Maimónides

Maimónides (Córdoba, 1135 o 1138–Fustat, 1204) 

Escritor y pensador hispanojudío. Conocido como Rabbi Mosheh ben Maimon en la literatura rabínica, Abu ‘Imran Musa ibn ‘Ubayd (o ‘Abd) Allah al–Qurtubi en la tradición árabe y Maimónides en la literatura occidental. Nacido en el seno de una destacada familia judía, es probable que abandonara Córdoba junto a su familia en torno a 1148, tras la llegada de los almohades; en cualquier caso en 1160 se habían trasladado a Fez, donde estudió con el rabino Yehudah ibn Shoshan. Esta etapa de su vida en Ándalus y, posteriormente, en el Magreb fue decisiva en su formación tanto en ciencias judías como profanas. En Fustat (antiguo Cairo) aparece ya establecido en el año 1167 y en esta ciudad residiría el resto de su vida. Por entonces Maimónides ya había escrito un tratado sobre el calendario judío y otro sobre lógica. A estos trabajos hay que añadir varias respuestas de tipo legal o teológico, que a veces adoptan la forma epistolar, entre ellas la Carta sobre la persecución religiosa. Por cuestiones familiares tuvo que ejercer la medicina, llegó a convertirse en médico de la corte y escribió varios tratados médicos, entre ellos el Régimen de salud. Fue elegido jefe de la comunidad judía en reconocimiento a sus méritos, no sólo por su actuación en favor de los judíos sino, y muy especialmente, por una de sus composiciones más relevantes: el Comentario a la Mishnah. La producción de Maimónides pertenece a los campos de la legislación y teología judía, filosofía y medicina. La mayor parte de sus obras están escritas en judeo–árabe, es decir, árabe escrito con alfabeto hebreo, préstamos léxicos del hebreo y empleando registros cercanos a la lengua árabe dialectal. En judeo–árabe fue compuesta la obra que le ha dado fama universal: la Guía de los perplejos (Dalalat al–ha’irin).

Su otra obra magna, el Mishneh Torah o Código de ley judía, la escribió, sin embargo, en lengua hebrea para facilitar su acceso a las comunidades judías no–arabófonas. En ella sistematiza y codifica la Ley judía, hasta entonces dispersa en las discusiones rabínicas recogidas en el Talmud y en la literatura midráshica, situándola dentro de un marco teórico e intelectual; admirada por unos y criticada por otros, se convirtió en la composición literaria judía más comentada de toda la Edad Media. Al tratarse de una obra escrita en hebreo su difusión se produjo tanto dentro del mundo arabófono como fuera de él, sin necesidad de que se tradujese a otras lenguas hasta época moderna. En el mundo no–judío esta obra fue escasamente conocida, aunque más de treinta hebraístas cristianos tradujeron fragmentos del Mishneh Torah al latín entre los siglos XVI y XVIII.

En cuanto a su otra obra magna, la Guía de los perplejos, está escrita en judeo–árabe; en ella el autor intenta conciliar filosofía y ciencia religiosa, y desarrolla un sistema de interpretación del texto bíblico de tipo racionalista. La repercusión de esta obra en el mundo judío fue notable desde el primer momento, aunque siempre acompañada de controversia por su postura racionalista. La transmisión de la Guía dentro del mundo judío se realizó en muy pequeña medida a través del texto original judeo–árabe. Fue la traducción hebrea (Moreh nebujim) que llevó a cabo el granadino Samuel ibn Tibbon en vida de Maimónides y en estrecha colaboración con el autor la que desempeñó ese papel. El literalismo de la traducción lleva a veces a violentar la sintaxis hebrea, pero es de reseñar su fidelidad a los contenidos de la obra y el hecho de que sirviese para acuñar y uniformizar la terminología filosófica en la lengua hebrea. Tan sólo unos años después Judah al–Harizi realizó otra traducción al hebreo, aunque mucho menos rigurosa y precisa que la de Ibn Tibbon. Constituye un hito temprano de la teoría de la traducción la «Epistola Ibn Tibbon», en la que da respuesta a algunas consultas de su discípulo sobre la mejor manera en que el maestro debía ser traducido. En el mundo cristiano la Guía fue especialmente influyente en escolásticos cristianos como Tomás de Aquino y Alberto Magno. Estos autores tuvieron acceso parcial a sus contenidos a través de una traducción latina realizada en el siglo XIII sobre la versión hebrea de al–Harizi. A esta traducción latina le siguió la de Augustinus Justinianus (París, 1520), basada asimismo en el texto de al–Harizi. Tan sólo en el siglo XVII se tradujo la Guía al latín a partir de la versión hebrea más fiable, es decir, la de Ibn Tibbon, obra de Johannes Buxtorfius (Basilea, 1629).

La primera traducción a una lengua vernácula fue la que realizó al español el converso Pedro de Toledo, en la primera mitad del siglo XV, y que lleva por título Mostrador e enseñador de los turbados (hay ed. moderna por Moshe Lazar; Culver City, Labyrinthos, 1989). Pedro de Toledo realizó esta traducción a partir del texto judeo–árabe original, comparándolo con las dos traducciones hebreas existentes. Se trata, por lo tanto, de un elemento esencial en la transmisión textual de la Guía, además de constituir el texto filosófico más antiguo y más extenso publicado por primera vez en castellano. La Editora Nacional publicó en 1984 una traducción española contemporánea debida a David Gonzalo Maeso. Por otro lado, se cuenta en castellano con versiones de varias de sus epístolas, obra de M.ª José Cano y Dolores Ferre (1980) y de Judit Targarona (1987), ambas publicadas por Riopiedras (Barcelona); de sus tratados médicos en varios volúmenes, traducidos por D. Ferre (Córdoba, El Almendro, 1991, 1996 y 2004), y con una selección de la Mishneh Torah hecha por varios traductores bajo la dirección de A. Platkin (Tel Aviv, Sinai, 1998). En tiempos recientes, la editorial Obelisco (Barcelona) ha publicado Obras filosóficas y morales (2006) por Aryeh Nathan y Guía de perplejos o decarriados (2010) por Fernando Valera.

 

Bibliografía

Olga González González «Maimónides y la epístola a ibn Tibbón» en R. Martín-Gaitero (ed.), V Encuentros Complutenses sobre la traducción, Madrid, Universidad Complutense, 327-331.

J. Israel, «Maimónides en español», Raíces. Revista Judía de Cultura 60 (2004), 38–43.

 

María Ángeles Gallego