la traducción. La obra se distingue también por su moderación, cosa que es muy poco común en las apologéticas.
He procurado ceñirme al concepto y casi a las palabras del original, pero no con tanta [2] exactitud, que le haya copiado al pie de la letra, en cuyo caso tendría aún más defectos de los que advertirán desde luego los inteligentes. El pintor no puede sacar una copia perfecta, si a cada paso no vuelve los ojos hacia el original; mas el traductor, una vez que se entere del concepto, no ha de estar estrechamente atado al original si quiere sacar airosa la copia. No traducirá con gala, decía uno de los que se han empleado con más lucimiento en este género de trabajo, el que no se olvide de que está traduciendo. No es esto decía que yo haya sabido practicar estas mismas reglas, pero que son las que se deben tener presentes. Por lo demás, es cierto que esta traducción no permite tantas licencias como otras, porque habiendo de repetir continuamente las palabras de los AA. impugnados, no cabe alteración en esta materia. Si no hago escrúpulo de mudar algunas voces, dejando en todo su significado y sentido el pensamiento del autor, consiste en que soy amante de mi lengua, la que me parece tiene frases y palabras para todo; aunque algunos españoles, o lisonjeros o infecundos hayan juzgado lo contrario.
Si se agradecieran los buenos pensamientos, aspiraría a solicitar la benevolencia de mis compatriotas, por solo haber tenido el de traducir esta obra, que redunda en gloria suya; pero ya veo que no es bastante para que se me disimulen todos los defectos, porque en materia de escritos, tanto traducidos como originales, lo que se desea y es menester, es que sean perfectos. También [3] las mujeres tenemos algún interés en la publicación de esta obra, porque en el tomo IV se hace memoria de algunas españolas ilustres en las letras. Por esta razón pudiera pretender el agrado entre las de mi sexo y, conseguido el de ambos, no hay más que apetecer.
Advertencia de la traductora
La benignidad con que el público ha recibido la traducción del Ensayo histórico–apologético, escrito en italiano por el abate don Javier Lampillas, empeña a hacer esta segunda edición; pero esta misma benignidad pide de justicia que se corrijan y se enmienden con todo cuidado los defectos y descuidos de la primera, porque sería temeridad o mucha ignorancia repetirlos ahora nuevamente. En efecto, he procurado limarla y españolizarla más que al principio, poniendo notas a este tomo primero, que no las tenía, y traduciendo los sonetos, que antes se pusieron en italiano como están en la obra original. En los demás tomos se añadirá igualmente lo que parezca necesario a su mayor ilustración. Así en éste como en todos se distinguen las notas puestas por mí con este señal (*).