Marías Franco, Javier

Marías Franco, Javier (Madrid, 1951–Madrid, 2022)

Escritor y traductor en lengua castellana, hijo del filósofo Julián Marías. Miembro de la Real Academia desde abril de 2008, alternó su dedicación a la escritura (novelista, ensayista y columnista de diversos diarios) con la edición (director de Reino de Redonda), la docencia (en la Universidad de Oxford, el Wellesley College de Boston y la U. Complutense de Madrid) y también la traducción. Se trata de uno de los novelistas españoles modernos más aclamados por la crítica y el público. Poseyó numerosos galardones nacionales e internacionales, como el premio Nelly Sachs (Dortmund, 1997), el de la Comunidad de Madrid (1998), el Grinzane Cavour (Turín, 2000) y el Alberto Moravia (Roma, 2000), todos ellos por el conjunto de su obra. Fue galardonado en 2012 con el «Premio Nacional de Narrativa español», pero lo rechazó. De su ya extensa producción novelística, iniciada en 1971 con Los dominios del lobo, las obras más apreciadas, tanto en España como en el extranjero, han sido Corazón tan blanco (1992), Mañana en la batalla piensa en mí (1994), Negra espalda del tiempo (1998) y Los enamoramientos (2011). Marías fue –sólo en términos literarios– rey de Redonda, una nación semificticia creada en torno a la isla de Redonda, dependencia de Antigua y Barbuda. Desde 2001, ha otorgado anualmente el premio Reino de Redonda a diversas personalidades de las artes y las letras internacionales. Dedicó asimismo atención a la figura del traductor en diversas columnas periodísticas e incorporó a un traductor como protagonista de Corazón tan blanco; de igual modo, el narrador de Todas las almas (1988) se gana la vida como profesor de literatura española y traducción en Óxford.

En su faceta como traductor cabe destacar El brazo marchito y otros relatos de Thomas Hardy (M., Alianza, 1974); La vida y opiniones del caballero Tristram Shandy (acompañado de Los sermones de Mr. Yorick) de Laurence Sterne (M., Alfaguara, 1978); De vuelta del mar de R. L. Stevenson (M., Hiperión, 1980); El espejo del mar de Joseph Conrad (M., Hiperión, 1981); Ehrengard de Isaak Dinesen (B., Bruguera, 1984); El crepúsculo celta de W. B. Yeats (Alfaguara, 1985); Autorretrato en espejo convexo de John Ashbery (M., Visor, 1990); Religio medici. Hydriotaphia de Thomas Browne (Alfaguara, 1986); Un poema no escrito de W. H. Auden (Valencia, Pre–Textos, 1996); Notas para una ficción suprema de Wallace Stevens (Pre–Textos, 1996), además de diversos poemas y cuentos de autores como Joseph Brodsky, Raymond Carver, Keith Douglas, William Faulkner, Seamus Heaney, Edith B. Holden, Thomas Novell, Vladímir Nabókov, Frank O’Hara, J. D. Salinger y John Updike.

De todas estas traducciones, probablemente una de las más exigentes –junto con el Religio medici– fue la del Tristram Shandy, que le valió el Premio Nacional de Traducción en 1979. La política traductora seguida por Marías al verter esta obra supone el seguimiento de una literalidad extrema, lo que le lleva a adoptar en el texto un marcado tono extranjerizante y a hacer claramente patente su intervención como traductor. Con el seguimiento de esta práctica da forma expresiva al concepto de literalidad defendido por teóricos contemporáneos de la traducción como Antoine Berman o Lawrence Venuti. Así, en el prólogo a su traducción señala que «las más de las veces [he] preferido forzar al máximo la sintaxis y la puntuación castellanas (en pro de posibilitar la adivinación del texto inglés por parte del lector español) a seguir la lamentable y generalizada tendencia de los traductores a castellanizar los textos extranjeros». Llegó a definir su propia traducción de Tristram Shandy como su libro favorito, lo que no quiere decir que la considere superior, claro está, al texto original, sino porque según sus propias palabras, «sé el porqué de cada opción, de cada línea, el porqué de cada elección de cada palabra de mi versión de Sterne según Marías, mientras que lo ignoro en Sterne según Sterne».

Reflexionó sobre la problemática de la traducción en diversos ensayos, en los que demuestra estar familiarizado con las aportaciones de pensadores como Ortega y Gasset, Steiner, Paz, Nabókov o Benjamin, y que recogió, junto a otros, en la obra Literatura y fantasma (1993): «Ausencia y memoria en la traducción poética», «La traducción como fingimiento y representación» (el más interesante de todos ellos), «Desde una novela no necesariamente castiza», «El apócrifo apócrifo» y «Mi libro favorito». Resulta llamativo que la última columna que Marías escribió para El País antes de fallecer consistiera en un elogio de los traductores literarios. Llevaba por título «El más verdadero amor al arte» y en su primera línea afirmaba: «Si hay una actividad que echo de menos, esa es la traducción».

 

Bibliografía

Rita De Maeseneer, «Sobre la traducción en Corazón tan blanco, de Javier Marías», Especulo 14 (2000).

Javier Marías, «Nota sobre el texto» en L. Sterne, La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy, Madrid, Alfaguara, 1978, XLIIIXLV.

Javier Marías, Literatura y fantasma, Madrid, Siruela, 1993.

Javier Marías, «El más verdadero amor al arte», El País, 11 de setiembre de 2022

Luis Pegenaute, «The Poetics of Translation According to Javier Marías: Theory and Practice», TTR 25:2 (2012), 73–118.

Gareht J. Wood, Javier Marías’s Debt to Translation: Sterne, Browne, Nabokov, Oxford, Oxford University Press, 2012.

 

Luis Pegenaute