Cladera

Cladera Company, Cristóbal (La Puebla, 1760–Palma de Mallorca, 1816)

Escritor y traductor en lengua castellana. Estudió filosofía y derecho en el seminario de San Fulgencio de Murcia, y se graduó de doctor en la Universidad de Orihuela. Ordenado de primera tonsura en 1776, recibió el beneficio de una capellanía en Sevilla, y en 1792 fue nombrado tesorero del cabildo de la catedral de Mallorca. Diputado en las Cortes de Bayona en 1808, sirvió al gobierno de José Bonaparte, a cuya caída se exilió. Una vez restituido Fernando VII, Cladera volvió a España y fue sometido a un proceso de depuración. Es autor de cartas eruditas y de una reivindicación del papel español en el descubrimiento de América: Investigaciones históricas sobre los principales descubrimientos de los españoles en el Mar Océano (1794). Mayor fama le granjeó su crítica de El viejo y la niña de Leandro Fernández de Moratín, publicada con el seudónimo de Fulgencio del Soto en el Correo de Madrid (19 de julio de 1790), que originó la única respuesta, de tipo estético, del autor a las diversas críticas a sus obras.

Tradujo del inglés El juicio final, del poeta Edward Young (M., J. Doblado, 1785) y las Reflexiones sobre las ventajas que resultan del comercio al Estado de Joseph Addison (M., J. Ibarra, 1785). Del italiano, a través del francés, vertió las obras de Massimiliano Murena Tratado sobre las violencias públicas y particulares y Tratado sobre las obligaciones del juez (M., P. Barco López, 1785). En julio de 1787 emprendió la publicación del importante periódico Espíritu de los mejores diarios literarios que se publican en Europa (1787–1791), en el que incluyó artículos traducidos de numerosas publicaciones periódicas extranjeras, si bien predominaban las fuentes francesas e inglesas. Los temas eran variados: academias, agricultura, arquitectura, arte, astronomía, biología, botánica, economía, educación, filosofía, física, geografía, historia, jurisprudencia, literatura, medallas, medicina, música, política, química, religión, vida social. Los artículos informativos alternaban con breves anécdotas, cuentos, poemas y extractos de obras teatrales breves. Sin entrar en el análisis de la calidad de las traducciones, de diversos autores, lo cierto es que la publicación gozó de gran prestigio en círculos políticos y eruditos, y es buen ejemplo de la versatilidad del traductor.

Entre 1796 y 1802, después del cierre en 1791 de la prensa independiente, Cladera se dedicó a traducir en diez volúmenes el Diccionario universal de física (M., B. Cano) del académico francés Mathurin–Jacques Brisson. Con la ayuda de un no identificado D. F. X. C. en los dos primeros tomos, Cladera es responsable de fijar el vocabulario de varios términos de química y física (oxígeno, hidrógeno), incorporados después al Diccionario de la Real Academia. En el «Discurso preliminar» subrayaba la autoridad de la traducción al constatar que «hemos recorrido los talleres públicos de esta Corte» para consultar con expertos cuando faltaban los conocimientos necesarios. Precisaba que la obra se había «aumentado con los descubrimientos posteriores a su publicación», incorporando los añadidos a la segunda edición francesa. Exponía las teorías de Descartes y Newton, y su actualidad se evidencia en las citas de Lavoisier, Priestley y Cavendish. Cladera pretendía que los estudiantes de enseñanza superior compraran la obra, aunque sólo consiguió que se adoptara por el Real Colegio de Cirugía de Cádiz.

En 1800 (M., Viuda de Ibarra) publicó, oculto tras unas iniciales, el Examen de la tragedia intitulada Hamlet, ataque a la versión de Leandro Fernández de Moratín de 1798, donde afirmaba, incorrectamente, que «el conjunto de errores que arroja esta traducción forma un todo monstruoso». El Examen repasa la tragedia acto por acto, indicando los llamados errores y haciendo alarde de un supuesto conocimiento de la vida literaria inglesa y de publicaciones eruditas sobre Shakespeare. Señala frases que le parecen equivocadas, citando muchas veces el texto inglés y ofreciendo versiones a su juicio más acertadas. Las alternativas son muy literales y los ejemplos demuestran que Moratín suele apartarse de una traducción exacta de palabras individuales para poder emplear una frase que transmita mejor el sentido de Shakespeare, razón que no señala Cladera. Cuando Moratín rechaza una versión literal es por buscar un estilo más poético, muchas veces más rítmico, sin duda acorde con la finalidad del autor. El método de Cladera tiende a reducir el significado de frases ambiguas; Moratín, en cambio, busca, donde sea necesario, imágenes nuevas y eficaces, equivalentes a las de Shakespeare, y mantiene la extrañeza de sintagmas exóticos. Aunque Moratín intentó prohibir respuestas a la crítica de Cladera, un misterioso P. Ozerín–Jáuregui y Z. publicó en la Continuación del Semanario de Salamanca (19 de abril de 1800) una detallada y erudita defensa de la versión moratiniana señalando tanto los errores de traducción de Cladera como su falta de conocimiento de la historia de la literatura inglesa.

 

Bibliografía

Continuación del Semanario de Salamanca, 19 de abril de 1800, 257–262.

Philip Deacon, «Hamlet de W. Shakespeare, en traducción de Leandro Fernández de Moratín (1798)» en F. Lafarga & L. Pegenaute (eds.), Cincuenta estudios sobre traducciones españolas, Bern, Peter Lang, 2011, 123–­­142.

Philip Deacon, «La defensa del Hamlet de Moratín en Continuación del Semanario de Salamanca», Cuadernos Dieciochistas 15 (2014), 321–334.

Cecilio Garriga, «El Diccionario universal de física de Brisson (1796–1802) y la fijación lexicográfica de la terminología química en español» en C. García Turza, F. González Bachiller & J. Mangado (eds.), Actas del IV Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, Logroño, Universidad de La Rioja, 1998, 179–190.

Eulogio Varela Hervías, Espíritu de los mejores diarios literarios que se publican en Europa. Madrid, 1787–1791, Madrid, Hemeroteca Municipal, 1966.

 

Philip Deacon