Francófona de Europa, Literatura

Francófona de Europa, Literatura

La proximidad geográfica entre Francia y países como Bélgica, Suiza y Luxemburgo, que parecería, a primera vista, situar sus respectivas literaturas francófonas en una posición privilegiada respecto de las más alejadas, como son las de América o África, ha actuado siempre como factor negativo no sólo a nivel interno, ante la posición incómoda y problemática que supone compartir una lengua con un país del cual se saben excluidos y diferentes, sino también cuando tienen que enfrentarse a la recepción de sus respectivos autores fuera de sus fronteras. Cuando se aborda el tema de la traducción al castellano de autores francófonos belgas, suizos o luxemburgueses puede afirmarse que la recepción se produce a través de Francia, ya sea porque las obras son publicadas por editoriales francesas, o bien porque los escritores han alcanzado notoriedad entre los lectores franceses y en los círculos intelectuales del país vecino. Históricamente, la influencia francesa en los tres países francófonos ha sido trascendental, y a sus hombres de letras se les exige haber triunfado antes en París. Otra vía de entrada de las diferentes literaturas francófonas en España son los premios. Aquellos autores que han logrado el Nobel, el Goncourt o cualquier otro han sido traducidos casi de inmediato en España.

Las tres literaturas en lengua francesa comenzaron a ser reconocidas como tales a partir del siglo XIX, momento en que Bélgica y Suiza redactaron sus respectivas Constituciones; en el caso de Luxemburgo, la literatura francófona alcanzó su edad de oro en el transcurso de dicho siglo. Exceptuando al ginebrino J.–J. Rousseau, fagocitado por el Siglo de las Luces francés, de quien se han traducido numerosas obras, y a Mme. de Staël –francesa de padres ginebrinos–, introductora del Romanticismo en Europa y también muy identificada con Francia; o en Bélgica el príncipe Charles–Joseph de Ligne (1735–1814), que desde su castillo de Belœil, cercano a Bruselas, se relacionó con las grandes personalidades de la Ilustración europea y dejó un legado literario muy enriquecedor, pero del que sólo se ha traducido una selección de sus escritos, realizada en 2004 por Jorge Gimeno con el título Amabile (Valencia, Pre–Textos), así como la Memoria sobre los judíos (Málaga, Alfama, 2008; versión de Miguel Ángel Frontán y Carlos Cámara), las traducciones de obras de las francofonías europeas se reducen fundamentalmente a autores que se dieron a conocer en los siglos XIX y XX.

 

Bélgica

En el siglo XIX, floreció en Bélgica una pléyade de autores excelentes, desde el romanticismo hasta el simbolismo, que permanecen desconocidos para el lector medio español, salvo algunas figuras de relieve internacional, de las que se ha llegado a olvidar la nacionalidad por superponérseles, en la mayoría de los casos, la de su país de acogida, es decir, la francesa. En 1844 se editó en Barcelona (El Imparcial) la Historia de Bélgica y Holanda de André Van Hasselt (1806–1874), eminente poeta romántico. La primera traducción que se encuentra de un autor perteneciente a la escuela realista, el considerado padre de la literatura belga, Charles de Coster (1827–1879), se remonta a 1927, cuando Francisco Aznar Navarro editó La leyenda de Ulenspiegel (M., Sucesores de Rivadeneyra). Por los mismos años R. Cansinos Assens dio su versión de Las leyendas flamencas (M., América, s. a.), y en 1979 apareció en Barcelona (La Gaya Ciencia) Till Eulenspiegel: el espejo y búho, traducción de Felipe de Romañá. No se realizaron versiones del resto de los escritores de la escuela realista. De los representantes del naturalismo belga sólo hay un número reducido de traducciones de dos excelentes novelistas: Camille Lemonnier (1844–1913) y Georges Eekhoud (1854–1927). Del primero, Luis Marco, no se tiene certeza si a finales del siglo XIX o a comienzos del XX, publicó en Madrid (Idamor Moreno) su novela La carnicería; con todo, no existe ninguna traducción de su obra cumbre Un mâle (1881). Del segundo hay una traducción de La Nueva Cartago, por José M.ª Quiroga, publicada en Madrid en 1930.

De los grandes poetas, dramaturgos y narradores simbolistas, el que mayor reconocimiento ha recibido en España ha sido M. Maeterlinck, que es, asimismo, el autor belga más traducido al castellano, con una popularidad que aumentó gracias a la obtención del premio Nobel de Literatura en 1911. De Georges Rodenbach (1855–1898) se conserva un buen número de traducciones al castellano: en 1918 apareció la primera versión de su obra maestra, la novela Brujas, la muerta, a cargo de Andrés Guilmain (M., Fortanet; varias reed.); en 1944 Nieves Salvatierra hizo una nueva traducción para Montaner y Simón de Barcelona; la última edición de esta novela es de 1996 (M., Sopec), sin nombre de traductor. Otras obras de este autor traducidas son El carrillonero (M., F. Moliner, 1920; trad. de A. Guilmain), La ciudad de las aguas muertas (M., Izquierdo, s. a.; trad. de R. Cansinos Assens), título que nos aleja enormemente del original L’art en exil, haciéndonos sospechar que el editor quería sobrevalorar la obra más conocida de Rodenbach, Bruges la morte, con el propósito de conseguir un mayor número de ventas, y Museo de beguinas (M.,  Vda. de P. Pérez, 1920; trad. de A. Guilmain), La vocación (M., Prensa Popular, 1925; sin nombre de traductor) y El reino del silencio (M., Hispánica, 1944; versión de Carlos R. de Dampierre). En 2011, Umbrales edita, sin nombre del traductor, Brujas la Muerta. Los restantes autores simbolistas siguen siendo unos perfectos desconocidos, incluido el poeta É. Verhaeren.

De los escritores del siglo XX, el que ha gozado de mayor prestigio en España ha sido G. Simenon: autor cosmopolita, sus novelas policíacas están en las bibliotecas de todo el mundo. A partir de los años 20 la presencia de sus obras, con las que hizo famoso al inspector Maigret, ha sido constante en el panorama editorial español, y no sólo en castellano. El segundo escritor más traducido en España es Jean Ray (1887–1964), que cultivó, como Simenon, una literatura que se adscribe al ámbito de lo policíaco o de terror, géneros que acumulan en España el mayor número de lectores. En 1958 se publicó en Barcelona (Herder) Entre los pieles rojas, versión de Eduardo Ogg, y a partir de esa fecha aparecieron varios de sus cuentos; en 1965 vio la luz una selección de sus Obras escogidas, traducidas por Salvador Bordoy (M., Aguilar), pero fue a partir de 1970 cuando proliferaron las publicaciones en la editorial madrileña Júcar de diferentes relatos de su serie policíaca firmada con el seudónimo de Harry Dickson, con relatos como La banda de la araña, La cabeza de dos centavos, La calle de la cabeza partida, El camino de los dioses, El canto del vampiro, este último traducido por Caballero Bonald, o La casa encantada, por M. Antolín. Su novela fantástica más conocida y original, Malpertuis, fue traducida por S. Bordoy (M., Valdemar, 1990; reed. 2004).

Otros géneros y autores no han gozado de tanto éxito. Entre los dramaturgos cabe mencionar a Michel de Ghelderode (1898–1962) y a Fernand Crommelynck (1886–1970). El primero, a pesar de los lazos que lo unen a la historia y la literatura del Siglo de Oro español, no ha llegado a alcanzar el prestigio que le corresponde. Existe una primera traducción, en 1954, de su pieza teatral Los ciegos, realizada por Ramón Castellbord (B., Imprenta Comas); en 1959 la obra Halewyn se incluyó en un volumen de Teatro belga contemporáneo (M., Aguilar), junto a piezas de Suzanne Lilar (1901–1992), Herman Closson (1901–1982) y Jean Mogin (1921–1986); de 1983 es la versión catalana de La balada del gran macabre, por Joan Argenté (B., Institut del Teatre); en 1985, Francisco Pillado tradujo al gallego Máxia vermella (Sada, Ed. do Castro); en 1992 aparecieron sus cuentos Sortilegios, con traducción y prólogo de Enrique Moreno (B., Lumen); varias piezas breves fueron incluidas en un volumen bilingüe preparado por Rose–Marie Speckens (Alicante, U. de Alicante, 2001), mientras que de 2002 es el volumen que contiene El loro de Carlos V, Escorial, La escuela de los bufones y El sol se pone, piezas traducidas por M.ª Jesús Pacheco (M., ADE). De Crommelynck sólo parece haberse traducido El estupendo cornudo, en 1925, por Augusto d’Halmar y Antonio Espina (M., Caro Raggio).

El género narrativo se ve sumido en el más absoluto silencio editorial; tan sólo M. Yourcenar y Amélie Nothomb (1967), cuya novela Estupor y temblores consiguió el premio de la Academia francesa en 1999, han gozado de una excelente recepción. Nothomb viene siendo traducida desde 1996, año en que Sergio López publicó Higiene del asesino (B., Circe); la misma editorial publicó en 1997 Las catilinarias, en versión de A. M.ª Moix y Concha Serra Ramoneda, y el año siguiente Atentado, de la misma Moix junto con Mónica Boada. En los últimos años no ha decrecido el interés por su obra, con traducciones en castellano y catalán, sobre todo: Higiene de l’assassí por Jordi Puntí (B., Columna, 1998), Estupor i tremolors por Jordi Dalmau (B., Columna, 2000), Estupor y temblores (2000), Metafísica de los tubos (2001) y Ácido sulfúrico (2007), las tres por Sergi Pàmies (B., Anagrama), o Antichrista por Ferran Ràfols y Nathalie Barbeta (B., Empúries, 2005); aunque también al euskera: Durduzaz eta dardaraz por Joxan Elosegi (Iruña, Igela, 2003) y al gallego: Un nome de dicionario por Dolores Vilavedra (Vigo, Galaxia, 2003). La editorial Anagrama se ha convertido en la mejor valedora de las traducciones de esta autora, pues en ella se han venido publicando, desde 2003 hasta 2014, la mayoría de sus obras ya sea en sus versiones españolas o catalanas.

 

Suiza

La literatura de la Suiza francófona, a excepción de muy pocos autores, ha gozado de menor recepción en España que la belga. Se hace difícil encontrar traducciones de literatos suizos aunque gocen de reconocido prestigio en su país, si exceptuamos a Rousseau o a B. Constant, que continúan estando integrados en la historia de la literatura francesa, por no hablar de críticos, filósofos o teóricos del lenguaje de la escuela de Ginebra, como Starobinski, Saussure, Piaget, Albert Béguin. Tan sólo dos autores suizos del siglo XIX han gozado de cierta aceptación en España: Amiel y Töpffer. Del primero, Henri Frédéric Amiel (1821–1881), a quien Gregorio Marañón dedicó su ensayo Amiel: un estudio sobre la timidez (1931), existe una primera traducción de su obra más conocida Diario íntimo en 1912, realizada por José González Alonso (M., Viuda e Hijos de M. Tello), a la que siguió otra en 1915, debida a María Enriqueta (M., América; reed. en 1931 y en 1976). De la misma obra la española Clara Campoamor publicó su traducción en Argentina (Buenos Aires, Losada, 1949), la de Juan G. de Luaces es de 1951 (B., J. Janés) y la de Gonzalo Torrente Malvido, de 1964 (M., Edaf; varias reed.). De Rodolphe Töpffer (1799–1846), autor curioso por ser uno de los iniciadores de la viñeta cómica aplicada a la narración, tan sólo consta una traducción, por Ángel Guerra, de la novela La biblioteca de mi tío, publicada en Madrid (Biblioteca Patria) en 1910.

De los escritores suizos del siglo XX, Blaise Cendrars (1887–1961) es el que mejor recepción ha tenido en España. Como en el caso de Maeterlinck, Cendrars alcanzó notoriedad al recibir en 1937 el premio de la Academia francesa. Su Antología negra fue traducida por M. Azaña en 1930 (M., Cénit), y el mismo año J. Gómez de la Serna publicó Las confesiones de Dan Yack (M., Galo Sáez). El mismo traductor dio el año siguiente El oro (M., Diana; varias reed.), novela que apareció en 1984 en catalán, traducida por Bernadette Serrahima (B., La Magrana). De los Cuentos negros para niños blancos, traducidos por Juan Manuel Azpitarte (M., Espasa–Calpe, 1983), se hicieron varias ediciones en los años 80. En 1998 Nuria Sales publicó en Valdemar El hombre fulminado; entre 1992 y 2003 han aparecido varias traducciones de Prosa del Transiberiano, y en 2004 Manuel Talens dio Trotamundear (M., Alianza). Charles–Ferdinand Ramuz (1878–1947) ha venido gozando de buena recepción desde que en 1930 se publicó la traducción de José M.ª Quiroga de La grande peur dans la montagne con el título de Cumbres de espanto (M., Argis; varias reed.); novela que volvió a traducirse por Mauricio Wacquez con el título más fiel al original El gran miedo en la montaña (B., Montesinos, 1988). En 2001 apareció la versión de Rafael Alberti de su obra teatral más conocida, Historia del soldado, escrita en colaboración con Stravinsky (Sevilla, Fundación el Monte de Sevilla). Esta pieza ya se había incluido en la antología de Teatro suizo contemporáneo (M., Aguilar, 1963), junto con La muchacha de Evolene de René Morax (1873–1963), y otras obras de dramaturgos de lengua alemana.

Entre los años 80 y 90 se publicaron en España varios títulos de autores contemporáneos suizos de literatura y crítica literaria, como El décimo cielo de Étienne Barilier (1947), traducido por Daniel Alcoba (B., Planeta, 1988) o Las horas de James Joyce de Jacques Mercanton (1910–1996), en versión de Eva Calatrava (Valencia, Institució Alfons el Magnànim, 1991). Los premios literarios se traducen en España rápidamente, razón por la que el primer premio Goncourt que se concedió a un suizo francófono, Jacques Chessex (1934–2009) y su novela El ogro (en 1973), se publicó por Plaza & Janés (Barcelona) en 1974, en versión de Adolfo Martín. A partir de 2000 Cuenca acogió varias de las obras de este escritor: Enrique Pastor tradujo Minotauro y El último monstruo, publicadas por la Diputación y el Departamento de Cultura del Ayuntamiento; en 2001 apareció su versión, en edición bilingüe, de las Notas sobre Saura (Fundación Antonio Pérez); y en 2002 de nuevo E. Pastor tradujo Los peligros de Lecoultre, publicado por la misma institución. La razón del interés de Cuenca por este autor suizo se debe al viaje que realizó a la ciudad en el año 2000 y las relaciones amistosas que mantuvo con el pintor Carlos Saura, siendo él mismo un excelente pintor.

Denis de Rougemont (1906–1985), terminada la segunda Guerra Mundial, fue un europeísta entusiasta; este interés por la evolución de Europa explica el hecho de haber sido traducidas al castellano varias de sus obras desde 1941, año en que salió ¿Cambiar la vida o cambiar al hombre? (Buenos Aires, Sur); luego aparecieron Riesgos y posibilidades de la civilización europea (M., Editorial Europea, 1960; trad. de Pilar Liria), Europa y los europeos (Plaza & Janés, 1961; trad. de José M.ª Aroca), Tres milenios de Europa (M., Revista de Occidente, 1963; versión de F. Vela), Europa como probabilidad (M., Taurus, 1964; trad. de Emilio Artacho). De Philippe Jacottet (1925), destacado crítico, traductor y reputado poeta, residente en Francia desde 1953, no apareció una antología de sus poemas, hecha por Antonio Lara, en las ediciones Dendrónoma (Barcelona), hasta 1982, y en 1997 se tradujo, por Rafael José Díaz, A la luz del invierno (Palma, Calima). Hubo luego que esperar hasta 2005 para encontrar una nueva traducción, la de 24 poemas por Fernando Romera (Segovia, Pavesas), y en 2006 Pre–Textos publicó El ignorante: poemas 1952–1956, en versión de R. J. Díaz.

Entre los escritores más recientes cabe citarse a Joël Dicker (1985) y su novela La verdad sobre el caso Harry Quebert, publicada en francés en septiembre de 2012 y editada en español en junio del año siguiente, con varias reediciones hasta 2018. Tras haber sido consagrada como la ganadora del Gran Premio de Novela de la Academia Francesa y el Prix Goncourt des Lycéens, se convirtió en un superventas mundial y se tradujo a más de treinta idiomas. Las editoriales Alfaguara y Debolsillo son las que en mayor medida han publicado a este autor. Una de las últimas publicaciones de Alfaguara ha sido El libro de los Baltimore, aparecido en septiembre de 2018.

 

Luxemburgo

La recepción de la literatura escrita en lengua francesa en el Gran Ducado ha sido prácticamente nula. No se ha traducido nada, por ejemplo, de Félix Thyes (1830–1855), considerado el primer autor luxemburgués de expresión francesa. De los nuevos autores surgidos a partir de 1980, sólo se ha vertido a Anise Koltz (1928), de la que puede leerse en castellano Cantos de rechazo (M., Hiperión, 1998; trad. de José M. G. Holguera) y en catalán 12 poemes (Valencia, U. de València, 2004) y La terra calla (B., Cafè Central–Vic, Eumo, 2005), ambos en versión de Anna Montero. De ningún otro autor contemporáneo se han hecho traducciones, a pesar de la gran importancia que han alcanzado revistas literarias como Floréal o Cahiers Luxembourgeois. De poco le ha servido a un pequeño grupo de funcionarios españoles de la Unión Europea fundar la revista Abril, que aparece semestralmente desde enero de 1991, y que viene publicando textos de autores luxemburgueses e informes exhaustivos sobre la literatura contemporánea del Gran Ducado traducidos al castellano, ya que han tenido escasa repercusión en España.

 

Bibliografía

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Lídia Anoll, Carmen Fernández & Estrella de la Torre, Literaturas francófonas de América y de Europa, Madrid, Síntesis, 2006.

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Fernando Tortosa, Versiones españolas de una novela de Simenon. Aportaciones a un estudio contrastivo de francés y español, Granada, Universidad de Granada, 1980 (resumen de tesis doctoral).

 

Estrella de la Torre